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Parte/25/Eva es atacada.


Pasó un mes desde el encuentro de Eduardo con Eva, y éste no dejaba de pensar en la hermosa desconocida ya pronto tenía que volver a la ciudad a seguir con sus estudios, después de pasar las vacaciones al lado de su familia; había estado yendo hasta el establo con la esperanza de encontrarse con la joven, pero el feliz acontecimiento no se daba, es por eso que se decidió a rondar por la casa exponiéndose a encontrarse con la odiosa de su madre, pero no corrió con suerte, hasta que un buen día la vio caminando por la calle acompañada de Petra al verla pensó.

Que hermosa es, no creo que esa horrible mujer sea su madre, pero ella así la llamó, me acercaré un poco sin que me vean—, desde su lugar claramente escuchaba la voz de las mujeres y al oír hablar a Eva su desconcierto aumentó.

—Definitivamente está chica no pertenece a este lugar, es educada y se expresa muy bien.

Un hombre recargado en un muro veía a Eva torvamente, su mirada era tan intensa que casi, casi la atravesaba, Petra se dio cuenta advirtió a su nieta.

─Cuídate mucho Eva, solo sal de la casa cuando sea muy indispensable y tapate con tu rebozo, camina con la cabeza gacha, y da a oídos sordos a lo que te digan los viejos y cuando veas a ese Fulano, que no te quita la vista de encima, sácale la vuelta porque parece que te está encuerando con la mirada.

—¿Cuál abuela?

Míralo disimuladamente está parado en el muro de allá.

Eva lo vio y se asustó, ningún hombre la había visto así—. Ay Dios.

—¿Quién será?

—A de ser algún amigo de uno de los hijos del dueño de la hacienda de Xuastla, seguido vienen de visita, lo sé, porque Gertrudis la viuda de don Onofre trabaja allí, esos desgraciados riquillos no más quieren abusar de las muchachas y después de eso mandarlas mucho a la chingada.

─Si abuela tendré muy en cuenta sus advertencias.

─Eva, se encargó de las labores del hogar, siguió las instrucciones de su abuela, no salía de la casa para nada, si necesitaba algo se lo encargaba a un niño vecino, pero un buen día el mismo niño le entrego un papelito bien doblado.

─Eva, uno de los amigos del hijo del patrón de la hacienda de Xuastla, me dio este papel para que te lo diera.

Eva, ni siquiera recibió el recado y le ordenó al niño.

─Mijo rompe ese papel.

─Pero que le voy a decir al señor, allá me está esperando pa que le lleve la razón (contestación).

─Nada, no le vas a decir nada, vete por la otra calle para que no se encuentren ─Eva saco una moneda del bolsillo de su vestido y se la dio al niño ─Ten para que te compres un dulce.

─Gracias Eva.

Gracias a ti, vete derechito a tu casa.

El joven se cansó de esperar y, una rabia ciega lo inundó, se dijo para sí mismo.

─Pues que se está creyendo esta vieja, a mí nadie me desprecia, menos esta india pata rajada, orgullosa se debía de sentir que yo, el hijo del diputado Jaramillo le quiera hacer el favor, porque de que me la voy a chingar, me la voy a chingar, si no es por las buenas, pues ya será por las malas, pero esta pollita no se me va viva, esta como quiere la puta vieja─. Unos días después se encontró al niño y jalándolo por un brazo lo increpó.

─A ver muchacho cabrón, ahorita mismo me vas a decir ¿Por qué me dejaste como pendejo esperándote?

─Pos que quería que hiciera, Eva me dijo que me fuera derecho a mi casa.

─¿Pero le disté el papel que te di?

─Pos si, si se lo di ─, o más bien si se lo di, pero cuando le dije que era suyo, me dijo que lo rompiera.

─ ¡Méndiga vieja!

El hombre soltando el brazo del niño le dijo.

─Está bueno, a ver dime con quien vive.

─Pos ¿Cómo que con quién vive?

─ ¡Si, muchacho pendejo! ¿Cuántos viven en la casa?

─Pos, ¿Cómo que cuantos?

El chamaco empezó a contar con los dedos.

─Pos vienen siendo cinco.

─ ¿Y quién son esos cinco?

─Pos como que quien son, su abuelo, su abuela, sus tíos Benito, Pedro y con ella acabalan cinco.

El joven ya no quiso escuchar más, corrió al muchacho ásperamente.

─Jálale para otra parte, donde no te vuelva a ver, muchacho bueno para nada.

El chico en cuanto el hombre lo soltó del brazo se fue corriendo lejos de la vista del malvado, pasaron unos días en los que el joven, investigó todo lo referente a las entradas y salidas de la familia, así fue como se enteró, que su abuelo y sus dos tíos salían muy temprano a trabajar al sembradío de su propiedad y regresaban a eso de las cinco y media o seis de la tarde, que su abuela, se iba a la casa de su hija Juana ya que esta, desde la muerte de su hijo la mayor parte del tiempo se la pasaba dormida y lo más importante, era que Eva no salía para nada de la casa, es por eso que un día, como a las doce del día se presentó en la casa de Petra, tuvo mucho cuidado de dejar algo retirado su caballo, para no alertar a la pollita, como el solía llamar a las mujeres. Tocó la puerta una y otra vez, Eva andaba en el corral dándoles de comer a los puercos, se apresuró a ver quién tocaba con tanta insistencia la puerta ─cuándo la abrió y vio parado al indeseable hizo el intento de cerrar rápidamente, pero el hombre fue más rápido y, haciéndola a un lado entró cerrando la puerta tras de sí.

─Usted que hace en mi casa, aquí no se le perdió nada, ¡Lárguese de aquí!

El hombre riendo cínicamente le dijo.

─Cálmate pollita, no hagas un escándalo, o quieres tener público para que vean lo que va a pasar.

─¡No se atreva! ¡LE DIGO QUE SE LARGUE!

El hombre sin hacer caso alguno, la tomo de la cintura y acerco su cara a la de ella con intención de darle un beso, Eva lo mordió, éste fuera de sí, la cacheteo, tan fuerte que fue a caer al otro lado de la mesa golpeándose la cabeza, se levantó medio atolondrada por el golpazo, pero el infeliz la tiró al suelo y sin ningún miramiento estaba a punto de cometer su fechoría, de pronto el hombre cayó fulminado a causa de un golpe en la cabeza que le propino Juana. Ella ayudó a su hija a ponerse de pie, se sorprendió ver la cara de Eva tinta en sangre, le escurría la sangre de la frente por la descalabrada a causa del golpazo, Juana corrió a su casa y poco después regreso con una pistola, en esos momentos el joven recobró el conocimiento, antes de que pronunciara palabra alguna Juana le apuntó con la pistola instigándolo a salir de la casa.

¡¡¡LARGUESE POR DONDE LLEGÓ Y NO SE LE OCURRA VOLVER A ESTA CASA Y SI VUELVE A MOLESTAR A MI HIJA, SE VA A LLEVAR UN TIRO EN LA FRENTE!!!

El asustado joven se levantó del piso y salió tambaleándose de la casa, sin esperar que Juana repitiera la orden, enseguida ayudo a su hija a sentarse en una silla y diligentemente le empezó a curar la herida de la frente, Eva le dio las gracias.

─Gracias, si no hubiera llegado tan a tiempo, ese hombre me hubiera abusado de mí ¿Por qué me ayudó?

─Eres mi mija.

─No lo creo una madre no le desea la muerte a su hija, me has repetido hasta el cansancio, que mejor me hubiera muerto yo en vez de tu hijo Alfonsino y eso solo quiere decir que tú no eres mi madre, que solo soy hija de mi padre Alejandro, de él siempre he recibido cariño y de ti, solo golpes y maldiciones.

─No, no mija, estás equivocada, tú eres mi mija, solo que verte me recuerda al...

─Me tengo que ir, cuídate y no le abras a nadien.

─No Juana, no te vayas, no crees que, si yo soy parte de ese secreto que guardas tan celosamente, ya es tiempo de que lo sepa.

No, no, no tengo nada que decir cuídate.

Juana salió de la casa llorando. Cuando llegó Alejando acompañado de Bruno, le contó a su marido lo que había pasado con Eva.

—A éste lo cegó la ira.

—¿Y quién era ese hijo de su chingada madre?

—Pos yo qué sé, yo nunca lo había visto antes.

¿Y quién te dijo lo que estaba pasando con Eva?

—Nadie, de repente me dio una corazonada, pensé en mi madre, ya que hace unos días me dijo que en los últimos días andaba media mala y con ese presentimiento me arranqué a la casa, la puerta no tenía la tranca, la empujé cuando entre me encontré con el desgraciado que estaba a punto de chingarse a Eva, en ese momento se me vino a la mente lo que me hizo el patrón, me cegó la rabia, agarré la tranca de la puerta y le sorrajé un chingadazo en la mera cabeza, cayó desmayado y antes que volviera en sí, me vine corriendo a la casa y saque tu pistola del ropero, regrese a la casa muy a tiempo ya que el hombre estaba volviendo en sí, le apunté en la cabeza y le dije que no volviera a molestar a mi mija y que nunca se volviera a parar por la casa si no quería morir con una bala en la frente.

—Hiciste lo correcto y Petra ¿No estaba en la casa?

—No, todos estos días se ha ido a cuidar a doña Gumersinda que está mala, ya vez que esta solita, sus cuatro hijos se fueron a la revolución y que tanto hace que se le murió su viejito, está por llegar Hermelinda su hija, se la va a llevar a Guadalajara pa poder ver por ella, cuando se murió don Cástulo se la quiso llevar, pero ella no se quiso ir, pero ahora no le va pedir permiso, pero volviendo al asunto de Eva, convéncela para que regrese a la casa para que no se quede sola.

—Y para qué quieres que vuelva, para seguirla martirizando.

—No, no, aunque no me creas, verla ahí tan indefensa tal como yo estaba, me hizo comprender que ella no tiene la culpa de lo que me pasó, estoy arrepentida por todo lo que le hice.

—Mira Juana el asunto no es tan simple como que le digas, "perdóname por todo lo que te hice" tienes que empezar por contarle la verdad, la has tratado tan mal, que ella cree que no es tu hija, que solo yo soy su padre.

—Pero como le digo que nomás es mija, ella va a querer saber quién es su padre y no sé cómo va a reaccionar y si en un arranque le reclama al patrón no la quiero exponer a que la repudie más de lo que ya la repudia.

—En eso te equivocas Juana, el patrón hace mucho que sabe que Eva es su hija, tu misma la arrojaste a su lado...

—No, no eso no es cierto, yo nunca le he dicho que Eva es su hija ni siquiera a doña Celia.

—Doña Celia desde el primer día que nació supo que era hija de su marido, ella vio el parecido de la niña con su esposo y su suegra doña Eva.

—A ahora caigo en cuenta, que cuando le agradecí por su ayuda le dije que la niña iba a llevar su nombre como prueba de mi agradecimiento, pero ella al momento me dijo que mejor la llamara Eva.

Ponme atención Juana, el patrón descubrió que Eva es su hija, la niña y él comían juntos en el comedor, le puso una maestra particular para que la enseñara lo mismo que le enseñaban a su hija Estrella, tu hija sabe muchas cosas hasta tocar el piano, es por eso que Eva no es como nosotros ella es letreada, como decimos nosotros, ella está preparada para trabajar enseñando a niñas ricas, doña Eva se la quiso llevar a la ciudad, pero ella se quedó con nosotros porque nos quiere, ella va a comprender el motivo de tu rechazó. No tienes que decirle quién es su padre, solo dile que fuiste violada por uno de tantos hombres que venían a la hacienda hacer negocios con el patrón.

Tienes razón, mañana mismo hablare con ella.

—¿Y a ti no te extrañó que Eva supiera tanto?

—Claro que sí, pero cuando le pregunté me dijo que todos los días iba con la maestra Dorotea yo no desconfié, seguramente me dijo eso, aconsejada por tu madre.

Esa noche, Juana no pudo dormir, se planteaba una y otra vez la misma pregunta.

—¿Cómo va a reaccionar Eva al saber que Alejandro no es su padre?

Al siguiente día Juana fue hablar con su hija, Petra abrió la puerta al ver a su hija le dijo.

—No te preocupes por Eva, ya no la voy a dejar sola, vete tranquila a tu casa.

—Vine a hablar con mija.

—Para qué ¿acaso le vas a echar en cara lo que le pasó? Te agradezco lo que hiciste por ella, pero es mejor que no hables con ella.

—Te equivocas, vine a decirle la verdad.

—¿Cuál verdad? Que la aborreces desde que para su mala suerte quedaste panzona del patrón, que a pesar de todos los intentos que hiciste para tirarla, gracias a Dios no te funcionaron y que si no hubiera sido por doña Celia la hubieras matado cuando nació, eso es lo que le quieres decir.

—Ya paralé con tu cantaleta madre, voy a decirle el motivo que me obligó a obrar así.

—Le vas a decir que Alejandro no es su padre.

Juana ya no contestó ya que en esos momentos entró Eva.

—Abuela ya les di de comer a los puercos y a las gallinas voy a...

En esos momentos reparó en la presencia de Juana, le saludo.

—Buenos días, perdón por interrumpir, voy a seguir haciendo mis cosas.

—Espera mija no te vayas Juana vino a hablar contigo, las dejo solas.

Petra tomó su rebozo y salió de la casa, sin dar tiempo a nada.

Eva le dijo a Juana.

—Tome asiento señora, yo le agradezco mucho lo que hizo ayer por mí, pero creo que no tenemos ningún asunto que tratar.

—En eso te equivocas, hay un asunto que tratar, ayer me dijiste que te contará mi secreto y si todavía te interesa saber la verdad...

—Si, si claro que si me interesa.

—Entonces siéntate y no me interrumpas. 

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