Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXV

Mu.

Llegamos a Casa rápidamente. Empezaba a hacer frío, y, además, el peligro se percibía en el aire. Kiki saltaba,  y permanecía sonriente, como siempre. Tan solo de pensar que en cuestión de horas, o incluso minutos, su actitud pasaría de ser encantadora a perpleja, me desanimaba. Aldebarán desde un principio le había mencionado que necesitábamos hablar. Nos sentamos en el sofá. Por obvia razón, no sería yo quién comenzara. No podía ni quería, simplemente. Estaba completamente seguro de que no resistiría aquella atrocidad.

- ¿Qué pasa? - preguntó Kiki. Aldebarán suspiró, y tranquilamente fue explicando.

- ¿Sabes por qué hemos estado reparando las Casas, Kiki?

El pequeño lo pensó un momento. Por su expresión, se notaba que estaba esforzándose por encontrar la respuesta, aunque no lo logró. Finalmente se resignó a negar con su cabeza.

- Bueno. Un enemigo se acerca. Queríamos asegurarnos de que el Santuario estuviera en buenas condiciones para poder luchar. Si lo hacíamos entre escombros, sería mucho más difícil para nosotros.

- Es Hades - expresó Kiki con melancolía - . Había escuchado a Caballeros hablar sobre el.

Su participación en la conversación no hizo más que preocuparnos y relajarnos a la vez. Ya no tendríamos que dar extensas explicaciones, sin embargo, Kiki podría estar ya consciente de lo que se avecinaba. Y eso no era grato.

- ¿Ustedes tendrán que pelear? - preguntó. La tristeza se notaba claramente en su voz.

- Así es, Kiki - contestó Aldebarán. De pronto, el pequeño se levantó exasperado.

- ¿No hay forma de evitarlo? Podemos pedirle ayuda a otras personas, y luchar contra los que quieren invadirnos.

Su inocencia resultaba tierna. Y aún así, no era suficiente para parar con esto.

- No es tan fácil Kiki - dije lentamente - . Somos los únicos que podemos lograrlo.

- ¿Nuestra familia se romperá? - preguntó desanimado.

No supimos que responderle. Yo me esforzaba por no llorar, y Aldebarán permanecía quieto, sin saber como actuar. Poco a poco fue agachándose, hasta que sus rodillas tocaron el piso. Extendió sus brazos hacia adelante.

- Ven - expresó. El sonido fue casi inaudible, pero bastó para que Kiki comprendiera que le daría un abrazo. Después de segundos yo me uní a ellos. ¿Acaso era necesario que un niño sufriera a tal grado? ¿Por qué no simplemente disfrutaba de una vida común? En parte, me sentía culpable de aquello. Yo había sido quien lo había llevado al Santuario. Yo era quien lo entrenaba. Era como si estuviera manipulando su destino. ¿Habría sido mejor no haber hecho nada de aquello? Ni siquiera estaría dando un abrazo en este momento. 

- Haremos todo lo posible, ¿si? - dije a su oído. El asintió.

- Te veremos de nuevo - terminó Aldebarán. 

Como a principios de nuestra relación, ambos brazos de mi novio nos cubrían tanto a Kiki como a mi. Era reconfortante. No estábamos en una incómoda posición. Volteé ligeramente hacia la ventana. Estaba anocheciendo. Faltaban segundos para que el cielo se volviera completamente oscuro. Cabía la posibilidad de que tuviéramos un día más en... Tocaban la puerta de la Casa de Aries con desesperación. Aldebarán y yo volteamos a vernos instintivamente. A regañadientes, se separó de nosotros. Yo permanecí en el suelo junto a Kiki. El caminaba lentamente, intentando evitar lo que sucedería después, aunque era imposible. Había un par de chicos fuera.

- El maestro Dohko informó que el sello se ha roto. Pidió que los Caballeros Dorados restantes tomaran posiciones en sus respetivas Casas, sin distinción. También tengo órdenes directas de Atena para llevarme al pupilo del Caballero de Aries, Kiki, a un lugar seguro. La Guerra Santa ha comenzado.

Kiki se aferró a mis brazos. Apretaba fuertemente.

- ¡No! - gritó - ¡Yo no quiero irme! ¡Puedo ayudarlos!

- Mo Kiki. Quiero que te vayas con el joven. Es por tu bien.

"¡No!" Volvió a exclamar. Estaba llorando. Quería protegerlo, quería cuidarlo, y en estos momentos yo era inútil. Aldebarán caminó rápido hasta nosotros.

- Vamos Kiki.

- ¡No, no! ¡Dijimos que éramos una familia! ¡No podemos separarnos!

Me levanté pesadamente. Sujetaba a mi pequeño alumno. Sabía que sería la última vez que lo sostendría de aquel modo. Pensar que habían pasado ocho años desde que había estado a mi cuidado. Ocho años felices junto a el, y por influencias ajenas, no serían más. 

- Te amo Kiki. Aldebarán también. Pero es hora de partir - susurré a su oído.

Caminé rápidamente hasta los Caballeros, y extendí mis brazos con mi alumno todavía en brazos. Se lo entregué a uno de ellos, pero el intentaba zafarse. No me soltaba, y pateaba al joven. No podría soportar esto mucho más tiempo. No dejaría que Kiki sufriera aún más. Éramos una familia. Y como su padre y maestro, iba a protegerlo hasta el final. Cuidadosamente apliqué fuerzas en sus manos. Logré hacer que me soltara, y el Caballero que lo cargaba dio un paso para atrás.

- Lo siento - susurré.

Aldebarán le sonrió, y pronunció unas palabras que no logré distinguir. Kiki seguía gritando. Quería llegar a mi. Inclusive había intentado tele transportarse, pero no funcionó. Ahora estaba a salvo. Me desplomé en el suelo. El ya estaba lo suficientemente lejos como para no vernos. Ya no pude parar, y Aldebarán tampoco. El me abrazaba, y yo lloraba. Alcanzaba a distinguir su agitada respiración, y los suspiros que soltaba intentando no terminar como yo. No había más que hacer. Si quería que mi alumno viviera feliz, entonces lucharía hasta mi límite para lograr lo que quería. Tan solo así la paz se restauraría. Ya no me importaba nada más que eso. Lograr mi cometido. En ese preciso momento recuerdos de mi infancia empezarían a llegar. Momentos con Shaka, momentos con Aldebarán. Inclusive con mi maestro Shion. No dejaría que Hades y su ejército destruyeran más sueños, familias y esperanzas. Esa era la única razón por la que había decidido levantarme, ayudar a Aldebarán a hacerlo, y mirarlo a los ojos fijamente.

- Hagámoslo. Triunfemos en esto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro