Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI. Encargo

Puedo estar de acuerdo y tolerar muchas de las cosas que hacen mis amigas, pero esto se me está saliendo de las manos ¿Cómo es posible que tuvieran el atrevimiento de pasarle mi número a alguien sin una autorización anticipada de mi parte? Me van a escuchar cuando las vea mañana. Sé que quieren que me lleve bien con Adam y que lo conozca, sin embargo, no me agrada ir muy rápido al momento de conocer gente, hacer una verdadera amistad requiere mucho tiempo y trabajo de ambos lados, además es importante saber que es alguien con quien vale la pena construir una amistad. O por lo menos yo requiero de ese tiempo para sentir que es la decisión correcta.

Extraño mis días normales, aquellos donde no tenía ninguna preocupación por los problemas que podrían surgir si no tenía cuidado, donde mi única verdadera amiga era la luna y no requería de la ayuda de nadie para cumplir algún deber; Aún hay cosas que no comprendo ¿Por qué está pasando todo esto? ¿En qué momento mi vida dio este giro tan grande?, tengo más dudas de las que quisiera, no entiendo como creí que encontrar respuestas con Eliana me otorgaría paz mental, a veces soy muy ingenua, pero ya es muy tarde para dar un paso atrás, ahora solo existen dos salidas: seguirle el juego a Eliana y acabar por las buenas o comenzar a jugar mi propio juego.

"Adam. No te preocupes. ¿Todo está bien?"

Le respondí al cabo de unos minutos y acto seguido apagué mi celular.

8:45 p.m
[15 minutos para las 9]

Afuera estaba oscuro, las estrellas habían decidido dejar a la luna sola esta noche y las nubes optaron por permitir que el espacio tuviera como compañera a la luz lunar, dándonos a los habitantes de la tierra una hermosa vista del cielo despejado. Sin embargo; no todo era hermoso, a pesar de que toda ventana y puerta estuviese bien sellada, el aire alcanzaba a colarse entre los muros de cualquier vivienda o local, era frígido, casi congelante provocando el congelamiento del césped y hojas, al mismo tiempo que los vidrios seguían empañándose sin importar cuantas veces fueran limpiados.

El clima de hoy iba a ser cómplice de lo que iba a ocurrir, bueno o malo, nada ni nadie me salvaría de las decisiones que he tomado.

Media hora antes de que la manecilla del reloj diera las nueve, cansada de estar encerrada sin nada que hacer, salí de mi acogedor hogar en busca de aire fresco y de algo interesante que hacer. Me aseguré de llevar conmigo el abrigo largo que antes pertenecía al uniforme de la O.R., solo para cubrirme bien del frío.

Afuera el viento se sentía como una aguja clavándose sin permiso entre la piel de mi cuello descubierto, el césped crujía con las pisadas y en las carreteras se alcanzaba a ver pequeños charcos de agua con una delgada capa de hielo. Las calles solitarias como siempre, con la única diferencia de que múltiples patrullas de policía recorrían la ciudad y francotiradores esperaban ocultos en los edificios a que alguien se descuidara, fuera policía o no.
El frío era impresionante, algo raro en estas fechas, pero nada de lo que deba alterarme, nuestras tierras están pidiendo algo y si nosotros no hacemos nada para mejorarlo como la comunidad que somos, esto podría acabar mal.

En lo alto del prominente edificio de la ciudad, el cual me encanta por sus impresionantes panoramas y que, en la mayoría de las ocasiones, nunca hay nadie, allí me encontraba sin hacer nada realmente interesante, más que pensar en ir a robar algo, sin embargo, sería muy arriesgado y no tenía ganas de retrasarme.
Levante mi máscara con cuidado de que la peluca no cayera, dejando que en mi rostro fuera visible un antifaz negro y maquillaje blanco que me hacía ver más pálida de lo que ya era.
Lleve hacia mi boca un cigarro recién prendido y mientras sostenía este entre mis dedos enguantados, aspire lentamente el humo.
Estar aquí es un alivio para mí, jamás me cansaré de repetir lo mucho que amo estas vistas y las cuales no voy a tener si me voy de Castravand.
La cuestión es, irme a perseguir un sueño que podría mejorar mi vida de una manera inimaginable, o en el peor de los caos, empeorarla, mientras que si me quedo en el lugar donde crecí, podría volver a ayudar a luchar por un mejor gobierno para nuestra ciudad.
Es una decisión difícil, pero sé que tomaré una buena decisión, no ahora, pero sí más adelante.

— Llegaste antes —esa voz burlona y desagradable para mis oídos apareció cuando apenas habían pasado un par de minutos desde mi llegada. Suspire profundo, mis noches tranquilas parecían estar a punto de acabar.

Di otra calada, me agaché y apagué mi cigarro contra el borde de la azotea, acto seguido me puse mi mascará y bajé de un salto del mismo borde.
—¿Qué es lo que quieres esta noche, Jack? —entre las sombras de su capucha, alcance a ver una sonrisa que apareció en su rostro y unos ojos de color gris claro brillar suavemente.

—¿Qué acaso no puedo venir a ver a una de las mejores ladronas de Castravand?—alzo su mano y con sus dedos sobo suavemente por debajo de su mentón.

—¿Tan aburrido estas?

— Yo no soy el que está viendo a la nada y no a robado nada esta noche —inclino su cabeza con un movimiento suave, bajando su mano y apoyándola en su cintura.

Fruncí el ceño y caminé hacia él, tratando de conservar mi paciencia—. Hoy no estoy de humor para tus bromas, más bien busca a tus cachorros, seguramente te extrañan —sonreí burlona.

—Oh vamos Alexa, ¡No estoy bromeando! —se quejó sin dejar ese tono juguetón— Realmente quería estar a tu lado, por una noche no discutamos —se acercó mucho más a mí, lo suficiente para poder escuchar su respiración y ver sus ojos rodeados con un antifaz.

—Aja ¿Cuánto de eso se supone que debo creer? —cruce mis brazos, recargando todo el peso de mi cuerpo en una de mis piernas— ¿En serio crees que debo creerte?

—Al menos deberías intentarlo.

Guarde silencio un segundo, pensando en lo que decía el contrario. ¿Cómo podría creerle? Varias veces en el pasado había llegado diciendo las mismas cosas, comportándose amable y luego de repente volvía a ser el mismo chico insoportable de siempre, haciendo bromas una y otra vez que a mí no me daban gracia. Podría decir que, a diferencia de otras veces, su grupo no estaba con él y creo que por eso podía darle al menos una oportunidad durante el tiempo que me queda.

Seguramente me arrepienta después.

—Solo guarda silencio y no me fastidies con tus tonterías —le pedí con seriedad, pasando por su lado alcanzando a empujarlo suavemente.

Del bolsillo interno de mi abrigo, saque una caja de cigarros junto a un encendedor, sacando otro cigarro. Me acuerdo aun cuando era una pequeña niña que utilizaba las ropas que le regalaban, usadas y mal olientes, pero que de cualquier modo me servían con tal de protegerme del frio que llegaba a la ciudad cada noche de invierno, en aquellas épocas en las que empezaba a conocer a Grégoire y al mismo tiempo, en las que probé por primera vez los cigarrillos, recuerdo que al principio me disgusto pero poco a poco me adapte a él hasta tal punto de volverse mi primer adicción, esa que hasta el momento no he podido abandonar por más que mis amigas han intentado que lo suelte.

Guardé el encendedor, levante la mascará lo suficiente para poder llevar el cigarro a mi boca y mientras aspiraba el humo, sentí la figura de Jack detenerse a mi lado.

—En serio Alexa, ¿Por qué estás aquí? —cuestiono el chico, sentándose en el borde del edificio y observándome con una gran sonrisa.

Exhale dejando ir el humo y observe fijamente hacia la torre del reloj—¿Qué te importa? —parpadee, sin prestarle tanta atención.

—No lo tomes a mal —volvió a hablar— ¡Solo me es raro que viajaras directamente hasta acá y no te detuvieras a robar!

—¿Me estuviste espiando? —baje la mirada hacia él.

— ¿Y que si lo hago?

Rodé los ojos—. Te encanta meterte en problemas —volví a llevar el cigarro a mis labios— ¿Por qué no dejas de joderme?

— ¿Y tú porque no dejas de fumar?

— ¿En sé...?

Me interrumpió— Si tu adicción es el cigarro, la mía eres tú —dijo, por primera vez en toda la noche, sin utilizar ese tono juguetón de siempre.

Me di media vuelta y levanté mi mirada hacia la luna.

8:54 p.m.

— No digas ridiculeces, Jack —bufé.

— No es ninguna ridiculez, Alex —no lo estaba mirando, pero escuche sus pasos detenerse al lado mío, sin conservar distancias—. Sabes que siempre te he admirado, no por algo siempre te he insistido para que seas parte de mi equipo.

Lo miré por el rabillo del ojo con incredulidad y poco después me giré hacia él para enfrentarlo—. Solo me quieres en tu equipo por necesidad, nadie se metería contigo mientras me tengas de tu lado, todos me quieren por lo mismo y tú no eres muy diferente.

No quise quedarme a seguir escuchando sus mentiras, bote el cigarro, me di media vuelta pasando por su lado y salí corriendo, saltando al otro edificio para tomar un atajo hacia l'innovation.

— Espera... —alcance a oír antes de caer en la siguiente azotea.

Disparos empezaron a escucharse mientras avanzaba atravesando la ciudad, gritos y lloriqueos se escuchaban en el fondo acompañando las armas, mientras, desde el tejado de una casa situada enfrente de la biblioteca, observaba hacia todas partes en espera de que alguien llegase, mientras me ocultaba entre las sombras y jugaba con mi navaja pequeña.

En contraste con otras noches, hoy no se podía oír absolutamente nada. No se escuchaban estruendos, grillos o ladridos, tampoco se observaban gatos desplazándose por las calles o correteando ratones.
Esta noche todo parecía tan solitario, que, de alguna manera, me hacía extrañar ver las calles llenas de otros delincuentes, sin el temor de convertirse en una víctima más de los asesinos que nos asechaban desde los puntos más altos.

Respiré profundamente y aguardé en mi lugar hasta que alguna figura desconocida se acercará al punto de encuentro. Observe el reloj que colgaba en mi cuello, uno, dos, marco las nueve en punto, tres, cuatro, se estaba retrasando o no se presentaría. Fruncí el ceño, oculte el reloj por debajo de mi camisa y fije mi mirada en la calle.

Como un águila en busca de su presa me quede vigilando los alrededores de la biblioteca, con paciencia y esperanza de que Didier apareciera.

Pasaron diez minutos.
Empezaba a creer que realmente no iba a presentarse y cuando se me estaba agotando mi paciencia, una sombra entre los camellones capto mi atención. Con un abrigo largo azul noche, pantalones negros y cabello azabache, un hombre de bigote cargando un maletín marrón se acercó a la biblioteca y se detuvo en las escaleras, mirando a los lados varias veces.

Era él. ¿De quién más se podría tratar? Nadie en su sano juicio se quedaría tan quieto en un lugar tan inseguro, pero al mismo tiempo, tan seguro, pues allí un francotirador no podría atacar.

De un salto bajé del tejado de la casa, haciendo el suficiente ruido para llamar la atención del desconocido, fui acomodando mi mascará y a un paso considerablemente rápido, me acerqué a él. Aquel hombre no mostró miedo alguno, se mantuvo firme y con su mirada fija en mí. En definitivo, era Didier.

— ¿Didier? — pregunté al detenerme cerca de él, conservando un metro de distancia.

— ¿Cómo alguien como usted terminó involucrada con mafiosos? —me pregunto sonando sorprendido y con los ojos abiertos de par en par— Disculpe, sí, soy yo, señorita.

Respire profundo— Larga historia. Supongo es mi paquete ¿Verdad?

Asintió y extendió el maletín con el fin de qué lo agarrará— Tenga mucho cuidado y, haga lo que haga, no lo habrá o las consecuencias podrían ser grandes —me advirtió.

Extendí mi mano recibiendo el maletín y lo miré con detenimiento, examinándolo. Pesaba, pero no tanto como me lo imaginé; el cuero que adornaba el maletín estaba algo sucio y rasgado, mientras que en la parte inferior tenía pegado con cinta un papel con unas palabras en cursiva que a simple vista no pude entender muy bien.

Mire al azabache de nuevo— No se preocupe, no tengo intención de mirar su contenido. Ahora me dijeron que usted me daría la información que requeriría para la entrega.

—Ha si, sobre eso...

—¿Si me dará la información verdad? —dude por un momento.

—Por supuesto, para eso he venido, pero —hizo una pausa, como si le costará decirme la información que me encargaron— Lo que ocurre es que...

El sonido de un coche Interrumpió lo que por fin se había animado a decir. Con las luces a alta potencia iluminando una porción de la carretera y alcanzando a golpearnos a nosotros, el coche se quedó estacionado en medio de la carretera, como si no se atreviera a moverse, mientras de las múltiples casas unas cuatro prendieron las luces y sus mascotas empezaron a ladrar.

