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Capitulo 7. La venganza de Ares

Suelta la espada. Retrocede temblando de pies a cabeza. Se pone pálida y lágrimas inundan sus ojos.

—Lo...maté.

—¡Ay, cárajo! — hago puños, quiero golpearla. La sangre me hierve, la ira avanza por mi cuerpo. Me cegará, lo sé. —¡Siempre arruinas todo! —cuando menos lo pienso ya la acorralé contra el árbol más cercano. Mantengo la daga en su cuello, quiero encajársela, quiero verla sangrar. Solo un poco, un poco...

—Lo. Lo siento. Lo siento tanto, tanto, tanto. —suelta el llanto bajando la vista. La tomo del cabello y la obligo a verme.

—¿Lo sientes? ¿¡lo sientes!? ¡lo vas a sentir de verdad, maldita estúpida! — una hilera de sangre baja por su cuello. Presiono cada vez más. No temo por las represalias sino por mí. Temo no controlarme después y termine con medio mundo. Aunque nada me es importante, quiero mantenerme en una sola pieza.

Algo empieza a oler a quemado detrás de mí. Puedo sentir el calor y el humo entrar en mis fosas nasales.

Ella mira detrás y luego me observa aterrada. Me gusta que me vea así. La ira disminuye para ser remplazada por excitación. Me excita esa expresión en su rostro.

—Por favor, no. Por favor. —una sonrisa de oreja a oreja cruza mi cara.

Fuego y mujer suplicante. Diversión al máximo.

—Si...eso es. Suplica. —murmuro.

"Basta" ordena una voz rasposa, dentro de mi cabeza.

Ares.

El sitio donde se resguarda su esencia pica y arde; detrás de mi cuello.

La ira vuelve a mí. Una neblina negra salta a la nieve. Es él. Poco a poco se va formando su forma física. Un hombre robusto, de piel canela con armadura grisácea y espada a la cadera. Me mira con decepción.

—Suéltala. No puedes atacar todo lo que tengas en frente.

—Obsérvame —Perséfone no para de llorar. Me está haciendo enojar nivel Dios.

—Dije, basta. Mira lo que estás haciendo —señala con su espada detrás de él. Y puedo ver los árboles que hace un rato estaban llenos de nieve, arder en llamas.

—No soy yo. No tengo poderes.

—Eres demonio por naturaleza, ¿crees que de la nada se irán? —aprieta la mandíbula —no cometas el mismo error que yo. — murmura.

"Hace décadas fui humillado por culpa de mi ego. Y eso causó que me cegara por completo. Maté a mucha gente y muchos conocidos. Eso alertó al representante de esa época, al Dios a cargo en ese momento. Y este me mandó a ejecutar.

No morí porque soy inmortal, pero si perdí mi cuerpo, mi forma física y fui condenado a jamás encontrarla...

Por eso te elegí. Fuerte y guerrero como yo, capaz de tomar venganza sin sentir remordimiento. Tú, me ayudarás."

Ya entendí.

—Tomarás venganza...harás sufrir al Dios. ¿Ella tiene algo que ver?

—Fue su padre el cómplice de mi derrota— porque no me sorprende. —La venganza es un plato que se debe comer en frío. —sonríe —Suéltala, déjala ir. La paciencia es una virtud. Debemos esperar un poco más.

Perséfone deja de llorar y nos mira entre confundida y nerviosa.

Me alejo de ella sonriendo, riendo bajo. Ares siempre me cayó bien. Siento que somos iguales.

—Llevémosla a su casa. Allá podrás borrarle esta parte.

No lo pienso más. Muero de ansias.

"Será nuestra". Afirma con burla.

"Quiero matarla, quiero beber de ella"

"Lo harás"

La cargo en mi hombro.

—¡No, no, por favor! —se revuelve, patalea y pega con sus puños en mi espalda.

No me importa. Valdrá la pena.

Después de caminar un largo trayecto por fin salimos del lugar. Ares vuelve a esconderse en mí. Ivory es la primera en encontrarnos. Le pido, le calle la boca a la Diosa odiosa y le paraliza las cuerdas vocales. Lo que la obliga a mantenerse callada. Después va llegando Asmodeus, en un gran caballo café. Me tiende la mano.

—Préstame tu caballo. Debo llevar a la damisela a casa.

La observa confundido.

—¿Y ella que hace aquí?

—No sé. La encontré y me pidió ayuda para llevarla a casa.

Asiente y baja del caballo. Subo a la Diosa adelante, atravesada a lo ancho del caballo para que no escape y después me subo yo.

—No tardes. Le dije a papá lo de la grieta y que desapareciste. Quiere verte. —dice Asmodeus palmeando el hocico del animal.

—No tardo — tomo las riendas con una mano y con la otra, sujeto a Perséfone, ordeno avanzar. Tengo mis poderes de vuelta. Cambio mi ropa y limpio los rastros de sangre de mi cuerpo.

El caballo incendia sus ojos y las llama salen por su hocico. También él fue víctima de ese lugar.

Abro un portal y llegamos a su casa. Hay un bosque frente. Ahí bajamos. La presiono contra mí. Me mira con los ojos llorosos y la boca sellada.

La hago hablar.

—Por favor, por favor...—suspiro fastidiado. Ruedo los ojos.

—Escúchame bien. —clavo la mirada en la suya. —no recordaras a Ares ni tampoco nada que tenga que ver con él. Simplemente te rescaté y te traje a casa.

Su expresión cambia. Se torna tranquila. Seco sus lágrimas. Sus mejillas se colorean.

—Ahora ve a casa —se muerde el labio y baja la mirada sin saber que decir.

Quiero que se vaya ya. Está llamando mi atención. Esta invocando mi lado bestia. Quiero morderla y hacerla gritar. Quiero volver a ver esa expresión de terror en su rostro.

Pero debo actuar. Debo pensar bien las cosas. Ares busca su venganza y yo solo quiero hacerla llorar.

Su alma es gris. Ni muy pura ni muy malvada, es decir que solo había pensado en el pecado, pero no lo había consumado.

"La quiero"

"Yo también"

No me tiene miedo y eso me quita puntos. Así que debo actuar de otra manera. Encontrar el lado positivo y poner en marcha el plan b.

— ¿A dónde irás? —pregunta sacándome de mis pensamientos.

—A comer—sonrío de lado. Pone cara triste.

— ¿Volverás? —que me mire así, no ayuda en nada. Quiero lanzarme a su cuello.

"Hazlo"

—Prométeme que volverás.

— ¿Te da miedo el infierno?

—No—sus ojos brillantes me miran con confusión.

Olía la mentira. Y la olfatee en ese instante.

—Si algún día quieres visitarme...podríamos ir al Hades, ahí está mi castillo y hace menos calor—sonríe.

— ¿De verdad? —pregunta con emoción en su voz y el miedo desaparece.

—Si.

Y su sonrisa poco a poco decae.

—Pero...mis padres no me dejarían—masculla con desánimo.

Reí bajo y me acerco su oído.

—No tienen por qué enterarse—susurro.

—Son dioses...se enterarán.

—A que no—respondo divertido. Ríe nerviosa.

Así...muerde el cebo.

Este era el chute de adrenalina que necesitaba.

"Se quedará con nosotros, Ares"

"Así será"

Di la vuelta dispuesto a irme cuando habla:

—Te estaré esperando.

—No hay mucho que decir. Los encontré, los maté, cerramos la grieta, pero uno escapó y cuando lo atrapé soltó poca información y luego al tratar de escapar lo maté. Fin de la historia.

Lucifer se acaricia la barbilla. Está pensando. Recapitulando todo.

—¿Qué dijo? —pregunta. Todos clavan la mirada en mí. Maldita sea la hora en que reunió a todo el consejo.

—Que el líder en realidad es una mujer.

—¿Que? —todos quedan sorprendidos. Lo sé, yo quedé igual cuando lo dijo. Aunque aún no se si creerle.

—Ajam, eso dijo.

—¿Y después? —cuestiona Adramelech.

—Eso fue todo. —asiento y me levanto. —Bueno, señores. Ya tienen todo. Me voy. —camino a la puerta sintiendo las miradas clavadas en mi nuca. Cuando salgo ya tengo a Lucifer furioso mirándome exaltado.

—¿A dónde mierda crees que vas?

—Ya te di la información, ya hice mi parte. —me alzo de hombros. Aprieta la mandíbula.

—¿Qué estás diciendo?

—Tienes Diosas y no me dejas despertar a mi ejército, así no puedo trabajar.

—Más te vale que hagas bien tu trabajo y...

—¡No! —le pico señalándolo —Tú dijiste que en cuanto tuviera información del líder, actuarían. Así que ya cumplí con mi parte. Ya pueden encargarse ustedes y si no te gusta, me llamas para despertar a mi ejército. Solo así trabajaré.

Y salgo pisando furioso por el pasillo, rumbo a mi habitación.

—¡Ivory! —grito arrojándome a la cama.

—¿Si? —se asoma por la puerta.

—¿¡Dónde mierda andas!? Antes ni te me despegabas y ahora casi no te veo.

—Yo también necesito mi espacio ¿sabes?

En cuanto pronuncia esas palabras salto de la cama. Si antes estaba furioso, ahora estoy lo que le sigue.

Sus ojos se vuelven blancos con un pequeño punto en el centro. Me tiene miedo.

—¿Que mierda dijiste? —tenso la mandíbula. Aprieto los dientes.

Camino hacia ella despacio. La tomo del cabello y la pego a mí.

—Na...nada.

—Vuelve a repetirlo.

—No.

—Parece que te he dado bastante libertad ¿verdad?

—Belial...—hace gesto de dolor cuando le jalo más del cabello. Tiro de su cabeza hacía atrás y muerdo su cuello. La sangre impacta en mi boca, combinada con sus jadeos y expresiones de dolor me hace poner duro.

La arrojo boca abajo sobre la cama. Voltea a verme con miedo. Me gusta. Me hace recordar la expresión de terror de Perséfone.

Solo arranco el diminuto vestido que la cubre y me bajo el pantalón que siempre ocupamos cuando estamos en el infierno. No hay ropa interior, no hace falta, al contrario, sobra.

Entierro mi polla en ella y la tomo del cabello. Chilla y sisea con dolor. Me inclino hacía ella y comienzo a embestirla.

—Yo que tú me mojaba rápido porque no voy a parar —le susurro cerca del oído.

Clavo su cabeza en la cama. Busca aire desesperada. Me toma de la mano y trata de quitarme para levantar la cabeza, pero hago más presión.

—No me toques —rujo. Me suelta y estruja la cobija.

Sigo embistiendo. Con la otra mano araño sus nalgas. Me gusta su desesperación. Echo la cabeza atrás y embisto más y más fuerte. Cierro los ojos. Disfrutando. Pasan los minutos y termino dentro de ella.

La suelto y se levanta inhalando con angustia. Con los ojos vidriosos y el cuello ensangrentado. Vuelvo a tomarla del cabello para levantar su cabeza y morderla, esta vez paso rato alimentándome. Su energía sexual y su sangre me hacen perderme en el tiempo. Podría estar así por horas.

La boto en el suelo. Cuando está a punto de desmayarse. Alcanza a meter las manos antes de que su cara tocase el piso.

—Busca a Muerte, la quiero ver. ¿me escuchaste? —asiente despacio. Tose.

Bien, ya no tengo nada que hacer aquí.

Camino por el pasillo. Buscando pelea. Viendo quien me reta para molerlo a golpes. Pero todos me rehúyen. No se atreven a mirarme, ni la servidumbre ni los demonios supuestamente rudos.

—Hey— alguien llama a mis espaldas. Giro embravecido a ver quién es.

Un demonio de ojos de serpiente. Parece ser de otro reino, o más bien, parece no conocerme.

—Carl te está buscando. —se queda un par de metros lejos de mí. Cruza los brazos con pose chulesca.

¿Carl?... Me suena. Oh sí. Es el líder del grupo de diversión.

—¿Dónde está?

—Te llevaré —me señala con la cabeza detrás de él.

—Vamos —voy hacia él. A unos cuantos metros detrás, tiene abierto un portal.

Apenas cruzo la puerta y el olor a sangre inunda mis fosas nasales. El líder, en su característico smoking sin saco, golpea a un hombre que está amarrado a una silla, de nuevo. De repente se detiene y me mira de reojo, los tres hombres vestidos de negro que siempre lo acompañan, me observan en alerta. Huelo su miedo.

— ¿Dónde estabas muchacho? —pregunta volteando a verme. Me da un rápido vistazo.

—Por ahí— me alzo de hombros.

—Evans dale un celular a Alexander— le truena los dedos a uno de los ahí presentes y este asiente y sale —solo así te localizaré.

—Pudiste haberme invocado—sonreí recargándome en la pared. Clavo los ojos en el hombre en la silla y mis ojos se vuelven rojos. Quiero su sangre, huele delicioso.

—No me parecía necesario. Solo te quiero ver rondando por aquí de vez en cuando —una sonrisa de lado se dibuja en su boca —no te vayas a comer a mi gente.

Echo la cabeza atrás y rio divertido.

—Ellos se lo habrán ganado— vaya, no parecía tan malo después de todo. Hasta me está cayendo bien.

—Muchacho—niega volviendo a golpear con los nudillos en la cara al hombre. Y otro corte se abre en su piel. Me lamo los labios.

—Quiero pedirte algo— se vuelve a detener.

—Ahora no, muchacho—otro golpe—pero tienes mucho trabajo.

—Haré todos los trabajos, pero necesito un algo—se detiene y ríe.

—No tiro de ese lado—suelto la carcajada.

—Necesito algunas armas que puedan atacar seres sobrenaturales, el arma más poderosa que tengas— no se las puedo pedir a Azazel porque irá de chismoso. Así que él es una buena opción.

— ¿Qué harás? —alzo la mano restándole importancia—Bueno, hecho y....después podrías decirme como invocarte. Me será más rápido.

—De acuerdo.

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