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XXVII

Mu

Subía las escaleras rumbo a Tauro con velocidad. Lo único que deseaba en tal momento era llegar hasta Aldebarán. Muy probablemente estaría luchando contra Shura y los demás. Justo cuando llegué, la puerta estaba abierta. Del interior emanaba un extraño hedor, parecido al de putrefacción.

- ¡Aldebarán! -grité mientras caminaba. Volteaba a todos lados en busca de encontrar a mi novio. Extrañamente, el lugar estaba muy tranquilo. Tal vez todo había terminado ahí, y el había subido.

- No puedo sentir siquiera un cosmo. Si los Caballeros Dorados estuviesen peleando entre ellos...

Finalmente lo percibí. Era muy débil, pero una pequeña energía surgía de algún lugar. Empecé a correr desesperadamente a dónde creía que estaba tal cuerpo. ¡Finalmente lo había encontrado!

- ¡Aldebarán! - dije alegre - ¿Te encuentras bien?

Me acerqué más a el. Necesitaba platicarle todo lo que había estado sucediendo. Quizá el podría ayudarme a decidir que...

- ¡¿Te encuentras bien?! - dije ahora ya desesperado. No me había respondido - ¿Aldebarán?

Miré fijamente a su rostro. El... el ya estaba muerto.

- ¿Te has quedado aquí a proteger la Casa de Tauro hasta el final? ¿Así que hasta tu, con tu enorme poder entre los Caballeros, fuiste incapaz d pelear contra Saga y los demás Caballeros?

Intentaba contenerme. Había una razón más para pelear. No permitiría que lo demás se fueran así sin más. Pagarían por lo que habían hecho. No iba a dejar que Hades viviera tranquilo después de arrebatarme todo. Ya no podría estar con Kiki. Aldebarán había muerto. Yo estaba solo. Ellos pagarían. Una pequeña luz emanó de la Armadura Dorada de Tauro, y se posó cerca de mi oído.

- Este es... el casi extinto cosmos de Aldebarán... La Armadura de Tauro no tiene rastros de combate. Ni siquiera una rasgadura. ¿Cómo murió Aldebarán? No pudo haber salido sin rasguños en la cara enfrentándose a la banda de Saga.

Sentí como si alguien intentara hablarme por telequinesis, pero nadie estaba cerca. ¿Acaso era el alma de mi novio quién lo intentaba?

- Espectro... hedor... muro de cristal... muerto... cuidado - dijo pausadamente.

- ¡¿Cómo es posible?! - expresé temeroso. ¿Qué case de poder podía dejar fuera de combate a alguien sin siquiera tocarlo?

- Si, es posible - dijo alguien detrás de mi. Reía con estruendo - . Saga y sus amigos no fueron los únicos espectros que estuvieron aquí. El grupo de Saga tan solo pasó a un lado de Tauro, quién no se pudo mover. Claro que, el que dejó a Tauro inmóvil, y el que le dio el tiro de gracia, fui yo. Ni si quera puso resistencia.

Seguía riendo. De entre el hedor surgió una silueta, que poco a poco fue tomando forma. La Armadura de Tauro se desplomó el el suelo. No tenía caso gastar energía.

- Fue un rival muy débil. Soy Niobe de Deep, la estrella oscura en este planeta. Sin el cuerpo de Aldebarán, la Armadura de Tauro es completamente inútil.

Volteé a ver cada una de las partes desperdigadas por el suelo. Nadie iba a burlarse de el. ¡No frente a mi!

- Al... debarán - dije entrecortadamente. Tuve que cerrar forzosamente mis párpados. No permitiría que l enemigo me viera llorar. No ahora.

Sujeté con fuerza el pequeño rayo de luz del cosmos de mi novio.

- Entonces no solo Saga y los demás han logrado entrar al Santuario, sino también los espectros.

- Así es. Esos Caballeros tan solo nos estaba guiando. ¡Los usamos!

- ¡No lo creo! - volteé a verlo - Seguramente todos ustedes tan solo representaban estorbos para ellos...

- ¡Silencio! - gritó interrumpiéndome. Ahora lograba entender parte de lo que pasaba - ¡Tu también sufrirás el mismo final que Tauro!

- ¡¿Pero qué?! - su cosmos empezaba a elevarse. Yo tan solo fingía temor. El no sería capaz de hacerme ni siquiera un rasguño - Este olor... 

- ¡Fragancia profunda! - gritó mientras lanzaba su ridículo y débil ataque.

Ráfagas y ondas de luz morada empezaban a cubrirme, y se acercaban a mi cuerpo cada vez más, logrando acorralarme o apretarme. 

- No... puedo... moverme... Siento como... estoy perdiendo mis... sentidos. ¿Acaso este extraño olor es lo que acabo con Aldebarán?

- Es inútil que te resistas. En muy poco tiempo, la fragancia profunda será absorbida por tu piel. ¡Perderás todos tus sentidos y quedarás paralizado! ¡Muy proto te sumirás en el sueño eterno de la muerte!

Finalmente mis ojos empezaron a perder su color, y mis extremidades temblaban. Luego me desplomé. Al menos eso era lo que les estaba haciendo creer al espectro. No se había dado cuenta de que todo era tan solo una ilusión. Río estruendosamente.

- Hasta nunca, Mu de Aries. Qué débiles resultaron ser los Caballeros Dorados. En poco tiempo aniquilé a dos de ellos - expresó con orgullo.

Poco a poco se acercaba. Finalmente chocó con mi escudo.

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué es esto?! ¡Un muro!

Desvanecí la ilusión y me dejé ver. Niobe finalmente se había dado cuenta de su error. Lo destruí, haciendo que chocara contra uno de los pilares de la Casa de Tauro.

- El muro de cristal. Nada ni nadie puede atravesarlo. Un muro de cristal, ¡¿entendiste?!

- ¡¿Un muro de cristal?! ¿Es por eso que mi fragancia profunda no te ha afectado? ¿Debido a ese muro de cristal? ¡¿Eh?! ¡Espera! ¿A dónde crees que vas, Aries? ¡Esta batalla aún no ha terminado!

Empecé a caminar directo hacía la puerta delantera de Tauro, aún con el cosmos de Aldebarán en mi mano.

- No tiene caso combatir con alguien que ya está muerto.

- ¡¿Eh?! ¡¿Qué?! ¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Cómo te atreves a decir que estoy muerto?

Volteé y lo miré fijamente.

- ¿Acaso piensas que Aldebarán te dejaría vivir? ¡Qué iluso! - grité. 

Mis manos empezaban a temblar de nuevo, solo que no sabía si era por el enojo o el llanto. Mir ojos empezaban a tornarse brillosos. No soportaría más. El espectro estaba asustado.

- Mientras estabas seguro que habías derrotado a Aldebarán con tu fragancia profunda, la verdad fue que el destrozó todo tu cuerpo con su Gran Cuerno.

Seguí mi camino. No me era importante gastar mi tiempo con el enemigo. Tan solo llegué a escuchar como se desvanecía. Cuándo por fin estuve fuera, abrí mi mano, dejando libre el cosmos de mi novio.

- Aldebarán. Tu salvaste mi vida al recibir tu mensaje silencioso. Pude sentir el último rastro de tu cosmos en la Armadura de Tauro, y con ello me fue posible bloquear su ataque. Muchas gracias. Te prometo que tu sacrificio no será en vano. Aldebarán, ten por seguro que continuaré con nuestra misión. Por favor, conviértete en una estrella y protégenos siempre.

Ya ni si quera me preocupaba por no llorar. Después de eso, había subido a ayudar a mis amigos. Protegí a Seiya, y luego Shaka tuvo un plan para vencer a Hades. Al final, por diversas circunstancias, todos los Caballeros que quedábamos aparecimos en el inframundo. Atena, sobre todo, nos ayudó a llegar hasta el Muro de los Lamentos. Nos había revivido a los que habíamos caído en batalla, y ahora daríamos todo por que la Guerra Santa llegara su fin definitivo, y solo así, aseguraríamos que las futuras generaciones no tuvieran que arriesgar su vida por proteger a la humanidad.

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