Capítulo 17. De demonio a humana (Maratón 1/4)
—Lo siento, no puedo— sus manos tiemblan. Suelta el cuchillo y retrocede temblando como una hoja de papel en el viento.
Cierro los puños. Lanzo por la borda la mesa donde están los instrumentos. Me hierve la sangre.
Los demás retroceden intercambiándose miradas confundidas. El hombre de en medio, el que me mandaría el alma de la mujer que duerme en la plancha de acero en el centro de la estancia, anestesiada profundamente ajena al peligro que la rodea, sale corriendo, rompiendo el circulo y el trabajo que me costó juntar a tantas ovejas descarriadas para esto.
Él es el único que sabe quién soy en realidad. Al único que le prometí riquezas a cambio de darme un alma. Aunque no iba a cumplir, solo necesito que se manche las manos para poder pasarlo por el infierno sin que me lo arrebaten los emplumados.
Solo necesito un maldito humano, ¿Qué tan difícil puede ser? Pero, son tan difíciles de convencer y más ahora que piden tantas cosas a cambio, malditos avariciosos.
"Ivory, ve y bórrale quienes somos"
Ivory asiente despacio, sin que se den cuenta pasa entre los encapuchados discretamente para ir detrás de él. Alicia me observa desde las sombras, suspira furiosa. Se siente igual que yo. Se cruza de brazos. Me jalo el cabello con desesperación. Tanto esfuerzo en convencer a estos humanos de hacer este ritual, de formar este grupo, para nada. Y pensar que tuve que hacerme pasar por uno de ellos.
—¿Alguien más lo quiere intentar? —pregunto señalándoles con el cuchillo.
—Black dijo que invocaríamos a alguien muy importante, ¿crees que nos quiera conceder deseos a todos? —dice el más alto y al parecer, el vocero.
—¡Sí! —le siguen el juego todos.
—Claro—digo apretando los dientes.
—¿Y cómo sabemos que nos escucha?, digo, para saber que es real.
Estoy que reviento. Los voy a cocinar, no, mejor me daré un buen banquete.
—Lo sabrán al terminar.
—¿Por qué tanta urgencia? ¿tú que vas a ganar? Y ¿Cómo es que sabes tanto? —pregunta otro, más al fondo.
Casi me da un tic en el ojo.
¿Sabes qué? Me rindo. Han acabado con mi paciencia.
Ivory va llegando. Justo a tiempo.
—Ivory, Alicia, dense un banquete.
Ivory asiente casi salivando. No lo había pensado, pero también tengo hambre.
Todos nos observan confundidos. Y es cuando Ivory va tumbándolos, en un abrir y cerrar de ojos los tiene en el piso, utiliza los puños para sacarles sangre y se le lanza al cuello. Alicia continua quieta, mirándome con odio. Aun me reta. Sigue conservando ese carácter que me hace molerla a golpes y ni así obedece. Observo el cuchillo en mi mano, la veo a ella. Sonrío. Lo clavo varias veces en mi abdomen y lo tuerzo. Ella se inclina inmediatamente, vomitando sangre. Sé que ahora tiene que comer a fuerza, o morirá y eso es algo que ha demostrado que no quiere hacer. Bueno, más bien dejará de existir porque muerta ya está.
Se acerca al que está más cerca y se arroja a su cuello. El lugar se vuelve una mezcla de gritos y sangre.
De pronto veo las llamas de las velas que nos rodean parpadear rápidamente. Un ligero viento las revolotea. Y detrás de mi aparece Muerte.
—¿Qué haces aquí? —le gruño.
—Desde que Morrigan se me unió, tengo más tiempo. ¿por qué? Creí que te alegraría verme. —se baja la capucha que cubre su rostro. Está en su forma humana. Lleva sombras negras y labial rojo. Como cuando la conocí. Parece que planea seducirme.
—Ahora no Muerte, no estoy de humor.
—¿Por qué? —me acaricia el pecho. Enrolla sus brazos en mi cuello.
—Porque necesitamos un humano, pero son tan difíciles que me dan jaqueca. Aceptan mancharse las manos, pero huyen cuando les digo lo que harán después. Y he intentado de todo, ¡de todo! —agito las manos— vagabundos, enfermos, mal vivientes, prisioneros, incluso sádicos que he encontrado en el club y estos pubertos son los únicos que han dado un paso más pero siempre quieren más y....y estoy harto.
—Tal vez deberías descansar un poco. Estas cansado. —se acerca a mi boca. Si me besa, la voy a morder, lo juro.
