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Parte/22/ Alfonsino se va para siempre.




Alfonsino se va para siempre.

Pero ninguno de mis argumentos hizo desistir a mi hijo, cuatro meses más tarde, así como apareció volvió a desparecer dejando una carta de despedida, poco antes de finalizar la maldita revolución me entregaron a mi hijo en un ataúd con un tiro de gracia en la frente, fue fusilado por los federales. Una persona muy allegada a él utilizo sus influencias para recuperar su cuerpo y evitar que mi hijo fuera enterrado en una fosa común, sin la intervención de esa persona, nunca se hubiera recuperado su cuerpo.

En esos momentos de dolor, no me puse a pensar quién era esa persona influyente que evito que mi hijo fuera enterrado en una fosa común, solo pensaba en consolar a mi esposa que lloraba aferrada al ataúd que guardaba a mi hijo.

Por favor Juana, tienes que ser fuerte, sabíamos que tarde o temprano esto iba a suceder tanto que le suplicamos que no fuera a esa maldita revolución, pero no, en cuanto se sintió bien, ahí va, aunque él sabía bien que le iba la vida en ello, a ver que ganó con eso, la gente ni siquiera le va agradecer...

―¡¡Ya cállate Alejandro mijo solo cumplió con su deber, tú no sabes lo que es estar esclavizado por los malditos patrones que se sienten dueño de hacer y deshacer a su antojo¡¡

―Mira Juana yo siento mucho lo que te pasó, pero Alfonsino no sufrió lo mismo que tú.

―Claro que no, y fue gracias a ti, pero todos mis antepasados si, y sabes que después de ser vejada por el maldito del patrón, muchas otras mujeres fueron víctimas de ese viejo pervertido, yo le abrí los ojos a mi hijo, le conté lo que ese viejo me hizo, en cuanto tuvo uso de razón.

―¿Le dijiste que Eva no es mi hija?

―No hubo necesidad en cuanto vio el parecido de Eva con la madre de ese malnacido lo supo de inmediato mi hijo no era un pendejo.

―Siendo así, porque lloras, tú lo mandaste a la muerte, tú le envenenaste el alma, si yo hubiera adivinado que ibas actuar así, nunca me hubiera casado contigo "ASESINA" me aleje de ella, en esos momentos sentía que la odiaba y si.

En esos momentos no hubieran llegado Bruno, Rafaela y Martina, la hubiera agarrado a golpes, éstos al ver el ataúd adivinaron su contenido, no hicieron preguntas solo lloraban en silencio.

En esos momentos ya se había corrido la voz de la muerte de Alfonsino, se empezó a aglomerar la gente, las mujeres empezaron a rezar por su eterno descanso, entre esa gente llego doña Celia acompañada de su hija Estrella y una niña pequeña, la señora se limitó a darme un abrazo, me susurro tres palabras al oído. "Lo siento mucho" Estrella hizo lo mismo en silencio vi como un torrente de lágrimas corrían por las mejillas de Estrella, las dos mujeres fueron con Juana darle el pésame enseguida, entraron cuatro hombres vestidos de negro se pararon junto al féretro, la señora me dijo.

―Estos hombres van a llevar el cuerpo de Alfonsino a la hacienda, ahí será velado.

―Pero señora, piense en don Silvestre...

―Despreocúpese él está en la ciudad.

―Cuando llegamos a la hacienda, ya estaba dispuesta una capilla ardiente ahí velamos a mi hijo, en el transcurso de la noche y parte de la mañana se distribuyó comida entre los asistentes de parte de doña Celia.

―A las tres de la tarde llevamos en hombros a mi hijo a su última morada, el novenario fue en mi casa, doña Celia y su hija asistieron rigorosamente los nueve días, el último día doña Celia me pidió que fuera a la hacienda el día siguiente, yo estuve puntalmente a la hora convenida.

-o-

Una noticia feliz en medio del dolor:

Cuando estuve frente a doña Celia me dijo con su voz suave.

―Alejandro lo hice venir porque nos queremos despedir de usted, esta tarde tomamos el tren a la ciudad, pero antes de irnos le quiero presentar a su nieta.

―¡¡A mi nieta!!

En esos momentos llego Estrella con la niña, la misma que ya había visto, su madre le dijo.

―Luna, este es tu abuelito del que tanto te he hablado, dale un abrazo.

La niña no solo me dio un abrazo también me dio un beso en cada mejilla, yo la observe detenidamente, la niña se parecía a su madre, pero tenía los mismos ojos y la mirada triste de Alfonsino, no cabía duda, esa niña era mi nieta. Estrella me contó que ella y Alfonsino siempre habían estado en comunicación, cada vez que mi hijo tenía oportunidad iba a verla a la ciudad, dejo de hacerlo cuando su padre se enteró que estaba embarazada y la obligó a casarse con un disque Márquez a cambio de una considerable suma de dinero, en cuanto nació la niña y la registró con su apellido el hombre desapareció de sus vidas, un amigo de Alfonsino, el mismo que se encargaba de entregar las cartas de ambos, fue el que le aviso del fusilamiento de mi hijo, doña Eva acudió a un conocido que trabajaba en el gobierno, para que le ayudara a recuperar el cuerpo de mi hijo, y lo que pasó después ya lo saben. Yo les agradecí por todo y les comenté.

―Miré doña Celia, a mí ya nada me retiene en este lugar, solo me quede para esperar el regreso de mi hijo, él ya está aquí, solo le quiero pedir una cosa, que me haga favor de comunicarle a su esposo que yo solo voy a estar aquí hasta fin de mes, solo para que este enterado, por si quiere mandar a otra persona a ocupar mi lugar.

―¿A dónde piensa ir?

―Aún no lo sé, pero en cuanto lo sepa se los haré saber.

Las lleve al pueblo a que abordaran el tren que las llevaría a la ciudad, ahí nos despedimos, me quedé en la estación hasta que el tren solo era una pequeña mancha en la distancia, busque en el morral que siempre cargaba dinero para llevarle a mi familia unos panes, en ese momento me percaté de dos sobres blancos, uno de ellos estaba escrito con una letra impecable las siguientes palabras " A quien corresponda" membretada con el sello de la hacienda, el segundo sobre contenía una suma de dinero con un papel con un escueto mensaje. "No lo rechace por favor" Celia.

Ella conocía muy bien a su marido, sabía que al saber mi resolución de irme se iba a enojar mucho, por lo tanto, me iba a correr de la hacienda con una patada en el culo y sin darme ni un centavo por todos los años que trabajé para él, ella no le dio mi recado inmediatamente, dio margen a que yo ya no estuviera en la hacienda, sabía que, en cuanto se enterara iba a ir a la hacienda a armar un escándalo. 

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