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☆🅃🅁🄴🅂☆

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Los dioses me rechazaron, pero los mortales me dieron la bienvenida y me convirtieron en el rey de sus carnavales.

Si te preguntas quien soy, déjame decirte, en la versión resumida, que soy una deidad de la que ahora conoces como la mitología griega. Los demás dioses te dirían que entre mis atributos se mezclan el sarcasmo, la ironía, la crítica sin filtro y la burla mordaz. Específicamente si se lo preguntas a Hefesto o a Afrodita, que incluso miles de años después, no consiguen dejar el resentimiento ante mis comentarios. Pero si logras preguntarmelo algún día al cruzarnos en un carnaval, creo que respondería que soy el dios de los poetas y los narradores. Suena mucho más bonito que ser solo el dios de la locura y el extasis. Mis momentos de lucidez y seriedad son mucho más largos que mis temporadas de juego y risas.

Sin embargo, decir que de entre los demás dioses soy el más humano debido a mi relación con estos, me irrita. Si eres humano o humana, no me preguntes porque. Si por el contrario eres algun dios estrépito, vete el carajo.

Pero en fin.

He sido visto de mil y una forma. Desde payasos hasta hombres pelirrojos ocultos tras una máscara decorada.

Por otra parte, jamás se me había comparado con el diablo o, más precisamente, con Hades. Lo cual me parece curioso y muy divertido, me hace preguntar que tipo de parecido podríamos tener un tipo como él, que nunca sale de casa y solo disfruta del dolor ajeno, castigando a los pecadores en su fuego eterno. A uno como yo, cuyo lenguaje preferido se basa en socializar por medio de una sonrisa y quizás una cerveza, dependiendo del país en el que me encuentre.

Me encanta sonreír porque pienso que esto hace que el receptor te deje de ver como una amenaza. Pero claro, hablo de una sonrisa sincera, de esas que los extraños más amables te otorgan en la calle mientras te dejan pasar antes o simplemente te ayudan con alguna dirección. Creo que Hades no ha sonreído en su vida..., exceptuando las veces en que sus demonios consiguen quebrar psicológicamente a las almas atormentadas, eso lo hace sentir orgulloso, por lo que sonríe. Pero es una sonrisa psicópata de esas que dan cringe, así que no cuenta.

Me miro en el minúsculo espejo del baño, apoyando las manos en los laterales del lavamanos para mantenerme en una posición encorvada y, efectivamente, no logro ver cuernos extraños sobre mi cabeza, mi cabello sigue siendo tan rubio como mis cejas y mis ojos rojos... bueno, ¿quizás nos parecemos en los ojos? Ladeo la cabeza. Acepto que los ojos rojos dan mal rollo y si yo hubiera sido ella, probablemente también me habría comparado con el diablo... ups, con Hades. Al muy quisquilloso le revienta las narices que lo llamen el diablo. Él está muy orgulloso de su nombre, contrario a otros..

Suspiro, pensativo.

La chica que elegí no es fácil. Me he leído toda su historia sin saltarme nada y en ninguno de los párrafos venideros a su infancia en el orfanato se narra nada agradable. Las únicas buenas partes han sido las últimas, las que describen como pudo alejarse y asentarse aquí en Moscú. Pero esas partes apenas están comenzando a escribirse, y por como vive, me hago a una idea de que mejorar, mejorar, no va a hacerlo mucho.

Alétheia Eliseeva.

Saboreo su nombre en mis labios y me frustro.

Se suponía que esta vez sería más fácil,  que entre más veces viniera al mundo menos tedioso se volvería enseñarle a un ser humano a vivir como corresponde. A enseñarle a ser libre.

Me equivoqué, claro.

Pero eso no significa que vaya a rendirme. Seguiré buscando incesantemente la puerta a través de la que poder leer las verdaderas intenciones del alma humana y, para eso, debo ayudarlos a superar sus temores. Fácil, ¿No es así?

Dejo salir una risa amarga.

Un gemido de dolor se escucha desde la habitación y me repongo enseguida.

Es hora del show.

Camino con paciencia, acortando el espacio en apenas dos pasos, a lo mucho, y observo a mi nueva elegida con ojo analítico. Ella me devuelve la mirada mucho más adormilada.

—¿Sigues... aquí? Yo... —Revisa que la ropa siga en su lugar y me mira con desconfianza—. ¿Qué me hiciste?

Ja. Ella es divertida. Nunca me habían dicho pervertido sin decirlo directamente. Es una niña muy grosera.

Me apoyo en el marco de la puerta, cruzado de brazos. Le sonrió.

—Nada aun, cariño. Pero eso solo es cuestión de tiempo.

Hefesto: Es el dios del fuego y la forja, así como de los herreros, los artesanos, los escultores, los metales y la metalurgia. Era adorado en todos los centros artesanales de Grecia, especialmente en Atenas.

Afrodita: Antigua diosa griega del amor, la belleza, el deseo y todos los aspectos de la sexualidad. 

Hades: “El invisible”, es el dios de los muertos y soberano del Inframundo

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