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Capitulo 6

Debería haber previsto que esto no iba por buen camino.

— Pero que... ¿Qué hace? —Exclamé hacia la vecina, aunque esta con su cara hecha furia, me ignoró.

Mi pecho se infló por el disgusto. La señora paseaba por todo el apartamento como si fuera su casa. Removiendo las cosas mientras la seguía desde atrás como cachorro repeliendo a otro de su territorio.

Disculpe, vieja. Creo que se equivocó de apartamento. ¿Por qué mejor no la guío a un oftalmólogo?

Bueno, no estaba tan vieja, seguro no mucho mayor que yo. Pero con esa frente arrugada quien no pensaría igual.

A veces las cosas sonaban mejor solo en mi cabeza. Asique ahí se iban a quedar.

El aliento se detuvo en mi pecho cuando vi como abría la puerta de mi habitación, y sin detener mi indignación, entré con ella dispuesta a echar a la loca de mi casa.

Si quería violencia, iba a obtener violencia. Que se preparara con el almohadazo que le iba a dar.

Entonces ella gritó:

— ¡Ahí está!

¿Qué...?

La vecina se arrodilló al lado de la cómoda que estaba a un lado de mi cama, justo en el lugar donde tenía la pequeña camita de Artur. Lo consideraba su nido, pues como estaba hecho de ropa y algunas mantas viejas, le quedaba el nombre. El también en mi descuido tomaba de la ropa que encontrara el mismo "sin uso" y lo adjuntaba con los demás, como un nido. Pero aquel nido comenzó a desaparecer cuando ella arrasó con las sabanas y algunas prendas viejas, destruyendo todo.

Se me rompió el corazón.

— ¡Salga de mi casa! —Grité, tratando de tomarla por los hombros para que saliera de mi espacio, sin embargo, se levantó dándome la cara, con Artur removiéndose en sus brazos.

—Es una ladrona. ¡Raptó a mi perro!

—No rapté nada. Usted misma olvidó Artur —Contraataque.

—Es una ladrona sin perdón. Que poca honradez tiene —Soltó, chocando con mi hombro en cuanto pasaba por mi lado para salir de mi apartamento —. Le diré al Señor Taylor. Espero que la echen de aquí.

— ¡¿Disculpa...?!—La frase se cortó cuando los gruñidos y gemidos de Artur llegaron a mis oídos. En definitiva no le estaba gustando este ambiente. Artur era un perro muy cariñoso, un poco en exceso. Le molestaban las situaciones fuertes que seguro podía sentir en el ambiente. Bajé mi tono a pesar de estar tragándome la cosa más amarga de mi vida —. No sea descarada. Usted ha dejado a Artur mas veces afuera de su apartamento, sabiendo que él le araña la puerta pidiéndole entrar. Y tiene la osadía de regañarlo cuando lo hace. Todos los apartamentos sabemos cuándo regaña a Artur por ser muy "Molesto" ¿Para qué tiene una mascota si no tiene el tiempo para cuidarlo? ¿Pero tiene tiempo para insultarme a mí? ¿Para tener "visitas"?

Sus facciones se endurecieron, de sus ojos podía ver gotear llamas por la furia que iluminaba todo su rostro, sin esperarlo hizo un ruido en su garganta y me escupió. Artur gruñó en sus brazos.

—Eso a usted no le quita lo ladrona, niña.

— ¿Qué está ocurriendo?

Me tensé, al oír una voz grave provenir de la puerta de mi casa.

Miré hacia espaldas de la loca. Ahí estaba. Bueno, no. No estaba.

Espera.

No, si estaba.

Gunner.

Estaba en la puerta de mi casa.

¿Gunner?

Si, ese mismo, deja de repetirlo.

—Ah —Tartamudeé — ¿Qué está pasando aquí?

Gunner fijó sus ojos en mí. El azul electrizante me hizo pensar si realmente era yo la que estaba equivocada de casa, a pesar de que, eran ellos lo que invadían mi apartamento.

Sus brazos se cruzaron encima de su pecho, y miró a mi vecina.

—Emma.

Casi me sobresalto al escuchar el retumbar de su voz en la pequeña sala como un eco tenebroso. Emma parecía que también lo había sentido, lo noté cuando se sobresaltó, notoriamente, haciendo que Artur comenzara a ladrar con furor en sus brazos. Artur se retorció con tanta fuerza que, Emma lo soltó sin querer, produciendo un sonido ahogado cuando Arthur cayó al suelo duro.

Cuando oí el sonido seco de su caída, junto a su aullido adolorido, mi corazón se detuvo, cayendo en picada al punto que no sabía si estaba respirando en ese mismo instante.

—¡Artur!

—¡Baxter...!

Gritamos Gunner y yo.

Gunner dió un paso al frente, pero yo fui más rápida, arrodillándome junto a Artur a los pies de Emma, que me miraba con una expresión perturbada mientras recogía a Artur en mi regazo.

Su quejido agudo se hizo presente y supe que algo andaba mal.  En ese preciso instante lo deje de nuevo en el suelo, recostado mientras me tomaba el tiempo se saber que era lo que le dolía.

—Su pata derecha —dijo, Gunner —parece haberse fracturado.

No sabía cómo lo había detectado tan rápido, pero comprobé tocando con suavidad su pata, obteniendo otro quejido seguido de revolverse en el suelo, tratando de alejarse de mi.

Mi corazón se arrugó igual que una pasa. Solo pude mirar con angustia hacia arriba, a aquella persona desconocida que me devolvía la mirada con no más sentimientos que una piedra.

Pero algo, un par de pequeñas estrellas tristes brillaron en sus ojos cuando vió a Artur en el suelo. A mí me dolía ¿Él también lo sentía? ¿Como la sangre se congelaba con la idea de verlo sufrir?

—¿Tienes auto? Debes ir a la veterinaria más cercana.

Asintió.

Yo también, y no hubo más palabras desde ahí, porque Gunner se agachó, frente a mí. Empujando a Emma en el proceso, tomó a Artur entre sus brazos, y levantandolo con cuidado, su panza canina quedaba al aire. Se movió incómodo. Pero sus aullidos no pararon.

—Dame las llaves del auto. Yo te abriré la puerta.

Asintió y señalándome con un movimiento de cabeza, me di cuenta que estaban en su bolsillo trasero.

Ay.

Me tragué cualquier pensamiento vergonzoso sobre recordar bolsillos traseros, y metí mi mano para tomar las llaves.

Gunner se movió rápidamente cuando enseguida abrí más la puerta para él. Lo deje avanzar, y entre tanto no pude evitar mirar a la otra chica. No pude pasar desapercibido la presencia de Emma ante todo esto.

No. No cuando era la causante.

Fruncí mi ceño, con desagrado.

Se comía las uñas, y sus ojos estaban aguados mientras balbuceaba palabras que nunca salían de su boca.

¿Trataba de hablarme? ¿Escudarse? ¿Con qué opinión?

Recordé algo viendo la desesperación brillar, queriendo arreglar sus errores. Recordé los días buenos con mamá, que eran arruinados por papá al llegar a casa. Si estaba molesto, mamá siempre estaba para descargar su ira. No importa la tanta paciencia tenía ella para lidiar con él, y cuan tranquila fueran sus palabras para persuadirlo de bajar la voz, porque yo estaba en casa. Él. Nunca escuchó a mamá, y descargaba todo en ella. Verla tan tranquila parecía su perdición.

Me mordí la lengua, y arrugué mis puños con fuerza.

No quería, pero me tragué mi malestar. Saboreando el ácido de mis palabras pasar por mi garganta, y que iban a ser dirigidas a ella si no me hubiese controlado.

Yo. No era papá.

—Porfavor, sal de mi casa ahora mismo —Las palabras pasaron tan difícilmente que tuve que tomar con fuerza el abrigo de mi percheros junto a la puerta. —Espera en tu apartamento mientras vamos al veterinario.

Se encogió en su lugar, pero aparte de eso, dió un paso y luego otro hasta finalmente salir de mi apartamento. Quedando sola en el pasillo mientras cerraba la puerta.

—No hagas ninguna locura — le dije, colocandome el abrigo mientras corría por el pasillo.

Debía llegar antes que Gunner al estacionamiento, que en realidad era una parte alquilada enfrente del edificio. Ya que no tenía estacionamiento en el contrato.

A Partir de ahí, es una historia predecible.

Acompañé a Gunner.

No se cómo. Bueno, en realidad si sé. Le abrí la puerta del auto, dejó a Artur en la parte trasera, y ahí debía terminar todo. Sin embargo, después de acomodar a Artur abrió la puerta de copiloto, y me miró como si me estuviera esperando.

No se qué cara había puesto, pero bonita no debió de ser.

¿A mí? ¿Me dejó acompañarlo?

Yo tampoco lo creía pero no iba a desperdiciar esa oportunidad para estar con Artur.

Terminé consolando a Astur en el consultorio mientras Gunner hablaba con el veterinario. Y solo pude quedarme en la sala de espera cuando le atendieron su pata. Gunner si estuvo para el en todo momento, ya sea por insistencia o algo más, yo fui la única que quedó atrás. Sola en la sala, sola con un loro picoteandome la rodilla porque le di una de las galletas que tomé del mostrador.

Fue más difícil de lo que pensé quitarmelo de encima. Eran algo persistentes en picotear por comida los Loros.

Bueno, volviendo a todo, yo me sentía la dueña de Artur, su familia. Yo de él, y el mía. Pero en ese momento, estaba tan fuera de ese marco familiar.

¿Debería haber hecho más? pero solo estuve sentada en todo el proceso, me animé pensando que podía estar para él cuando volviéramos a casa. Tranquilizarlo, acariciar sus orejas para que escuchara mi voz y supiera que estaba ahí, pero resultó algo imposible. Cuando regresó con su pata enyesada, en los brazos de Gunner, Artur estaba anestesiado.

No podía incluso en ese momento estar para él.

Me sentía algo inútil.

Estrujé mis manos entre ellas mismas, buscando distraerme. Observé sobre el asiento, en la parte trasera a el Beagle subir y bajar su estómago con tranquilidad, su pata estratégicamente acomodada para no hacerle daño.

Cerré los ojos y exhalé.

A este punto ya tenía una idea de que era Gunner para Artur. No tenía que pensar mucho, después de un largo tiempo en la sala me dediqué a cuestionar cada cosa en medio de todo mi inutilidad.

—¿Asi que eres el dueño de Artur?

Tomó la palanca haciendo un giro mientras comenzaba a avanzar con más velocidad por las calles.

—¿Es una pregunta?

—En realidad es...una afirmación.

El silencio me respondió más rápido que él. Al menos me sentía bien que no me acobardara con una conversación tan impensable. Las semanas pasadas mi trabajo evitaba que yo me topara con Gunner. Ahora resulta que estaba cuidando a su perro todo este tiempo.

—Si, Betxer es mi mascota.

Se llama Betxer. Muy bonito nombre para Artur. Nunca oí a la Emma llamarlo por ese nombre siempre era "animal" "escoria" "basura" nunca nombró su nombre. Por eso le puse Artur. Me pareció bonito, tenía cara de Artur.

Hice una gesto desagradable al pensar en esa cosas. Emma era una idiota.

—¿El nombre de mi mascota no le gusta, Señorita Harriet? —preguntó, su nota tan intensa que me produjo un escalofrío con solo oír ese tono de voz.

—No, no es por el nombre. Es muy bonito. Eh-eh yo también le puse un nombre aparte, como no sabía su nombre verdadero, pensé...—mi voz fue desminuyendo cuando lo encontré mirándome.

Ya no estaba tan segura de continuar hablando.

Gunner parecía un hombre grande que en otro países llamarían "Gánster" por su tamaño. Sus facciones no le ayudaban a dar una vibra amistosa, además que parecía tener raíces asiáticas por algunos de sus facciones, aunque no eran muy marcadas. Tendría que tener cuidado y algo de terror estar con el luego de escucharlo empujar a alguien fuera de su puesto para que él se sintiera cómodo.

Sigue dándome mala espina, pero también lo vi preocupado por Artur. Si la gente se basara en su expresión, su preocupación parecería más un estado amargo, pero de papá aprendí que sus estados de ánimo no reflejaban bien sus sentimientos en los momentos.

Papá quería ser el hombre.

Lo quería tanto que dejó de sentir al niño en su interior.

—Arturo. Le puse Arturo —miré mi regazo— Tenía cara de Arturo.

Si era bonito.

Pero no creo que al señor Gunner le gustara.

—Asturio. No está tan feo

Ah no, pues gracias. Mejor diga que está horrible y se lo paso mejor.

Y yo que lo escogí con el corazón puro.

—Ah, bueno, así no se pronun...

—Asturro —Trató de nuevo, aunque mejor que el anterior. Ya casi parecía su nombre.

—Remplace la 's' por una r, y ya casi.

—Arrturro.

—Suena como un ruso, tratando de hablar español —Susurré para mí, con burla.

—¿Que dice, Señorita Harriet? —Levantó una ceja, y me sobresalté—. Sabe, no tienen que guardarse sus opiniones. ¿Cree que me ofenderé, que soy tan débil? Puede expresar las cosas libremente, yo no soy alguien con quien tenga que guardarse las palabras. De cualquier forma, estoy echo para escuchar. No se limite.

'No se límite'

Suena como a Levián.

Mi corazón latía al ritmo de un tambor en Carnaval. Me había descubierto, pero sus palabras eran tan...¿prometedoras?

—¿Usted confia en mí? —Solté derrepente —En todo el camino, de ida o vuelta no me ha sacado a patadas del auto.

—Digame sus razones para sacarla del auto y la saco si tanto quiere —Bueno, al menos es directo y algo cruel a hablar como pensé.

Giró por la calle a la derecha. Íbamos a mí apartamento. Por lo menos no me iba a dejar tirada.

—¿Confía en que no robé a Artur? Nunca en el camino al veterinario me...

—No se equivoqué, Harriet. Usted robo a Batxer. Sigue siendo un delito, y es una ladrona.

Me hundí en mi asiento.

—Practicamente lo tomó, y no trató de devolverselo a la que creyó era su dueña. Aunque lo hizo por un bien, no deja de ser delito.

Me hundí otro poco más. Ya el asiento y yo éramos uno solo. O por lo menos era lo que quería en este instante.

—Si, es un delito. Pero no lo lamento si quiere que lo sienta. Artur era maltratado por la vecina loca. ¿usted le paga a esa loca? ¿ni siquiera reviso su historial o algo? ¿No ama tanto a Arturo Batxer?

Sonrió.

—Sabe, no he terminado de hablar asique callese.

Me mordí la lengua.

Que hijo se su...

—Cometió un delito. —me recordó— pero me tranquiliza que lo haya hecho, eso no significa que lo haya hecho bien, pero me da menos cargo a mi conciencia que Baxter quedó en buenas manos por lo menos en estas semanas.

Sonreí por dentro, porque sabiendo que no me estaba agradeciendo del todo, era algo reconfortante saber que puso una pizca de duda en mi.

—¿Asique a pesar de todo siguió al margen y pudo notar mi cariño a Baxter y que no le haría daño?

—No, solo vi el lengua corporal de Emma. Sus mentiras son evidentes, incluso para un inexperto.

Mi estado de ánimo cayó

Gruñí por dentro.

— Es igual a el otro.

—¿Disculpe?

No la riegues, Candy.

—Solo que me recuerda a alguien, Señor Gunner.

—¿A quien si se puede saber?

—En realidad...lo conoce. Pero no le diré por respeto.

—Ummm —Murmuró —¿Quiere algo en especial, Harriet?

—Irme a dormir, hoy tengo día libre. —Dije acostando la cabeza en el asiento, cerrando los ojos.

—No me entiende. Ya que legal o ilegalmente me ayudó una criminal. Quisiera compensarselo con algo. Por eso ¿Quiere algo, Señorita Harriet?

No me lo tenía que pedir dos veces para ya tener una idea.

Solté un gritico interno.

Este es mi día de más o menos suerte.

—En este caso, puedes darme clases para toma...—

—No doy clases de cocina —Sentenció.

Mi sonrisa se congeló en mi rostro. Sus ojos veían mi mano a medio camino en una posición exuberante, cerca, muy cerca de su rostro mientras fruncía el ceño fijamente, receloso.

Coloqué mi mano en mi regazo, y con la otra me rasqué la picazón que comenzó a brotar en mi nuca. Solté una risita nerviosa.

No, no era mi día de más o menos suerte.

—¿Clases, que clases? Aquí nadie estaba hablando de clases.

Murmuró, observándome atentamente. Obviamente no me creía.

—Entonces ¿Qué era aquello que me ibas a pedir? ¿Uhmm?

—Eso...bueno —Me animó, sin dejar de mirarme. El sudor. Comenzaba a sentirlo entre el balbuceo que formaba. —Ah, yo quería decir...¡Tomates! Sí, claro.

—¿Tomates? Necesito que me expliques —Frenó el auto en cuanto se detuvo en el semáforo. El hombre no dejaba de verme y yo parecía estar hecha de agua por la cantidad de sudor que acumulaba.

Me reí, otra vez, agitando la mano restándole importancia. Miré por la ventana, viendo mi reflejo perder su sonrisa y regañarme por meterme en esto.

¡Para la próxima, ten más cuidado en soltar la lengua!

Lo enfrenté, mostrándole una sonrisa renovada y tensa que hasta me dolía la mandíbula. —Yo, bueno. Quería que me dieras clases de...¿Cómo? Digo. Clases para tomates. Así, ya que...he, trabajas en la cocina y todo eso.

La boca de Gunner tiraba de un lado, sus ojos me miraban como rejillas pequeñas y sus gruesas cejas fruncidas.

—¿Qué?

—Ay, no. Mejor dame un kilo de tomates. Con un kilo estoy satisfecha. 

Puedo asar tomates, con eso sobreviviría. Porque el orgullo ya lo había perdido.

***

—¿Que bobería hiciste? —Alaska, preguntó desde la banca, en cuento le conté mi humilde situación en los vestidores para irnos de pasada.

Asentí con su pregunta.

Ya habíamos terminado el horario laboral, y mis manos parecían pasas. Pasas viejas de supermercado.

—Estoy de acuerdo que me dejé llevar por la emocione de una oportunidad, y de mi buen plan en ese momento —Yo ahí en realidad no culpaba las emociones, culpa el hambre que me hizo delirar cosas locas.

Agaché mi cuello para quitarme el delantal, delante del casillero, y lo doblé con paciencia mientras hablábamos.

—¿Buen plan? Le dijiste al hombre que te diera clases de tomates.

Hice una mueca deteniendo el doble de mi delantal. Esa situación era vergonzosa.

—Sabes —Me enfrenté a ella —eso ofendes mucho a la "SDTAC" que si es real.

—¿Que de qué?

—"Sociedad de tomates de alta calidad" —Tomó su camisa de trabajo y me lo tiró en la cara.

—Ay, porfavor, Candidiana.

—¡Pero si existe! Búscalo en Google. Además, eso me dió en la pestaña—Me quité su camisa colgante de la cara. Ella lo volvió a tomar para doblarlo en su sitio.

—Candy, suena a enfermedad de transmisión sexual. ¿SDTAC? —No hizo falta su tono burlesco —Dios, ni mi madre se inventaba un nombre de una enfermedad tan extraño para alejar a los testigos de Jehová.

—Aja —Puse los ojos en blanco.

—Ella era más de calentar agua y esperar a sus víctimas —Me sonrió de manera malvada —Ella no huía de los testigos de Jehová, los testigos de Jehová huían de ella.

—Tu mamá me asusta, la quiero conocer. —Le guiñé un ojo, Alaska contaba muchas historias algo cuestionables de su madre. Pero lo decía con tanto orgullo que parecía una historia normal. —La diferencia es que no me lo inventé, no me creas si no quieres.

Se levantó yendo a su casillero, junto al mío ahora. Apoyé mi cabeza en el casillero cuando lo cerré, y me la quedé viendo notando su cansancio al suspirar.

—Mi mamá no está en el estado, pero seguro ella también te querría conocer. —Soltó, brindándome una sonrisa ligera en cuento se volvió a mí —Yo quisiera conocer a tus padres. Dar el siguiente paso en esta relación, ya sabes. —Se rió.

Pero en cambio a ella, mi cuerpo se tensó al término 'Padres'

Mamá me seguía llamando en medio de la madrugada, para hacer un tiempo y conversar. La extrañaba tanto como una hija podría hacerlo. Recordar como vivía antes con ella, y las constantes visitas de mi tía, el significado de familia era presente. Familia, en el que faltaba en la ecuación mi padre.

Había estado bien sin recordar que tenía uno, porque para él yo tampoco existía en su mundo. Él seguí siendo un hombre, sin cargar el gran peso de otra vida que le llamaba 'papá'. Y con el tiempo lo llamó padre, para al final llamarlo por su nombre cada quince del mes que llamaba para decir que el depósito de la pensión estaba en la cuenta, y que la sucia de mi mamá no podría disponer de él para algo que no fuera comida.

Mi pecho se estremeció al recordar.

Cuidar a Artur vino con un costo, le compré comida, algunos juguetes y una arena aunque no sabía si eso era para perros, solo me lo ofrecieron y me dió pena rechazarlo.

Mi dinero, se había ido. Lo del restaurante, lo que me dejó mamá y tía. Compre cosas que con la marcha de Artur, se abandonaron.

Estaba desesperada porque comencé a tener problemas, y lo llamé. Le pedí ayuda, enviándole un mensaje ayer.

Yo:

"Préstame algo de dinero,
y te lo devolveré en
siguiente mes, porfa"

Anzel Harriet (Papá):

"No tengo dinero ahora, Candidiana.
¿Porque preguntas a esta hora?
Pero si estás interesada, Nono
busca a mujeres. Ya sabes la dinámica."

Yo:
"Sabes que ya tengo un trabajo.
Además ¿que quieres a cambio?
Nunca me ofreces ayuda si no
es con algo. Sueltale."

Anzel Harriet (Papá):

"La vida no es gratis niña, y ya sé que tiene una trabajo. Si aceptas hablaré con Nono, y le diré que vas de parte mía. Pero eso sí, Candidiana. Dime rápido para intervenir. Y en cambio de esto, me darás una parte del dinero que recibas."

Yo:

"¿Cuánto?"

Anzel Harriet (Papá):

"La mitad"

Yo:

"Si voy a trabajar todo yo. Pienso que es injusto darte la mitad."

Anzel Harriet (Papá):

"Te estoy ayudando. Tómalo o
muerete de hambre porque yo no
tengo nada más, Candidiana.
Tendrás que buscar tus propias
rutas si quieres dinero. Te estoy
ayudando, tienes que colaborar también."

No sé cómo haría, pero necesitaba el dinero. No sólo de manera económica, lo necesitaba para algo más. Al final lo acepté. Si, debía hacer algo. Pero tenía un plan. Hablaría con el Gerente y tomaría un descanso por estar enferma. Solo sería una semana asique los problemas se solucionarían de manera rápida en esta dirección.

Alaska se dió cuenta de mi reacio a seguir la dirección inicial de la conversación. Lo dejo ahí pero notaba  en su forma de mirarme, estaba pensando algo. No quería decirme, pero lo rogaba sin decirlo.

No debía nada, y no intente que lo dijera. Yo tampoco quería oír lo que dijera, el martillar de mi pulso me decía que no sería algo de mi total agrado.

Suspirando terminamos de cambiarnos. Caminamos juntas atravesando la cocina hacia la parada del autobús, este día ella se quedaría en la casa de un familiar para cuidar a sus hijos y me acompañaría una parte por la ruta.

Cuando abrí la puerta trasera un hombre fue lo que observé en mi camino. El hombre entró por la puerta a la fuerza golpeando mi hombre en tanto maldecía.

—Maldito loco. — refunfuñó.

Me eché atrás, repentinamente molesta por su falta de modales.

—Oye, idiota. —Reclamó, Alaska frunciendo la nariz con desagrado —Se dice 'Perdon'.

—No estoy para tus estupideces. Voy a llamar a la puta policía ahora. —Masculló, desapareciendo en el pasillo.

—¿Que le pasa? Es un amargado insensible —Alaska tomó la manilla otra vez, y salió. En seguida algo la paralizó y el estruendo que no era tan escuchado, volvió a mis oídos.

En el callejón trasero siempre había ruido transitando. Mayormente en días como estos ya que el camión afiliado a la distribución de alimentos de la sede de restaurantes hacia paradas para suministrar alimentos de alta calidad los días como hoy. Pero especialmente hoy, había más que ruido, era alboroto.

Y lo supe cuando salí junto a Alaska, cuando vi la multitud de personas formadas en un círculo. Cuando vi primero los ojos de Levián tener una llama de molestía, pero a la vez preocupación entre la multitud.

Lo vi cuando me acerqué, y noté a Jackson, uno de los ayudantes del camión de distribución tirado en el suelo. Sus ojos observando con atención y sobre todo terror en cuchillo que le apuntaba. En especial lo vi, justo ahí.

Era Gunner, encima de él. Sosteniendo un cuchillo en lo alto mientras que su mano libre le rodeaba el cuello a Jackson.

—Hijo de puta —Balbució con dificultad.

Gunner no se inmutó ante sus maldiciones. No había algún movimiento pese a la gran multitud que lo veía atentamente pero eran reacios a acercarse a él, y la sobresaliente voz de Levián tratando de convencerlo de quitar ese cuchillo de su mano.

Gunner  murmuró. Y Levián que había dando un paso al frente, se detuvo. Parecían hablar en otro idioma.

¿Italiano?

No

Francés.

Me acerqué un poco más teniendo curiosidad. Mientras me acercaba, Gunner ladió una sonrisa. Levián murmuró a su vuelta, pero su agresivas palabras no era inaudibles a pesar de esto.

—¿Que fais-tu, Gunner?

Jackson quiso moverse pero la mano apretada en su laringe subió más hasta llegar a su debajo de su quijada, se presionó enterrandose más en su carne. Jackson lo acuchillaba con los ojos entre tanto llevó sus manos a la muñeca de Gunner.

"C'est au pied du mur qu'on voit le maçon."

—Vos proverbes ne me donnent pas de réponse à ma question.

—Peu importe si je vous réponds ou non. ¿Si je te le dis, tu me croiras ? ¿à ce simple serveur ? —Cerró los ojos, pero en su movimiento destacó la burla.

—Je vous demande de m'aider à comprendre cette situation. ¿Explique-moi comment tu chies absolument sur un homme en tenant un couteau ?

Gunner sonrió, pero no era bienvenida. No era cálida y por supuesto no era amable.

—Tu me fais rire. C'est... il faudrait que tu le découvres.

Soltó el cuchillo lejos de él, mientras tomaba el tiempo, subiendo sostuvo con su otra mano la cabeza de Jackson.

—¡Gunner!

Los susurros alterados comenzaron a sobresalir. "Dios Santo, lo va a matar" era uno entre muchos.

Pero Gunner miró sobre su hombro, me adentré más a la multitud, tratando de esconderme de su mirada. Habría pensado que vería llamas o incluso rencor, pero solo veía algo que no era bueno, pero no era bueno para él.

Él solo desistió, de un movimiento con le mano, lo golpeó en la parte baja del cuello logrando dormirlo en su punto de sumisión.

Incluso defiendes algo incorrecto.

Algo me decía que estaba equivocada, y que tenía que alejarme de ahí. Y si, lo hice. No intervení, no creí en lo que pensaba.

No sería la primero ni última vez que creer en una corazonada, es mi punto de peligro. A veces la corazonada son advertencias, no un movimiento para avanzar.

Y yo retrocedí.

Cuando todos se alejaron, cuando Alaska me trató de calmar al verme tan callada sin entender que mi cabeza no estaba en este lado terrenal por la violencia, sino, estaba preocupada por Gunner. Lo supe, nadie más se preocupó por él, y yo no quería dejar solo a nadie.

Asique me obedecí a pesar de querer hacer algo para ayudar a Gunner, y me alejé.

Pero nadie me dijo que no podría ayudar desde lejos. Un día lo hice, guardé un par de medicamentos en una bolsa liviana, y dejando una nota pegada con cinta adhesiva fuerte los pegué a su casillero de vestir le ayudé por si le dolía algo.

Mi conciencia se calmó. Y no tenía que interactuar ni intervenir, me mantendría alejada.

O eso tenía que ser así.

Hasta que todo se acabó.

***

¡Hola!

¿Como estan?

Yo increíble.

¿Que tal? ¿Eh?

¡Gracias a todos! Ya son 100 votos. Me alegra tanto su apoyo. Saben, con estas pequeña cosas puedo saber que les gusta. Si quieren comentar no tengan pena, cualquier duda yo la resuelvo. Y siempre trato de contestar los comentarios.

Estos meses he tenido bloqueo, pero hay momentos de inspiración que me llegan, así que voy a tratar de subir por tres semanas un capítulo semanal.

Esperemos que funcione.

Saben que pueden seguirme en instagram: Ross_v_heather. Algunas veces subo fragmentos de capítulos adelantados.

Luego editaré este capítulo, ya que no me da tiempo ahora. Espero que los franceses no se ofendan porque utilicé traductor de Google. Es que quiero aprender pero no doy. Tal vez más adelante.

Aquí les dejo una bella ilustración de Gunner, que me hizo la editorialbluewrite
De su ilustradora 

Estoy tratando mucho de promocionar al menos todos los días. Tal vez pueda hacer que la novela llegue a 10k antes de que termine el año. Vamos a ver 🤸

Mi bebé está precioso.

RV Se despide. (Extraña decir eso)

Bye ❤️

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