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II

Aldebarán.

Me levanté como de costumbre alrededor de las cinco de la mañana. Me metí a bañar y después de que aliste mis cosas, partí al coliseo. Al llegar, empecé con mi rutina de siempre: Algunos golpes, práctica con los ataques y otras cosas. En sí, todo estaba tranquilo, y a parte de mi, solo había cerca de once personas más. Pasé ahí alrededor de dos horas, y cuando estaba por regresar a la Casa de Tauro, llegaron Milo, Aioria, y mis amigos. Estaba algo confundido y divertido. Antes Shaka y Mu habían dicho que no me preocupara demasiado por el entrenamiento, y ahora ellos también estaban en el coliseo. Ahora me daba cuenta de como contradecían sus pensamientos en algunas ocasiones. En fin, me acerqué a ellos. Algo que, quizá, actualmente considere como un error, o por el contrario, una benéfica decisión.

-¿Qué haces aquí tan temprano?- preguntó Aioria. El sonreía.

-Siempre vengo a esta hora a entrenar- contesté alegre.

-¿Enserio?, no lo creí de ti.- dijo Milo bromeando.

-¿Qué insinuabas? ¿Qué solo dormía?- contesté entre risas.

-Pues por lo menos yo si- siguió el.

Todos reímos estruendosamente, y después de algunos minutos, nos detuvimos. Algunos chicos nos veían extraño, y claro, era entendible, pues siendo tan solo cinco Caballeros Dorados llamábamos demasiado la atención.

-Deberíamos empezar a entrenar- dijo Aioria. Hice énfasis en "deberíamos". ¿Estaba incluido acaso?

-Muy bien- dijeron todos menos yo.

-Shaka, Aldebarán, ¿practicamos?- dijo Mu mientras se acercaba hacia mi junto a Shaka. Se le veía entusiasmado de entrenar, aunque no estaba seguro de que fuera por hacer ejercicio.

-Pero es que...- dije antes de ser interrumpido por mi amigo Virgo.

-Vamos Aldebarán, no te quitará mucho tiempo. ¿O tienes algo que hacer?- dijo sonriente.

-Está bien, pero solo un momento- dije negando lentamente con mi cabeza. Era simplemente imposible ganarles a ambos en una discusión cuando estaban insistentes.

En fin, tuve que permanecer más tiempo del que planeaba en el coliseo para practicar con mis amigos. Hicimos prácticamente lo que yo ya había hecho antes, solo que esta vez había reído y platicado. Milo y Aioria permanecían a algunos metros de nosotros, también practicando. Cuando terminamos, Mu caminó hacia Milo y Aioria, tal vez a platicar, mientras yo iba a recoger mis cosas junto a Shaka. Por coincidencia, Mu tropezó con alguien, y cayó de espaldas, justo cuando yo pasaba. No me di cuenta, y entonces también caí, justo encima de el. Alcancé a extender mis brazos, y por suerte ninguno de los dos nos golpeamos. Lamentablemente, o, si opino sobre esta vergonzosa situación en este momento, afortunadamente nuestros labios quedaron a milímetros de tocarse, y ambos cruzamos miradas. 


- ¡Ya te voy a atrapar! - gritó Shaka. El nos perseguía tanto a Mu como a mi, solo que yo estaba más lejos de el. Jugábamos "las traes" cerca del Coliseo, evitando entrenar.

- ¡No! - gritó Mu - ¡No me vas a alcanzar!

Volteé hacia atrás, intentando ver que sucedía. Mu cerró sus ojos. El maestro Shion le había enseñado como teletransportarse, pero el aún no lo dominaba, y en cuestión de segundos, ya no lo vi. Sin darme cuenta, Shaka venía hacia mi, y yo, al intentar esquivarlo, giré hacia la derecha, justo donde Mu había aparecido.

- ¡Agh! - exclamé mientras sentía como nuestras frentes chocaban estruendosamente - Perdón, Mu.

- No pasa nada. ¿Estás bien?

El se levantó primero, y me extendió la mano. Yo la tomé, aunque no necesité que aplicara fuerza para poder levantarme. El golpe no me había aturdido, aunque dolía un poco.

- Si, ¿y tu?

- No voy a estar bien si Shaka me atrapa. ¡Corre, que ahí viene!


Reaccioné confundido. Era simplemente extraño. En vez de levantarnos, ambos permanecimos en la misma posición en lugar de movernos. Quizá ambos habríamos permanecido así durante mucho tiempo, pero al ver que teníamos compañía, nos levantamos lo más rápido que pudimos, ambos notoriamente sonrojados. No entendía porque estaba reaccionando... o tal vez si lo comprendía, pero quería creer que no era por eso, y es que simplemente no podía ser. Era preferible permanecer callado, y además, no estaba muy seguro de que Mu sintiera algo por mi. Mu caminó extremadamente rápido. Yo, por otro lado, salí corriendo en dirección contraria a el, mientras Shaka me seguía por detrás. Tomé mis cosas y empecé a subir las escaleras hacia mi Casa.

- ¡Aldebarán! ¿Estás bien?- dijo Shaka.

- Si, no te preocupes- le contesté sin dejar de caminar. En realidad necesitaba salir de ahí.

- ¿A dónde vas?

- A dónde sea menos dónde esté esta muchedumbre.

- ¿Si vendrás a mi Casa esta tarde?- dijo con tono preocupado. ¿Por qué no iría?

- Si, nos vemos al rato, a la hora que acordamos.

- Bien...te estaré esperando.

Shaka regresó al coliseo y se despidió de los otros Caballeros, mientras yo seguía subiendo. Después, simplemente ya no vi que fue lo que hizo o pretendía hacer. Llegué a mi casa, comí un poco, y me metí a bañar. Aún faltaba demasiado tiempo para la reunión que habíamos planeado, así que decidí recostarme cuando terminé. Sinceramente no podía terminar de comprender lo que había pasado. ¡Un momento solo estaba caminando, y en cuestión de segundos estaba a punto de besar a Mu sin que lo hubiera decidido! Pasó extremadamente rápido que tanto el como yo quedamos completamente desconcertados. Era obvio que debía disculparme con Mu, sobre todo porque ni siquiera era mi intención caer sobre el. ¡Es más, ni siquiera tenía en mente el que eso pasara y mucho menos lo había planeado! Preferí dejar de pensar en que casi nos besábamos sin consentimiento propio, así que me acomodé, y decidí dormir un poco. Para cuándo desperté, ya eran casi las tres de la tarde, alguien tocaba la puerta, y yo no estaba listo para ir a la Casa de Virgo.


Mu.

Después de lo que había pasado con Aldebarán, no quería ni siquiera mirar a los demás, así que opté por dirigirme rápidamente hacia mi Casa. Mientras avanzaba, sentía mi cara arder de lo avergonzado que estaba. Últimamente había estado pensando demasiado en Aldebarán. No sabía exactamente el porque, aunque tenía un presentimiento: estaba empezando a enamorarme de mi amigo. Ya lo había repasado y analizado demasiado, y sin duda alguna, eso era de lo que se trataba, aunque deseaba que no fuera verdad. Había incluso consultado a Shaka, pues me avergonzaba el hecho de que lo que creía fuera cierto. Lo peor de todo, era que no sabía bien como decírselo a Aldebarán. El día anterior, al intentarlo, me avergoncé y terminé cambiando el tema. Además, el no mostraba indicios de que yo también le gustaba, así que era preferible mantenerme callado. ¿Qué sucedería si el se enteraba de mis sentimientos hacia el? Deseaba que no lo supiera, pues lo que era más probable que perdiéramos nuestra amistad, y yo no quería eso. Cuándo llegué a Aries, me encontré a Kiki. Rápidamente bajé mi rostro para evitar que me viera sonrojado, pero lamentablemente no funcionó.

- Maestro Mu, ¿está bien?, ¿se siente mal?- preguntó preocupado mientras se acercaba a mi.

- Si, no sucede nada Kiki. Estoy bien.- contesté intentando restarle importancia al asunto.

- Se ve muy rojo del rostro...¿No estará enfermo?- volvió a preguntar.

- De seguro es porque entrené, y además hace un poco de calor. Eso es todo- respondí mientras sonreía, intentando hacer que Kiki no profundizara el tema.

- ¿Está seguro?

- Si Kiki, no te preocupes...¿Por que no vas a jugar, mientras tomo una ducha? - No estaba seguro de si funcionaría, pero debía intentar evitar que Kiki se enterara de lo que había sucedido.

- ¡Si! Estaré afuera por si necesita algo, maestro Mu.

Kiki salió corriendo, dándome oportunidad de tomar una ducha y poder pensar. Preparé el agua, y como era de esperarse, el tema de mis sentimientos por Aldebarán volvió a invadir mi cabeza. Y para empeorar aún más la situación, ¡el y yo casi nos dábamos un beso! Sin duda alguna iba a intentar cruzarme con el en el camino a la Casa de Virgo, y así poder platicar sobre lo que había pasado...y disculparme además de todo. Salí de la bañera y me alisté para nuestra pequeña reunión. Le dije a Kiki que saldría, y el prefirió quedarse en Aries. Mientras caminaba hacia la Casa de Tauro, actuaba torpemente, inclusive me tropecé, y falto muy poco para que me cayera. Estaba nervioso, más de lo que creía, ¿y cómo no si hablaría con mi amigo después de hacer pasado por algo vergonzoso? Cuando llegué, permanecí parado frente a la puerta algunos minutos, dubitativo entre tocarle o no para que saliera. Finalmente preferí hablarle.

- Aldebarán...¿estás ahí dentro?...- pregunté nervioso.

No recibí respuesta. Volví a hablar varias veces, y tampoco escuché sonido alguno, así que no tuve otra opción más que tocar como un último intento. Al fin logré distinguir que sí había alguien ahí.

- ¿Aldebarán? Soy yo, Mu.

- ¡Ah, Mu! Espera. En un momento te abro- dijo Aldebarán desde adentro.

- Está bien - contesté aún más avergonzado. La verdad es que no sabía que decir.

Pasaron algunos minutos antes de que me abriera la puerta, aunque en verdad no había sido molesto. Al menos me había dado tiempo para prepararme mentalmente y poder hablar. Aldebarán salió y me saludó agitando su mano. Se le veía avergonzado...como yo.

- Mu...sobre lo que pasó en la mañana...yo...no era mi intención caer sobre ti, de hecho ni siquiera te vi...solo quería disculparme...-dijo el mientras rascaba su nuca. Sí, al parecer era necesario para ambos hablar sobre aquello.

- Yo también me disculpo contigo. Aunque fue un accidente, te hice caer, y casi nos....Bueno, eso no importa. No fue culpa de nadie- suspiré un poco aliviado. Casi estropeaba todo, y de haber hablado un poco más, habría tenido que dar explicaciones sobre el porque no me había movido y todo eso que había pasado. Por suerte, reaccioné rápido, y me ahorré una platica que resultaría incómoda para ambos. Sonreí y miré alegre hacia Aldebarán, quien correspondió de la misma forma mientras asentía, dando por terminada la platica.

- Creo que deberíamos darnos prisa. Vamos tarde por algunos minutos hacia la Casa de Virgo, y tomando en cuenta la cantidad de escaleras, vamos a llegar aproximadamente 30 minutos o más después de la hora citada. Además, vamos a tener que disculparnos con Shaka. Sabes que no le agrada la impuntualidad, sobre todo si viene de nosotros- dijo Aldebarán mientras reía levemente.

- Tienes razón...Aunque no creo que se enoje. No es tan amargado como parece- contesté riendo también.

Ambos soltamos grandes carcajadas mientras empezábamos a subir las escaleras lo más rápido posible, y como ya había dicho Aldebarán antes, probablemente tendríamos que disculparnos.

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