—Belial— se vuelve a abrir el portal donde salió Muerte y esta vez sale Lucifer. —dos semanas y ¿no puedes llevar, aunque sea uno?
—Si te parece tan fácil, hazlo tú. —rugo encolerizado. Siento mis colmillos y ojos arder.
Me mira serio. Y enojado, muy enojado
—¿Qué acabas de decir?
—Lo que has oído.
Muerte me empuja atrás. Niega con la cabeza.
—Basta, debe haber otra solución. —alternas miradas entre mi padre y yo.
—Si la hay, claro que la hay— le dice— y no me dejas otra opción—me mira. —tú ocuparás su lugar.
—Claro, a ver que otro soldadito te soporta. —me le voy a lanzar encima. Y no parare hasta morir.
Entre cierra los ojos, hace puños. Su piel se torna roja y sus ojos amarillos. Se ha enfurecido nivel extremo.
No me importa ser un humano, así tengo cientos de métodos para largarme a descansar de una vez por todas.
—¡Astaroth! — y el nombrado asoma la cabeza por el portal.
—¿Si?
—Que se lo lleven.
Los gritos a mi espalda cesan.
De inmediato sale una horda de soldados. Me encadenan las manos. Les ayudo poniéndolas enfrente. Muerte se atraviesa, pero la esquivan.
—¡No! —está más asustada que yo.
—Muerte, es por el bien de todos. —le dice Lucifer viendo como me aprisionan.
—Háganlo y me llevaré a todos—vuelve a ponerse delante de mí.
—Le irá peor a él.
—Muerte, ya basta. Déjalo así.
Admito que, a pesar de mis nervios de acero, esto si me enloquece. Estoy temblando, pero no de miedo sino de adrenalina. Un parte de mi quiere echar pelea, pero otra está emocionada porque podrá tener una nueva vida a gusto. Sin recuerdos abrumadores, sin padre golpeador ni madre abandonadora, sin ser obligado a nada, no más trabajo extremo, no más presión sobre mis hombros.
Subo a la plataforma en el centro del coliseo, las cadenas retumban por todo el lugar. Estas me sujetan pies y manos. No hay nadie en las gradas, solo Lucifer, Astaroth y Adramelech arriba en los tronos. Mi lugar lo ocupa el último y no parece nada descontento. Maldito.
Me guía el coronel, nunca me aprendí su nombre y eso que fue el quien me entrenó desde pequeño.
Atora las cadenas de mis pies a un gancho en el piso y este se eleva alzándome. Me deja de cabeza.
Mi padre le hace seña a Astaroth que comience.
— Empezaremos cambiando la piel, quítensela—ordena Astaroth. Observo a mi padre. Parece tranquilo. Que bien que no le remuerda ni un poco. Mal padre.
El coronel saca un cuchillo de la cinturilla de su pantalón y me lo acerca a la espalda. Sonrío.
—¡Alto! —veo a Ivory correr hacia mí, agitando las manos. No, no, no Ivory, no, joder. —yo tomaré su lugar.
—Ivory que...
—Mi deber es proteger y dar la vida por el si es necesario. Bueno, este es el caso. —les habla. Ellos se voltean a ver unos a otros. Lucifer luce pensativo unos momentos y finalmente asiente.
—No, no, que mierda haces... ¡joder! —me revuelvo frustrado.
Me baja. Dos soldados me toman de los brazos y me llevan a la salida en un abrir y cerrar de ojos. Cruzo miradas con Ivory, me sonríe.
Joder ¡no!
—Belial, vamos a casa—Muerte me palmea el hombro.
Los soldados me sueltan afuera y cierran. Los escucho pasar cientos de seguros al otro lado.
Aporreo la puerta a pesar de las cadenas. Trato de hacerla caer, pero está reforzada incluso para nosotros.
—Belial...
—¿Que no entiendes? ¿¡que mierda no entiendes!?— la empujo y vuelvo a tocar la puerta con fuerza. Nada.
Pateo y golpeo, pero es imposible. Escucho sus gritos. Se me eriza la piel. ¡Joder!
—Llamaré a mi ejército—me concentro y estos están a punto de salir cuando Muerte me sujeta los brazos y me sacude.
—¡No! ¿¡te has vuelto loco!?
—¡Ivory siempre ha estado conmigo, siempre está ahí cuando la necesito, es mi perra fiel! ¿¡tú crees que me voy a quedar con los brazos cruzados viendo como me la arrebatan!?
