XXII
Aldebarán.
Había que admitir que nuestro último mes no había sido de lo mejor. Mu y yo habíamos tenido ciertos desacuerdos, y cuando por fin los habíamos resuelto, surgió un nuevo inconveniente. ¿Qué sucedería con Kiki? Habíamos llegado a una solución, y hoy precisamente la estábamos llevando a cabo. Quizá más tarde nos daríamos cuenta de que nos aprovechamos un poco de la situación. Kiki había pedido que si podía ir a visitar a Shiryu a los Cinco Picos, y Mu rápidamente aceptó.
- ¿Ya llevas todo? - preguntó este último.
- Si maestro Mu.
- Bien. Shun y los otros te esperan abajo. ¡Ah! Y recuerda portarte bien.
- Si.
Kiki salió corriendo, probablemente ansioso por ya estar con los Caballeros de Bronce.
- Shaka dijo que podía hacer guardia el solo un momento. Aprovecharé para escribir eso. ¿Tú que harás? - expresó Mu preocupado. Este sería uno de los días más alborotados del Santuario.
- Los chicos me dijeron que ellos terminarán con las Casas. Yo acompañaré a Aioria al Rodorio. Aprovecharé el tiempo de descanso para hacer mi parte.
El suspiró.
- Muy bien.
- Nos vemos luego - dije apresuradamente para después darle un beso en los labios y salir de allí.
Simplemente, nuestro día se resumió en trabajar. Habíamos hecho justo lo que ya habíamos mencionado, inclusive hasta podría decirse que más de lo que nos correspondía. Al final, regresé al Santuario, pues necesitaban de mi ayuda en las Casas. Milo ocuparía mi puesto, pues ya había terminado con lo que le habían asignado. En el camino, me encontré a Mu. El bajaba de Libra, y yo tenía que pasar por ahí.
- ¡Hola! - dije entrecortadamente. Ambos corríamos, pues el ahorro de tiempo era imprescindible en esta ocasión - ¿Qué haces por acá?
- ¡Llevo un mensaje para los de abajo! ¿Y tu? - dijo Mu entre risas y jadeos. Era obvio que andábamos de un lugar a otro.
- ¡Me necesitan en Capricornio!
Finalmente yo estuve más adelante y el más atrás. Desafortunadamente, nuestra conversación había terminado ahí. Ayudé con algunos escombros, bajé para ayudar en otra Casa, regresé por un recado que debía dar y así estuve hasta las ocho de la noche. Todos habíamos trabajado al rededor de trece horas seguidas, aunque claro, con tareas mucho más difíciles que otras. ¿Cuánto tiempo permaneceríamos así? ¿El enemigo llegaría por sorpresa algún día de estos? ¿Estaríamos preparados? ¿Podríamos confrontarlo? Esperaba que todo saliera bien. Como últimamente sucedía, entré por la puerta trasera. Mu ya estaba en Aries, y preparaba las cosas para cenar.
- ¿Cómo te fue? - preguntó. Se escuchaba cansado, ¿y cómo no?
- Bien. Pero estoy fatal.
El volteó a verme, y yo señalé mi capa, la cual, por obviedad, estaba cubierta de polvo. Mu comenzó a reír, y yo también. ¿Sería una cualidad el poder transformar los momentos difíciles en agradables y divertidos? Pues si la respuesta es si, enseguida felicitaría a Mu por dominarlo a la perfección. Por eso lo amaba, ¿no?
- Iré a ducharme. Ahora vuelvo.
Rápidamente me alisté, lavé la capa, y la tendí para que se secara. Luego me cambié de ropa, y até mi cabello con un cinto. Era reconfortante traer puesta ropa limpia, después de haber pasado horas entre tierra, lodo y demás. Cuándo salí de la habitación, Mu ya había puesto los cubiertos y la comida en la mesa. Todo estaba listo. Me acerqué, tomé una silla y acompañé a mi novio, quién ya también estaba ahí.
- ¿Pudiste escribirla? - preguntó Mu mientras empezaba a servirse ensalada en su plato.
- Si, ¿y tu?
- También.
Suspiramos de alivio. Esos simples pedazos de papel eran más importantes de lo que podía esperarse. Comimos en silencio, ¿pues qué podíamos platicar? Hablar sobre la batalla que se aproximaba no era una buena opción. Mucho menos pensar en que nos sucedería a nosotros. Yo, por el contrario, prefería mantener mi vista sobre Mu. Sus labios, sus ojos, su cabello. Todo de el me gustaba. Y si nos centrábamos en su personalidad, mucho más aún. El era graciosos, valiente, honesto, brillante, amable, divertido. En resumen, la mejor pareja que alguien podía tener. Recordé que había pasado años sin atreverme a confesar lo que sentía por el, y aún así había tenido la oportunidad de estar con Mu. ¿Qué podía perderlo? Si, era posible. Pero por eso aprovechaba cada segundo junto a el para expresarle cuanto lo amaba. Y eso nunca cambiaría ni en años, décadas o siglos. Mi corazón siempre latiría por el.
- ¿Qué tengo en el rostro? - preguntó Mu divertido.
- ¿Qué? - dije algo desorientado. ¿A qué se refería?
- No has siquiera parpadeado.
No me di cuenta de que todo este tiempo que había transcurrido había permanecido viento a Mu.
- Lo siento - dije tímidamente - . No era mi intención incomodarte.
- ¿Incomodarme? Por supuesto que no.
- ¿Entonces...
Mu se levantó rápidamente de su silla, y me tomó de la mano. No aplicó fuerza, pero era obvio que quería que me parara también, y eso hice. La mesa permaneció con la comida en los platos hasta el día siguiente. Me llevó hasta nuestro cuarto, y justo cuando estábamos entrando, me di cuenta de lo que estaba por suceder.
- ¿Quieres... hacerlo ahora?
Mu no me contestó. Finalmente soltó mi mano, y el fue a sentarse a la cama.
- No importa si tu no quieres. Entiendo que estés cansado.
- ¿Qué? ¡No! Por supuesto que quiero, pero... ¿Estás seguro?
El asintió. El ambiente se tornó tenso de momento a otro. ¿Cómo lo solucionaría ahora?
- ¿Sabes? Recordé lo que dijiste la otra vez - empecé lentamente - . Me refiero a cuando estuvimos en el lago. Solo quería decirte que todos comentemos errores, y lo importante es aceptarlo. Yo también admito que debí ser más expresivo y sincero sobre lo que siento por ti. Ahora ya no hay nada que me limite en eso. Tu me ayudaste a ser así. A decir te amo sin problema alguno. A abrazarte sin temor a lo que pudiera suceder por aquello. A admitir ante otros que eres mi novio. Y te agradezco en verdad. Dijiste hace varios días que te arrepientes de ser tan exigente, pero, la verdad, es que así como pedías, dabas. Si estas dispuesto a...
No logré terminar mi frase. Mu me estaba besando. Y yo le correspondía. ¿Qué otra cosa podía pedir?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro