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Capitulo I

Narrador omnisciente

*Trece años atrás*

Octubre 15

—¡Julieth, no lo sueltes! —gritó Julie, una pequeña niña de cuatro años, a su hermana melliza Julieth.

—¡Déjalo ser libre! —dice la otra niña antes de soltarlo.

—¡No! ¡Se está escapando! —la pequeña Julie corrió tras el pequeño perro.

—¡No! ¡Julie, vuelve! —su tío Tomás la siguió, aterrado ya que iba en una mala dirección... Ella corría en dirección a la casa de los Collins.

—¿Tomás? ¡Tomás, no! —gritó su esposa, Julissa, corriendo tras el hombre.

Tomás aceleró, yendo tras su sobrina, pero tropezó y cayó al mismo tiempo que Julie desaparecía de su campo de visión.

—¿Necesita ayuda, señor? —se tensó al reconocer la voz de la persona.

—No... no, gracias —se puso en pie rápidamente antes de que el señor lo tocase.

—Yo creo que sí... Está en territorio prohibido, señor Tomás.

—Eh, yo...

—¿Está perdido? Déjeme escoltarlo a su casa. —Tomás pensó en mil maneras de escapar, pero se detuvo al sentir un cuchillo en su espalda.

—No... por favor.

Soltó un grito al sentir el cuchillo siendo introducido en su costado.

—Creo que será mejor que me acompañe. —Tomás y el señor desaparecieron en medio de los callejones que cerraban el paso del camino donde fue arrojado junto con su esposa.

Mientras, la niña no paró de correr tras su cachorro que había desaparecido de su mirada.

—¡Nemo! ¡Nemo! —la niña gritaba desesperada el nombre de su perro—. Por favor Nemo, vuelve. —chillaba la niña a punto de llorar.

Julie jamás había estado en esta parte del pueblo, estaba desorientada: solo quería encontrar a su perro.

—¿Nemo? ¡Nemo! —la pequeña seguía corriendo en busca de su mascota.

Un par de metros adelante, el cachorro cansado de correr, se refugiaba entre los brazos de un lindo niño de ojos grises.

—¿De dónde saliste? No puedes quedarte aquí. —murmuró el niño encantado con el perro.

—¡Nemo! ¡Nemo! —escuchó el niño que gritaban a lo lejos con la voz rota—. Nemo, por favor...

El perrito movió su cola al reconocer la voz de su dueña, comenzando a ladrar.

—No, no. Shhh, shhh, mami te encontrará. Shhh, cállate. —el pequeño trató de callar al cachorro, sin embargo, este se negó al escuchar a su dueña.

La niña corrió feliz, siguiendo el sonido de los ladridos de su pequeño cachorro.

—¡Nemo! —la niña llegó hasta donde está su perro. El pequeño puso al cachorro en el suelo, dejándolo correr hacia su dueña—. Oh Nemo, te busqué durante... —la niña reparó en la existencia del niño frente a ella.

"Es muy bonita". Pensó él al verla.

—¡Hola! Gracias por encontrar a Nemo.

—¿Se llama Nemo? —preguntó el niño extrañado.

¿Quién le pone Nemo a un perro?

—Sip, es mi Nemo.

—Bueno, vete. —murmuró el niño de manera fría; sus padres no podían encontrar a la niña.

—Pero... pero no sé dónde estoy...

Julie parecía que no podía dejar de verlo: era muy bonito y le resultaba extraño ya que nunca lo había visto. Era imposible, era un pueblo pequeño. ¿Cómo es posible que nunca lo hubiera visto?

—¿Vives aquí? —preguntó Julie, ladeando la cabeza.

—Sí, camina. —el niño se acercó a la niña y la tomó del brazo.

Julie se quejó por la fuerza con la que el niño la había tomado.

—No, espera. ¿Cómo te llamas?

El niño soltó un bufido ¿Qué acaso no iba a dejar de hablar de manera dulce? Aflojó un poco el agarre que tenía sobre el brazo de la niña.

—Soy Deckard, ya cállate.

—¿Adónde me llevas?

—A tu casa, dijiste que no sabías donde estabas.

—¿Por qué me ayudas? No nos conocemos.

El niño soltó otro bufido

—¿Quieres que te lleve a tu casa o no? Te puedo dejar morir perdida aquí si eso quieres.

La frialdad con la que el niño hablaba llamaba aún más la atención de Julie.

—Llévame a casa por favor —murmuró, embelesada por los ojos de Deckard.

Pasaron entre callejones que Julie ni siquiera sabía que existían hasta llegar a pocos metros de su casa.

La niña se giró hacía Deckard.

—Gracias, eres muy lindo. ¿Podemos ser amigos?

—¿Quieres que te dé un consejo? —murmuró el niño en respuesta.

—¿Sí?

—Aléjate de mí. Aléjate de los Collins. —susurró antes de desaparecer.

La niña se quedó extrañada y regresó a su casa.

—¡Volvió! ¡Volvió! —grita la tía Jackeline

—¿Qué sucede? —preguntó la niña, extrañada.

—¿Y tus tíos?

La pequeña frunció el ceño.

—Yo buscaba a Nemo, iba sola.

En cuestión de segundos, un auto sin placas pasó al lado de la casa de la pequeña Julie. Personas con máscaras arrojaron dos trozos de brazos ensangrentados que cayeron al lado de Julie, manchando su vestido de un líquido rojo.

—¿Qué es? —preguntó la niña.

—¡No! ¡No! ¡Los mataron! ¡Los mataron! —comenzó a gritar su tía. La pequeña, asustada por los alaridos, corrió hacia adentro de su casa.

—¿Qué sucedió, mi amor? ¿De qué te has llenado el vestido? ¿Estás pintando en la calle otra vez? —preguntó el padre de la niña.

—Papi, el brazo de la tía Julissa y el de tío Tomás, tía Jackeline los tiene.

—¡¿Qué?! —alarmado, el señor Jones corrió afuera de su casa y encontró a su cuñada abrazando dos brazos con rastros de ropa y joyería que... exactamente eran de Tomás y de Julissa Becher...de Julissa Becher. El señor Jones sintió una presión en su pecho y el dolor apareció en segundos.

—Murieron. —murmuró.

¡Los mataron! ¡Los Collins los mataron! —comenzó a gritar Jackeline.

—Jeremy... —murmuró el señor Jones pensando en el hijo de la pareja.

¡Fue culpa de Julie! —gritó la señora Julian, otra hermana de Jackeline—. ¡Ella fue tras los Collins y mi hermano y su esposa fueron tras ella! ¡Es culpa de la mocosa!

—No es verdad. —murmuró la niña escondiéndose tras su padre—. Yo no los maté.

—¡Los mataste! ¡Los llevaste al matadero! ¡Fuiste tú! ¡Tú! ¡Maldita seas, Julie Jones! —comenzó a gritar Julian.

Julie solo lloraba tras su padre...ella no había matado a nadie, ella no había matado a nadie, ella estaba con Deckard, ella no mató a nadie no...no.

*En la actualidad*

Julie Jones.

10:45 a.m

Observo mi obra con orgullo. ¡Yo pinté esto! Me miro a mí misma en el espejo y me encuentro llena de pintura.

—Mírame, Nemo —le hablo a mi perro que está acostado sobre mi sofá—. ¿Crees que parezco una artista? —mi perro me ve y ladra—. Sí, yo también creo eso.

Limpio mis manos y me acerco a acariciar su cabeza. Nemo es mi único amigo en casa, en un lugar donde constantemente me acusan que yo fui quien maté a mis tíos.

Han pasado ya trece años y todos siguen diciendo que yo los guie a su muerte.

¿Quién le dice esas cosas a una niña de cuatro años? Exacto, solo mi familia lo hace.

Suspiro.

—Me bañaré, Jordan y yo te llevaremos a un veterinario para tu chequeo. —Nemo ladra mientras mueve su cola y lame mi cara haciéndome reír.

Me paro justo enfrente de mi gran ventana. Mi casa es la última de las del pueblo, por ende tengo visión a todas las otras casas y... a una en especial.

La casa de los Collins.

Miro en esa dirección; esa casa es enorme, luce como una dulce y linda casa...pero quién sabe que esconde dentro.

Además, esconde algo que me ha dejado impactada desde que era una niña.

Esa casa esconde a Deckard Collins. La primera impresión que me llevé de él fue una no muy buena; la frialdad con la que hablaba para tener siete años...Daba un poco de miedo, pero no dejaba de ser fascinante.

Deckard Collins nunca dejará de ser un tema que me fascine. Deckard Collins es como un misterio que nadie llega a resolver porque nadie es tan valiente como para acercarse a él.

Bueno, existe una persona: mi primo Jeremy Becher.

Cuando sus padres murieron—el tío Tomás y la tía Julissa—, Jeremy comenzó a alejarse de todos. Mis padres se hicieron cargo de él: le dieron amor como mis tíos lo harían, pero él jamás reaccionaba a ellos. Él solo se alejaba más y más de las personas; de alguna manera que desconozco él terminó acercándose a Deckard hasta convertirse en su amigo...El único en realidad.

Nadie nunca fue tan valiente para acercarse a ellos dos. Algunas chicas lo hacen, pero son muy pocas las que se atreven.

Todos en el pueblo le temen a Deckard. Todos dicen que su familia está loca y enferma, pero él es sin duda el más enfermo de todos. Eso es lo que dice el pueblo.

Yo siempre hago caso omiso a lo que dicen: no puedes juzgar a alguien solo por cómo se viste o las vibras que te da.

Aunque siempre he querido acercarme a él y a mi primo, no puedo porque cada vez que lo intento alguien me detiene.

Quiero descubrir lo que oculta Deckard Collins, necesito hacerlo.

Mi celular suena, lo busco por todos lados y lo encuentro en medio de mis pinturas. Contesto.

—¿Hola?

—¡Amor! —responde Jordan, mi novio y vecino.

—Hola, precioso.

—¿Puedes acercarte a tu ventana?

Me miro en el espejo y observo que tengo la ropa manchada de pintura.

—Eh, sí...Un...un momento. —tartamudeo.

Me despojo de mi ropa manchada. Jordan, al igual que mi madre, no aprueba que quiera ser artista. Me gusta todo lo que tenga que ver con el arte, pintura, dibujo, escultura, ¡todo! Sin embargo, mi madre no lo aprueba porque dice que andaré hecha un desastre.

Ella prefiere que estudie medicina, y Jordan apoya eso.

Jordan Nowell es lindo conmigo, hemos estado juntos desde niños y comenzamos a salir cuando tenía catorce; él es un año mayor que yo y parece siempre estar de acuerdo con cada cosa que sale de la boca de mi madre.

Una vez tengo la ropa limpia puesta, salgo a mi ventana derecha donde mi novio me espera apoyado en la ventana de la habitación de al lado.

—Hola. —sonrío cuando le veo.

—Oh, hola. ¿Estás lista para que llevemos a Nemo? —pregunta, sonriendo.

—Por supuesto, solo déjame comer algo rápido y nos vamos, ¿te parece?

—Ok, avísame cuando estés lista.

Sonrío y cierro mi ventana.

Bajo rápidamente a la sala de mi casa junto con Nemo.

Mis padres, mi hermana y Jeremy están sentados alrededor de la mesa. Me sorprendo a causa de que pocas veces Jeremy se digna a comer con nosotros. Normalmente solo agradece la comida y se encierra en su habitación.

—Buenos días. —saludo abrazando a todos, inclusive a Jeremy quien se queja cuando lo abrazo con fuerza.

No puedo evitarlo, adoro los abrazos.

—¿Y ahora por qué estás tan feliz, killer Queen? —habla mi hermana "melliza", lo cual me fastidia. Ella siempre va a fastidiarme.

—Porque finalmente tengo una habitación lejos de ti. —murmuro divertida.

—¿Vas a salir, cariño? —pregunta mi padre mientras ve televisión.

—Sí, llevaré a Nemo al veterinario junto con Jordan. —me sorprendo cuando escucho a Jeremy.

Jeremy Becher nunca ríe. De hecho, nunca hace otra expresión facial que no sea de fastidio.

—Nemo es un nombre estúpido para un perro. —comenta mientras come de su cereal.

Lo miro entrecerrando los ojos.

—¿Más estúpido que tú? Lo dudo.

Niega y voltea a ver a otro lado, pero alcanzo a ver una pequeña sonrisa en su rostro por lo cual también sonrío también.

—Bueno, no vayas a tardarte. Recuerda que no puedes estar fuera después de las 8 p.m.

—Iremos hasta Connecticut porque ¿qué crees?, vivimos en un pueblo escondido. Tan escondido que ni siquiera tenemos veterinarias. —digo con fastidio.

Vivir en Cold Town es horrible y lo odio.

—Y si...

—No vamos a mudarnos a otra parte, Julie este es nuestro hogar—mi madre me mira diciendo las mismas palabras de siempre.

Suspiro.

—Pero Joey, Jasmine y Jossie, ellas...

—Ellas son un caso diferente. Ya viste cómo terminaron. —habla mi madre mientras me mira mal—. Terminaron con hijos: Jossie con Peter a los dieciséis y Jasmine a los dieciocho y... Joey... Joey exhibiendo su cuerpo en revistas... Tan patético.

—Mamá, Joey solo es modelo. Gana bastante bien y tiene una linda relación con Marcus.

—Su novio es otra cosa tan...tan... —suspiro mientras salgo de la cocina— ¡Julie Jones, no me dejes hablando sola!

—No me quedaré a escucharte hablar cosas malas de mis primas. ¿La tía Jamileth sabe que llamas a sus hijas patéticas?

Mi madre ríe.

—Por supuesto. Ella tiene la culpa: las dejó hacer lo que querían siempre y, míralas, las tres se fueron muy lejos.

—Ojalá yo también pueda hacerlo un día —murmuro muy bajo en lo que le pongo su correa a Nemo—. ¡Vuelvo después! —salgo de mi casa.

Suelto un gran suspiro una vez estoy fuera de mi casa.

Siempre es un alivio salir de mi casa.

—¿Adónde vas tan apurada, Julie? ¿Tienes a alguien a quien conducir a su muerte? —mi tía Julian me mira desde el porche de su casa.

A veces es un fastidio que toda mi familia viva en la misma calle.

No respondo y camino en dirección a casa de Jordan.

—¿Sabes qué día es hoy? —habla mi tía. Me detengo y giro hacia ella.

—¿Qué día es hoy? —pregunto.

—Hoy es el cumpleaños de tu tía Julissa.

—¿En serio?

—Si no la hubieras matado justo ahora cumpliría treinta y siete años.

—Yo no la maté...

—¡Fuiste tú! Metieron a mi hermana en un manicomio por tu culpa también —la tía Julian se acerca bastante a mí. Doy un paso atrás cuando veo que aprieta con fuerza las tijeras de jardinería que tiene en las manos.

—No... A ella la metieron porque trató de asesinarme. Ella iba a matarme, recuérdalo.

—Tal vez es tiempo de que alguien más termine el trabajo... —murmuró.

—Tía ¿qué...? —Me callo cuando mi tía suelta las tijeras y prácticamente corre hasta su casa a encerrarse.

Miro confundida el camino que tomó mi tía, pero no le presto mucha atención. Me giro para ir a la casa de Jordan y entonces entiendo el motivo por el cual mi tía corrió.

El motivo tiene nombre y apellido: Deckard Collins.

Él camina tranquilamente y... Viene caminando en mi dirección. Rápidamente me apresuro a llegar a la casa de Jordan arrastrando a Nemo. Mi novio abre casi al instante en el que toco la puerta.

—Hola, te estaba... —lo empujo y entro a la casa. Me acerco a ver por la ventana que está al lado de la puerta.

Deckard pasa justo frente a la casa y hay una sonrisa en sus labios.

A él le gusta que le teman. A él le gusta aterrorizar a todo lo que se mueve en este pueblo.

—¿Qué acaba de pasar? —pregunta Jordan mirándome confundido.

—Deckard Collins —susurro—. Acaba de pasar justo frente a tu casa.

—Oh... ¿Ya se fue? —observo otra vez.

—Sí, se ha ido. Creo que podemos irnos —digo mirándolo—. De nuevo, en serio muchas gracias por llevarme a la veterinaria con Nemo.

Ríe

—Es todo un placer. —me acerco a él y trato de darle un beso en los labios, pero se aleja.

—¿Es en serio, Jordan?

—Sabes que a tu madre no le gusta que nos besemos.

—¡Mi madre no está aquí! —reprocho, enfadada.

—Igual, debemos respetar todo lo que dice.

Suspiro en muestra de frustración.

—Vamos, se hace tarde.

Y por lo que veo será un día muy largo para mí, contando que son casi como tres horas para llegar a Connecticut.

Subo en la parte de adelante, al lado de Jordan y con Nemo sobre mis piernas. Jordan se dispone a conducir en silencio durante varias horas.

En un momento del viaje Nemo se incomoda, se levanta y sacude botando pelo. Es una de las razones por la que lo llevaré al médico: bota demasiado pelo.

—¡No! Lo limpié ayer —masculla, enojado—. Ese maldito saco de pulgas acaba de... —abro mucho la boca mientras lo miro. Él se da cuenta de lo que acaba de decir.

No te metas con mi perro, jamás.

—Detén el auto.

—No, Julie. Yo no quería...

—¡Detén este auto ahora mismo! —Nemo ladra al notarme alterada.

—No te puedes quedar en medio de la carretera.

—Caminaré. Detén el auto y no me hagas repetirlo, Jordan Nowell.

Jordan detiene el auto, tomo mis cosas y bajo junto con Nemo.

—Le diré a tu madre, Julie, no hagas esto.

—¡Pues, anda y dile! No es la primera vez que vas y me acusas con mi madre, y aun así seguimos siendo novios, estúpido. ¿No te parece? —comienzo a caminar por la carretera ignorando los gritos de Jordan.

Una vez estoy muy lejos de él me detengo un momento para respirar. El sol quema bastante; estoy en medio de la nada y me quedan como cuarenta minutos más de camino. Nemo luce cansado de caminar así que se echa sobre el pasto de al lado de la carretera.

—¿Es en serio Nemo? —mueve su cola—. ¿Me harás cargarte hasta Connecticut? Eso es cruel —lo levanto y lo cargo entre mis brazos—. Ok, pero cuando caminemos de regreso deberás caminar por tus propios medios.

(...)

5:30 p.m.

Jadeante, festejo cuando por fin he vuelto a casa. Pongo a Nemo en el suelo una vez estoy en la entrada de mi casa.

—No puedo creer que me hayas hecho cargarte hasta aquí. —le murmuro a mi perro.

Ladeo la cabeza observando un camión de mudanzas justo frente a la casa que se supone está abandonada. ¿Debería ir e investigar?

Bueno, soy Julie Jones y a Julie Jones le gusta mucho investigar.

—Échate —le digo a mi perro y este obedece—. Ahora vuelvo, no te muevas.

Sacudo los pelos que Nemo ha dejado en mi camisa y acomodo mi ropa.

Bien, vas y saludas. Debes ser amigable.

Camino segura hacia el camión de mudanza. Lo primero que llama mi atención es la cabellera muy rojiza de una chica que carga algunas cajas; está de espaldas, por ende, no me ve llegar.

—¡Hola! —saludo sonriendo.

La chica grita y suelta las cajas.

—¿Qué..? Oh, eres tú. Escucha, eres muy amable, pero ya te dije que no me interesa conocerte y mucho menos te presentaré a mi hermano. —dice la chica con fastidio mientras le ayudo a recoger las cosas.

—¿Disculpa?

—En serio eres muy gentil ¿Julieth? Sí, creo que ese es tu nombre, pero no te presentaré a mi hermano. ¡Y mi cabello sí es natural!

—Yo no soy Julieth. —repongo.

—¿No? ¿Qué mierda? No entiendo, hace diez minutos viniste porque viste a mi hermano y...

—Eh, no, esa no era yo. Debiste confundirme con mi hermana... Soy Julie Jones. ¡Es un placer!

—Oh... Lo lamento —me tiende su mano—. Soy Camila Collins, pero puedes llamarme Mila.

—¿Collins? —ladeo la cabeza.

—Sí, Collins. ¿Algún problema?

—Eh...no es...nada creo. ¿Necesitas ayuda?

—Oh, gracias. ¿Podridas ayudarme a llevar esas cajas? —señala unas cajas. Asiento mientras me acerco y cargo las tres que están realmente pesadas, pero igual lo hago.

Papá siempre ha dicho que tengo la fuerza de un hombre, lo cual es divertido.

—Sígueme por aquí. —ella me guía hasta una habitación en la segunda planta, una habitación muy oscura: sus paredes están pintadas de un color gris muy oscuro, parecido al de una nube de tormenta.

—¿Ésta es tu habitación? —Asiente—. Wow... Es...linda.

—¿No te parece extraña por su color?

—Todos los colores me gustan, no debes discriminar ninguno.

Ríe.

—Luces más agradable que tu hermana.

—¿Cómo nos has confundido? Somos diferentes, ella es rubia y yo...

—¿Rubia? No, no, yo la he visto castaña como tú... Tal vez la diferencia en ella y tú son las pecas...

—Entonces... Eres Collins... ¿Eres familiar de Deckard?

—¿De quién?

—Deckard... Deckard Collins.

—Uhm... Sinceramente no tengo ni idea de quién es.

—¿No? Bueno... Yo debo irme ahora porque se hace tarde y dejé a mi perro en la calle.

—Oh, claro. Muchas gracias por la ayuda.

—Bueno, si necesitas algo, vivo en frente de ti. Puedes acercarte y gritar mi nombre.

Ríe.

—Lo haré, muchas gracias.

Camila me acompaña hasta la puerta y voy directo a por Nemo que me espera acostado en el pasto.

—Bueno vamos a... —me detengo al escuchar una voz que viene del bosque.

Otra vez esa voz.

Todos los días exactamente a las 5:40 p.m. alguien canta en el bosque. Es una voz hermosa; sé que es un hombre, aunque no tengo idea de quién es. Tampoco he tenido el valor de meterme al bosque y explorar.

El bosque también es propiedad de los Collins.

Miro a Nemo.

—¿Investigamos? investiguemos.

Camino con cautela, adentrándome al bosque. La voz se hace cada vez más fuerte conforme me acerco al centro del bosque. No sé cuánto tiempo pasa cuando logro llegar justo al centro del bosque. Me siento desorientada ya que la voz no está.

—Muy bien Julie, muy bien. Sigue una voz y adéntrate al bosque prohibido. ¡Ha sido una gran idea! —digo para mí misma.

Suspiro y me doy la vuelta para regresar a mi casa.

Me paralizo al ver un cuchillo apuntar en mi dirección. Camino lentamente hacia atrás hasta que mi espalda choca con un árbol.

Amo los árboles, pero a este lo odio.

—¿Qué haces aquí? —el cuchillo baja de apuntar mi rostro a apuntar directo a mi cuello, justo ahí es donde puedo ver sus ojos grises.

Oh Dios, es Deckard.

—Acabo de hacer una pregunta, responde.

—Yo...yo ¡Nemo ataca! —mi perro me mira ladeando la cabeza y sigue jugando con una hormiga—. ¡Nemo!

—No me va atacar, ahora contesta. —su voz es realmente profunda

Si no tuviera un cuchillo apuntando en dirección a mi cuello estaría alardeando lo bien que luce Deckard Collins y sobre lo cerca que estamos.

—Yo...yo venía...Siguiendo a mí... mí perro —mi voz se corta cuando él se acerca y pasa la parte no filosa del cuchillo alrededor de mi cuello. El metal se siente muy frío. Quiero gritar, pero temo que me entierre el cuchillo y aun si gritara nadie vendría, nadie.

—¿Venías tras el perro? —asiento—. Este bosque es prohibido y lo sabes: nadie debe venir.

—Pe...perdón.

Ríe pasando el cuchillo ahora por mi mejilla

—Te daré un consejo — se acerca a mi oído y con voz ronca susurra:— No vuelvas a entrar a este bosque. Aquí hay serpientes venenosas, animales peligrosos y asesinos sedientos de nuevos cuerpos para coleccionar. En especial si son de lindas chicas curiosas como tú.

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Holi, muy emocionada de que estés dándole una oportunidad a este libro c: En serio, gracias uwu 

En otras noticias...Te ves muy bien hoy :D 

#LectorActivo

Y...eso gracias ahr

—Helado🍦

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