CHARLA Y VINO
No voy a negar que estaba muy ansiosa cada mañana antes de ir a la Universidad, le había contado tolo lo que pasó a Alexander y Liam, quienes no podían creer lo que Irina había dicho sobre mi padre, sabían el riesgo de expulsión en el que nos encontrábamos, especialmente Keyla y mi persona.
- ¿Qué vamos a hacer? – le pregunté a Keyla mientras nos dirigíamos a clases.
- Pues .. que pase lo que tenga que pasar – me contestó – lo único seguro de esto, es que no me arrepiento de nada – me sonrió.
Le sonreí ligeramente de regreso mientras entrelazaba mi brazo con el suyo.
- No tengo palabras para agradecer lo que hiciste, en serio muchas gracias, pero no debiste meterte en problemas por mí.
- Ya sabes que siempre voy a estar para ti, como tú has estado para mí, y que me hayas apoyado en uno de mis años más difíciles, no tiene precio.
- Sabes que siempre puedes contar conmigo, no importa qué.
- Lo sé – me sonrió – tu igual, nuestra amistad es de las mejores cosas que me han pasado.
- Que nos han pasado – le corregí.
- Por eso no pude soportar lo que Irina dijo, hay cosas con las que uno no puede jugar, y ella definitivamente se pasó, por eso no me arrepiento en lo más mínimo, que se meta con nosotras, nuestros cuerpos, gustos, cabello, con lo que sea, menos con eso.
De repente ese perfume tan peculiar interrumpió nuestra conversación.
- Ay, miren a quien tenemos aquí – nos sonrió Irina y su séquito.
- Ya cómprate una vida y déjanos en paz – le contesté.
- No querida, tenemos algo pendiente que no hemos solucionado, y a mí me gusta terminar lo que comienzo.
- Entonces qué estas esperando – intervino Keyla – corre a donde tu padre y diles que nos expulsen o lo que sea, no nos importa.
- Jajajajajajaja – sonrió – ¿tú crees que se las voy a dejar tan fácil?, tienes razón, si le pido a mi papi que las expulse obviamente se van hoy mismo, pero no lo voy a hacer, porque me dejaría de divertir con ustedes, ¿se quejan que las molesto?, ni siquiera he comenzado – se alejó de nosotras con aires de triunfo, mientras movía su cabello como siempre.
En parte sabía que por el momento no íbamos a ser expulsadas, bueno un problema menos por ahora.
- Alex, Acaba de ¿amenazarnos?
- Eso pareció.
- Bueno, por lo menos vamos a seguir estudiando aquí, adoro mis clases y la enorme cocina que tienen.
No puedo creer que indirectamente estuve a punto de truncar los sueños de Keyla, estuvo a punto de dejar de estudiar por mi culpa.
- Ni si quiera se te ocurra culparte por esto - me regresó a ver mientras yo iba caminando agachada la cabeza, mirando cada paso que daba.
- ¿Cómo supiste?
- Alex, te conozco, sé lo que piensas, y quiero que sepas que tú no me lanzaste hacia Irina, fue mi decisión, y hubiera aceptado las consecuencias de ello, tú no tienes la culpa de nada. ¿Ok?
- Ok – le contesté casi susurrando.
- Y cambiando de tema .... Hoy es la cita con Connor – me miró risueña.
- ¡Cierto! – abrí los ojos – con todo lo que ha pasado lo había olvidado completamente, mira que tuvimos que posponerla de la fecha inicial, pero no es una cita, solo vamos a salir a cenar ¿Ok?
- Oookkk.
- Lo digo porque así es, Connor y yo solo somos amigos, es muy lindo, atento, inteligente, pero no hay nada romántico entre nosotros, solo amistad.
- Está bien, si tú lo dices.
- Eso me recuerda que tengo que ir a casa ahora si quiero alistarme con tiempo, no quiero llegar tarde.
- Entonces que estamos esperando, vamos.
Ya en casa estábamos debatiendo que ponerme, quería verme bien, pero sin lucir exagerada, quería verme linda, pero no quería que el pensara que me vestí para una cita, ya que solo era en plan de amigos.
- ¿y qué te parece este vestido?
- No tiene espalda Key, y está haciendo mucho frío.
- Y si te pones un saco encima
- ¿Cuál sería el punto de llevar un escote si no lo voy a lucir?
- Cierto – regresó a mi armario – entonces ¿Qué te parece este de aquí? Es muy lindo.
- Demasiado elegante, hoy quiero lucir un poco informal, ¿Qué tal un pantalón?
- ¿Sabes a dónde te va a llevar?, qué tal si te lleva a un lugar súper elegante.
- Buen punto – le contesté mientras le daba los últimos toques a mi maquillaje y cabello.
- ¿Qué tal éste? – es muy lindo, recatado, color discreto, manga larga, y tiene espalda.
- Perfecto le contesté emocionada.
Era un vestido mostaza hermoso, manga larga, cintura imperio, con volantes, asimétrico, que lo acompañé con unos hermosos tacones negros, y un bolso de mano del mismo color.
Mientras Keyla estaba terminando de arreglar la espalda de mi vestido, sonó mi teléfono, Connor me estaba esperando en la puerta.
Retoqué mi perfume, me despedí de Keyla quien se iba a quedar esperándome, pues iba a dormir en casa esa noche, y mientras bajaba las escaleras los nervios comenzaron a recorrer mi cuerpo. De pronto sentí mis manos heladas, ¿por qué me pondría nerviosa? Es solo una salida de amigos ¿será que me siento así porque no he salido con alguien a solas hace mucho tiempo?
- Bueno ya basta, contrólate Alexandra, camina con seguridad - susurré.
Abrí la puerta y vi a Connor de traje, muy elegante y con una rosa roja en su mano.
- Hola, te ves muy bien – le dije mientras nos encontrábamos parados frente a la puerta de entrada.
- Tu .... Tú te vez hermosa – soltó una ligera sonrisa que trataba de disimular - esto es para ti – estiró la rosa que tenía en su mano, mientras se limpiaba el sudor de su otra mano en su pantalón.
- Gracias por el detalle, en vedad lo aprecio – tomé la rosa y percibí su aroma– ven, acompáñame a la cocina a poner la rosa en agua.
Mientras ponía la rosa en un pequeño florero, Nana llegó, sosteniendo una charola con restos de galleta y una taza vacía que disponía a lavar.
- Cariño, pensé que ya te habías ido.
- Ya casi nos vamos Nana, solo le estoy poniendo la rosa que Connor me trajo en este florero.
- Vaya Connor – exclamó Nana – que bueno que algunas costumbres no se pierden entre los caballeros de hoy.
- Buenas noches señora Leonor, es un gusto poder verla nuevamente – le sonrió amablemente.
- Bueno, ya nos vamos Nana – me despedí con un beso en la mejilla.
- Con mucho cuidado por favor, que se diviertan. Connor por favor maneja con cuidado.
- Así lo haré, no se preocupe.
Mientras íbamos camino hacia la cena que, por cierto, aún no sabía dónde era, se estaba generando un ambiente de silenció, y como no quería que se volviera un momento incómodo, decidí romper el hielo.
- Y ¿a dónde vamos? ¿A dónde me piensas llevar?
- A un nuevo restaurante que inauguraron esta semana.
- Y si es nuevo, crees que haya mesa libre para nosotros.
- Hice la reservación, no te preocupes por eso.
- Perfecto – sonreí.
- Bueno, cuéntame cómo te fue ese fin de semana en The Green Garden.
- Bien – le contesté – nos divertimos mucho, jugamos, revivimos recuerdos, aunque tuvimos ciertos inconvenientes, pero fuera de eso todo bien.
- ¿inconvenientes?
- Si, nos quedamos sin electricidad por la tormenta, y la carretera estuvo inhabilitada por unas horas, pero lo importante es que no pasó a mayores, se solucionó todo, y pudimos regresar tranquilamente.
- Pues me alegro que se hayan divertido, como regresé hace unos meses a la ciudad aún no he hecho muchos amigos, nuestros compañeros son un poco...., cual es la palabra, especiales.... se podría decir.
- Lo sé, pensé que era la única que lo notaba, algunos son tan superficiales, parecen que se encuentran en una constante competencia de quien tiene más dinero y fama que el otro.
- Lo sé, pasé los últimos 25 minutos de la clase de hoy escuchando quien había ingresado primero a la lista de espera para tener el nuevo bolso de la colección de aquel diseñador famoso cuyo nombre no recuerdo, y que, por cierto, ¿sabías que solo iban a disponer de 10 ejemplares en esta ciudad en este semestre?
- O no puede ser - llevé la palma de mi mano hacia mi frente - no voy a alcanzar uno de los 10 ejemplares, mi vida está arruinada – bromeé.
Connor sonrió - Por eso me gusta pasar tiempo contigo, eres divertida, linda, e inteligente.
- Lo de inteligente no te lo compro, olvidas que necesite de tu ayuda para ponerme al día con las materias.
- Sí, pero desde esos días, lo has hecho tu sola, no has necesitado nuevamente mi ayuda, solo necesitabas que alguien te explique las cosas de otra manera, nada más.
- Te diré algo, ¿Qué tal si organizamos una salida todos juntos? ¿así te podría presentar a mis amigos, y ellos te podrían conocer? ¿Qué te parece?
- Me parece bien – sonrió.
Al fin llegamos al restaurante, era hermoso, tenía temática de naturaleza, con plantas y flores por todas partes. Todos los hombres iban de etiqueta y las mujeres llevaban puesto un vestido más hermoso que el otro, en ese momento estaba agradeciendo mentalmente a Keyla por no dejarme venir con pantalón.
Llegamos a nuestra mesa y Connor movió la silla para que me sentara, tomamos asiento y seguimos conversando y bromeando como siempre, cada vez me sentía más cómoda.
- Les tomo su orden – un mesero impecablemente vestido, se acercó a nosotros.
- Yo quiero la ensalada caprese por favor, los medallones de pechuga de pavo asada, y para beber un té helado.
- Perfecto, señorita – anotó en su pequeña libreta.
- Yo voy a querer una ensalada griega, pappardelle al cinghiale, y para beber un Sauvignon Blanc, por favor.
- Por supuesto – asintió amablemente.
La comida estuvo deliciosa, pasamos la noche hablando de varios temas, sin aburrirnos ni silencios incómodos, simplemente dos amigos pasando el rato, un momento agradable. Todo iba bien hasta que el chico que nos tajo la comida, se acercó a la mesa nuevamente con plato en la mano.
- Disculpe señorita, el caballero sentado en la mesa número 4 le envía este postre - puso en la mesa una rebanada de pie de manzana - también le envía esto - me entregó un sobre rojo.
Mis nervios se pusieron de punta. Regresé a ver hacia la mesa, pero no había nadie.
- ¿En esa mesa? – le señalé al mesero – no hay nadie.
- Estaba ahí hacer un segundo, era un joven con traje negro– estaba visiblemente confundido – lo siento mucha señorita no pensé que le iba a molestar, lo lamento, por favor acepte mis disculpas.
- Está bien no te preocupes, no es culpa tuya – traté de mantener la calma. Digo, el cómo iba a saber que hay un loco molestándome.
- Estás bien – intervino Connor – estás muy pálida.
- Si – le contesté – no pasa nada.
Inmediatamente abrí la carta, con la esperanza de que no fuera lo que estaba pensando, que sea solamente una coincidencia, pero en cuanto la comencé a leer, inmediatamente supe que me había equivocado "¿Disfrutaron de la canasta?¿en serio creíste que nadie se iba a enterar lo que tú hermano, Christian, y tú hicieron?"
- Oh no – pensé – ¿Cómo se enteraron? Y ¿Quién más lo sabe?
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