14
He mentido a mamá. La realidad del hecho me golpea el pecho y mi cabeza no para de recriminarme. Le he dicho que iría a casa de Mad y que pasaría la noche allá... pero en realidad estoy cepillándome los dientes frente al espejo en el baño de la habitación de Alexander. Parte de mí se siente culpable, parte de mí que es lo correcto y otra parte de mí muy pequeña está emocionada. Escupo los restos de la pasta y me enjuago.
Lo peor del asunto no es haberle mentido a mamá, sino que he tenido el descaro de ir a casa por mis cosas para poder pasar la noche sin incomodidades... Veo mi reflejo en el espejo, me veo a mí en pijama, un pantalón de cuadros azules y una playera de manga larga que luce ser al menos dos tallas mayor que la mía. No luzco sexy ni tampoco pretendía, tampoco es que hubiera podido... En mi guardarropa no existe el pijama de seda, tirantes y shorts tan cortos que apenas cubran la ropa interior.
Respiro profundo para infundirme valor y salir, sé que él está esperándome en la cama, sentado, recargado en la cabecera... No puedo imaginarme si estará o no haciendo algo, si leerá o si quizá solo está reflexionando acerca de lo mucho que le dije hoy.
Una pequeña paz vuelve a mis venas al recordar lo bien que se tomó el asunto, la verdad es que no sabía que esperaba, pero en definitiva no una reacción tan... comprensiva. Hago un último ejercicio de respiración y entonces salgo del cuarto de baño.
Mi corazón se estremece de mil emociones tan pronto mis ojos caen en Alexander. Mi pulso se acelera. Está tal como lo imaginé, solo que tiene las rodillas elevadas y los codos sobre estas, su cabello es un mar oscuro y sedoso que invita a explorarlo; y debido al ángulo y a que tiene los ojos cerrados, puedo apreciar esas pestañas tan largas que decoran el ámbar en su mirada. Usa pantalones largos grises y una camiseta blanca, aunque algo me dice que lo hace más que nada porque estoy yo y que en realidad duerme solo en ropa interior...
Verlo de esta manera, en una habitación tan personal, hace que mi respiración se acelere, no de deseo, no por libido, sino por el secreto compartido que ahora hay entre nosotros, por este momento en el que ambos vemos una parte que tal vez nadie más ha hecho... Es tan íntimo que siento que sería capaz de ver a través de mí, como si mis más oscuros secretos estuvieran escritos en mi rostro.
—Hola... —murmuro y él abre los ojos.
Desvío la mirada solo un segundo después, su mirada desde antes tenía el poder de tocar mi alma, ahora siento que es capaz de destruirla. La necesidad de protegerme me golpea con fuerza, quisiera esconderme bajo la cama y esperar a que el sol salga para marcharme.
—¿Seguro que tus padres no regresarán hoy o mañana? —inquiero a fin de aligerar el ambiente.
—Sí.
—¿Casi nunca están?
—No. —Su voz es más grave de lo usual.
Me acomodo a su lado y cruzo las piernas en forma de loto, y pese a que he dejado un espacio más que prudencial entre nosotros, su presencia, su perfume natural me rodea, me embriaga. Es la misma sensación que al catar un vino, primero percibes su aroma, dejas que recorra todo tu cuerpo con la promesa de un sabor exquisito; segundo, das un pequeñísimo sorbo, permitiendo al liquido recorrer tu cavidad por completo, desde la cara interna de las mejillas hasta debajo de la lengua, para ese momento su calor ya debería haberte afectado y entonces tragas... El líquido que recorre tu garganta va sembrando el deseo de más, de beber la botella entera para revivir esas profundas sensaciones. Justo así se siente estar a su lado y yo acabo de dar el primer sorbo.
—¿Dormimos?
Giro el rostro al escucharlo y regreso la mirada casi tan rápido.
—Sí.
—Alexa... apaga la luz —ordena y la bocina inteligente le responde, luego apaga la luz del buró—. Que descanses, Karim.
—Buenas noches.
Me acomodo dándole la espalda con el objetivo de tranquilizar a mi inquieto corazón; sin embargo, no funciona, soy muy consciente de quién está a mi lado, de a quién pertenece el cuerpo que está a solo unos centímetros de mí y cuyo calor me alcanza.
Aunque no sé qué está pasando por la cabeza de Alexander, sí sé que está despierto. Su respiración no es suave ni acompasada como cuando uno descansa. De pronto, siento que se reacomoda y me pregunto a qué posición ha cambiado. ¿Estará viendo hacia el techo? ¿Hacia mí?
—Karim... —susurra.
Me toma dos segundos encontrar mi voz para responder.
—Mande.
—¿Por qué lo haces?
Antes de responder, giro y allí descubro que me ve, quedamos cara a cara. Mi corazón arde al verlo esperándome, la distancia entre ambos ha disminuido.
—No lo sé. —Mentira, bien que lo sé.
Sus labios se estiran en una sonrisa, pero el sentimiento no alcanza sus ojos, estos permanecen vacíos, casi tristes, y... luce tan hermoso, tan frágil y vulnerable que mis brazos suplican asirlo y rodearlo. Me contengo.
—¿Y nunca habías intentado salvar a nadie más?
Niego.
—¿Por qué?
—Cuando era niña no entendía lo que los números significaban, y cuando fui lo bastante consciente de ello me asustó.
—¿Alguna vez hablaste de tu habilidad con tus padres?
Ese es un tema sensible, uno que he intentado por mucho tiempo olvidar y del que nunca hablo. No obstante, siento que con él puedo.
—Una vez —admito.
—¿Y qué pasó?
—Mamá me llevó a un psicólogo. —Me encojo de hombros—. Atribuyeron mis palabras a la vívida imaginación de un niño, así que aprendí que no podía contarle a nadie.
Alexander me observa por lo que parecen infinitos segundos, y entonces se acerca todavía más y pasa uno de sus brazos por debajo de mi cabeza en el hueco que se crea entre los hombros y la cabeza, mientras con el otro me rodea.
—Gracias —murmura.
Mi corazón late desbocado.
—¿Por qué?
—Por la confianza que has depositado en mí. —Suceden tres latidos de corazón—. Y por querer protegerme.
La parte lógica en mi ser me grita que por salud emocional debo alejarme de él, de su calor, porque podría yo malinterpretarlo. Sin embargo, la parte estúpida de mí no me permite hacerlo, y se aferra a él; es como un gato que ha clavado sus garras para asirse con fuerza... obligarme a separarnos implicaría casi dolor físico...
Luego de muchos pensamientos contradictorios, logro conciliar el sueño.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro