Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Aceptas?

Justo antes de llegar a mi Casa, decidí detenerme y volver a subir las escaleras, pero en vez de dirigirme a Casa de Aldebaran, fui directo a la de Shaka. Necesitaba hablar con el...de nuevo. Cuando llegué, toqué la puerta y le hablé.
- ¡Shaka! ¿Podemos hablar?- pregunté.
Segundos después, escuché pasos que se dirigían hacia la puerta, y después esta se abrió.
- ¿Qué sucedió?- espetó Shaka preocupado.
- No se que hice- contesté suspirando.
Como últimamente había estado sucediendo, me senté en el sofá mientras mi amigo cerraba la puerta.
- ¿Qué te contestó?- preguntó curioso.
- No lo sé- contesté.
- ¡¿Cómo que no lo sabes?! ¿Le tapaste la boca o qué?
Suspiré y posé mis manos sobre mis rodillas. Sabía perfectamente bien que saldría perdiendo contra Shaka.
- No, pero me salí de su Casa antes de que contestara- contesté cabizbajo.
- ¿Por qué?
- Tengo miedo de que el no me acepte Shaka.
- Mu -dijo sentándose junto a mí- No hay de que preocuparse. El te ama.
- ¿Pero y si no es así? ¿Qué tal y que está mintiendo? ¡¿Entonces que voy a hacer?!- contesté alterado.
- ¿Cómo pretendes saber si tus suposiciones son ciertas si no te atreves a averiguarlo?
- ¡¿Pero y si sale mal?!...
- Mu: El te ama. Primero habla con el, y después verás que haces dependiendo lo que suceda- contestó interrumpiéndome.
Fruncí el ceño. Sé que fui yo quién se dirigió a Shaka para decidir que hacer, pero odiaba que tuviera razón en esta situación. De pronto el parecía ser un experto en el amor, cuando ni siquiera tenía pareja...o al menos eso era lo que sabía por el momento. Volteé a verlo y hablé.
- Muy bien. Hablaré con el. Pero si algo sale mal, entonces juro que no volveré a...
- ¿Enamorarte? -dijo completando mi frase- Es simplemente imposible.
- Agh -dije sonriendo- ¿Por qué haces esto Shaka? ¡Creo que es hasta más fácil mover mi Torre que seguir con el tema!
- Mu, el amor no debe ignorarse. Apuesto a que Aldebaran va a aceptar ser tu pareja.
Agradecí a mi amigo el apoyo que me estaba brindando en ese momento, y volví a bajar de nuevo las escaleras, ahora con más prisa, pues me preocupaba el hecho de que Kiki se hubiera despertado en mi ausencia. Gracias a la velocidad con la que corría llegué "rápido" y fue como pude asegurarme de que Kiki estaba bien. Lo arropé y finalmente me preparé para dormir. ¿Qué sucedería al día siguiente? No lo sabía, pero esperaba que no fuera tan malo.

Horas después desperté rebosante de energía. Levanté a Kiki y le pedí que se alistara mientras preparaba el desayuno.
- ¿Puedo salir a jugar en lo que termina, maestro Mu? -preguntó mientras terminaba de ponerse su zapato.
- Está bien Kiki, pero cuándo te llame entras. Tenemos que entrenar.
- ¡Gracias!- contestó saltando hacia afuera.
Pasé varios minutos más picando fruta y sirviendo la comida en los platos para que Kiki y yo pudiéramos desayunar. Finalmente lo llamé.
- ¡Kiki! ¡Ya entra para comer!- grité.
- ¡Maestro Mu! ¡Maestro Mu!- contestó Kiki corriendo hacia mí.
- ¿Qué sucede Kiki?- pregunté.
- ¿Recuerda que le pedí al señor Aldebarán permiso para poder ir a su Casa?
- Si. ¿Por qué?
- ¡Pues ya no vamos a tener que caminar! ¡El está aquí!
¡¿Qué?! -pensé- ¡¿Cómo que está aquí?! ¡Hay por favor! ¡Necesito hablar con el, pero no tuve si quiera tiempo de prepararme!
- ¿Dónde está?- pregunté tartamudeando.
- ¡Está afuera! ¡Y quiere hablar con usted! ¡Corra! ¡No puede dejarlo ahí afuera esperando!
En otra situación sería tierno ver como Kiki se alegraba demasiado de que Aldebarán estuviera aquí, pero en este momento era algo que preferiblemente intentabas evitar. Antes de poder contradecir algo, Kiki empezó a jalar mi mano, dirigiéndome hacia afuera, justo en dónde se encontraba Aldebarán. Qué suerte la mía -pensé con sarcasmo. Cuando Kiki logró sacarme de Aries, lo vi. Estaba viendo hacia al frente, quizá admirando el cielo. Como en cualquier otra película de amor o comic, su largo y oscuro cabello se agitaba junto a su capa por el viento. Traía su casco entre su brazo derecho y su tronco.
- ¡Ahí está! -gritó Kiki- ¡Hable con el!
Kiki me acercó más y Aldebarán volteó a verme. A pesar de la corta edad de mi pupilo, ante el problema al que me estaba enfrentando, Kiki actuaba con madurez, al contrario mío, que aparentaba ser un niño pequeño ante lo desconocido. Por la traviesa expresión de Kiki, juraba que intuía lo que sucedería minutos después.
- ¡Hola Mu! -dijo Aldebarán- Vine a buscarte hace un rato, pero Kiki en vio y no dejaba que entrara.
Volteé a ver al pequeño de casi 8 años, dispuesto a preguntarle el por qué no me había dicho que Aldebarán estaba afuera, pero el se adelantó a mi, como si adivinara mis pensamientos y futuras acciones.
- Es que quería jugar un poquito, nada más- dijo el haciendo gestos con su mano.
- Bueno...¿Qué te parece si empiezas a comer mientras yo platico con Aldebarán? -dije enfatizando «yo», de tal manera que lograra convencer a Kiki.
- ¿No puedo escuchar un ratito?- preguntó suplicante. Aldebarán carcajeó.
- Creo que deberías obedecer a tu maestro, Kiki. Además, vamos a platicar sobre algo importante, que sería mejor que los niños no escucharan.
- Está bien -contestó Kiki sonriendo- ¿Pero si podemos ir a visitarlo más tarde? ¡No! ¡Tengo una mejor idea! ¡¿Puede quedarse con nosotros?! Mi maestro Mu siempre hace comida de sobra por si a caso, así que puede comer con nosotros. ¿Quiere?
- Ah, es que...
- No te preocupes. Puedes quedarte si quieres. No hay problema- dije interrumpiendo a Aldebarán- Pero antes hay que hablar.
Aldebarán asintió y Kiki entró a la Casa de Aries muy feliz. Le hice señas a Aldebarán para que nos sentaramos en las escaleras, y así poder hablar.
- Perdón- dije volteando a ver a Aldebarán.
- ¿Por qué?- preguntó.
- Por lo de anoche. No debí salirme. Ni siquiera te dejé contestar.
- Ah...Bueno, yo tampoco te detuve, además creí que necesitabas espacio. ¿Qué te parece si empezamos de nuevo.
- Suspiré- ¿No sería extraño?
- Probablemente si, pero creo que es necesario.
- Bien. Hace poco, me di cuenta de que no podía dejar de pensar en ti y en Shaka. Creí que era porque los extrañaba, pero poco a poco, cada que te recordaba, me sentía extraño. Sonreía demasiado, y no podía sacarte de mis pensamientos. Al principio no quería aceptar que me gustabas, y al final fue una de las principales razones por las que regresé al Santuario. Necesitaba verte y decirte todo, pero cada que intentaba hacerlo, me arrepentía. Creí que no sentías lo mismo por mi, hasta que Shaka me dijo lo contrario. Y ayer, que finalmente me atreví a soltar todo, pensé que me rechazarías. No soportaba la idea de que eso sucediera, y fue por eso que me salí.
- Entiendo- contestó Aldebarán.
Esperaba que dijera algo, pero se limitó a admirar el cielo. Lo sabía -pensé- quizá sólo era mentira. Estaba dispuesto a levantarme y entrar, pero su mano tomó la mía, y me detuvo.
- ¿Estás seguro de que quieres tener una relación conmigo Mu?-  preguntó.
- ¿Por qué no lo estaría? Creo que es lo que más quiero en este momento. Somos amigos desde hace años, y se q ir eres buena persona. Es por eso que quiero intentarlo.
- Yo también quiero Mu, pero es difícil. No digo que no confíe en ti, pero me resulta difícil abrirme ante las personas...
- Entonces estoy dispuesto a hacer todo a mi alcance para ayudarte- contesté interrumpiendolo.
Aldebarán volteó a verme. Su expresión estaba llena de asombro: tenía su boca un poco abierta, y de sus ojos emanaba un brillo de alegría.
- ¿Enserio?- preguntó extremadamente alegre.
- Por supuesto que si.
- Entonces yo también estoy dispuesto a hacerte feliz.
Antes de que pudiera decir algo, Aldebarán me abrazó, provocando que me sonrojara un poco. «Gracias Mu» fue lo que susurró a mi oído, justo antes de chocar miradas.
- Deberíamos entrar. Kiki está esperando - dijo Aldebarán.
- Si.
En lugar de levantarnos, seguimos en la misma posición. No dejábamos de vernos. Quizá ambos leímos el pensamiento del otro, o por pura inercia adivinamos que era lo que queríamos en ese momento. Acercamos nuestros rostros poco a poco, y cuando estábamos a menos de un centímetro de distancia, ambos cerramos nuestros ojos. Finalmente mis labios encontraron los de Aldebarán. Esa, sin duda alguna, sería la señal de la hermosa y larga relación que ambos tendríamos por el resto de nuestras vidas. Y pensar que me estaba «preparando» para que todo saliera perfecto. Al menos había aprendido algo nuevo: "A veces hay que dejar que todo fluya de acuerdo a la situación en la que te encuentras. Depende de ti el que las cosas salgan bien o mal, de acuerdo a tus decisiones, pero no por eso tienes que prepararte para la vida como si fuera un examen. Todo ocurre por alguna razón, y si estás dispuesto a que las cosas se vayan por el camino correcto y lindo, entonces así va a suceder".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro