XX
Aldebarán.
Nadábamos libremente. No teníamos límite alguno. Ni siquiera Shaka, que era nuestro mejor amigo de la infancia, conocía este lugar, así que estábamos totalmente seguros de que nadie llegaría a interrumpirnos. Terminé por quitarme la liga que sostenía en alto mi cabello. Simplemente no podía evitar quedarme viendo a Mu. Su cabello era de un lila hermoso, y sus ojos resplandecían, pero ya no de dolor. Al contrario, era por diversión, pasión y alegría. ¿Cómo no enamorarme más de lo que ya ya estaba de el? Mu me tomó por sorpresa, y descubrió que no le quitaba la mirada de encima. Hicimos contacto visual, y luego me lanzó un poco de agua. Al no poder salir corriendo, por que claro, estábamos en un cuerpo de agua, empezó a nadar junto a la orilla, trazando una circunferencia. El esperaba que lo siguiera, pero yo planeaba quedar de frente a el, y eso fue lo que hice. Se sorprendió al verme, y paró bruscamente. Un poco más, y habría sucedido lo mismo que en el Coliseo, solo que ahora al revés. La diferencia sería que no dudaría ni un segundo en besarlo en los labios. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, éramos novios. Mu era mi novio. Yo era el suyo. ¿Por que limitarnos a simplemente tomarnos de las manos? Ya no era suficiente.
- Ah... - dijo Mu aún sorprendido.
Dudamos en si era correcto o no lo que pensábamos. Ya ni siquiera necesitábamos hablar. Con el simple hecho de mirarnos entendíamos que era lo que queríamos en aquel momento. Mu posó su mano derecha en mi rostro, y yo hice lo mismo. Ya sin conflicto, unimos nuestros labios, y nos dimos un dulce, tierno y prolongado beso, hasta que el aire nos faltó y fue necesario para ambos parar.
- Esto... ¿Significa que volverás?
- ¡Por supuesto que sí! - expresé emocionado. Pude haber saltado, quizá.
- Lo siento.
- ¿Qué?
Creí que Mu estaría feliz. ¿No le alegraba mi confesión?
- Digo que lo siento.
Salió del agua rápidamente y luego se puso su playera. Imité sus acciones, pero en realidad lo hacía por qué creía que saldría corriendo, o que no quería que volviera con el. ¿Qué haría entonces? Por el contrarío, Mu simplemente se remangó el dobladillo de su pantalón y metió sus pies de nuevo al lago. Ahora, tanto nuestros pantalones como playeras estarían empapadas de agua, y tendríamos que regresar a nuestras Casas con el frío que hacía. Podíamos enfermarnos, algo que no sería muy beneficioso para nosotros en esta época.
- Me comporté como un tonto la otra vez - dijo seriamente.
- No... - intenté detenerlo.
- Espera. En verdad quiero hacerlo.
Asentí lentamente. Si el quería hablar, ¿Para qué detenerlo? El estaba en todo su derecho.
- Estuve mal, y lo sé. ¿Por qué me actué de tal forma tan desagradable e impulsiva? No lo sé. No tengo idea alguna de lo que pudo haberme sucedido. Estaba enojado, desesperado, y triste. Tu podías contarme aquello cuando quisieras, y consideraste que fue ese el momento adecuado. No te juzgo. Respeto tu decisión. El del problema soy yo.
- También me descontrolé, Mu.
- Si, pero yo lo provoqué, ¿no es así? Intentaba mantener el control de todo, ¿sabes? Eso es incorrecto. Desde un principio supe que el tener una relación conllevaba mucho trabajo y esfuerzo, pero nunca imaginé la magnitud de tales cosas. Si, debe haber honestidad, confianza, libertad. Afecto sobre todo, pero nunca presión, y fue lo que con más frecuencia efectué sobre ti. Yo te pedí más cosas de las que tu a mi. Tan solo me dijiste que querías i r lento, y no respeté tu petición. ¿Qué clase de relación es esa? Debí dejar los celos y el enojo de lado, y concentrarme únicamente en ti y Kiki. ¿Por qué era necesario recalcar en todo momento que necesitaba afecto? ¿Es qué creía qué no era necesario para mi? ¡Por supuesto que lo es! ¡Haces todo lo que está en tus manos en el momento adecuado! Inclusive más, y yo no lo valoré. Creía hacer lo indicado, y no fue así. El problema es que no logro entender el por qué de mis acciones.
Mu se levantó de dónde estaba y empezó a caminar por la orilla del lago. ¿Tal era su necesidad de encontrar la respuesta a aquella pregunta?
- ¿Celos? Quizá, en parte. ¿Control? ¡No, eso no! ¿Miedo a ser juzgado? ¡Tampoco! ¡¿Pero entonces, ¿Qué?! ¿El deseo de hacer bien las cosas?
Estaba claro que necesitaba ayuda y compañía, así que también me levanté y empecé a caminar tras de el. Era muy posible que ni siquiera su estuviera dando cuenta de lo que hacía. Cuando finalmente lo alcancé, posé mi mano sobre su hombro. El giró bruscamente. Estaba exaltado.
- Oye, Mu... - intenté decir, pero el me interrumpió de nuevo.
- ¿Era miedo a perderte, de algún modo?
¿El... tenía tales preocupaciones? Ahora yo también compartía su angustia. ¿Cómo no sentirse así siendo, después de todo, Caballeros Dorados? Éramos el rango más alto de todo el Santuario. ¿La presión del deber de mantener el orden y seguridad del mundo era lo que estaba afectando a Mu?
- Sabes que es inevitable, ¿cierto?.
El pareció no entender a lo que me refería. Era mi turno de extenderme.
- Debemos proteger a las personas, y si es necesario, dar nuestra vida por ello. Para eso nos entrenamos. Sin embargo, aquí estamos, y debemos agradecerlo, ¿no? No sé en que momento nuestros caminos correrán un rumbo distinto, o si nunca lo harán, pero de lo que si estoy completamente seguro es de que pienso pasar el resto de tiempo que me quede de vida junto a ti. Así sean días, meses o años. No me importa, siempre y cuando aceptes estar a mi lado - tomé sus manos con las mías, y así permanecí junto a el - ¿Por qué llorar cuándo podemos ver las estrellas del cielo, o simplemente sentarnos el uno junto al otro?
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