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I. Sueño

00:03 a.m.
Castravand 2003

La oscuridad de la noche era inquietante. El silencio que permanecía en la ciudad desde hace horas y que perduraba hasta el momento llegaba a inspirar temor y la soledad de las calles no hacía nada más que simular una ciudad fantasma.

El cielo nocturno solo era iluminado por una pequeña, pero hermosa luna menguante, las estrellas solo eran completamente visibles desde el mirador del bosque de pinos azules y el frío viento que llegaba a ratos sorprendía a los habitantes de la ciudad. Todas las casas que se veían en el sitio tenían las ventanas y puertas cerradas, como si intentara protegerse de algo. El ambiente era tranquilo y aterrador.

Los suaves pasos y susurros de distintas personas eran los que llegaban a interferir con mi tranquilidad, haciendo que en los callejones cercanos a mí se escuchara el eco de los zapatos y murmullos que llegaban a ser molestos para mis oídos.

Aunque con cada paso que escuchaba, presentía que una persona se estaba acercando con cuidado de no ser visto por nadie, aunque todos sabían que ninguna persona común se atrevería a salir a esas horas por aquel callejón, por lo tanto, no nos verían ni a mí ni a esa persona, y, como si nada fuera raro, algo en mi interior dice que esa persona me está buscando a mí.

Y efectivamente, así era.

Di media vuelta para observar a un muchacho delgado atravesando el callejón, con un pesado abrigó negro y la capucha de este sobre su cabeza, era claro por su caminar que se dirigía hacia mí y sin tener la necesidad de verle el rostro ya sabía que era un nuevo, nunca lo había visto por estos lados y mucho menos en la ciudad. Prestando atención a su camino y manteniendo su paso silencioso, se detuvo frente a mí.

Yo permanecía inmóvil, recostada contra una cerca de madera y jugueteando con las piedras que rodeaban mis botas de cuero negro. Apenas pude finalizar mi primera labor de la noche y me había detenido en aquel lugar para descansar de la persecución de caninos que tuve hace unos minutos, lo único que no me esperaba era tener visitas. Estoy cansada de ser el centro de atracción, de que todos quieran aprender de mí y aunque los mismos periódicos narren que ya debería estar acostumbrada después de 5 años en las mismas calles, ¡No es cierto!, No todo lo que leemos allí es verdad y quisiese que respetarán un poco más mi espacio. Tenía que hacer algo muy importante esta noche y distraerme con cualquiera que se acercará no era opcional, además, estos meses estuve tan tranquila durante mis momentos de descanso ¿Por qué no puede ser así siempre?

— ¿Alex verdad?

Un sonido me sacó inmediatamente de mis pensamientos, levanté la mirada del suelo al escuchar una voz masculina, tímida y suave, era extraño que alguien me hablara con ese tono, pero el recordar que era nuevo me hizo entrar en razón, la inocencia de los nuevos me agrada, pero no siempre se juntan con las personas adecuadas, aunque no podía confiarme demasiado de este, a veces los más "amables" son los más traicioneros.

— Alexa para ti... ¿Se te ofrece algo? — pregunté sin rodeos con un tono amable, pero serio, quería que tuviera claro que me estaba molestando, pero al mismo tiempo que iba a escucharlo.

Alcance a ver como una sonrisa se dibujó en su rostro y sus manos empezaban a escarbar entre aquel abrigo— Quería pedirle algo... —dijo en un tono más bajo, atrayendo mi curiosidad inmediatamente.

Sonará absurdo, pero la curiosidad es mi debilidad, siempre me meto en problemas cuando la curiosidad empieza a dominarme y desearía que hubiese una manera de deshacerme de ella mientras esté trabajando. No dije absolutamente nada, solo esperé a que el chico tímido encontrará lo que fuera que buscase, mientras mi mente se mantenía alerta y desconfiada.

— Ese tal chico Jack... —empezó a hablar de nuevo, sacando de su bolsillo una pequeña cartera algo extraña para mis ojos, era azul con detalles morados, cuerdas de color blanco y un broche con el símbolo del agua en el centro— Él le robó esto a alguien y yo se lo quité... ¿Podría usted devolverlo a la persona que le pertenece?

Me paralicé con esa pregunta.

Era tan raro, tan gentil y tan inocente al mismo tiempo, me recuerda a mí, seguramente quiere seguir mis pasos, pues lo único que yo me quedo es el dinero, habitualmente intento devolver los objetos que no me pertenecen y es un gran detalle por su parte querer hacer lo mismo, pero, lo que no alcanzo a entender es la razón por la cual me lo está pidiendo a mí, no tiene sentido.

Tarde unos minutos, pero le respondí.

— Disculpa, pero no veo correcto lo que me pides. Es muy amable lo que tú quieres hacer, pero si quieres devolver algo, hazlo por tu cuenta, no confíes en nadie jamás, ni siquiera en mí, ten muy claro que cualquier ladrón o asesino siempre traicionara a su aliado en un momento de desesperación —respondí en negación, elevando mi cabeza para cruzar mi mirada con la del joven de nuevo.

— Lo sé... Perdóneme es que no puedo hacerlo yo —enderezó su espalda, sosteniendo con nervios y fuerza el objeto.

— Lo siento, te deseo mucha suerte.

Sin darle tiempo de respuesta, di unos cuantos pasos hacia un lado rodeando el cuerpo del chico y salí disparada del callejón. Sentía que mi máscara se empezaba a resbalar debido a las gotas de sudor que caían por mi rostro, no podía seguir corriendo, necesitaba descansar durante una media hora por lo menos antes de la 1 y la única opción viable que veía era regresar a casa.

Ya en la acera, distinguí la silueta de Jack a varios metros, caminando por los alrededores del supermercado más conocido del sector con la compañía de sus compañeros o más bien, sus noviecitos. Ese grupo de la única manera que se separa es que salga el sol, porque seguramente hasta duermen juntos.

Decidí seguir con mi camino antes de que me vieran y con prisa empecé a buscar entre el bolsillo de mi pantalón las llaves de mi casa.

00:25 a.m.

Observaba la entrada trasera desde la fachada de mi casa.

La ventana por la que salí seguía abierta, no había señales de que alguien estuviera escondido cerca y por lo que alcanzaba a ver en el reloj que colgaba de mi cuello, se me estaba acabando el tiempo de descanso, así que debía actuar rápido.

Me detuve frente a un gran pedazo de roca que había junto a la cerca que dividía mi casa del bosque y con sigilo, me subí sobre ella para poder saltar más fácil. No fue difícil, a diferencia de otras veces, logré pasar sin que el cinturón de mi traje se enredara, mis zapatos se cayeran o alguna de esas ridiculeces me estropeara por segunda vez esta noche.

Después de que estuviera dentro de aquel pequeño terreno, sintiéndome mucho más segura y confiada de mi soledad. De la pequeña tula que colgaba en mi espalda saque un largo abrigo negro que me cubría hasta las rodillas, una malla para mi cabello y unas gafas de sol para ocultar mis griseados ojos.

Creo que ya he mencionado que este poblado es conocido por su cantidad de convictos y que muchos de ellos han intentado tomar el control en el gobierno para mejorar la situación económica y que Castravand vuelva a ser como antes, todo esto a través de un pequeño grupo. En este grupito estamos conformados por personas que somos responsables, muy puntuales y cumplimos con nuestros respectivos trabajos, conocemos todo sobre política, pero de vez en cuando nos divertimos a nuestra manera y nos damos gusto en cualquier cosa; sin embargo, no todo es tan glorioso, tenemos reglas que seguir durante las reuniones y después de ellas, pero de eso no debo hablar ahora.

Ninguno de los integrantes ha podido colarse dentro de un puesto del gobierno, o eso es lo que veo en todas las reuniones, el único que lo había conseguido desafortunadamente desapareció con el tiempo, por eso mismo después de casi dos años es que decidí volver a ese lugar, si ellos no pueden yo les enseñaré, ¿Qué es lo peor que podría pasar? Aún sé actuar muy bien y meterme en muchos personajes sin problema, incluso puedo aparentar más edad de la que tengo, pero todo siguiendo las debidas reglas que debo cumplir si no quiero un baneo.

La primera regla, y más importante, consiste en que durante las reuniones debemos llevar un vestuario específico y que, por ningún motivo, dentro del punto de reunión, revelemos que convictos somos realmente.

¿A qué lugar me refiero? No podría decirlo, pero es una zona oculta dónde gente como yo se reúne para planear cómo infiltrarse dentro de los puestos gubernamentales y para hablar o hacer cosas entre nosotros.

Me quité las extensiones blancas de mi cabeza, dejándome simplemente un negro y brillante cabello al cual le hice varias trenzas, luego, con un par de hebillas y cauchos, las amarre para que quedaran más pegadas a mi cabeza. Con esto hecho, me puse la malla, deje caer el abrigo y me quite el cinturón con todos los objetos que tenía amarrados en él, dejándolos caer sobre el abrigo, ahora sí, pude quitarme el pesado pantalón de cuero, el chaleco y las botas del mismo material que comenzaban a quedarme algo ajustadas.

Quedé solamente con una camiseta blanca y un short negro, pero a pesar de lo agitada que me sentía, el frío me dio un fuerte golpe en el pecho inmovilizándome por unos mini segundos, estos fríos últimamente son horribles.

De la misma tula saqué un pantalón ancho completamente negros y de una caja escondida bajo las escaleras de la entrada a la casa, saqué otras botas del mismo color, pero un material menos pesado y me puse ambas cosas lo más rápido que fue posible junto a las gafas de sol y el abrigo. Y sí, me he puesto el pantalón ancho sobre el short, mi excusa: El frío.

Ahora solo queda quitarme el antifaz y comenzar a jugar con el maquillaje...

00:55 a.m.

Estoy lista, me siento mucho mejor, me veo extraordinariamente diferente gracias al maquillaje y faltan apenas 2 minutos para que nos pasen a recoger. Tiempo suficiente para llegar al punto de encuentro.

Para no cargar con todo por la mitad de la ciudad, deje mis cosas dentro de la casa, en una mesita junto a la ventana, la cual, obviamente por precaución, volví a dejar entre cerrada, no se puede confiar en las personas de esta ciudad y mucho menos a estas horas, dejar algo abierto es como invitar a entrar al enemigo en tu propia casa y no deseo que eso ocurra otra vez. Ahora solo cargo conmigo todo lo que necesitaba; dinero falso, un pequeño tablero, un marcador, mi carnet de ingreso y uno que otro objeto que llevaría por si acaso. Todo dentro de los bolsillos internos de mi abrigo.

Sí, como en esas películas, donde llega alguien con un largo abrigo que al abrirlo nos deja ver la cantidad de armas y objetos que lleva dentro. La única diferencia es que yo no llevo nada tan peligroso. Voy desarmada a un lugar lleno de convictos, los cuales seguramente me reconozcan, ¡sí, qué gran idea la mía!

En fin, como dicen: quien nace idiota muere idiota.

Las luces blancas de la carretera comenzaron a morir lentamente, permitiéndole tanto a la luna como a las estrellas iluminar aquella oscura noche y abriéndole paso al inicio de un nuevo mes para todos nosotros. Mientras los humanos dormían y la naturaleza hacía su trabajo, un grupo de gente comenzaba a pasar por allí ocupando todo el ancho de la calle y aprovechando la dulce oscuridad, algunos iban con un aspecto muy serio y otros iban demasiado emocionados.

Yo solo los veía pasar, dudando si estaba lista, por un segundo me quedé pensando si debía acercarme al grupo o tomar mi propio camino, tanto tiempo sin ir, temía que algunos me recordaran o reconozcan mi modo de comunicación.

1 minuto tardé en decidir. Realmente fue el único tiempo que tuve. Y, ahora, con tan poco tiempo para alcanzarlos, mucho antes de perderlos de vista, atravesé rápidamente la cerca que rodeaba mi casa y comencé a correr por la acera como si mi vida dependiera de ello. La calle por la que vivía no era perfecta, pues gracias a uno que otro ladrillo suelto, casi tropiezo más de una vez, sin embargo, logré llegar 25 s antes de que el tiempo se me terminará.

1:00 a.m.

Todos estaban formando un gran círculo debajo de un puente, viendo y escuchando a quién parecía ser el jefe o quién nos iba a guiar hasta la base, casa, búnker o lo que fuera ese lugar. Unos se veían muy seguros de sí mismos, mientras otros se observaban bastante nerviosos.

Yo apenas estaba llegando con cinco nuevas personas al punto, tuve que hacer el favor de guiarlos hasta el punto de encuentro porque a un niño mandón no se le dio la gana ayudar. En fin, gracias a que me encontraba detrás de todos ellos, alcance a ponerme un sombrero negro que era similar al de un vaquero y por fortuna, para mí, todos o la mayoría usaban el mismo.

— Nuestro transporte está a punto de llegar, por favor, cuando digan sus números, ustedes deben ir haciéndose en la fila que os corresponde. ¡Empezaremos con los dirigeants!

Acá se utilizan los números como si fuesen nuestros nombres, esto para evitar conflictos.

Según recuerdo mi tarjeta quedo con el #01 y espero no me lo cambien.

Todos tenemos un número en nuestros trajes, excepto los más viejos dentro de la comunidad, a mí por ejemplo me lo quitaron cuando cumplí un año de participación y me quede con el número 01 por ser una de las más activas allí, incluso estuve cerca de formar parte de los vips del país, pero no alcance a saber en qué puesto quedé gracias a que deje de asistir justo cuando revelaron los nuevos puestos de cada uno.

Estos puestos tienen un significado algo complejo, según recuerdo, añadieron esta mecánica para que nos esforzáramos más en participar en las entregas de recompensas, pero la verdad jamás lo he llegado a entender del todo, solo tengo entendido que los VIPS son los más complejos de alcanzar y por si fuera poco son los más ricos o los que más probabilidad tienen de viajar cada mes. Sin embargo, está entre mis propósitos aprender más sobre cada extraña palabra que existe aquí.

Es algo loco, pero yo no manejo esto como para meterme. Lo que, si se es que debo reclamar mi dinero pronto, me será útil.

#010 en fila 6, #09 en fila 5... —escuchaba como llamaban a los últimos y más viejos del lugar— #04 en fila 2 y por último...Hubo una pequeña pausa mientras leía el último número.

Él levantó la mirada hacia mí, bastante sorprendido. Tal vez no podía ver su rostro con claridad, pero no necesitaba ver para saber que él recordó quién era, yo inmediatamente me vio o leyó mi número. No estaba segura de que iba a ser nombrada, pero tan solo tener su vista fija en mí me dio un poco de esperanza.

O tal vez esté viendo a la gente a mis costados. No tengo idea, el punto es que reconoció al dueño del número misterioso.

Después de un minuto y medio, se comenzaron a escuchar murmullos, los lobos del bosque comenzaban a hacer escándalo y a lo lejos se veían dos luces tan blancas que iluminaban toda la zona, alcanzando poco a poco a cegar completamente mi vista.

No tengo idea de cuánto tiempo paso, solo alcance a escuchar un par de murmullos y la voz del guiador diciendo "Disculpen... #01 ya sabe su lugar". Ahí mismo sentí como de repente un horrible sentimiento de cansancio y pereza invadió todo mi cuerpo mientras la luz blanca se transformaba en negro y lo que antes era un bosque frío se convertía en una habitación acogedora con unas calientes cobijas que abrazaban mi cuerpo.

En ese momento me desperté.

— ¡ALEXANDRA!

Escuché dos voces, las cuales provocaron que mi almohada cayera de la cama ante mi susto.

— Hm ¿Qué hora es? —dije estirando mi mano y buscando mi móvil.

Después de la oscuridad vino la ceguera. Cuando me quite las cobijas de la cara para ver en donde deje mi teléfono, el brillo de la ventana y el color blanco de las paredes casi me deja ciega, culpa mía por no cerrar las cortinas, pero lo que más me fastidió fue escuchar esas voces que me obligaban a levantarme, además de la voz de mis amigas.

— Solo es un día más de estudio, tú puedes... — me dije, obligando a mis manos a alejar las cobijas.

Con todo el esfuerzo de mis flacuchos brazos me levanté, apoyándome en el borde de mi cama, con mucho cuidado de no hacer rechinar las tablas de mi habitación y llamar la atención de mis amigas, algo que no funciono, a los tres segundos escuche a Stephanie gritar "¡Ya te oímos, sal de una vez joder!", ¿y cómo negarme a sus preciadas palabras?

Con un pequeño salto me terminé de levantar, estirando todas mis extremidades, mientras, a paso de tortuga, me dirigía a la puerta principal.

— Ya... Ya vine — bostecé, abriendo la puerta como si no tuviese prisa.

— ¿¡Tienes idea de qué hora es!? —me gritó Selena con una molestia que me causaba gracia.

— No.

Selena se veía tan furiosa que parecía que me iba a golpear en cualquier momento, sin embargo, no lo hacía porque Stephanie suele ser muy débil en estas situaciones y a veces exagera las cosas, por decirlo así.

Yo ante el sueño que tenía me veía muy tranquila y cansada, lo que enfadaba más a mi amiga castaña.

— ¡Arréglate rápido! No llegaré tarde por tus trasnochos.

Yo simplemente me di media vuelta refutando — Por supuesto... Mamá.

Selena y Stephanie son mis mejores amigas desde antes de entrar a la secundaria, su tía y ellas fueron de las pocas personas que me ayudaron a salir de las calles para darme una vida más tranquila, y lo lograron, no lo dudo, pero finalmente no me podían dar de todo cuando ellas a duras penas tenían para su comida y ropa.

Selena es una mujer del común, no es muy delgada ni demasiado gorda, tiene una hermosa piel blanca, ojos marrones y un largo cabello castaño y ondulado. Suele vestir jeans ajustados de colores oscuros, una camisa no muy ancha de cualquier color o simplemente sudaderas negras, sobre su calzado, habitualmente lleva tenis o sandalias, todo depende de sus actividades diarias.

Stephanie, por otro lado, es parecida a mí, tiene un cuerpo muy delgado, su piel no es muy blanca ni muy morena, ojos color miel y un cabello rubio completamente liso. En vez de vestir completamente de negro, tiene conjuntos de ropa negros con azul, verdes y violetas. Raras veces lleva puesto algo que no esté de acuerdo a sus emociones, o que no combine con sus zapatos —incluso es necesario que combine con su ropa interior porque enloquece si no es así—. Lo que significa que regalarle algo es muy difícil, en especial si no la conoces bien.

Yo, en cambio, soy algo que llaman "Dark Woman" nunca me ven con ropa colorida o labiales de brillos. Mi piel es tan blanca que pareciera que nunca hubiese tomado el sol. Mi cabello negro no puede pasar de mi cuello ni un cm, me fastidia cuando es así. A diferencia de otras chicas, suelo amarrarme algo en mi pecho para mantenerlo plano y me hace ver mucho mejor, esto con la intención de poder utilizar mis prendas de gimnasia con más comodidad.

Aunque nunca podrá faltar aquellas mujeres que me critican por eso, pero ¿A ella en que les afecta? En nada, es mejor ignorarlas.

Ingresé a mi habitación una vez más, agarrando el teléfono que estaba sobre mi escritorio para ver la hora.

7:30 a.m.

"–Aún es temprano, qué paranoica es Seli–" pensé.

Volví a dejar el teléfono de un lado, mientras, sacaba mi maleta del agujero que había entre la silla y el escritorio y revisaba que llevara todas mis cosas. Esta maleta era la más pequeña que encontré en el almacén, pues no iba a llevar demasiadas cosas en ella y la carpeta o las cosas grandes sencillamente las cargaría en la mano, aunque la mayoría de las veces no era necesario porque dejaba todo en el casillero del colegio.

Cuando terminé de comprobar que no se me olvidará nada, me dirigí a mi armario a sacar mis llaves y un conjunto de ropa nueva para esta semana.

Es primero de marzo y me necesitan en el gimnasio otra vez, por lo tanto, debo ir bien presentada, y no, no significa que debo olvidarme de mi propio estilo, puedo llevar lo de siempre, solo que debe ser ropa más ajustada y elástica para prevenir accidentes desagradables. Pero cuando son eventos especiales no tengo tanta libertad.

Como las reuniones de gimnasia son nocturnas, pude darme el pequeño lujo de ponerme un jean, una camiseta con el estampado blanco de mi nombre, unas botas y una chaqueta, ambas de cuero. Por debajo de aquella ropa me había puesto ropa deportiva. Y sí, todo contenía algo negro.

En mi maleta, además de mis cuadernos, metí el maquillaje porque no alcanzaba a aplicármelo, cerré la maleta y me la colgué en la espalda mientras guardaba mis llaves en el bolsillo de la chaqueta y agarraba mi teléfono para salir corriendo hacia la puerta.

— Listo bebés, ¿nos vamos? —Sonreí, cerrando la puerta.

— ¿Y Kohana? —cuestiono la rubia.

— Está con tu tía, no he podido ir a recogerla —mire a Stephanie.

Sabía por qué lo preguntaba, ella amaba a mi única bebé y la extrañaba tanto como yo.

— Si quieres en la tarde, pasamos por la casa de mi tía para recogerla —propuso Selena.

— Está bien, tengo un descanso desde la 1 hasta las 2, podemos reunirnos en el parque si quieren.

— Me parece bien, pero caminen chicas que no llegaremos a ningún lado, acá paradas como estatuas.

7:51 a.m.

Todo era demasiado confuso, ese sueño me mantuvo con la vista perdida durante el camino al colegio y aunque yo no lo creía, mis amigas lo notaron, sin embargo, ignoré todas sus dudas.

Entiendo que Jack esté obsesionado conmigo, pero nunca imaginé que se colaría en mis sueños, tras de lecho vi a alguien desconocido, después lo vi a él, luego a mi exjefe y a algunos antiguos compañeros de la comunidad, aunque había muchos nuevos, me pregunto a qué se debió eso. ¿Era un sueño? ¿Un recuerdo? ¿Un futuro? No lo sé. Pero algo debe significar, aunque espero equivocarme.

Ahora solo me queda esperar la noche, necesito respuestas de alguien profesional.

Detuve mis pasos y volví mi rostro hacia todas las direcciones, había varios estudiantes caminando hacia el colegio, unos a paso lento junto a sus amigos y parejas, otros en bici y los demás apresurándose en subir los escalones hacia la entrada principal de la sede.

Nosotras íbamos rápido mientras hablábamos de los chicos del colegio y los deberes que teníamos, mientras poco a poco llegábamos al último escalón.

— ¿Vieron a Adam hoy?

— ¡Sí! Estaba muy distraído ¿Estará bien? — respondió Step.

— No lo sé, pero está igual que Alexita en este momento — se río y levanté la mirada para ponerles más atención.

— ¿Qué? ¡Chicas, no me molesten con otro chico que ni siquiera conozco! —dije enfadada. Estaba bastante distraída, pero no significaba que no pudiera escucharlas.

Ellas se rieron

— Tranquilízate, que no te enoje la verdad, baby —se lanzó hacia mí, rodeando mi cuello con su brazo y dejando caer su castaño cabello en mi hombro— ¿Cómo que no conoces a Adam?

— Seli, sabes que los hombres son mi menor interés, no soy ustedes —rodé los ojos.

—Pero ustedes deberían conocerse, ambos han sido los más populares desde hace años. ¡Incluso ingresaron al colegio al mismo tiempo! —dijo Stephanie.

— ¿Estás bromeando verdad?

— Lo que ocurre Stephanie es que la historia de Alexandra impacto más que la de Adam, por eso su nivel de popularidad es diferente.

— Bueno, dejemos de hablar de tipos, ya casi son las 8 y tengo que estar en mi aula ya, nos vemos en el descanso, chicas — dije deteniendo mis pasos frente al gran portón de cristal que daba entrada al colegio.

— Está bien, mucha suerte — se despidió Selena con amabilidad, deteniéndose — nuestra clase empieza hasta las 8:30, estaremos aquí un rato por si acaso.

— Qué pereza, nos toca con la maestra Gloria —se quejó Stephanie a lo lejos, sentándose contra la pared de cemento que rodeaba el azul cristal.

Me reí— Bien, adiós, chicas.

"Hoy espero sea mi día" Pensé, dándoles la espalda mientras me adentraba a los pasillos camino a mi aula de clase. Desde el momento que entrara al salón, sabía que tendría que estar lista para dar el reporte de la semana anterior sobre el comportamiento de cada alumno de esa clase, por lo tanto, diga o no algo malo, debo prepararme para las quejas de mis compañeros.

La vida de una monitora no es muy fácil...

Espero hacerlo tan bien como el año anterior, no perderé mi reputación por culpa de los niños que no quieren trabajar.

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