Eleve mi mirada hacia el lugar de donde provenía la luz, poniendo mi mano en frente para poder observar bien de que se trataba.

Era un auto que acaba de dar vuelta y se detuvo en medio de la calle, pensaba que no se movería y eso me molesto ya que su luz solo nos iba a fastidiar; sin embargo, cuando quise ir hacia el con la intención de acabar con el brillo que me molestaba o hacer que se fuera, el conductor arranco superando la velocidad permitida en el sector.

— Oh no...

Gruñí, sujetando con fuerza y algo de enojo el maletín—. ¿Qué ocurre con ese coche?

— Siento esto señorita, pero creo que deberíamos irnos.

Voltee a mirar a Didier confundida, no fue hasta que escuche disparos que le pude creer. Del carro dos hombres se asomaron por las ventanas y comenzando a dispararnos, mientras el conductor seguía acelerando hasta tal punto de pasarnos. No sé cómo, pero por un milagro las balas no alcanzaron a darnos, pues algunas chocaron con unas farolas y otras pasaron por nuestros lados, rozándonos—. Venga conmigo.

Empezamos a correr a toda prisa por los andenes, alcanzando a esquivar algunas balas mientras nos escabullimos por un gigantesco callejón que pasaba por detrás de la biblioteca. Ambos íbamos a una velocidad muy similar, corriendo por el des-pavimentado callejón sin importarnos que nos ensuciáramos nuestras prendas de vestir y con cuidado de no tropezarnos con las rocas, ladrillos y vidrios que sobresalían de la mugrosa tierra.

En el fondo, el sonido de los disparos aumentaba, multiplicándose con cada minuto que pasaba, las alarmas de los carros policiales empezaron a escucharse a gran distancia, siendo prácticamente imposible que se dirigieran hacia nuestra dirección, y los aullidos de los caninos no tardaron en escucharse desde el interior de las viviendas, alborotados por el tiroteo y despertando a sus respectivos dueños.

¿De dónde salían los disparos? Se escuchaban cerca, pero no lograba ubicarlos entre tanto escándalo.

Al seguir la ruta que Didier tomaba, en menos de cuatro minutos salimos a la carretera principal y nos detuvimos junto a una pequeña pizzería, donde yo aproveché para tomar aire mientras Didier hacía una llamada.

Ho bisogno di aiuto. Ci hanno trovato. —lo escuchaba hablar, en un idioma que ciertamente yo no entendía.

Mientras buscaba entre los bolsillos de mi traje algún líquido para quitarme la sed, aunque sabía que no debía beber algo inmediatamente después de correr, di unos pasos hacia el borde del andén y saqué una bolsita con agua que guardaba entre el pantalón y con los dientes abrí una punta.

Tenía un muy mal sabor de boca y mi garganta estaba tan reseca que en poco tiempo vacíe por completo la pequeña bolsa de plástico, exprimiendo hasta la última gota. El maletín lo deje al lado mío, un poco camuflado con la sombra de un poste para que no fuera visible a simple vista, soltarlo la verdad no fue tan simple, lo sujete con tanta fuerza mientras corríamos que se había pegado un poco a mi guante de cuero, lo que provocó que ambos materiales se quedarán pegados, pero cuando lo conseguí fue un completo alivio, tanto mi mano como mi muñeca estaban doliendo-me por el esfuerzo que había hecho.

Guardé el arrugado plástico en una bolsita negra atada a mi cinturón y levanté la mirada a la luna.

Todo seguía tal cual como cuando salí, a diferencia de una pequeña estrella que se asomaba junto a la luna.

¡Hey! ¡¡Alexa!! ¡¡Cuidado!! —una voz simplemente conocida para mí se escuchó a lo lejos.

Baje mi mirada para observar a mi alrededor en busca de ese irritable chico, sin embargo, en vez de verlo a él, rápidamente ubique al mismo coche de antes, con las luces apagadas, siendo conducido a toda velocidad hacia mi dirección, tanto así que cuando me di cuenta el coche ya estaba a tan solo unos pocos metros de atropellarme.

Me levanté a toda prisa para alejarme lo máximo posible de su alcance, casi al mismo tiempo que alcancé a escuchar tres disparos bastante cerca.

Pensé que alcanzaría a librarme, pero me equivoqué.

Escuché un último disparo y todo se volvió negro a mi alrededor. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro