Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22. Veneno

PERSÉFONE

¿Cómo es que pase del amor al odio y luego del odio al amor? ¿Cómo es que se adhirió a mi piel? No sé si lo hace a propósito, pero comienzo a creer que es un efecto que causa en algunas mujeres. Alicia me dijo "Solo has lo que él quiera y valdrá la pena las recompensas" pero ella igual lo odia y luego lo adora.

No le temo, sabe que no. Solo que a veces me pone al límite y eso me asusta demasiado. Tal vez por eso me dejó ir a casa. No puede obtener lo que tanto le gusta sin herirme primero.

Camino por en medio de unas cuevas donde yacen unas cuevas y se asoman mujeres de exuberantes curvas. Me ha cansado de correr y últimamente el estómago se le revuelve con facilidad.

La escena de el con mi hermana se me repite una y otra vez lo que hace que me incline y devuelva la comida que consumí en el bar antes de que llegara ella.

<< Basta con abrirle las piernas y me lo quedo yo >> dijo para hacerme enfadar, pero resultó ser verdad.

Mi hermana ebria y el demasiado receptivo fue la combinación perfecta. Ellos deberían estar juntos, son tal para cual. Deshonestos, manipuladores y engañadores. Ella tampoco es una santa, aunque haga creer lo contrario. Solo tiene pinta de Diosa, pero por dentro es un demonio andante.

—¿Estas bien? — al girar rápido a ver quién es un mareo me dobla las piernas. Me apoyo en la pared para levantarme de prisa cuando pasa.

—Si— afirmo con la cabeza. Y lo veo con detenimiento. No pueden pasar desapercibidos sus ojos de serpiente y su altura. Es corpulento, pero no tanto como Belial. Esta casi cubierto de ropa negra, pero puedo alcanzar a ver su piel verdosa.

—Eres la otra perra de Alexander, ¿verdad?

En cuanto dice eso retrocedo con pánico. Con rapidez me toma del cabello y me estampa contra la pared. Forcejeo con él.

—Si...te he visto con él. —pega su nariz a mi cabello e inhala como enfermo. — es hora de que ese cabròn pague las que me hizo. ¡Rodéenla!

Y un grupo de hombres de piel y ojos como él nos rodean, sisean como serpientes y me comen con la mirada. La cabeza me punza y un dolor agudo en el estómago me hace quejarme.

—Ug, ya sé porque hueles así. —y suelta una carcajada. Lo miro sin entender. —¿Él ya lo sabe?

—¿Saber qué?

Vuelve a reír. Y me pone de espaldas a el. Me presiona fuerte el abdomen y baja poco a poco.

—Con razón lo traes loco.

Creo que empiezo a entender después de sumar y restar. Estoy perdida.

ALEXANDER

—¿¡Cómo mierda es que la perdiste de vista!?— reclamo a Alicia alejando el vaso de sangre que me ofrece.

—Deja a esa niña—cruza los brazos. Alzando más sus senos. Importándole poco estar desnuda.

—No puedo dejarla sola en hades, Alicia. Vístete, hay que buscarla— y salgo en busca de la Diosa que tanto me alborota.

Las almas reciben sus castigos como siempre. Las súcubos retozan desnudas sobre las cuevas. Los demonios menores toman nota para planear que castigo podría ser el siguiente.

Todo seguía igual.

¿Dónde mierda se metió Perséfone?

—Hey— desplego mis alas y vuelo hasta las cuevas. —¿alguien ha visto a Perséfone? — una extravagante rubia de grandes curvas me sonríe.

—No, mi príncipe—se levanta y me hice una reverencia. Toma mi muñeca transmitiéndome su frio tacto y su lujuria. Trata de acercarse, pero rechazo la oferta.

Si se me antoja, pero no voy a sucumbir. Primero veré que esté bien Perséfone.

—¿La de cabello blanco? —pregunta una pelinegra a la derecha.

—Si.

—Se fue por allá—señala al final del lugar de los castigos.

—De acuerdo—me suelto de la rubia y vuelo sobre las almas.

El olor a quemado, el olor de la sangre y el solo ver las torturas tanto físicas como emocionales me punen duro. Se me antoja bajar y comerme algún alma dispuesta a dejar de sufrir.

Quizás luego traiga a Alicia y me la folle en medio de este caos.

Mi vista ubica a Perséfone siendo rodeada de Sigzz. Demonios serpiente con la mitad del cuerpo humano.

—¿Qué pasa? —bajo y plego mis alas. —fuera de aquí, déjenla.

—Pasa que...—y el demonio ojos de serpiente aparece de un momento a otro frente a mí. Con gesto de superioridad. —...es hora de pagar.

Aprieto las manos en puños. La sangre me hierve.

Perséfone no hace nada por defenderse y eso me enfurece más. Busco su mirada, pero mantiene la vista abajo. Con el rostro decaído, triste.

—Déjala, ordena que la suelten— le exijo.

—Am am— niega caminando hasta ponerse detrás de ella. Y le rodea el cuello con un brazo.

Como él está rodeado de Sigzz entonces llamo a mi pequeño ejército y estos surgen de mis brazos siendo sombras. Se ponen a mis lados, en posición de ataque. Solo necesito que ella se mueva un poco y atacaremos.

Vamos, Perséfone.

—No sabía que ella te dolería—clavo los ojos en él, acuchillándolo en mi mente.

—Cierra la boca idiota, no debí dejarte escapar. —le dejo ver mis dientes en una fina sonrisa. —suéltala y te dejare ir.

—No— dice con burla. Me ofusco más. Las manos me tiemblan. Lo voy a matar.

—Perséfone. —la llamo— vamos, voltea. —sigue en la misma posición — ¿¡qué mierda le hiciste!?

—Yo nada. —se alza de hombros el demonio. —pero si eso quieres...—la jala del cabello y acaricia el cuello con una daga.

—¡Nooo! —rugo furioso. Que impotencia, joder.

—Me quitaste mi hogar y mi puesto de trabajo. —responde con los ojos inyectados de odio. —me toca quitarte algo. —alza la mano que sujeta la daga y la apunta directo al corazón de Perséfone.

—Maldito hijo de ¡puta! — estoy que exploto. No lo pienso más. Me lanzo por el pero sus acompañantes se me echan encima. Mi ejercito me los quita y salto sobre él para tomarlo del cuello y lanzarlo por las nubes. Alcanzo a ver a Perséfone caer rendida al suelo.

Mi ejercito lucha contra ellos mientras yo extiendo mis alas y voy tras el ojos de serpiente que salta de nube en nube.

Bato mis alas más rápido. Extiendo las manos para lograr alcanzarlo y cuando lo hago lo tomo del cuello y lo dirijo al suelo mientras nos dejo caer a gran velocidad. Me pega un puñetazo, patalea, araña mis brazos, sigue tirando golpes a diestra y siniestra y no lo suelto. Entonces clava sus dedos en mis ojos y me logra desestabilizar. Me tallo los ojos con una mano y aprovecha para alcanzar una de mis alas, le entierra las garras y baja desgarrándola. Haciéndome caer de inmediato.

El estruendo es estrepitoso. Salta polvo y brasas por todos lados. Nublando la vista. Me levanto exaltado. Demone no está a mi lado. Manoteo el polvo y ahí lo veo. Sonriendo con malicia, tiene de nuevo entre sus brazos a Perséfone y está a caído inconsciente. Me enseña los colmillos y corro a él. La muerde con saña.

—¡Hijo de perra! — salto y le doy un puñetazo que lo separa de ella. Perséfone vuelve a caer al piso y él toma forma de serpiente y se escabulle de prisa. Corro a él tratando de pisarlo o agarrarlo sin éxito. Así que solo le apunto con la palma de mi mano y le lanzo una bola de fuego que le alcanza a quemar una parte de su cabeza, pero sigue huyendo.

—¡Síganlo! — ordeno. Sus acompañantes salen corriendo y mi ejercito va detrás de ellos.

Los veo desaparecer de mi vista. Cargo a Perséfone.

En cuanto cruzamos el portal. Llamo a Alicia y aparece entrando por un portal. la tendemos en mi cama.

—Ve y busca Sabrim. Es una hechicera. Te abrirte el portal —dejo de verla para ponerle atención a Alicia.

Rueda los ojos y se cruza de brazos.

—¿Es enserio?

—Sí, ve ahora. —agito la mano y abro el portal. Entra en el no muy contenta y se cierra tras ella.

Verla ahí, ensangrentada, retorciéndose de dolor y gimoteando me hace un nudo en el estómago. Seguramente cuando se encuentre bien me va a odiar por esto. Todo esto es mi culpa. Pero... ¿desde cuándo le tome cariño? ¿desde cuándo le permití acercarse más de la cuenta? ¿Cuándo atravesó mi muro y entro en el círculo de personas que me importa?

No puedo permitir que algo le pase, no la quiero lejos, quiero tenerla cerca para que me calme en momentos de angustia con palabras cálidas, me aconseje hacer cosas buenas (aunque eso me lo pase por el culo), quiero que me enseñe a ver la vida humana desde su perspectiva, su cálida perspectiva.

Me sumerjo en los recuerdos de meses atrás cuando la visitaba diario. Cuando me jactaba al verla sufrir y ahora no me hace ni pizca de gracia.

Algo está mal conmigo.

Unos cuantos minutos más y el portal vuelve a abrirse. Sabrim entra primero y Alicia la sigue y se sienta en el tocador.

—¿¡Que le ha pasado!?— grita histérica. Agitando las manos. Corre a su lado. Le toca la frente y pasa a su cuello. —no tiene pulso ¡no tiene pulso! ¿¡que le has hecho!?— me mira agresiva.

—La ha mordido un Sigzz.

Abre los ojos sorprendida. Se queda en blanco, parece que está pensando.

—¿Hace cuánto?

—Unos minutos.

La observa de nuevo.

—Entonces tenemos segundos...

—¿Para qué?

—Escucha...—me hace seña que me acerque. —...está paralizada, tenemos que despertarla y lo más certero es causándole dolor. Nada duele más que la mordida de un demonio Así que la vas a morder —retrocedo negando— sí, la vas a morder. Después me morderás a mí para alimentarla, ¿de acuerdo?

Niego.

—No. ¿y si no puedo parar? He deseado su sangre desde mucho tiempo atrás.

—Lo harás. Sé que sí. Solo concéntrate.

Se quita los collares y se hace el cabello a un lado. Le hace la cabeza a Perséfone a un lado. Su cuello aun sangra por la mordida de ese cabrón.

—Vamos, Belial, no tenemos mucho tiempo.

—¿O qué?

—Morirá.

—Prefiero eso a verla convertida en un maldito de esos.

—Pues yo la prefiero viva. ¡Así que hazlo ahora!

Me cruzo de brazos. Niego.

—¡Hazlo maldita sea!

Dejo salir mis dientes filosos y los clavo en el cuello de Perséfone. Su sangre sale dispara a mi boca. Sabe tan bien...trago y degusto con placer. Me encanta.

—Belial, ya basta. —murmura Sabrim.

No puedo parar. Es...joder, adictiva. Deliciosa. Puedo quedarme aquí y...

—¡Belial, ya basta, le estas inyectando tu veneno! — tira de mi hacia atrás. Me separo desgarrando su delicado cuello. La sangre brota más rápido. Cae en cascada por su pecho...

Me estoy poniendo duro. Quiero lamerla.

—¡Belial!

Reacciono. Lucho contra mis instintos y voy por su cuello. La muerdo, como ella dijo. Se queja de dolor. Su sangre, joder...

Me empuja y suelto rápido.

Solo quiere que le abra la vena para Perséfone, pues bien. Ya está.

Sabrim se acerca a Perséfone y le pone el cuello en la boca. Unos segundos después esta salta a su cuello. Le rodea la espalda y la pega a ella. La escucho tragar. Mantiene los ojos cerrados y al poco rato los abre poco a poco clavando su mirada en mí. Son rojos con la pupila en forma de línea y me miran de una forma que...

Uff, ardo.

Joder, no es momento pero que me mire así mientras come de una mujer me enciende.

Ahora yo quiero morderla y follarmela para que no me quite la vista de encima.

Pero de repente la suelta y se vuelve a tender en la cama. Convulsiona violentamente.

Sabrim se hace hacia atrás. Compartimos miradas preocupadas.

Camino de un lado a otro esperando que termine de convulsionarse. Pasan minutos, quizás horas. No sé. Tarda tanto. Me jalo del cabello, frustrado.

¡Joder!

—Yo no me retorcía tanto— afirma Alicia.

—Tu moriste antes...y en el cruce de tu alma te negaste a abandonar tu cuerpo. — señalo a Perséfone mirando a Alicia— su cuerpo esta infectado por el veneno de ese cabrón y por lo mismo va muriendo lentamente. —tuerce la boca con gesto de asco.

¡Por una mierda, termina ya!

Y por fin se calma. Observo que queda con los brazos en su pecho y los dedos encogidos. Sus pies arqueados y su piel se va tornando verde. El color de los Sigzz.

Camino alrededor de Perséfone. No me gusta su apariencia. La odio. Y más la va a odiar ella cuando la vea.

—Ya está. Solo hay que dejar que descanse. —suspira aliviados.

Me cruzo de brazos. Asiento con la cabeza.

—¡Pasa que tu maldito Demone mordió a una Diosa! —grito agitando las manos. Mirándolo con ira.

—¿Cuándo? — deja el puro a un lado. Se endereza en su asiento.

—¡Ayer!

Alza las manos pidiéndome calma. Baja la mirada mientras entrecierra los ojos. Está pensando.

—Déjamelo a mí.

—No lo quiero aquí.

—Es un hecho— asiente mirándome fijamente —si te ha hecho eso supongo que es capaz de acostarse con mi mujer a mis espaldas.

—Exacto— trago saliva. Me cruzo de brazos. ¿Qué no se supone que dejaba que se acostara con cualquiera? Margaret me lo dijo ¿no? Entonces, si no es verdad, estoy jodido porque no solo me acosté con su mujer sino también con su hija.

Mierda.

De todos modos, pondré a parte a mi ejercito a buscar a ese demonio hasta debajo de las piedras. Lo encontrare, juro que lo hare.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro