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Capítulo 5

La lluvia finalmente había cesado, dejando detrás de sí un frío pesado y la humedad en cada objeto. El temporal parecía darles un descanso a los ciudadanos. Pasos resonaban en la oscuridad de uno de los muchos callejones oscuros de la humedecida ciudad. Pasaban de la media noche y eran pocos los autos que se movían unas cuadras más abajo del centro de la ciudad dormida. Los semáforos cambiaban de rojo a amarillo y un viejo autobús de la línea directa gruñía con su escape viejo, dejando tras de sí una nube blanca de humo.

Dos figuras emergieron de entre las sombras, acosando a una que avanzaba primero cruzando la calle. Los pasos de los tres eran acompasados, los dos últimos intentaban disimular su intento de alcanzar al primero.

El cazador siendo cazado, era casi una ironía.

Alden mantuvo sus hombros bajos, la cabeza viendo al suelo y el paso constante. Por los pasos a su espalda era evidente que se trataba de principiantes, cualquier otro sabría bien que Alden Morgan no era un hombre que pudiera ser fácilmente inducido a una trampa. Mucho menos a una persecución, pero sus nuevos acosadores parecían haber obviado ese hecho o eran realmente estúpidos y pensaban que sus credenciales eran fanfarronada.

Esa no era una buena manera de comenzar en el mundo del espionaje, mucho menos en el mundo de los asesinos. Tendría que mostrarles cómo se hacían las cosas, era lamentable, pero no tendrían una segunda oportunidad para repetirlo.

Los hombres entre las sombras se detuvieron cuando el sujeto al que perseguían, el afamado Alden Morgan, cruzó de imprevisto en un callejón. Se vieron entre sí, no seguros de saberse descubiertos o sí su presa era un verdadero inexperto. Aquello los detuvo un par de minutos, pero luego de un asentimiento en común, los dos se movieron viendo a su alrededor y sosteniendo sus armas.

Esa situación le traía muchos recuerdos.

Alden quería alejarlos mientras se apretaba contra la pared que estaba oculta de la pequeña luz del callejón. Pero era inútil cuando parecía ayer cuando estuvo en Rusia, cuando mantuvo una alianza en su dedo y juró amar a un hombre que había demostrado una devoción. El mismo hombre al que le disparó entre las cejas, en un callejón parecido al que se encontraba en ese momento. Había pasado mucho tiempo desde que el sentido de remordimiento apareció en su mente, mucho más importante, hace mucho que él no tenía compasión por nadie y mucho menos había duda en una situación en la que su vida corría peligro.

Pero nunca había escuchado tanta sinceridad en las palabras y acciones. Nunca le habían jurado amor y él no pensó llegar a escucharlo en su vida, mucho menos creerlo.

Alden estaba tan sumido en sus pensamientos que apenas pudo golpear a un lado el cañón de pistola que apuntaba directamente a su rostro. Sin embargo, apenas pudo reaccionar apretando el abdomen cuando el otro logró atinarle una patada, sin vacilar tomó al primero de la muñeca y lo empujó contra el segundo, los dos hombres se tambalearon tratando de retornar a sus posiciones. Pero ya era muy tarde. Aún cuando vieron como su muerte se asomaba a un costado del gran abrigo, se lanzaron en un intento desesperado por no morir.

El metal de la Walther brilló cuando salió de su escondite y un par de segundos después dos disparos resonaron en lo profundo del callejón.

El sonido de la alarma de un auto sonaba a lo lejos mientras Alden se apoyaba en la pared viendo los cuerpos que sin vida yacían en el suelo. Cerró los ojos y golpeó su cabeza contra el concreto, estaba oxidado, no era sorpresa que le relegaran a esa misión. No había logrado salir de ese enfrentamiento intacto, su costado latía y el segundo sujeto había logrado darle una puñalada superficial en el brazo izquierdo antes del disparo. Sin mencionar que los había matado antes de obtener alguna información, gruñó y maldijo en voz baja, ahora no solo había demostrado su incompetencia sino que tendría que informarle a su jefe que su cubierta parecía haberse desinflado.

Todo era tan jodido.


~~0~~


Las cosas se estaban complicando rápidamente. Era un desorden y una locura, en otras circunstancias le tendría escapando en la dirección contraria. Odiaba el desorden, prefería mantener las cosas frías y calmadas antes de acabar con su blanco y terminar todo el asunto con la mayor calma era una prioridad. Pero ese no era el momento o el lugar para huir o asesinar a alguien, había un criminal que atrapar y ese era su trabajo, el sujeto estaba burlándose de él y eso estaba molestándole a un nivel que no podía llegar a nombre todavía. Miró a la gente correr de un lado a otro, los gritos alzándose y más personas corriendo de un lado a otro.

El caos rondaba en Wayne & Bradford y todo debido a una infiltración que había provocado que dos de los mejores agentes estuvieran bajo un ataque y estuvieran en riesgo de ser heridos. Un equipo de campo había sido enviado mientras los demás movían los hilos, no todos los días surgía un ataque directo a una de las mejores compañías de seguridad, mucho menos cuando tenían en recaudo a un príncipe heredero con ellos.

La fría mirada se concentro en el hombre calmado en el centro del caos, como Naoe se mantenía tranquilo dictando órdenes por teléfono mientras hablaba con su jefe, sus oscuros ojos enfocados nerviosos, pero firmes, en la gran pantalla que mostraba las alarmantes noticias, mientras la locura se desataba alrededor. Una semana había pasado desde la conversación que habían tenido y Alden no estaba más cerca de descubrir quién era el verdadero malo de la película, aunque Darius aseguraba no debía alejar su mirada de Naoe.

Aún no sabían quien había soplado información sobre la presencia de Alden y él no creía que se tratará de Naoe, su intuición le decía que el hombre no tenía nada que ver. La situación parecía ser mucho más delicada de lo que habían previsto, era una prioridad encontrar a quien estaba manipulando todo ese ataque.

Alden se mantuvo alrededor del escándalo, ayudando en lo que podía mientras miraba a cada personaje en la gran sala que utilizaban como centro de mando. Los más experimentados estaban ahí, las personas de más confianza del par de jefes, aquellos que tenían la oportunidad para boicotear el sistema y casi causar la muerte de más de cinco agentes de campo experimentados. Era un lugar adecuado para encontrar al infiltrado.

Los ojos grises se encontraron ligeramente con los de Justin Bradford, ambos hombres se miraron por un instante antes de que se ignoraran por completo.

Alden no entendía la relación que Darius tenía con el segundo gerente pero no era una sorpresa que este supiera sobre su participación dentro de la empresa. Su organización dentro de F.B.I. no era exactamente un misterio y había muchos hombres importantes que sabían lo que Alden y sus hermanos hacían, no era algo en lo que él estuviera interesado pero Darius aseguraba que Justin era un miembro importante de sus operaciones.

Que el hombre se ocultara de su socio era una cosa más que incomodaba a Alden.

-¡Esto es una locura! -Alec gruñía, su rostro compungido con una expresión estresada. -Nadie podía saber el lugar donde se quedaría el príncipe, era imposible que todo se fuera a la mierda.

Las rudas palabras lograron socavar el escándalo, un silencio pesado cayó sobre cada uno de los presentes, era claro que el jefe no creía en la posibilidad de que uno de los suyos pudiera venderlos de tal manera. La idea de que alguien hubiera "soplado" literalmente la locación donde el equipo tenía resguardado al príncipe era demasiado dura para si quiera considerarlo, pero no había otra razón por la que estuvieran cerca de ir a un funeral. Uno de los agentes estaba realmente herido.

-La información fue filtrada, -agregó Justin. -No hay duda de que alguien les dijo donde teníamos al príncipe, no hay otra manera de que fueran descubiertos. -sus ojos se fijaron en Naoe para luego volver al rostro de su amigo. -Tenemos que llamar al padre del príncipe, estoy seguro de que para este momento...

-No, -dijo Alec con un estruendo impotente. Algunos se tensaron ante la explosión sorpresiva de su jefe. -No es posible, -agregó. No había necesidad de muchas palabras para saber a qué se refería. -Nadie de los nuestros sería capaz de arriesgar la vida de un equipo.

Justin hizo una mueca. -Alec, no pudo...

-¡No! -Todos dieron un pequeño saltó ante el estallido de furia. Era muy conocido que Alec Wayne era de una de las personas más amables y corteses del edificio, verlo desesperado tenía a todos asustados. -No es posible... ¿Naoe?

El delgado hombre se movió al escuchar su nombre. Alden vio con curiosidad como el hombre mayor apoyaba una mano en el delgado hombro, la confianza y amabilidad con la que lo puso frente a él hablaba de una cercanía casi paternal. Alden no creía que Justin lo viera de la misma manera, la mirada furiosa clavada en la espalda del criptologo decía mucho, era una cosa más que tenía que agregar a la lista, así como todas las miradas que estaban fijas en el tímido hombre de ojos marrones.

Naoe asintió. -Lo investigaré, señor.

Las palabras eran suaves y reflexivas, pero para todos los presentes había sonado como una amenaza de muerte. Lo que el asistente del jefe buscará, lo encontraría. Naoe Mitchell nunca había fallado en una misión que era encargada por su jefe, incluso si eso significaba encontrar un infiltrado entre sus mismas líneas.

Alec se volvió hacía el resto de su personal. Alden notó que la mirada del alto hombre se demoraba en cada uno, la idea de tener a uno de los suyos como su enemigo tenía que estar afectándolo mucho más de lo que dejaba ver.

Eso estaba bien, él era perfecto para trabajar sobre presión y era mejor así, los malos siempre cometían errores cuando sabían que respiraban sobre sus cuellos. Sería interesante ver que tan bueno era Naoe poniéndose a su nivel, tal vez podría demostrar su inocencia o respaldar su culpabilidad.

Alec gruñó. -Todos serán investigados, quiero que mantengan sus teléfonos en línea, nadie sale del país hasta que tengamos confirmado que es lo que ha pasado. -Su mirada se detuvo en su compañero/ amigo. -Justin, tenemos cosas que atender.

El movimiento se reanudo cuando los dos jefes salieron por la puerta principal. Alden sabía muy claramente que ellos iban a tomar su propio equipo y limpiar el desastre por sí mismo. Sus ojos se detuvieron sobre la delgada figura que seguía clavada en la pantalla, ajeno a las miradas filudas que muchos le dedicaban, su rostro pálido miraba directamente al rostro de los heridos.

Era hora de hacer una investigación más profunda y solo podría hacerlo revisando el papel de cada operación.

Alden se alejó del escándalo de personas, se movió entre todos como una fiera en búsqueda de su presa. El tiempo estaba siendo contado y era momento de hacer su movimiento, antes de que alguien se adelantara y terminará poniendo en peligro de Mitchell, si es que este no era culpable.

Él tenía mucho que hacer.


~~0~~


Naoe dejó que los gritos, las peleas y las miradas desdeñosas quedarán atrapados tras la barrera segura de la puerta de su apartamento. Se dejó caer de rodillas en el pequeño lobby, sus ojos húmedos vieron la madera pulida con sobriedad aunque por dentro se estaba desmoronando. Todo por lo que había trabajado, todo lo que había creado, aquello que creyó nunca podría hacerle daño, lo había hecho.

El sonido del teléfono de casa repicando en el silencio, la lluvia hacía su propia sinfonía tras las ventanas abiertas.

-¿Cariño? ¿Naoe, estás ya en casa? -la voz habló a través de la grabadora, haciendo eco en la habitación vacía -Tal vez no has llegado aún, entiendo... llámame cuando llegues, ¿quieres? Te quiero, llámame por favor.

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