🥀Capitulo 9🥀
La belleza cautiva es más aterradora, un tormento qué cualquiera pudiera poseer.
–V
Agosto 1992
Trece años
El sol se filtraba a través de la ventana, e inclinando mi cabeza hacia fuera, siento el viento suave en la rostro. Mi fino cabello rojizo mi mejilla provocando que me den cosquillas en la nariz.
Lo coloco detrás de mi oreja y me limito a pensar.
Era domingo, no tengo clases no tengo prácticas de ningún tipo, lo bueno. Estaba agotada. Ahora solo este tiempo era absolutamente para mi, el vestido blanco con tonalidades cafés era espléndido, hoy podría usar lo que quisiera lo cual era un alivio para un agradable día.
En eso entra Mara a mi habitación quien vestía muy pulcra, un vestido que le llegaba a los tobillos de color azul pálido con corsé el cual le apretujaba en su cuerpo.
Que incómodo.
—Señorita su padre le espera en el comedor.—ella era una de las personas a mi cuidado personal.
No sé qué haría sin ella. Era un caos en lo que se refiere al cuidado.
—Dile que ahora voy...—contesto saliendo de mi ensoñación. Sin tomarle mucha importancia.
No tenía ganas de arreglarme, simplemente me puse un vestido blanco normal con su ayuda, me trenzo mi cabello y luego me hizo un pequeño recogido con ella.
Eso sería todo.
Abro la puerta y Damián como siempre estaba ahí, ya estaba vestido con su traje de negro completamente, no le salude. Nuestra relación era pésima en estos momentos.
Bajo las escaleras viendo que la mayoría de los alumnos estaban en el área libre de afuera, aparte de nuestro sitio familiar el cual era solo para nosotros, lo cual es perfecto, mayormente me desagradan todo lo que tenga que ver con el código.
Mi padre estaba en su sitio. Según ya era hora del desayuno pero ahí no había nada, la mesa estaba vacía.
—Printsessa, sabes que odio el retraso.—es lo primer que emite al verme.—Igual podrías estar temprano en los horarios de comida.
—Perdona.—la verdad no lo sentía ni un poco.
—De nuevo que pase y ya sabes quien sufrirán las consecuencias.—sonríe el viéndome a mi y a Damián con una sonrisa perversa.
—Lo se.—reprimo mi furia.—Eso no será necesario.
Asiente complacido.
—Desayuno.—grita a los pocos segundos entran por la puerta el personal de la cocina con diferentes opciones de desayuno.
Eran muy eficientes.
Primero espero que mi padre tome algo, el toma un platillo que incluía con huevo, unos huevos casi crudos, con unos pimientos y lo que parecía ser como puré de algún vegetal. No se me antojaba eso, mi hermana se va directo al plato fuerte, carne con patatas y algo de pasta.
Igual tomaría lo mismo. Si. Más comenzamos a comer, probando el primer bocado delicioso a mi paladar, la comida era estupenda su sabor y olor realmente maravilloso, el desayuno pasó en completo silencio excepto por el martirio de los cubiertos chocando uno contra otros.
—Damián, déjanos un momento.—pide mi padre después de un tiempo.
Ya estábamos por terminar.
Este asiente sin más.
—Alisse, Alessia.—nos sonríe.—Tendrán una misión.—nos ve profundamente.—,una muy arriesgada, esto definirá lo que son y lo que serán de ahora en adelante.
—¿Mataremos a alguien?.—eso es lo primero que pregunta Alisse, sin ninguna pizca de miedo, le doy una mirada de horror.
—No, esto será una sorpresa.
—Odio las sorpresas.—siseo bajo, lamentablemente el me escucho.
—Yo también las odiaba mi niña, pero ahora son mi fascinación.
Se comienza a reír como si lo que estuviera hablando fuera de lo más normal entre un padre y una hija, le doy una mirada a mi plato y comienzo a comer despacio nuevamente.
No dijo de que se trataría y con eso me deja durante todo el día.
***
La gran casa poseía muchas formas para distraerte, una piscina una sala de cine, casualmente solo he ido un par de veces a esta ultima, pues las películas eran horrorosas y demasiado antiguas al igual que todo por aquí. El jardín de las rosas, era hermoso en el día pero tenebroso por la noche, no pasaba mucho tiempo en ese lugar, muchas personas se paseaban por ahí como si nada. Pero para mi seguía pareciéndome un lugar horrible.
Dejo de ver por la ventana.
—¿No te aburres de estar todo el día conmigo?.—suelto la pregunta, me encontraba aburrida y solo contaba con su odiosa presencia, siguiéndome como una sombra.
Aunque estaba Alisse pero esa era la peor compañía.
Al tenerlos a los dos le prefería más la suya, se que es odioso pero no un horror como ella. Sus pláticas son una tortura.
El deja de leer lo que sea que leyera y voltea la vista hacia mi. Con notable frustración.
—Eres aburrida, esa respuesta se contesta sola.—admite el con total simpleza.
No lo negaría, por qué se que lo era, pero no es como si pudiera hacer de todo, no cuando el estaba encima de mí a cada momento y mi padre prohibiéndome cada cosa que hago sin su permiso.
—Al igual que tú, igual que la gripe; esto se contagia.
—Estás perdiendo la cabeza en tan poco tiempo. Solo has algo de provecho y a mí déjame leer en paz.—abre su libro para continuar nuevamente con su lectura.
Pero no lo dejaría, me acerco cerrándole el libro.
—Quisiera salir.—le sonrío, el levanta su ceja sin molestarse en verme.—¿Crees que mi padre me deje salir?.—pregunté esperanzada, la verdad no aguantaba más el encierro.
—Tú padre te cuida tan recelosamente y tú aún así haces esa estupida pregunta. Olvida eso niña.
Trata de abrir nuevamente el libro pero le interrumpo.
—Ya no soy una niña Damián.—siseo dulcemente.—Una niña no hace todo lo que hago...
Me siento en sus piernas por unos segundos haciendo que este se moleste.
—¡Cállate Romanov!—ordena mientras se levanta dejándome sentar sola en el cómodo sillón, no quería saber qué tan molesto se pondría.—Quieres que nos escuchen y te den un castigo, que ambos nos castiguen.—me toma bruscamente de mi cuello.—Estamos aquí juntos nos guste o no somos un equipo. No me hagas las cosas difíciles.
No podía respirar.
Teniéndolo así de cerca le vi una cicatriz que tenía por el hombro parecía ser grande. Parecía ser tan cruel y dolorosa.
—¿Te dolió?.—preguntó distraída, sin importarme el no poder respirar, instintivamente le roso con mis dedos.
El me aparto rapido. Evitando el contacto. Se acomoda su camisa y se vuelve a sentar.
—No.—responde severamente.—Ni siquiera estuve consiente para sentir dolor.
Asiento pensándolo.
—¿Quien te lo hizo?
Sabiendo quien podría ser, pero quería que el me lo digiera.
—Eso ya no importa, ahora ponte a pintar o escribir como lo haces siempre. Ya no preguntes.
Parecía incomodarle así que no pregunte más por el tema.
—Quiero ir a nadar.—sin más salgo de la habitación escuchando como reniega.
En el camino voy quitándome el vestido sin importar las miradas acusatorias de algunos estudiantes, con el tiempo se habían dado cuenta que era algo normal para mí. Damián por otra parte él solo se limitaba a regañar y sisear por debajo.
—Mierda.—escuchó maldecir.—Alessia, ¿Debes de hacer esto siempre? No tiene ninguna gracia.
Ya casi llegábamos a la piscina, en donde el agua estaba cálida, no era fan de estar nadando, pero hoy necesitaba algo diferente. Sin más me quito el recogido y suelto mi cabello. Me sentía más cómoda con el cabello suelto, que estando peinado.
—La tiene, para todos ellos debe ser su momento favorito del día.
Tanta monotonía en código aburría de cierto modo.
—Si tu padre te ve ambos...—le interrumpo.
—Estaremos en problemas, lo sé.
—No lo hagas más, te lo prohíbo.
Eso me hizo molestar, ¿Quien era el para prohibirle?
Me le acerco.
—Damián, tú no puedes prohibirme algo.
—Si puedo, quieres nadar pues ve a nadar.—él le empuja haciendo que cayera al agua sin premeditarlo.
La tomo por sorpresa que en instantes tardó en procesarlo.
—Eres un gran hijo....
—Sin malas palabras en esta casa.
—Me la pagarás.
***
Era de noche las persianas en mi habitación estaban abiertas así fluía el aire fresco, la luna resplandecía a través de la oscura noche, el sueño estaba atrapándome, así que quede dormida al instante pensando en la suavidad de mi cama en lo cómoda que me encontraba.
No se cuanto dormí, pero se que fue poco tiempo.
Escuche ruidos, lejanos pero los escuché, ajetreo en los pasillos, después sentí una presencia, increíblemente me despierto de golpe, preparada para atacar, queriendo darle con mi daga que se encontraba bajo mi almohada, la usaba para protección, pero era imposible, me tenía inmovilizada con su cuerpo pesado encima del mío. Quería deshacerme del intruso.
El miedo me afecto.
Me movía desesperadamente. Queriendo gritar pero no me lo permitía. Después caí que solo vestía un ligero camisón. Estaba expuesta.
