🥀Capítulo 10 🥀
Me subo el traje que se me pegaba a mi cuerpo, era de elástico, color negro, muy cómodo, solo esperaba que no sea sudoroso. Arriba de este un vestido rojo intenso de mangas largas, este no era ligero. Pero serviría de camuflaje.
Tomó una pequeñito bolso en donde tenía varias opciones de prevención, un pequeño incidente y tendría que usar mis conocimientos, con todo el rigor de mi padre y su estricto entrenar, estaba preparada, ese debía de sentir pero no era así..
Me sentía anciosa, pero sobretodo tenía miedo.
En eso alguien golpea fuertemente la puerta de habitación pongo mi rostro lo más sereno que puedo.
Entra Damián quien traía una pequeña bolsa negra en su mano.
Deje salir un suspiro.
Por un momento me había imaginado lo peor.
—¿Y eso que es?.—pregunto con sorna, ya que el no decía nada solo se quedó ahí.
Estaba mudo y el siempre tan hablador.
—Estas son las herramientas que llevarás, pequeñas pero son igual de peligrosas que un arma real.
Me las da, la tomo abriendo para ver lo que tenía.
—Si claro.—respondo irónicamente.—¿Que se supone que haré con un corta uñas?.
Preguntó.
—No seas graciosa ahora, mejor apúrate, te esperamos afuera.—responde el secamente.
Me quita mi bolso y solo me quedo con lo que el me ha dado.
Me apresuro antes de que venga mi padre molesto. Me hago una trenza improvisada y un abrigo de color negro que escondía todo mi cuerpo. Era grueso pero de un material que no pesaba demasiado, me abrocho los botones lo más rápido que puedo mientras caminaba por los pasillos de la mansión, para esa hora todos los estudiantes estaban dormidos, nadie podía salir, estaba estrictamente prohibido.
—Abajo nos espera un auto.—sisea, Alisse, quien también estaba vestida exactamente igual.
Solo que ella traía su cabello en una coleta alta.
—La zona está vigilada, supongo que tendremos que eliminar a los guardias y todo lo demás que se nos presente.—asiento sin más.
Bajamos las escaleras a pasó muy rápido.
—Tengo miedo.—suelto, Alisse me voltea a ver con expresión estoica.
Seguro vio la inseguridad en mi mirada y mis movimientos imperfectos, se acerca solo para que la escuche yo.
—No te puedes permitir el sentir el miedo, aquí no, eso no existe jamás existirá, ¿Es que acaso no recuerdas la vez en la que mataste a alguien?.—su mirada fría me hizo sentir escalofríos.—No tienes opción, no existe opción, así que lo mejor que podemos hacer es que esto sea rápido.
Al llegar a la salida ya estaban esperándonos, según eran unos cuarenta minutos de camino, la casa de los Suloviu.
Había tres autos afuera esperándonos, mi padre ya estaba dentro de uno, me subo con sumo cuidado pero rápido y me siento frente a él observándole, seguramente noto mi mirada solo me dio un vistazo.
Y comienza a hablar.
—Ellos me han traicionado al Código, mí imperio lo más importante que poseo. La lealtad aquí es lo más inquebrantable, ellos han tomado su decisión. Nosotros también lo hicimos. Hoy nos conocerán verdaderamente.—fija su mirada en gambas sonriendo con malicia.
Una malicia que me hacía sentir más nerviosa de lo que ya lo estaba.
—Entraremos como lo planeamos, yo por la parte de atrás, nos desharemos de los guardias, mientras Alissa hace su parte, después adentro de la mansión los elimináremos. Recogeremos el objetivo y nos iremos.
Asiente feliz de que hayamos entendido a la perfección o eso pensaba.
—Estupendo.—sisea el mientras prende un puro.
Le da una calada, soplando el humo hacia nosotras, cosa que odiaba y mucho y a él le fascinaba su vició, lentamente se estaba acabando.
Le veía muy feliz los cuales eran instantes algo raros en el, lo odiaba mucho, por alejarme de mi madre de mi querida abuela, seguramente mi mirada reflejaba mi desprecio, por qué Damián quien manejaba el auto me da una mirada discretamente de negación. Desvío la mirada por la ventana en donde empezaban a caer pequeñas gotas de lluvia.
***
Al llegar a la proximidad de la mansión, sigo al pie de las instrucciones del plan, los Soloviov eran allegados a nuestra línea de sangre, por lo tanto tenía un por ciento del Código, ya había visitado este lugar varías veces antes, el lugar me provocaba desagrado, ya que ese sitio era en donde traían a más personas para que fueran como yo, otra asesina, de solo recordarlo, me hacía sentir infeliz, lo que ellos soportaban era inimaginable, a comparación de ellos yo estaba cómodamente, con seguridad de mi padre.
Al tenerme confianza ellos no dudarían en abrirme la puerta, ya que yo era la hija heredera del Código eso decía mi padre a cada rato que podía. Me aliso el vestido y mi peinado, algo desarreglado. Antes de bajar del coche colocó mis herramientas en mi muslos interiores en donde estaba el otro traje.
Eso si sería más incómodo.
—¿Sabes lo que harás mi niña?.—me pregunta mi padre.
Yo no le veo al responder secamente un si.
—Bien.—y eso es todo lo que el dice antes de encajarme un cuchillo en mi abdomen.—Así ellos te creerán.—Damián me observa con dolor cruzando por su mirada.—Si te lo dicia no estarías lista.
Sin más me empuja y salgo del auto herida y con rasguños en todo el cuerpo, incluyendo el clima gélido, a otro extremo veo a Alisse quien asiente antes de correr por la profundidades del bosque el cual reconocía perfectamente, cómo lo habían dicho me acerqué a la mansión sin fingir el dolor ya que realmente si me dolía demasiado pero estaba entrenada para soportarlo.
El guardia que estaba esa noche me reconoció rápidamente se me acercó preocupado por mi estado.
—Me han secuestrado y dejado tirada unos hombres que entraron a mi habitacion, llama a Ferd, estoy herida.—siseo con monosílabos, dejando caer unas lagrimas.
El me ve mi abdomen y queda horrorizado por la imagen.
—De inmediato señorita Romanov.—llama a otros para que habrán la mansión.
Al entrar veo todo obscuro, estaba en total silencio, me dejan en living en un cómodo sillón, el guardia y otros me tratan de ayudar pero en eso llega mi hermana y se lo que seguiría, tomo mi corta uñas que realmente no lo era, si no más bien un afilado y largo cuchillo doble punta, al tenerlos cerca de mi y en guardia baja fue más fácil, Alisse pelea dándole unos golpes en ciertas aéreas terminando con cuatro de ellos mientras yo los restantes, uno logró darme uno en mi herida lo que hizo que esta sangrara aún más. Lo cual no me gusto nada, igual termino como los otros.
Apagamos las luces y cerramos con llave, para seguir la habitación principal, en donde estaban ellos.
—¿Estás bien?.—pregunta ella en silencio.
—¿Lo sabias?.—pregunto.
Asiente ella sin dejar de caminar sigilosamente entre los pasillos, un alivio que la habitación principal estaba en el segundo piso ya que las escaleras provocaban un ruido a cada escalón.
—Decírtelo no estaba en el plan, yo solo hice mi parte.
Si como a ella no le esta sangrando.
Al llegar veo la habitación Alisse abre la puerta rápido y esta al abrirla se encontraba vacía, ¿Donde estaban?
—Malditos.—sisea por lo bajo ella.—Se dieron cuenta, veré al siguiente piso tu continua este, pero antes ponte algo en la herida, no es profunda pero podrías dejar rastro.—asiento eso ya lo sabía.
Cheque bien toda la habitación sin encontrar a nadie, pero sabía que debían estar aquí porque la cama estaba deshecha y olía a cigarro, al voltear veo a la señora Neal no era joven pero tampoco vieja, rubia con la piel pálida como un cadaver, al verme se quedó con sorpresa pues sabía lo que pasaría, en ese momento se escuchó un disparó creyendo que podría ser mi hermana, corro siendo más hábil que ella para golpearla y logrando así que se cayera al piso estrepitosamente, dejándola inconsciente, antes de salir de allí, clavo su mano al suelo de madera, al llegar arriba encuentro a Alisse y a un lado tirado
Ferd Soloviov con un tiro de gracia en su frente.
Yo aprovecho para ver qué no sangrará, lo cual ya no está como antes.
Estaba por dar la vuelta al pasillo cuando esa mujer me toma del brazo llenándome de su sangre, parecía estar muriendo, se le notaba.
—Malditas, son el demonio.—exclama con furia al ver a su marido muerto. No era más que una rata más.
—Código de sangre por fin tiene su lealtad de regreso, aunque fuera por la sangre. Los soloviov traidores y cómo tal serán tratados.
—Ustedes también lo serán, ustedes son la perdición de él, terminarán igual o peor.—estaba delirando cada vez me miraba con detenimiento.
—Ya cállate, dime ¿Cual es la numeración de la caja? Así terminaremos esto más rápido.
Ella comienza a reírse como una maniática.
—No se la numeración.—contesta ella desinteresada.—Y aúnque yo la supiera no sé la diría, mocosas del mal.
Me suelto de su agarre eso aprovecha mi hermana para hacerla hablar.
—Si te la sabes maldita, ahora me dirás la numeración.
—Código de sangre no es lo que ustedes creen, las están manipulando, lastima que es demasiado tarde ¿Verdad Alisse? Trece años tarde.—sonríe hasta dejar de respirar.
Mi hermana se aleja de ella con desesperación.
Yo también lo estaba.
—Perfecto.—alude Rousseau.—Pensé que no lo harían pero para ser la primera esta de diez.—se acerca checando los moretones y lesiones.
—El collar está en una caja fuerte.—siseo.—la numeración no la quiso dar.
El asiente comprendiendo.
—Usen sus técnicas, en diez minutos esta casa arderá, así que no pierdan el tiempo.—nos guiña antes de salir y dejarnos así.
—Claro que diría eso.
Sin más me voy directo a ella y comienzo a hacer el trabajo, lo cual consistía en atracar la cerradura de afuera hacia dentro, según el entrenamiento que pasamos, de esta manera haremos pensar que ya tengo los numero cuando en verdad solo están los objetos puntiagudos dentro.
No tarde nada ni tres minutos cuando ya la estaba terminando de abrir, dentro de él estaba un estuche rojo de terciopelo y una caja dorada.
¿Por que es esto tan importante?
Tomamos ambos estuches y salimos de ahí lo más rápido, el lugar olía a sangre y a gas, y tal vez a gasolina, fuera de esta estaba Rou junto a otras personas, el nos guía hasta la puerta, era hora de irnos, ese lugar sucio y corrompido, al alejarnos un poco veo el espectáculo, todo estaba ardiendo en llamas después de una explosión.
Veo la caja y dentro de este estaba ese collar que en realidad era muy bonito mejor que la foto raida que nos mostró nuestro padre. Mi hermana solo estaba durmiendo plácidamente en el sillón, parecía estar cansada y yo también, más no quería dormir, antes de eso quería ver qué había en la otra caja, así que la abro sin más ya dentro de esta estaba algo que me desconcertó, pues estaba un mechón de bebé.
Pero este no era cualquier tipo de mechón, era uno rojo, tan intenso como el de... Mejor cierro el baúl pequeño y me duermo.
No quería pensar más en eso.
***
No sé cuando tiempo paso de eso último, pero sé que fueron horas, aún estaba somnolienta, estaba cansada quería dormir, mi cabeza me martirizaba y la herida en mi abdomen pulsaba, recobrando más mi consciencia, siento como alguien me toma en brazos, siento pasará el viento helado a través de mi cuerpo, lentamente abro mis ojos de reojo veo que quien me lleva en brazos es Damián el estaba algo preocupado se le notaba, no sabía por qué, el normalmente es así, pero esta vez era por otra cosa.
—Alisten su habitación está herida, necesitamos también una tina con agua helada.—sisea mi padre dando órdenes, dándome cuenta que hablaban de mi cuando el voltea a verme.
—Te recuperarás mi niña.—el asiente a Damián para que me lleve a mi habitación.
Subimos las escaleras mi hermana también venía detrás de nosotros murmurando cosas intangibles para mi, solo escucho la voz exasperada de Damián.
—Podría mejor irse y no molestarme.—ordena el sin querer hablar de lo que sea decía.
A mi también me exasperaba, los dos lo hacían.
—Damiansito.—siseo entre monosílabos.—Tengo mucho calor.—me sentía acalorada.
Al llegar a mi dormitorio me deja en mi cama, veo que esta a punto de checar mi herida cuando yo me alejo lo más rápido que puedo. Estaba tratando de descubrirme.
—¿Que tienes?.—pregunto bruscamente.
—Ya cálmate y déjame terminar yo también quiero descansar un rato. Estoy cansado.
—Que venga una de las chicas, tú ve a dormí.
—No hay nadie más, lo siento.—murmura él.
Sin más dejo que termine de romper mi vestido, dejándome con el traje de abajo, el cual también trata de romper, pero coloco mi mano. Me daba pena, se que no debería de tener pero aún así lo era.
—Alessia.—me reprende, quita mi mano y prosigue.—Déjame hacer esto, no es como si quisiera poner mis manos sobre ti. Antes de pensaroo estaría muerto. Soy yo o tú tío Rousseau. Primero debes de darte un baño te ayudaré en lo que pueda lo demás lo harás sola.
Le observo mal, pero en parte tenía razón. Sin más asiento.
Me quito la ropa mientras el esta de espaldas, me coloco una camisola y después me lleva a la tina, que ya estaba con el agua helada a más no poder, me deja ahí y el se retira. Me da tiempo suficiente para ver mi herida y tratar de quitar los rastros de sangre, siento como cada uno de mis poros se entumecen con el frío pero era eso o tener fiebre, pasaron unos minutos termine de lavarme mi cabello y el entra con más toallas y ropa limpia, me ayuda a salir y como pudo me ayudo a vestirme, temiendo que el me viera, me apure en todo, sin otro impedimento más, dejo que el me cure pues aún me dolía, en eso escucho que tocan mi puerta y abren si más, es uno de los muchos que trabajan aquí, no sabía su nombre creo era Gil, este deja vendas un par de tijeras y algunos antisépticos y desinfectantes.
Comienza a cortar vendas y colocar el alcohol cosa que no me agrada en absoluto, no quise seguir viendo lo que hacia.
—¿Por que me dijiste eso?.—pregunto mientras el sigue envolviéndome en gasas.—¿Sabes algo?
—Deberías de dormir.—responde ignorando mi pregunta.
—Contéstame.—le ordeno.—¿Por que me lo dijiste?
—Cualquier cosa estaré a lado.—se levanta y camina dejándome con muchas ganas de golpearle.
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