—¡Pues mejor ella que tú! —siento un peso encima. Una nube oscura me está rodeando.
—Claro, a ti no te importa porque tú no tienes a nadie.
Sus ojos se nublan de lágrimas.
—Y tú siempre que ves la oportunidad de irte...—baja la mirada— no entiendo por qué...
—Simplemente veo oportunidad y la tomo, así soy. Deberías saberlo.
Clava sus oscuros ojos en mí. Su brillo baja significativamente.
— Si tanto te quieres ir ¡pues vete!
—¡Lo haría si no fuera inmune a ti!
Nos quedamos en silencio, duelo de miradas.
—No te dejaré libre, no puedes estar sin guía ni sin mí—solo veía dos pedazos de carbón mirándome.
—Estaré mejor sin ustedes—la observo con desprecio. —esto se acabó Muerte, el vínculo está roto...pero si lo único que te interesa es el sexo ¡ándale! Date vuelta y acabamos con esto. —hago el ademan de desabrocharme el pantalón.
Baja la cabeza. Solloza.
—No es el sexo lo que me importa, eras tú. —y da la vuelta. La veo caminar cabizbaja unos pasos hasta que abre un portal y entra en él.
Doy un golpe más a la puerta. Me alejo despacio.
Ya me has arrebatado muchas cosas Lucifer, pero esta no te la voy a perdonar.
Vas conocer al verdadero Belial.
— ¿Qué ves? —la contemplo fascinado.
Clava la mirada en mí a través del espejo. Pasa de ser de odio a "normal". Esto suele pasar a menudo. De vez en cuando me mira con un profundo odio y cuando le hablo su mirada cambia. Lo sé, me odia, le cambie la vida, pero no fue mi intención, nunca me había pasado, yo solo mataba y listo, pero al parecer ella se negó a ir al más allá y dejar su cuerpo humano.
Ese vestido resalta su delgada y voluptuosa figura que llama la atención de cualquier hombre o mujer, su largo cabello castaño cayendo como cascada sobre sus hombros hasta esa diminuta cintura y esos ojos...sus ojos me resultan satisfactorios, excitantes, y combinan a la perfección con su delicada piel y labios carnosos. No me gusta para algo más, simplemente me gusta. Espero ansioso cuando termine su transformación para poder follarmela como quiera, cuando quiera y junto a cualquiera.
Echo su cabello a un lado y me deleito admirando su cuello, su maldito cuello, tan apetecible. Esto es estúpido, me siento emocionado de tener una convertida, un vínculo. Me siento como con juguete nuevo. Hasta le estoy tomando ¿cariño? no, no, más bien es como... ¿Cómo decirlo? simpatía.
Lamo su cuello sin despegarle la mirada. Gime llenándome de orgullo, me gusta lo que provoco en ella.
— ¿Por qué lo hiciste? — su voz...oh, joder. Podría escucharla todo el día. Quiero oírla mientras echo la cabeza atrás y me masturbo, o mejor, que ella me la chupe.
—Conociste la forma original de mi padre y mía siendo humana, además de que tenía hambre—confieso besando todo su cuello, alzándole el cabello en una cola de caballo para saborearla. Y la abrazo por la cintura para pegarla a mi cuerpo. Su mirada cambia a "¿es enserio?" y rio.
Camino hacia atrás llevándola a la cama y tirarnos juntos. Deja salir un pequeño gritito de sorpresa y rio. Enseguida se levanta y se sube a horcadas sobre mí. Me acaricia las mejillas y los labios.
— ¿Por qué no puedo odiarte? — susurra. Preguntándose más a si misma que a mí.
—Es por el vínculo que nos une—sonrío de lado. También le acaricio los labios, quiero arrancárselos y coleccionarlos. Toma mi dedo entre sus labios y lo chupa.
—Tengo hambre—murmuro. Se acerca a mis labios y los muerde haciendo que mi abdomen se contraiga y de un pequeño salto, extasiado.
—Yo también...Hmm—me gusta joder. Su maldita forma de ser, su atrevimiento, su valentía...su seguridad y ese maldito carácter que aun que me fastidia me encanta.
Ella es todo lo contrario a Perséfone, pero así me gusta, porque así Alicia es el diablito en mi hombro mientras que Perséfone es mi angelito. Una me lleva a la perdición y otra me salva. Una es una diabla y la otra es una Diosa con complejo de ángel.
La puerta se abre e Iván asoma la cabeza.
—Ya llegó el jefe.
Llego la hora.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro