XVII
Mu.
- No puedo permanecer más aquí sin hacer nada. Iré y me uniré a los Caballeros...
- Aioria, ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Si no cambias tu modo de pensar, tendré que matarte por revelarte a Atena. Serías un vil traidor - dije interrumpiéndolo.
Todos estábamos estresados por lo que sucedía. ¿Acaso era necesario recurrir a tales medios para evitar que todo empeorara? Por supuesto que no.
- ¿Escuché bien? ¿Acaso dijiste que me matarías?
- No quiero, pero tendría que hacerlo.
- ¡Mu!
- ¡Basta señores! - gritó Milo atrás de nosotros, desconcertándonos a ambos. Aldebarán y Shaka habían aparecido junto a el repentinamente - ¿Qué obtendrán de pelear entre Caballeros? Tenemos la obligación de hacer algo, o de lo contrario, los Caballeros y Atena estarán muertos. Todos nos hemos reunido aquí para pelear con todo nuestro poder y salvar a Atena. ¿No es cierto, Caballeros?
- Hum - dije mientras asentía a regañadientes.
Permanecimos algunos segundos en silencio, hasta que logramos percibir una extraña cosmo-energía. Provenía del Santuario, sin duda.
- ¿Pero... Qué? Agh. Viene de la Casa de Sagitario. Me pregunto si se dirige a salvar a los Caballeros. Mu: tal parece que ni el maestro con todo su increíble poder pudo detener a mi hermano Aioros.
Contemplamos con esplendor y esperanza el brillo en el cielo de la armadura de nuestro compañero de armas. Le agradecí mentalmente. Era necesario que alguien ayudara a los de Bronce, y, lamentablemente, nosotros no podíamos salir del refugio. Entramos a la Casa, y luego comimos algo. Si esta extraña batalla había surgido de la nada, ¿Otra aún peor aparecería también? Hades era nuestro verdadero enemigo. Habíamos sido entrenados para enfrentarlo a el y a sus espectros. ¿Todos estos disturbios eran gracias a el? ¿Nuestro fin se acercaba? ¿Habría alguna forma de evitarlo? Shaka, Milo y Aioria habían salido a vigilar de nuevo. Aldebarán y yo estábamos solos de nuevo.
- Querías decirme algo, ¿No? - dije no tan motivadamente. Habían pasado muchas cosas malas últimamente.
- Si - contestó Aldebarán - . Pero, ¿Crees que es el momento adecuado para platicar? - dijo tímidamente, como si ahora se arrepintiera de haber tomado aquella decisión.
- Así como estamos de ocupados últimamente, no creo que tengamos otra oportunidad para platicar.
Sonreí y el correspondió de la misma forma, solo que aún vacilando. Los otros tres entraron por la puerta.
- Bajaremos al Coliseo. Parece que está sucediendo algo. Hay mucho movimiento por allá - dijo Shaka seriamente.
- Nos quedaremos aquí. Es mejor que alguien se quede a vigilar el Santuario mientras ustedes no están.
Los demás asintieron y se limitaron a salir rápida y silenciosamente. Mientras, Aldebarán comenzó a caminar hacia mi... nuestra habitación. Supuse que querría que habláramos allá. Me pidió que me sentara en la cama. El se movía de un lado a otro, aún sin empezar a contarme lo que le pasaba. Finalmente se decidió a hacerlo.
- Esto tiene que ver con Poseidón, ¿No es así?
- Es muy probable que si - contesté - . Pero, ¿Qué tiene que ver con lo de esta mañana?
- Debo contarte algo. No la hemos pasado muy bien últimamente, y si tenemos un relación... amorosa, creo que mereces saberlo.
Asentí. Esperaría a que el contará todo, y después yo opinaría. ¿Qué tan malo podría ser?
- Sucederá lo mismo que cuando te dije que me gustabas. Necesito que me escuches, y yo respetaré tu decisión.
Yo asentí.
- Lo haré. Sabes que sí.
- Bien - suspiró varias veces. ¿Pero que era lo que le pasaba? - . Yo... Un par de años después de que te fueras... Tuve una relación amorosa con Kanon.
- ¡¿Qué?! - expresé inevitablemente - ¿Cómo... tú... por eso... qué?
- No salió bien. Terminamos al poco rato. Es más, ni siquiera puedo decir que haya tenido sentimientos por el.
- No... ¿Por qué no lo dijiste antes?
- No podía. Ni siquiera sabía si...
- Debe haber una razón más concreta, y no sólo que dudabas si en verdad me gustabas.
- Es que es eso, simplemente.
Negué consecutivamente con mi cabeza. Todo iba de mal en peor. Otra guerra con un Dios había empezado. Kiki no estaba en el Santuario. Atena podría morir. La vida de la humanidad estaba en peligro. Tan sólo quedábamos cinco Caballeros de Oro. Y ahora esto. ¿Cuándo había sucedido? ¿Esa era la razón por la cual Aldebarán no se decidía a actuar? ¿Por eso había tardado demasiado tiempo en demostrarme sus sentimientos? ¿Tan sólo eso?
- No confiabas en mi, ¿Cierto? A pesar de que nos conocemos desde niños. O mejor dicho, no confías en mi.
- Si no confíara en ti, ni siquiera te estarías enterando de esto. Creí que debíamos ser honestos el uno al otro.
- Si. Eso acordamos.
- Bueno, pues yo tan sólo intentaba arreglar nuestra situación. ¡Ahora sabes todo! No oculto nada más. ¿Y tu? Ni siquiera me hablas de cómo fue tu vida durante tu estancia en Jamir. No se las dificultades que tuviste, o tienes, y, por el contrario, ¡Tú conoces todo de mi!
- No tiene caso. Esto va a quedar en el olvido.
Me levanté rápidamente de mi cama, y salí de la Casa de Aries, con dirección al Coliseo, solo que no iría a allá. Planeaba ir a visitar la lápida de mi maestro Shion.
- ¿Es enserio? ¿Simplemente te irás, como si nada de esto hubiera pasado?
Ni siquiera contesté. No quería llorar en frente de el. No quería lastimarlo más de lo que ya lo estaba haciendo. No quería arruinarlo todo. Quizá ni siquiera había esperanza alguna de que Aldebarán perdonara mis equivocadas acciones. Pude haberme detenido, y pedir perdón, o seguir platicando a cerca de nuestros desacuerdos, y aún sabiendo que tenía esa posibilidad, preferí ignorar la oportunidad de mejorarlo todo. Contribuí a lastimarme, y a lastimarlo a el. ¿En verdad merecía estar con esa clase de persona? ¿Aquella que te apoya y ama de verdad? ¿Aldebarán me soportaría? ¿Por qué todo estaba terminando de tal forma? No había tiempo. Los Dioses no cooperaban. ¿Y si nunca llegaba a resolver mis disputas? Necesitaba un lugar para meditar. Alguien a quien consultar. Quizá mi maestro no me respondería en persona, pero la constelación de Aries estaba ahí, en el cielo, dispuesta a ayudarme.
- ¿Ahora que hago?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro