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III. Apagón

A pesar de los dolores de cabeza que me gané durante mi horario escolar, el sencillo hecho de poder pasar el tiempo conversando con una vieja amiga y saber que pude ayudarla un poco logró que mi estado emocional mejorará y que muchas de mis preocupaciones se desvanecieran por varias horas. Aunque me sentí mal cuando me tuve que ir, pero eso es lo de menos.

Cuando regresé al campus, antes del inicio de clases, me reencontré con mis mejores amigas otra vez y nos quedamos conversando durante 10 minutos que a mí parecer pasaron demasiado rápido, tanto que muchas dudas quedaron sin respuesta porque no pudimos dar por finalizada la conversación, sí, más dudas de las que ya tengo. Al final ambas se tuvieron que ir a sus respectivas clases, pero yo al también formar parte del horario nocturno tenía 20 minutos extra de descanso, en los cuales estuve con otros compañeros de ese horario hablando y especialmente estudiando.

Finalmente, cuando la tarde culminó y la noche llegó, con la tranquilidad de que el día terminaría bien, todos los del segundo horario fuimos dirigidos a la sala de reuniones donde nos hablaron del siguiente semestre y de ahí salí directo a la siguiente reunión, y a la vez, la más importante.

La reunión de gimnasia artística.

En medio de la gigantesca cancha de baloncesto, dos hileras de sillas griseadas estaban organizadas una detrás de otra, formando un medio circulo frente al entrenador. Los que íbamos llegando poco a poco íbamos ocupando cada silla, mientras el entrenador se veía ocupado hablando con uno de los chicos.

Los del grupo de ayudantes estaban acomodándose no muy lejos del entrenador, entre ellos mi compañero Patrick quien me hizo señas para unirme a ellos. No lo pensé dos veces, agarre mis cosas y me dirigí hacía ellos.

Yo creo que este fin de semana tendremos mas horas de entrenamiento.

—Tal vez, ya falta poco para la primer competencia.

— O tal vez llegaran nuevos integrantes.

— Ojala no sea así.

La conversación se pauso cuando me detuve al lado de Patrick y posaron sus ojos sobre mi.

— Buenas noches Alexandra.

— Buenas noches chicos ¿Qué esta ocurriendo? —pregunte por su extraña conversación antes de que yo llegara.

— Nada malo —hablo Patrick—. Estamos preocupados por lo que nos puedan decir en esta reunión.

— Cada año es algo diferente y a tan poco tiempo de la presentación con los estudiantes de París... Tememos que nos metan mas presión —explicaba una chica de cabellos rubios y puntas verdes, de la cual no me acordaba su nombre.

— Ay chicos. No creo en realidad que debamos preocuparnos, entiendo que estas semanas han sido duras, pero cualquier tarea que nos pongan en este tiempo podemos arreglárnosla para hacerla, siempre lo hacemos —decía intentando disminuir sus preocupaciones—. Se lo que es preocuparse por todas esas cosas, lo hemos vivido todos estos años, sin embargo, siempre resolvemos cada conflicto que podamos tener y este año no sera diferente, por algo somos la mano derecha de nuestro maestro.

Hubo un corto silencio en el que algunos agacharon sus cabezas y otros solo desviaron la mirada analizando mis palabras. Patrick, un chico delgado, de ojos color miel y cabello castaño, me observo y con una gran sonrisa me tomo de un hombro, el a diferencia de los demás, se veía mucho mas sereno y emocionado que el resto. Lo observe y le devolví la sonrisa con calidez.

— Alexandra tiene razón, siempre arreglaremos cualquier cosa —sonrió con mas calma la rubia teñida.

«¡Fiu!» el silbido del entrenador capto la atención de todos y en segundos nos ubicamos en nuestros lugares.

Las sillas estaban llenas con todos los alumnos que esperaban ansiosos a que el maestro comenzara a explicar la razón de la reunión, mientras tanto, nosotros los favoritos y/o ayudantes teníamos que permanecer de pie junto al maestro.

— Buenas noches, alumnos —saludo el entrenador con el entusiasmo de siempre— Lamento hacerlos quedarse hasta tan tarde, pero debido a algunos recientes cambios me he visto en la obligación de reunirnos esta noche —escuche el suspiro cansado de la rubia a mi lado y yo solamente cruce mis brazos, comprendiéndola—. Como ya sabrán faltan tan solo dos semanas para la competencia, en esta ocasión con los alumnos de parís y como siempre esperamos salir victoriosos, sin embargo, y lamento informar, que tres nuevos estudiantes se unieron a nosotros esta tarde —comunicó lo que fue la noticia que la mayoría de nosotros odiamos, mas que nada Patrick y otra de nuestras compañeras—. No se abrumen —empezó a caminar, sosteniendo entre sus manos una carpeta— por el poco tiempo que tenemos no participaran en la competencia.—Sentí ahora la tranquilidad de mis compañeros y, la mía en cierto aspecto.
» Pero... Si necesito su colaboración para ayudarlos a poner al día con todo lo que llevamos de clases hasta el momento, tarea que mas que nada se la voy a recomendar a la señorita Gómez y el señor MacCaa, pero espero participación de todos.

El entrenador, siendo seguido por las miradas expectantes de todos, tomo una silla y se sentó, cruzando las piernas una sobre otra y dejando la carpeta encima de su regazo—. ¿Preguntas? —una de las alumnas levanto la mano— Adelante, Sophie.

— ¿Se modificaran los horarios?

— Por el momento no del todo, pero las horas de clase el sábado se alargaran un poco para trabajar mejor con los nuevos —aclaro.

Ahora la siguiente mano la levanto la rubia teñida, quien, con algo de desespero quería atraer la atención del entrenador— Adelante, Daniela.

«¡Rin!»

Cuando llego el momento de salir, varios corrieron a los casilleros, otros a la cafetería que había no muy lejos del colegio y a algunos los estaban esperando sus padres para recogerlos. Mientras yo caminaba a toda velocidad por la acera, observaba a los estudiantes alejarse entre risas y buscaba entre los bolsillos de mi pequeña maleta, mi cajita con mi par de audífonos.

¡Hey, Alexandra! —cuando encontré la caja blanca, escuche un grito algo lejano detrás de mí, parecía la voz de Patrick, sin embargo, cuando voltee lo único que vi fue un camión estacionar frente a las escaleras que daban entrada al colegio.

Decidí no darle importancia y continué mi camino, poniéndome mis audífonos.

9:00 p.m

De regreso en mi hogar ubicado a dos cuadras del colegio, en la calle des Archers, mi perrita, Kohana, al parecer me estaba esperando sentada en la entrada desde las 6 de la tarde, o eso supongo porque en la matera de la ventana vi una nota de Stephanie la cual decía:

"No pudimos esperar más y nos tuvimos que ir, tampoco encontré el collar; sin embargo, sé que Kohana siempre te espera acá.
¡Espero que te haya ido bien en la reunión, nos vemos mañana!

PD: Por cierto, Kohana ya ceno"

Les agradecería que me trajeran a mi beba, pero no era necesario que me esperaran, era obvio que saldría bastante tarde y ellas deben estar en su casa a las 6, sin embargo, conociéndolas, seguramente solo se quedaron porque no querían irse a casa aún.

En fin, solo espero pudieran llegar a salvo a sus casas.

No sé a qué horas fue, pero por lo que vi al llegar, la luz se había ido en toda la calle y lo único que teníamos muchas personas como yo, eran velas y una tenue luz proveniente de la luna iluminando el exterior. Esto podría ser una ventaja para mí debido a que sin luz las cámaras de seguridad no funcionan y los detectives no me pueden ver salir o entrar en mi casa, sin embargo, a estas horas, sin seguridad ni luz, esta cuadra se convertiría en la más peligrosa por esta noche y en la cual estoy segura de que se van a presentar el doble de crímenes, siempre ocurre cuando no hay electricidad o se presentan apagones.

No me gustaría ser un policía, en días como estos el trabajo aumenta horriblemente, pero lo más preocupante son los secuestros y asesinatos. Ya ni siquiera deseo pensarlo...

— Mierda... —susurré enojada.

Estaba en mi habitación, sentada en mi escritorio con la compañía de mi dulce perrita, Kohana, la tan nombrada y querida por muchos estudiantes por su educación.

Ella no es cualquier perro, es una Akita, y aunque aquí esta raza poco común, se podría decir que la mía es muy especial.

Llego a mi vida hace 8 años, cuando yo apenas tenía 10. Era una cachorrita en aquel entonces, aun así, ella me intento defender de unos pastores alemanes que si no fuera porque estaban amarrados y su dueño apareció, yo creo que ambas hubiéramos terminado con unas cuantas mordeduras, algunas más graves que otras, pero, aun así, le agradezco por ese acto tan valiente de su parte. Después de ese día pensaba que nunca la volvería a ver, pero me equivoque, todos los días ella me seguía desde mi casa hasta el colegio y viceversa, se quedaba toda la noche en la puerta de la casa y me seguía a dónde fuera mientras me tuviera a la vista, al final poco a poco se fue ganando mi cariño, hasta tal punto de adoptarla.

Sin embargo, algo que me enoja de ella es que últimamente ha salido a correr detrás de mí por las noches y eso me da miedo, con ella detrás de mí podrían identificarme más fácilmente. No tengo idea de por qué lo hace, antes no era así, y aunque no quisiera es por ello que últimamente me toca dejarla amarrada en el patio junto a la cocina.

He visto que se altera más ahora que salgo en las noches y la dejó atada, pero es por nuestro bien.

— Bien, Koha, ya debo irme, se me hace tarde —le acaricie la cabeza suavemente y me levante.

Llevo diez minutos aquí sentada, intentando reparar el estuche de mi espada, sí, sí, no se debería romper, pero todo es gracias a Jack, ese idiota no sabe nada sobre respetar, o al menos se le olvida el significado de esa palabra cuando me ve.

¡Es tan fastidioso!

Aun no comprendo por qué se esfuerza tanto en fastidiarme, pero lo odio y un día de estos me va a sacar de mis casillas si sigue así.

Pero ya, debo estar calmada, no necesito más preocupaciones esta noche, todo lo contrario, debo concentrarme en mis planes.

Terminé de ponerme mi traje nocturno, pero como no pude reparar el estuche de la espada, sentía que no era lo mismo, aun así, debía soportar; guardé el cuchillo entre un bolsito a un costado sobre mi rodilla y finalmente le puse la correa a Koha para llevarla al patio, dejándola allí amarrada.

Con esto hecho, me dediqué exclusivamente a pensar en todo lo que debía hacer, empezando por averiguar quién dejó la carta en mi casillero, porque y cómo demonios sabía quién era yo, claro, suponiendo que esa persona quisiera hablar con Alexa y que no me esté confundiendo. Por si acaso, llevaba la carta conmigo entre uno de mis bolsillos, entre el menos visible, ya que "a veces" me encontraba con malas compañías por el camino y siempre se acercaban con la intensión de joderme, claro, eso incluía quitarme algunas pertenencias de nuevo, aun sabiendo cuál sería el resultado de esos actos conmigo.

Sé qué ya es muy tarde para ir a encontrarme con la persona que dejó la carta diciendo lo del puente de esta calle; sin embargo, ¿Qué podría perder si voy? Después de todo, aunque vaya 45 minutos tarde, dijo que me buscaría si no me presentaba y prefiero completamente que nos veamos en el puente a cruzarme con esta persona mientras estoy ocupada con otros oficios.

Fui al baño con mi peluca entre las manos y me la puse con cuidado. Este cabello era igual al mío, la única diferencia es que tenía dos mechones teñidos de blanco y era un poquito más corto, cosa que era lo que mejor me representaba. Después me puse mi antifaz, esta belleza era de color negro y en los bordes estaba pintado de un gris clarito.

No tenía gran decoración, pero eso no quita que me encante.

9:30 P.M

Hace cinco minutos llegué al punto dónde nos encontraríamos, cómo me lo imaginé, no había nadie, así que le daría una media hora para encontrarme, si no llega en ese tiempo, que se olvide de que voy a escuchar al menos una palabra que salga de su boca.

Mientras esperaba podía ver a la perfección como otros delincuentes realizaban sus debidos trabajos. Por un lado, vi una pareja que estaba intentando entrar a una tienda y por el otro un chico estaba parado junto a un carro observando hacia una casa, para mí eran claras las intenciones de esas personas, pero en mi opinión, quiénes intentaban robar lo hacían mal, hay maneras más simples de colarse dentro de una tienda.

Y bueno, sobre el chico, no soy asesina ni mucho menos me dedico a secuestrar, así que no puedo opinar sobre lo que está haciendo.

Me quedé viéndolos solo para distraerme, pero no ocurrió mucho. Los de la tienda no consiguieron entrar y tuvieron que irse porque al parecer alguien iba hacia ellos, mientras el del carro entró a la casa con bastante sigilo, no pude escuchar nada por la distancia, pero al verlo salir sin nada en sus manos, aparte de un arma, pude suponer lo que había ocurrido.

"Dicho y hecho, esta noche, será una locura total". Mordí mi labio inferior, jugueteando con un mechón blanco de mi cabellera.

No ocurrió nada más que fuese de mi interés, o bueno, nada aparte de que 10 minutos después de llegar al puente todas las luces de la ciudad se apagaron, dejando todo a disposición de la luz lunar.

La gente que esté despierta debe estar enloqueciendo.

"Mmm ¿Cómo estará la estación de policía?" me pregunte entre mis pensamientos.

Ya tengo ganas de leer el periódico de mañana.

Aunque en el fondo espero que no encuentre sorpresas en mi casa, puse todos los candados que encontré y sellé las ventanas, no quiero ser yo quien le envié a la policía a quienes se atrevan a meterse en mi hogar.

Al fin llegaste — escuché detrás de mí.

Solté un suspiro de fastidio, rodeando los ojos. La voz era de un chico, nada raro, pero se me hizo familiar, como si la hubiera escuchado antes, pero no lograba identificar a la persona, lo único claro que tenía era que no pertenecía a un criminal conocido.

No tuve de otra, me di media vuelta y apoyé una mano en el barandal de aquel puente. Cuando mire a aquel chico no evite quedar bastante sorprendida, era mi compañero y el único chico que realmente me caía bien de la clase de gimnasia, Patrick.

No sabía cómo actuar, ¿Qué tanto sabía él para tener la valentía de salir a estas horas?...

Fruncí el ceño— ¿Hm?... ¿Qué quiere? —le pregunté con seriedad, intentando hacerme la que no sabe nada.

— Quería hablar contigo.

Negué leve con la cabeza— ¿Sobre qué?

— Sobre ti... Sé quién eres realmente ¿Por qué haces esto Alexandra?

Ok, es muy directo, aun así, no tengo idea de cómo, pero me ha descubierto, ahora, debo hacer lo posible por negárselo.

— No sé a qué se refiere, señor —respondí con indiferencia.

Por un momento lo dejé callado, al parecer no sabía qué decir y se demoró demasiado pensando. Yo me mantuve, sería, no iba a hacerle daño ni nada por el estilo, solo necesitaba quitármelo de encima.

¿Me pregunto qué creía que ocurriría, que yo le diría como si nada mi verdadera identidad? Por qué si era así, estaba completamente equivocado.

—... ¿Viniste hasta aquí por una carta?

— No, estaba pasando el rato... ¿Qué te importa todo esto? ¿Qué buscas?

Se demoró un poco en responderme, al parecer no tenía una respuesta muy lógica en mente para poder responder de inmediato.

Pude notar que se empezaba a poner nervioso, algo muy malo para él, porque si se supone vino a enfrentarme, debería venir completamente listo para ello...

— Na-nada, señorita Alexa, es que usted tiene un gran parentesco con una amiga mía y había una gran posibilidad de que fuesen la misma —hizo una pequeña pausa—. También necesitaba su ayuda-

Sonreí suavemente y di un paso, acercándome más a él.

— Me parezco a muchos según la prensa, las confusiones son comunes... Te aconsejo que, si vas a afrontar a alguien sobre algo tan grave como esto, lo hagan como amigos frente a frente y que tú te prepares para todo tipo de respuesta, agarra más seguridad y evita mostrarte nervioso —le dije como si nada, mirando de reojo por un segundo hacia otra parte— Que esto te quedé como experiencia...

Al parecer mi respuesta lo sorprendió bastante, lo pude notar por la manera en la que se me quedó mirando sin decir nada, con esos ojos abiertos de par en par como si hubiera visto un fantasma.

— Eres más amable de lo que te ves...

Solté una pequeña carcajada, mirándolo fijamente.

— No me estás dando razones para ser grosera contigo, eres un civil curioso simplemente, si estuvieras tratándome mal o amenazándome, créeme que esto sería muy diferente —explique con una sonrisa pequeña— Me dijiste que necesitabas ayuda ¿Qué se te ofrece?

— Uh... Sí, quisiera tu ayuda con una entrevista. ¿Dejarías que te entrevistará algún día? Hay muchos que deseamos saber más de ti.

Mi sonrisa se borró de inmediato cuando escuché eso.

Sé que el hecho de ser una delincuente distinta a los demás hace que muchos tengan curiosidad por mí, e incluso algunos de los convictos me admiren un poco, lo sé porque me he encontrado muchos que se acercan a mí a hacerme mil preguntas o incluso a llevarse algunos recuerdos de mí, son tan patéticos los que me admiran, pero eso ha sido solo porque todos los días estoy en primera plana en el periódico y por todo lo que dicen sobre mí, sin embargo, que quieran entrevistarme es nuevo y... Raro.

— Oye... Mira, sé que muchos desean saber más sobre mí, pero no puedo aceptar, sería una gran debilidad para mi trabajo y muchos sacarían provecho para hacer lo que quieran conmigo. Esta vida no es nada fácil, así que preferiría no revelar información

Su cara cambió a una de decepción con mi respuesta, pero luego al parecer entendió lo que le quería decir y asintió.

— Entiendo a la perfección, señorita, perdóneme, tenía que intentarlo al menos —sonrió con nervios.

Le devolví mi sonrisa y giré mi cuerpo hacia un costado del camino, preparándome para irme.

— No se preocupe, pero váyase a casa y asegure todo, no va a ser una buena noche... Cuídese, señor —le dije como advertencia y aproveche el momento en el que el chico miró hacia otra parte para poder desaparecer de allí lo más pronto posible.

Me agrada su gentil comportamiento a pesar de estar conviviendo con alguien como yo, otras personas estarían asustadas, ¿Por qué? No sé, jamás he lastimado a un civil y espero jamás tener que hacerlo, no es parte de mi labor dañar a otros, mi interés es simplemente lo material, cualquier cosa que pueda dejarme buenas ganancias, no me interesa un equipo o quitarle la vida a alguien.

Aunque es cierto que me gusta dar consejos, pero, jamás llegaré más lejos de eso.

10:05 P.M

Luego de mi inesperado encuentro con Patrick, me retire de esa ubicación lo más rápido que pude y me adentre al primer callejón que observe en ese momento para perderme por allí, no volví a escuchar su voz y cuando logré subirme en el tejado de una casa, voltee a mirar hacia el puente en busca de su silueta, pero en ningún momento apareció.

Realmente espero que llegue bien a casa, pero me sigo preguntando, ¿Por qué hizo esto?, hubiera terminado muerto donde se equivocara y no fuese yo en realidad. Si es cierto que soy buena con los civiles, pero eso no justifica que todos sean gentiles, cualquier otro convicto hubiese reaccionado muy mal con ese tema.

En especial sí se trata de un asesino.

Además, recuerdo que en la carta mencionó que necesitaría su ayuda, supongo que no tenía nada que ver con la entrevista, pero no me habló de eso.

A lo mejor es algo que me tenga que decir como la Alexandra que él conoce.

Dejando el tema a un lado, ya me encargué de mi primera tarea, ahora debo ir por lo más importante y a la vez lo que más flojera me da. Por primera vez se podría decir que necesito ayuda de una persona que odio, pero que podría tener información valiosa para mí, después de todo, ella es como la chismosa de esta comunidad.

La calle "Perle" es una de las más conocidas por tener a las personas más ricas y relevantes de esta ciudad, pues, aunque es cierto que en mi ciudad no hay gente pobre —la clase baja gana mensual 2'500.000— siempre existen personas que ganan por mes más de 8 millones de euros y ese tipo de personas viven en la parte más costosa de la ciudad —y a la vez la más segura— que, efectivamente, son todas las calles que contengan la palabra Perle, ósea, en total serían 4 calles.

Pero yo me fui hacia la calle principal de todas estas, donde estaban los más ricos de todos, más no venía a robar, aunque ganas no me faltan, sin embargo, hoy solo tengo dos misiones que son las que más me convienen realizar.

La primera, hablar con la chica que más odio en este mundo. Eliana Thomas, la líder de una mafia con más dinero del que cualquiera de nosotros podría conseguir, vive en la segunda mansión más grande de Castravand y realmente no es una persona de fiar, además tiene a los policías de su lado y según escuche intenta ganarse al FBI también.

Esta persona tiene varios papeles dentro de nuestra comunidad, entre ellos y el más conocido es contratar a asesinos o secuestradores para ejecutar algunos trabajos mientras su equipo se encarga de otras cosas. Los demás no son de mi incumbencia y no me interesan tampoco, solo soy capaz de afirmar que esta mafiosa es la más traicionera que pueda existir.

Lo explicaré de una forma que se entienda. La razón por la que puedo decir que es la más traicionera, es porque a cada persona que contratan por tiempo limitado, sin importar cuánto les cobren, siempre terminan entregándolo a la policía o incluso los matan para no dejar testigos de cualquier cosa que pudiera ocurrir dentro de su mansión. Es un rumor que he sido capaz de confirmar hace años, pero que es mejor no divulgar este tema por buenas razones, a menos que quieras tener conflictos con ellos. Otra cosa que puedo afirmar es que, hasta el momento, nadie ha salido vivo para saber qué tipo de trabajos les encargan a los convictos o que cosas ocurren en lo profundo de la mansión.

No soy una persona curiosa, pero este tipo de misterios me encantan, sin embargo, no desearía ser el objetivo de esa gente y muchos menos hacer trabajos para ellos.

¿Por qué debo hablar con ella teniendo en cuenta que no debería confiar en su palabra?

Bueno, desgraciadamente necesito una información y ella es la única que puede ayudarme en este momento. Antes tenía a alguien más para estas cosas, pero el imbécil se dejó matar, así que no tengo de otra que hablar con ella.

Conocí a esta chica hace mucho tiempo, solo hablamos dos veces, lo suficiente para que confiara en mí y dudo mucho que se niegue a hablar conmigo el día de hoy.

10:20 P.M

CALLE DE LA PERLE

Admito que casi me quedo ciega al momento de llegar a la calle principal, la cantidad de iluminación que hay por aquí es increíble. Ahora entiendo por qué es tan caro vivir por estas calles.

Tener plantas de energía es una gran ventaja en apagones como el que estamos presenciando esta noche; sin embargo, puede resultar molesto que, por un lado, allá luz y por el otro todo parezca un agujero negro, si fuera por mí toda la ciudad tendría esta clase de energía, después de todo, tan solo vivir acá ya es caro, pero aja, nuestros gobernantes no son capaces de hacer nada bueno.

Igual, no me quejaré demasiado, es gracias a esta cantidad de luz que logre dar con la mansión de los Thomas rápidamente y sin extraviarme, claro, excluyendo el hecho de que todo el mundo me ha visto ir corriendo sobre sus tejados, pero eso es lo de menos, con tal de que no llamen a la policía no me importa que piensen. Además, se podría decir que yo salí más sorprendida que ellos, al parecer esta gente trasnocha demasiado, pero los entiendo, con esta cantidad de luz me sería imposible dormir, parece que fueran a hacer una fiesta de medianoche.

En estos momentos ya me encontraba dentro de la mansión, exactamente en la sala de espera mientras observaba cada pieza que me rodeaba, también los detalles tanto del techo como de las paredes.

Las paredes blancas, el techo dorado con detalles negros y el suelo de madera ligeramente oscura. La decoración, bueno, simplemente había un montón de muebles y otras cosas caras, pero que se veían preciosas.

— Esto es más grande de lo que recuerdo —susurre para mí, dando una lenta vuelta mientras caminaba y observaba todo lo que me rodeaba.

— ¡Alexa! ¡Qué gusto tenerte aquí otra vez! —escuche una voz detrás de mí.

Me detuve y volteé mi cuerpo hacia las escaleras, lugar de donde provenía la voz.

— Eliana. Yo no podría decir lo mismo —juguetee con el guante de mi mano derecha, inclinando un poco mi cabeza teniendo una expresión algo fría.

Vaya, estaba tan linda y elegante como siempre. Se nota que cada año le cae más y más dinero de los árboles, por no decir de sus trabajos sucios.

Ella vestía un precioso vestido blanco con una abertura en un costado, con bordes dorados y unos guantes sin dedos, como los míos, pero de color blanco y le llegaban hasta el codo.

Entre sus manos tenía una copa de vino y en su cara una gran sonrisa.

— Siempre tan fría y distante, Alex, deberías divertirte un poco más, hm, supongo que por eso viniste ¿O me equivoco? —decía mientras bajaba las escaleras, dirigiéndose hacia mí.

— Lo dices como si no me conocieras... Pero si te equivocas, sabes que no me interesa cuanto quieras que trabaje para ti, eso jamás pasará —me acerque más a ella y le sonreí— Solo necesito una información que solo usted puede darme.

Ella se detuvo frente a mí, quedando a un paso de distancia.

— Suena a que estás planeando algo peligroso... Me gusta.

Solo la seguí mirando con una expresión de seriedad en el rostro, como si no me importase lo que me decía.

Se nota que me conoce, pareciera que nunca se pierde una noticia mía. Aunque creo que todo el mundo sabe que me gusta el peligro y que me arriesgo demasiado en cada robo, creería que me espían si no fuese porque siempre dicen esas cosas en el periódico.

Nos quedamos viendo a los ojos medio minuto y al final ella solo me mostró una gran sonrisa mientras me decía:

— Sígueme.

Dio media vuelta, lanzando su cabello medio rojizo hacia un lado y comenzando a caminar, subiendo otra vez las enormes escaleras que ocupaban la mitad de ese cuarto.

Sigo sin creer que yo esté aquí, detrás de la cola de una loca mafiosa.

Definitivamente la odio. Prefiero mil veces que Jack me moleste la vida a tener que visitar a esta mujer de nuevo, pero, era esto o quedarme con las ganas de encontrar a los desgraciados que le robaron a la familia Marlow.

Solamente espero poder salir de la mansión sin cuatro patrullas detrás de mí.

La señora Eliana, o más bien, la mafiosa, me llevó al lugar donde siempre atiende a sus "clientes", su lujosa oficina. No es muy distinta a la sala de abajo, lo único diferente es que tiene un ventanal gigante, un escritorio, unas plantas, una estantería y un techo plano. El resto es completamente igual.

Ella se sentó en su cómoda silla y yo al otro lado de la mesa. Lo bueno de este sitio es que el ventanal detrás de ella me permite ver hacia el exterior y gracias a eso no tendré que verle la cara todo el tiempo.

— Cuéntame querida ¿Qué información necesitas? —me pregunto sin quitar esa irritante sonrisa de su rostro.

— Antes que nada... No me engañarás tan fácil — apoyé mis brazos sobre la mesa, hablándole con más seriedad— ¿Qué me pedirás a cambio de la información?

Dejó la copa de vino sobre la mesa y me miró a los ojos, acercando la silla al escritorio para poder apoyar sus codos sobre la mesa.

— Nunca se te escapa nada, ¿Verdad? —suelta una carcajada— Tú ya sabes lo que quiero...

— Otra cosa... Y piensa rápido, no tengo toda la noche.

Inclinó su cabeza levemente, sin alejar ni un segundo sus ojos color verde de los míos. No dijo nada en un largo minuto y cuando fue a hablar soltó una risa de burla que me hizo enojar más.

— Ah está bien querida mía, tú ganas... —recostó su delgado cuerpo en la gran silla en la que estaba sentada— No te meteré en los problemas de mi gente, pero... Te pediré algo... Un amigo me pidió que le entregara algo este sábado y yo no tengo con quien enviárselo, ¿Podría encargarte la entrega?

Pensé que me saldría con algo peor que eso, la última vez me pidió algo horrible y me tocó hacerlo, ¿Por qué estará siendo amable ahora? Algo debe estar tramando.

Pero no puedo negarme, sé cómo son las cosas con ella y que nada más tengo dos opciones, bueno, tres si contamos el hecho de largarme de aquí sin lo que quiero y eso jamás ocurrirá.

— Bien. ¿Pero qué tipo de paquete es el que debo entregar y a qué dirección?

— Mm esa información te la dará un compañero mío. Entonces ¿Aceptas?

Solté un suspiro, bajando la mirada un segundo antes de meterme en este lío.

Me levanté de mi silla y extendí mi mano hacia ella, diciendo las palabras que podrían causarme mas problemas si no tenía cuidado.

— Cuente conmigo.

Ella aceptó el gesto de manera amigable, cambiando su sonrisa de loca a una de alegría. Sabía que planeaba algo y ahora con su cambio de expresión puedo afirmar que no es nada bueno.

10:53 P.M

Ya estoy viendo que voy a salir tarde de aquí.

Volví a tomar asiento, cruzando mis piernas y apoyándome en el espaldar de la silla para descansar.

El mayordomo de la señora había traído unos bocadillos para nosotras y un té, hubiera aceptado gustosa por el hambre que tenía, pero por la forma en la que estaban separados los bocadillos, preferí negarme a aceptar algún tipo de alimento de parte de esta gente.

Aunque el mayordomo sí me cae bien y sé que solo sigue órdenes, pero ese otro cuento.

Cuando el mayordomo salió de la oficina, volví a escuchar la voz de la mujer.

— Ahora si dime ¿Qué información necesitas?... ¿Tiene que ver con Jack?... ¿O la persona detrás de él? O... ¿Acaso con tu amiga? —dijo sosteniendo la taza de té.

Fruncí el ceño— No... ¿Por qué debería interesarme por ese chico?

— Alex, Alex, Alex... No juzgues sin conocer, tengo claro que no te cae bien, pero... Deberías darte la oportunidad de conocerlo.

Siempre que vengo es el mismo cuento.

¿Por qué habrá tanta insistencia para que hable con ese sujeto? ¿Acaso me estoy perdiendo de algo que no haya visto sobre él? Aparte de ser un idiota y una persona irritable.

Incline mi cuerpo un poco, apoyando mi codo sobre mi pierna y mi mentón sobre mi mano.

— Yo le doy la oportunidad a quien yo quiera dársela.

Ella solo se rio y miró hacia un cuadro colgado en una de las paredes.

— Como quieras, solo te doy un consejo, no es tan malo como tú piensas.

Rodeé mis ojos, sin entender siquiera una parte de lo que ella me decía— ¿Y por qué me dice esto?

Al principio no me dijo nada, solo se levantó y dio unos cuantos pasos hacia la ventana mientras bebía su té. Al parecer buscaba una manera de decirme algo o solo me hacía perder tiempo, no lo sé, pero es molesto.

— Sabes que yo sé todo lo que pasa en esta ciudad, todo lo que la gente hace, lo que dicen y quién pasa su vida ocultándose tras una máscara... Él no es muy distinto a ti, Alexa... Además, es obvio que le gustas.

Lo último que dijo me dejó sorprendida, ósea, si imaginé que él sentía cosas por mí, pero no lo creía en realidad.

Me daba igual que ella supiera muchas de las identidades de los criminales del lugar porque ella no iba a hacer nada con esa información, al menos sabía que respetaba la identidad de los cinco criminales que siempre están en primera plana, o bueno, no haría nada mientras no nos la ganamos de enemiga. En cuanto al resto, a ella le daba igual y no se iba a compadecer por ellos.

Tampoco me preocupaba el hecho de haber mencionado a una "amiga" mía, ya que podría referirse a cualquier persona.

Pero, supongo que me dice todo esto porque sabe algo más, algo que quizá aún no ocurre y era mejor que no lo preguntara. Sin embargo, ahora no podré ver a Jack de la misma manera hasta que tenga el valor de enfrentarlo.

Mientras tanto, debo ignorarlo.

Arqueé una ceja, manteniendo una mirada sería, mientras fingía que nada de lo que decía importaba y que no me sorprendí.

— Si lo sabes todo entonces deja de balbucear y ayúdame.

Ella volteó su cabeza hacia mí un momento y sacudiendo suavemente su tacita me prestó atención, aunque luego volvió la mirada hacia la ventana.

— Te escucho entonces.

Por un instante me quedé callada, siendo pocas las palabras que se me ocurrían para explicar lo que quería. No es nada fácil pedir este tipo de cosas, menos cuando se trata de pedirle información a personas como ella.

— El robo de anoche... En la casa Marlow, ¿quiénes fueron los idiotas que se metieron con esa familia? —mi voz salió más arisca de lo normal.

Detesto hacer esto, pero nadie más me daría esta información.

No escuché nada por un poco tiempo, no supe cuánto fue, pero fue lo suficiente para llegar a dudar de que ella supiera responderme.

Cuando perdía la esperanza de recibir una respuesta que me fuera a ser útil, escuché su voz molesta y atónica salir de sus delgados labios— Siempre tan curiosa, ¿Mm?... El robo del que hablas fue realizado por Jacques, según escuché, lo hizo intentando enseñarle trucos a un nuevo integrante llamado Octavé.

Vaya, estaba segura de que había sido Isaac, pero... Pensándolo bien también tiene sentido de que Jacques estuviera involucrado, tiene un gran parentesco con Isaac de robarle a gente necesitada.

Par de imbéciles, no me duele nada enfrentar a un viejo amigo y juro que pagarán muy caro.

Pero Octave, ese nombre es nuevo. Quizá aún esté a tiempo de ayudarlo antes de que siga un camino peor.

Me levanté de mi lugar, sonriendo— Muchas gracias Sra. Eliana, eso es todo lo que necesito.

— No es nada Alexa. Pero ¿Segura que es todo lo que necesitas saber? —me pregunto antes de que me fuera, viéndome con una sonrisa algo... maliciosa.

Qué linda, a ella hasta en la sonrisa se le nota lo sádica y cruel que es en realidad.

— Sí, estoy segura —le respondí con frialdad.

— Bien, si tú lo dices, espero que vuelvas pronto y... Sigue considerando mi propuesta, sabes que mis puertas siempre estarán abiertas para una chica tan magnífica como tú.

Ay ¿Por qué todos tienen una obsesión con ofrecerme tratos y tratos? Como si fueran a conseguir mi alianza.

— Hasta la próxima —di por finalizada la conversación, evadiendo el tema.

Un minuto más y si no fuera porque me quitaron mis armas, le hubiera dejado un lindo hueco en su vientre.

Ojalá jamás llegue a ser como ella.

Salí de la oficina, cerré la puerta y bajé las escaleras en busca de la salida.

Tengo lo que quería, sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo que me dijo sobre Jack. Aún me sorprende, pero más que nada me confunde. Espero no encontrarlo hoy, estos días no me ha molestado y espero que hoy sea igual, no sabría cómo reaccionar con él.

— Alexa —sentí una mano sobre mi hombro, deteniéndome frente a la puerta principal.

No entendía nada, ¿Ahora que querían de mí?

Me di media vuelta, encontrándome de frente a aquel hombre alto, delgado y moreno, vestido con un elegante traje negro que resaltaba con sus ojos tan negros como un pozo sin fin.

Por un momento me sorprendió, pero rápidamente cambié esa expresión de sorpresa por una sonrisa amigable.

Hace mucho tiempo él y yo no hablamos con esa tranquilidad que tengo con cualquiera de mis amigos, siempre que nos vemos el trabajo se interpone entre nosotros evitando que tengamos una buena conversación, una que por lo visto estábamos a punto de tener.

Aquel hombre moreno y de una estatura casi igual a la mía, era el mayordomo de la Sra. Thomas y cabe aclarar que también mi mejor amigo, solamente él y Jacques saben mi identidad porque fueron quienes me enseñaron todo sobre este mundo. Se podría decir que su jefa también conoce mi identidad, no me sorprendería, pero ellos al contrario de Sra. Thomas, la saben porque nos conocimos antes de que empezara a usar mascarás.

— Grégoire... ¿Qué ocurre?

— Ah quería... Hablar contigo —me miro a los ojos, soltándome.

Asentí y miré hacia la puerta.

— Bien, pero aquí no.

11:25 p.m
CALLE DE LA PERLE
• Jardín de la Mansión Thomas.

Decidí que sería mejor salir al jardín para tomar aire fresco y tener una conversación más privada y sin ese eco que permitía a otros escucharnos.}

Fuimos a la gran fuente, donde nos sentamos a observar los pequeños peces que nadaban ella.

— Ahora sí, cuéntame Grégoire ¿De qué quieres hablar?

Estaba concentrada mirando como un hermoso pez de color azul y negro nadaba en círculos junto a nosotros.

Escuchaba los ruidos de la naturaleza y prestaba atención a todo sonido que salía de Grego. Se notaba que tenía la respiración algo agitada...

— Te quiero dar un consejo, o quizá... Dos —lo noté nervioso, eso me causó más curiosidad y lo volví a mirar sin entender, pero con ganas de saber— Sé lo que te pidió Eliana, pero por favor... Hagas lo que hagas, no vayas sola a entregar ese mandado.

— ¿Por qué...?

Fui interrumpida— Ese hombre busca más, no solo que le entreguen el paquete y la verdad no creo conveniente que quieras quedar atrapada en manos de él solo por una información... —me miró a los ojos, dejándome ver qué se preocupaba por mí— Sé que te gusta trabajar sola, pero por esta ocasión, tendrás que dejar eso a un lado, Alexandra.

Di un largo suspiro, pasándome una mano por la frente.

— ¿Qué tipo de persona voy a conocer, Grégoire? —lo miré a los ojos otra vez, cruzando mis brazos.

— Ha... La persona de la que te hablaron es un violador, pero no uno cualquiera. Si quieres... Te puedo pasar algo de información sobre el mañana.

Ahora comprendo por qué mi amigo se veía tan preocupado por mí, no quería que me pasará nada, y lo entiendo, así mismo me preocupó yo por él.

— Está bien, me vendría bien la información... Pero yo no tengo a nadie, Grego, y lo sabes —bajé la mirada, en el fondo me asusta porque a veces es difícil liberarse de un tipo así— A menos... Que puedas venir conmigo.

Un silencio dominó el lugar por un minuto, me sentí algo incómoda por lo que dije, pero era la verdad, no tenía a nadie, solo a él.

Pasó más o menos un minuto cuando al fin escuché su voz.

— Sería un honor poder acompañarte, y lo sabes... Sabes que extraño esos tiempos, pero, el trabajo con la Sra. Eliana me mantiene muy ocupado.

Inhale y exhale antes de responder.

— Está bien gracias... Y tranquilo, todo saldrá bien este sábado —le sonreí suave, tomándolo de un hombre.

Él solo soltó una risa y se lanzó a abrazarme.

Duramos así un rato hasta que el sonido de unas campanas nos obligó a separarnos, dimos pequeños golpes en nuestros hombros como despedida y un "Hasta la próxima" salió de nuestras bocas antes de que cada uno volviera a tomar sus caminos.

Todo estaba pasando tan rápido, apenas podía entender qué estaba pasando últimamente.

Es raro, estos días han sido muy raros.

Antes de ese sueño todo era normal para mí, nada emocionante pasaba en mi vida aparte de las locuras de mi amiga, Jack se pasaba sus ratos libres fastidiando mi existencia y yo bueno, robaba y descansaba en mi lugar preferido. Es la primera vez que me veo en la obligación de cambiar mis rutinas o robar algo que otro ya ha robado.

Se siente tan extrañamente bien, aunque no estoy nada tranquila con todo esto.

No quiero pedir ayuda.

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