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Capitulo V

Julie Jones.

5:30 p.m

Tres semanas han pasado después de ser encontrada in fraganti husmeando entre el maletero de Jeremy.

Luego de prácticamente amenazar a mi primo con su propia arma corto punzante y obligarlo a que me trajera a casa, fui dejada junto a Camila a medio camino por órdenes de Deckard. Ahora cumplo una condena de limpiar su habitación—orden dada por mi madre—, que por cierto es un desastre.

La habitación de Jeremy siempre ha sido como un lugar secreto en mi casa. Pocas personas han entrado aquí; la habitación es de un triste color gris. En las paredes hay fotos de sus padres y él; en una de ellas la tía Julissa aparece embarazada. Su historia es triste: la tía Julissa iba a tener un bebé, según papá me ha contado nació el mismo día que Julieth y yo con la diferencia que el bebé murió pocos minutos después de nacer. Siempre he creído que Jeremy tiene una especie de trauma con el tema. Nunca habla de eso.

Una caja de color dorado llama mi atención. Me acerco al armario de Jeremy siguiendo el destello de la caja; la tomo entre mis manos y la aprecio con detenimiento. Los números 5:40 están plasmados sobre la tapa de la caja.

¿Esto es oro?

Abro la caja y me encuentro con una carpeta y unas fotos en una pequeña bolsa. Tomo la bolsa y la abro. Esto es muy extraño, son fotos antiguas, eso está claro; parece ser la tía Julissa embarazada. Luego hay una foto de toda la familia Becher, encerrando en un círculo de color rojo a mi madre y sus hermanos. Por otro lado, los que no son pertenecientes a la familia Becher por parte de sangre están encerrados en un círculo de color verde. ¿Esto debe significar algo?

Paso a la siguiente foto y es una mía. Soy solo yo a los nueve años usando un vestido floreado.

Recuerdo ese día a la perfección: mi madre me había obligado a posar para una foto con mi hermana. Primero tomó una foto solo de mí, luego recuerdo a Julieth enfadada por ello. Luego de eso, ella me arrastró y lanzó a un charco de lodo: fue Jeremy quien me ayudó a salir del lodo. Ese día por un par de minutos fue bueno conmigo—incluso me compró un helado—. Luego de eso él volvió a ser igual de frío que siempre.

Paso a la siguiente foto. Es una foto de mi tía Julissa y el tío Tomás, el hermano de mi madre. Observo la foto con detenimiento: lucían muy felices juntos, pero entonces algo llama mi atención. El brazo izquierdo del tío Tomás tiene una mancha muy grande. Más que una mancha parece una especie de tatuaje o algo por el estilo. La tía Julissa tiene uno igual.

Dejo las fotos a un lado y decido abrir la carpeta. Unos cuantos papeles están en ella. Copias de documentos de propiedades, pero un documento capta mi atención.

Es la copia de mi partida de nacimiento.

Me resulta extraño. ¿Por qué Jeremy tiene éstas cosas?

Reviso las otras páginas y hay otra partida de nacimiento a nombre de Lucy Becher. Reviso sus datos y datan junto con los míos. Por ser apellido Becher deduzco que debe ser de mi familia, pero no conozco a ninguna Lucy Becher.

Comienzo a guardar los papeles y las fotos para meterlos en la caja, pero entonces algo que no había visto me detiene. Una daga al fondo de la caja. Ésta daga es parecida a la que Camila encontró. También tiene unas iniciales pero éstas son diferentes.

J.J

¿Quién es J.J?

Dejo mis preguntas existenciales a un lado y comienzo a guardar todo muy rápido cuando escucho pasos venir hacia la habitación. Me encargo de poner todo en su lugar y salir rápidamente encontrándome con mi hermana.

—¿Qué pasa? —me mira de forma extraña—. ¿Que hacías en la habitación de Jeremy?

—Limpiar. ¿Qué traes ahí? —pregunto viendo la caja entre sus manos.

—Nada, basura.

—Ok... ¿Has visto a Jeremy?

—No, lo vi entrar al bosque hace rato.

—¿Al bosque? —mi hermana asiente—. ¿Por qué entraría al bosque?

Julieth se encoge de hombros.

—No lo sé, killer Queen.

—¿Qué hora es?

—Uhm las 5:38.

—La voz —susurro.

—¿Qué?

—Nos vemos, Julieth.

Prácticamente salgo corriendo de mi casa y me adentro al bosque rápidamente. En cuestión de minutos estoy justo en medio del bosque para cuando el reloj marca las 5:40 p.m. Comienzo a escuchar la suave melodía de una guitarra y una dulce voz comienza a cantar.

«¿Cómo te sientes hoy? Hoy estoy cansado justo como todos los días

la taza entre mis manos se siente pesada, mis manos tiemblan.

Caigo lentamente en un hoyo sin salida

no hay nadie que pueda rescatarme

todos me miran caer lentamente, nadie puede ayudarme.

Tal vez soy solo un idiota, uno que está solo, no hay nadie a mi alrededor

el dolor crece cada día, mi lugar favorito se ha vuelto un lugar vacío.

Todos me miran mientras camino, soy tan extraño para ellos. ¿Por qué nadie puede ayudarme?

Nadie puede oírme gritar, nadie puede ayudarme. Alguien por favor ayúdeme.

Tal vez soy solo un idiota, uno que está solo, no hay nadie a mi alrededor

el dolor crece cada día, mi lugar favorito se ha vuelto un lugar vacío.

Si estás escuchando esto por favor venme a buscar

si me logras encontrar te prometo estaremos juntos.

Prometo ayudarte, prometo que nunca estarás sola, te prometo nunca más te sentirás sola.»

Suelto un jadeo mientras trato de encontrar la dirección correcta de dónde viene la melodía. Opto por seguir caminando derecho, adentrándome a una parte oscura del bosque. Enciendo la luz de mi teléfono para poder guiarme mejor; mi madre siempre ha dicho que en ésta parte del bosque hay unas cuantas serpientes que se camuflan entre los árboles por lo que es muy difícil verlas. Como no quiero ser mordida por una voy lo más silenciosamente posible.

No sé muy bien durante cuánto tiempo camino, pero ahora estoy desorientada. Estoy en una parte del bosque que probablemente nunca había visto o tal vez sí, pero no lo recuerdo porque estoy en un bosque y todo es igual.

Observo una luz bastante cerca como una especie de hoguera, pero... ¿Una hoguera en el bosque?

Decido acercarme. La hoguera está recién hecha, eso está claro; frunzo el ceño observando una especie de túnica que está tirada muy cerca del fuego.

Me levanto rápidamente al escuchar unos pasos. Miro a mi alrededor y observo a alguien muy alejado de mí.

—¿Deckard? —trato de observarlo, pero está tan oscuro que solo veo su silueta—. ¿Deckard, eres tú?

Me acerco a él. La silueta se hace más divisible, pero entonces me doy cuenta que no es Deckard y que son dos personas con máscaras.

—¿Deckard? —camino hacia atrás asustándome un poco, rio nerviosa—. ¿Jeremy? No... no me asusten, por favor.

Me giro hacia el otro lado, encontrándome con dos personas más enmascaradas también. Miro a todos lados observando a personas cerrándome el paso.

Ahora tengo miedo. Observo los árboles a mi alrededor y veo cómo están manchados de sangre. Entonces miro a mis pies y suelto un grito al ver un cuerpo desangrándose a mis pies.

—¡Ayuda, por favor! —comienzo a correr lo más rápido que puedo en dirección contraria.

Antes de darme cuenta, un gran cuerpo se posa frente a mi dándome un golpe que me manda al suelo.

Soy cargada de nuevo hasta la hoguera. Estoy un poco aturdida por el golpe, trato de soltarme del agarre, pero no puedo. Está más que claro que la persona que me carga es más fuerte que yo; creo que seré tirada al fuego cuando me ponen bruscamente sobre el suelo.

—¿Quiénes son? ¿Que quieren? Por favor déjenme ir. —suplico.

Ninguno me da respuesta. Observo a alguien traer una especie de metal grande que es puesto al fuego.

No entiendo muy bien qué es lo que está pasando o para qué quieren eso. Alguien se acerca a mí y rompe mi hoodie dejándome solo en una pequeña camisa de algodón que traía puesta debajo.

Comienzo a entrar en pánico y trato de soltarme. El hombre que me sostiene me obliga a estirar mi brazo en dirección a la hoguera. Cierro los ojos con fuerza.

Entonces comienzo a sentir algo caliente justo sobre mi brazo. Lo siento presionarse con fuerza y comienzo a gritar.

—¡Esto quema! ¡Por favor, alto!

Lo siento entrar en mi brazo. Comienzo a ver sangre corriendo de mi brazo; veo el metal caliente ser presionado contra mi brazo. Juraría que escucho cómo mis tendones se queman. Introducen algo dentro de mi brazo haciendo que éste arda aún más. Lloro y grito muy fuerte, aun sabiendo que nadie puede escucharme.

Grito tan fuerte que mi garganta se seca. Las lágrimas caen por mis mejillas, el dolor es más grande que yo. En algún momento alejan el metal de mi brazo; logro golpear a quien me sostiene. Me escabullo entre los que están a mi alrededor.

Comienzo a correr lo más rápido que mis piernas me lo permiten. Escucho pasos tras de mí por lo que acelero el paso; soy inmensamente feliz cuando veo la luz del alumbrado que hay al lado de mi casa. Corro con más rapidez hasta que ya me encuentro en la entrada de mi casa. Observo cómo Camila está apunto de tocar la puerta.

—Oh, Julie —se gira hacia mí. La hago a un lado y abro la puerta jalándola para que entre. Cierro con llave y me recuesto contra la puerta—. Julie ¿estás bien?

Antes de darme cuenta comienzo a llorar. Lágrimas caen por mis mejillas; sostengo mi brazo que aún sangra. No sé qué es lo que me hicieron, pero duele, duele mucho.

Entonces me doy cuenta que no es solo mi brazo el que ha sufrido daños. Mi muñeca está sangrando demasiado, como si hubieran cortado una de mis venas.

Escucho a Camila jadear.

—Oh por Dios Julie, ¿qué te pasó?

—El bosque... Personas... Yo...

—Tranquila. Ven, hay que detener ese sangrado para poder llevarte al hospital.

—El hospital más cercano está a tres horas en auto.

—Suerte que tengo auto.

Camila me ayuda a ponerme en pie y me lleva hasta mi habitación. Le indico dónde está el botiquín de emergencia; ágilmente ella comienza a desinfectar y vendar mi muñeca.

—Camila —llamo su atención—. Ellos me hicieron algo.

—Sí, te cortaron una vena. ¿Cómo es que...?

—No, no, Camila mira —extiendo mi brazo y me veo a mí misma a través del espejo frente a mí—. Ellos me...

—Julie, te marcaron...

—Fue con un metal caliente... Ellos me pusieron una especie de ¿sello?

Camila jadea.

—Es como el sello de la daga... ¿Qué viste en ese bosque?

—Habían matado a alguien... El cadáver estuvo a mis pies...

—Traes sangre en tu zapato.

—Camila, lo habían degollado....

—Cálmate, debes saber algo antes de que te lleve al hospital.

Camila desbloquea su teléfono y me lo pasa dándole play a un vídeo. Lo observo y es la cámara de seguridad de la casa de Nana un día antes de su asesinato.

—¿Y esto qué?

—Alguien borró las grabaciones del día del asesinato. Las cámaras dejaron de grabar justo a las 6:35 p.m, minutos después nosotras llegamos y tu Nana ya había muerto.

—¿Y?

—Mira más de cerca —Camila le hace un zoom al vídeo y veo cómo Nana tiene una gran marca en el brazo— ¿Tu Nana tenía tatuajes?

—No...

—Julie, ¿y si el asesino marca a sus víctimas antes de matarlas? Un ganadero marca a sus vacas para identificarlas mejores... Un asesino marca a sus víctimas para asegurarse de su blanco...

—No estamos seguras de ello, tal vez ellos solo querían...

—Julie, fuiste marcada por una secta de asesinos. No hay ninguna justificación.

—No lo sé...

—Solo hay que estar preparadas en caso de que quieran hacerte daño —me pasa una pequeña caja que traía en su mochila—. Ten esto.

—¿Qué es? —abro la caja y ahogo un grito—. Mila, esto es un arma... ¿Para qué quiero una pistola?

—Julie, te daré el consejo que mi abuelo adoptivo me dio hace muchos años: "Si un extraño se te acerca demasiado, asegúrate de dispararle justo en la cabeza. Un muerto no puede hacerte daño."

—Ese es un... consejo interesante, pero no quiero volverme una psicópata asesina.

—No necesitas ser un psicópata para ser un asesino, querida Julie.

» Solo necesitas jalar el gatillo y apuntar a la cabeza o tomar el cuchillo y asegurarte que atraviese su garganta.

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