Esta persona se quería aprovechar de mi, conociendo a mi padre poseía a sus enemigos.
Este podría ser uno de ellos.
—Shh contrólate pequeña.—sisea Damián en un murmullo bajo, su aliento me dio escalofríos en mi cuello.—Soy yo deja de moverte.—me da una leve sonrisa.—Unas personas equivocadas han entrado a la casa, aquí estaremos a salvo esta habitación es de las más seguras.—me contesta el muy seguro.
Solo esperaba que de verdad fuera seguro.
—¿Quien a entrado? ¿Alisse, ella está bien?.—mi hermana estaba al otro lado de la casa.
—Ella esta bien, Rou cuida de ella.—eso lo sabía pero como estaba tan seguro.
Trato de sacarme de su peso, que termino provocando otra cosa, sin querer me empujé junto a su cuerpo, que al sentirme tan cercas, suelta un ligero gemido atrapado en su garganta. Haciendo que me pusiera roja al instante, no sabía que hacer en esa situación, estaba ahí conmigo, de esa forma. Y atrapada con el y su fuerte cuerpo.
El cómo puede se quita de encima de mí, viendo todo lo que estaba pasando, me coloco el vestido que ya se me había subido, no sabía cómo reaccionar, me embargaba la vergüenza.
Estupendo. Solo esto me faltaba.
—Lo más seguro es que saldremos así que ponte algo más apropiado.—sisea él con incomodidad antes de retirarse.
Y así dejándome sola.
Me levando de un salto y tomo ropa limpia del armario, aún me cargaba la vergüenza y el miedo, ¿Quien había entrado a la casa? Sabía que su padre tenía enemigos, era imposible no tenerlos.
En eso tocan fuertemente la puerta de roble.
—Abre la puerta.—la gélida voz de mi padre resuena a través de ella.
Abrí la puerta, la cual media casi dos metros, era ancha y muy pesada.
—¿Te encuentras bien?.—me preguntó, revisándome en cuanto me vio dejo salir un suspiro sin dejar de evaluarme.
Asiento aún conmocionada.
—¿Mi hermana?
—Esta en el auto. Nos iremos a donde tu abuelo...—contesta el sin decir nada más de lo sucedido Damián venía y le habla.—Toma, ponle eso.—le da a Damián una venda.
Sin más el me la coloca.
—¿Por que tengo que llevar esto? ¿Acaso no confían ni en nosotras?
—En parte si, solo no quiero que veas y no quiero que te vean, ya sabes así son las reglas.
La prenda me tapaba toda la cara. Con ella no podía ver nada.
Al salir de su habitación, sintió en sus botas algo que se le pegaba al caminar, en eso sintió que piso algo, algo olía muy horrible en el ambiente, prefirió no pensar más, lo único que quería era salir de ahí lo más rápido posible Damián la guía tomándole la mano hasta la salida de su casa, ya afuera el aire le golpeó, estaba frío pero no demasiado, aún así quiso haber traído algo.
Caminan un poco más seguro la llevaban a un coche, si efectivamente así fue, ya dentro del coche se pudo quitar eso que le estorbaba, enfrente de ella estaba Mara, quien traía su vestido manchado de sangre, quiso ocultarlo con su capa pero aún así se veía, me sonríe con timidez ella no era tímida, seguro lo estaba por mi padre a mi lado, atrás en otro auto venía Rousseau y Alisse.
Damián venía manejando.
—Empacaste las cosas que te ordene.—le pregunta mi padre a la joven.
—Así es señor.—habla sin verle.
Solo se estrujaba sus manos.
—Bien.
Esa fue su respuesta. No quise saber nada, tome una manta y me recosté al lado de mi ventana, tenía sueño y mis ojos se sentían débiles.
No desperté hasta que amaneció, estaba en una de las tantas habitaciones de la mansión, mi hermana había venido por mi para que me despertara por completo.
—Hoy es la gran sorpresa, ¿Que crees que sea?.—me pregunta ella, yo solo niego.
No me interesaba, odiaba las sorpresas.
—No me importa Alisse.
—Te debe de importar.
—Y ¿Por que me debe de importar?
—¿Ay niña en serio? ¿Es que no te lo imaginas ni un poco?
Me lo imaginaba, imaginaba lo peor, con mi padre eso era normal. No me fiaba de él.
Terminaría demente si seguía con él.
—Pienso que es algo muy especial.—continúa ella hablando.
Eso me llamo la atención.
—¿Por que lo dices?—le preguntó observándola.
—Rou. Lo he escuchado hablar algo así de un archivo o de una entrega.
¿Archivo? ¿Entrega?
De que estaba hablando.
—¿Eso es relevante? ¿Algo que escuchaste en una conversación ajena?
—No solo eso.—ella da una mirada a la puerta antes de seguir .—Mencionaron tu nombre, han dicho que tú eres la elegida hermanita.
Su manera en la que me lo dijo, lo único que logró fue ponerme más nerviosa.
***
Estaba en el jardín hacia un buen clima, necesitaba estar lejos de ellos, no me agradaban, no me gustaban sus miradas, sus murmullos, mi padre parecía sereno a lo que pasaba a su alrededor, pero yo no, con tan pocos años yo me daba cuenta de muchas cosas, se que él cree que soy ingenua, que me puede manejar a su perfecta manera.
Que equivocado está.
Las rosas estaban floreciendo, había blancas y rojas, abundaban más estas últimas, me siento en el pasto para ver el atardecer, había muchos colores, el clima caluroso se estaba despejando, solo un poco, a veces durante las noches lo eran más.
Tomó una rosa, era blanca, era hermosa y pura.
La casa de mi abuelo era igual de grande que la mía, a lo lejos veía a varios de sus escoltas, estaban caminando de un lado a otro, en constante vigilancia.
De mí.
¿Porque?
—Es hora, tu padre quiere decirles algo muy importante.—la voz de Damián me atrae de nuevo a la realidad.
Me levanto quitando el la tierra y ramas, le veo usar unas gafas obscuras que el no habituaba usar.
¿Porqué ahora si?
—¿Te molesta el sol?—preguntó.
Ya no quedaba mucho por este día.
—Alessia vámonos.—me ordena antes de tomarme del brazo fuertemente haciéndome caminar agitadamente.
Me estaba doliendo.
—Le diré a mi padre como me maltratas.—claro que le diré.
El suelta una risa burlándose de mí.
—Pequeña tú...—le hago callarse.
—Que no me digas pequeña.
—Tú padre me dio estrictas normas que no he incumplido, el fue quien me dijo que te llevara a jalones hasta el estudio.
—Vete al infierno.
Otra risa burlona.
—Cariño, nos encontramos en el.—responde.
Sin soltarme me lleva hasta donde está mi padre, parecía sólo estar el y mi hermana, me estaban esperando.
—Siéntate.—ordena el mientras nos ve a cada una.
Camino a paso rápido y me siento en la silla algo incomoda, estos vestidos eran incómodos.
—Mis niñas, hoy será una noche muy especial, como ya les dije anteriormente les tengo una sorpresa.
—Nos dejarás salir a cada sitio que deseamos.—susurro.
El cambia su felicidad por seriedad absoluta.
—Alessia, eso es imposible, como decía, hoy tendrán su primera misión.—nos regala una sonrisa que lo único que invocaba era perturbación.—Entrarán a la casa de los Suloviov y me entregarán esto.—el nos muestra una fotografía, parecía ser un eso es... ¿Un collar?
Por un estupido collar es que nos iríamos a esa casa, de esas personas que no se quienes eran, no era la gran cosa.
—Es un collar.—siseo con aburrimiento.
—No solo es un collar Alessia, en el trae algo que me es de mucho valor.
Nos muestra fotografías de las personas todo un archivo de esa familias la cual ya conocíamos.
—Es un rubi, un collar, pero si aquí tenemos muchos.—reprocha mi hermana, parecía estar igual que yo de confundida.
—Quiero ese collar y punto lo demás no les importa, cuando lo tengan, que se que lo tendrán.—nos ve severamente.—Quiero que todo arda, ellos sabrán que no deben de meterse con nosotros y mucho menos el traicionar. Saben a lo que me refiero.
Asentimos sin ninguna otra opción.
—Bien, pónganse la ropa que ya está en su habitación y Rousseau estará cerca de ustedes.
—¿Quienes son los Suloviu?.—pregunta ella.
Era más despistada de que lo que creía.
—Unos malditos que se atrevieron a desafiarme y que hoy conocerán el poder y la furia de un Romanov, recuerden no quiero que quede nada.
Damián nos saca de ahí, dejando a mi padre con toda sus furia, el se quedó observando por la ventana, ya estaba obscuro, era hora de hacerlo, camino hasta llegar a mi habitación, Damián parecía querer decirme algo, pero solo lo meditaba.
—Mh... Alessia.—me observa intensamente.—Solo ten cuidado no todo es lo que parece.—es lo único que el me dice antes de salir de mi habitación dejándome con dudas y más preguntas.
Hola 🥀 ¿Cómo están? Espero que bien.
Nuevo capítulo, ya lo tenía escrito más no lo podía subir, no sé por qué, casi llegamos a las 1 K de leídas, ayúdenme a llegar y tendrán maratón
Gracias por sus lindos mensajes, en serio lo agradezco mucho 🥀
Vota y comenta muchas rosas, déjame una opinión o lo que piensas ✨
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