Parte/11/Juana
Juana
El patrón había visto a la muchacha muchas veces, cargando a su hermanito más pequeño, o con un bulto de ropa en la espalda o con un cántaro de agua en la cabeza sacada del pozo para beber. Era de huesos grandes y cara de indígena, con manos toscas de campesina, nariz ancha, piel canela, cabello de un color negro intenso, ojos pequeños del mismo color del cabello, mirada dulce, con amplia boca de labios carnosos, conservaba todos sus dientes, cuando sonreía se le iluminaba todo el rostro.
Yo también la veía al mismo tiempo que me preguntaba.
—¿Cuánto le durara la lozanía a esta mujer? En algunos años se marchitará como les sucede a las mujeres nacidas para parir muchos hijos.
Su nombre era Juana tenía pasado de los catorce años, un buen día ya cayendo la noche, la jovencita venia caminando por la vereda que conducía a su vivienda, sin zapatos y la mirada baja, el patrón iba rumbo a su casa miró a la chica desde la altura de su caballo, al momento le entró el deseo de poseerla, ella lo vio, pero siguió caminando sin detenerse, el patrón se agachó, la agarro de la cintura y la subió al caballo, a la orilla del río el hombre la arrojo en el pasto y se le echo encima, ella no se defendió, ni se movió, solo lloraba en silencio, antes que ella, su madre habían sufrido lo mismo y antes que su madre su abuela, aunque con diferente patrón, de pronto el hombre gimió como un animal y quedó inerte a su lado, a los poco minutos, se dio cuenta demasiado tarde que la muchacha era virgen por las salpicaduras de sangre en su vestido, se puso de pie se acomodó la ropa, la volvió a subir al caballos y la dejo en la puerta de su vivienda, antes de marcharse le grito.
¡Mañana empiezas a servir en la casa grande!
-o-
La joven empezó a servir en la casa y saciando los instintos animales del patrón cada que se le ponía dura como un palo. Eso pasó hasta que el patrón le estorbo la panza de la muchachita que le había crecido a causa de un avanzado embarazo, le dio un puñado de dinero y la despidió sin ningún miramiento, para ese tiempo Agapito y yo ya éramos buenos amigos un día lo vi muy enojado, le pregunté.
—¿Qué te sucede? ¿A qué se debe tu enojo?
—No es solo rabia lo que siento, también impotencia, si no fuera por mi familia en estos momentos mataba al patrón con mis propias manos.
—Tanto así, pues que te hizo.
—Me desgracio a mija, se estuvo sirviendo de ella y cuando le broto la panza le dio una patada en el culo y la mando mucho a la chingar a su madre.
—Espera, espera quieres decir que Juanita es tu hija.
—Si, la más grande de las mujercitas, te puedes imaginar quién chingados se va a casar con ella y yo, que ni cuenta me había dado que estaba panzona y pos para que me hago pendejo, aunque lo hubiera sabido, que me quedaba por hacer solo agachar la cabeza, como la estoy agachando ahora, cuando pasan estas injusticias me dan ganas de largarme de aquí con mi familia por delante, pero a donde puedo ir, si todos los hacendados están cortados con la misma tijera, al menos aquí tenemos techo y comida segura.
Casado por segunda vez.
Esa noche casi no pude conciliar el sueño, me dolía lo mal que la estaba pasando mi amigo, es por eso, que, después de meditarlo muchas veces decidí casarme con la muchacha al otro día se lo dije a Agapito éste, al principio se negó, pero al final accedió y así fue como acabe casado con Juana, pero no bien hube firmado el papel que constaba que Juana y yo estábamos casados me arrepentí, pero ya no había vuelta atrás, Juana llegó a la casa con un atadito de ropa, un perro y un gato, yo me enoje, estuve a punto de ordenarle que regresara a los animales, pero al momento reflexione, después de todo solo era una adolescente, una niña que de repente un malvado la hizo mujer y pronto se iba a convertir en madre, como era posible eso, recientemente había cumplido los quince años.
-o-
Esa noche después de cenar, salí a dar mi paseo habitual, me tire en el pasto a mirar las estrellas reflexionando en el paso que había dado, tarde me había dado cuenta que me había precipitado en la decisión de casarme con la jovencita llevado por la amistad con Agapito, ya que su hija solo me inspiraba lastima, cuando regrese a la vivienda Juana estaba acostada en el lado izquierdo de la cama durmiendo apaciblemente, me quede mirándola fijamente y entre más la miraba más me arrepentía de haberme casado con ella, buscaba un rasgo agradable en su cara, pero no encontré ninguno lo único que tenía a su favor era su juventud, me prometí esforzarme, si no amarla, al menos quererla, aunque fuera un poco, me acosté a su lado, pero cuando iba a apagar la vela que alumbraba el cuarto con su difusa luz, vi a Lucia sentada en una de las sillas con mi hija en sus brazos que me miraba con una dulce mirada, pero al mismo tiempo con algo de reproche o eso creí ver, me baje de la cama y quise acercarme a ella, pero su imagen se evaporo en el aíre.
Ya no ocupe la cama, cuando Juana me preguntó porque había dormido en el suelo, le conteste que para que ella se sintiera más cómoda, ella estaba feliz ya que esa noche era la primera vez que dormía en una cama, ese día cuando llegue de trabajar me salió al encuentro, estaba muy alegre. Entramos juntos a la casa, ésta lucia diferente, las paredes estaban pintadas de pintura blanca, la cama estaba cubierta con una bonita sobrecama, en una esquina de la habitación había una mesa con una carpeta de ganchillo, un florero con flores frescas, en la cabecera de la cama estaba un cuadro con un cristo crucificado en una cruz, pasamos a la cocina, había un metate, un molcajete, unas ollas, cazuelas, platos y jarros de barro, un cuchillo y algunas cucharas de madera, Juana me dijo.
―!Y también tenemos tres gallina ponedoras y un gallo. Todo esto lo mando la señora Celia dijo que era nuestro regalo de bodas. El matrimonio se efectúo en los días que la señora Celia y sus hijos pasaban en el rancho, no sé porque me molesto que la señora estuviera enterada de mi unión con Juana, pero sonreí y le dije a mi mujer.
En la primera oportunidad que tenga le daré las gracias.
―Ni te preocupes por eso, yo ya le agradecí por los dos.
Pero si me preocupé y el primer día que me encontré con ella le agradecí su gesto hacía mi mujer y a mí. Yo seguí durmiendo en el piso con el pretexto de no molestar a Juana. A los tres meses llego al mundo Eva, era la niña más hermosa que mis ojos habían visto antes, desde que la vi supe que había heredado los genes de su padre, ya que de su madre no había heredado ningún rasgo, cuando abrió sus pequeños ojos, pude observar que éstos eran de un color azul intenso, yo sabía que a los recién nacidos, iban cambiando conforme iban creciendo y quizás el color de los ojos le cambiaran, pero al paso del tiempo sus ojos mantuvieron el mismo color, doña Celia sugirió nombre de Eva para la niña, algún tiempo después conocí a la madre del patrón y pude darme cuenta que además del gran parecido entre la niña y ella, la señora tenía el mismo color de ojos, que mi hija las dos llevaban el mismo nombre "Eva", eso me hizo comprender que doña Celia al conocer a la niña supo que era hija del patrón, mi admiración creció más hacia ella.
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