Nubes de tormenta
Las noticias decían que Satoshi había vencido, que Yveltal había sido capturado y que el Team Rocket no volvería a atacar jamás, pero pese a que ellos lo juraran una y mil veces yo no podía fiarme de sus palabras. Lo cierto era que mi queridísimo entrenador había huido, su nombre fue borrado de la faz de la tierra y sin importar a quien llamara, nadie sabía nada sobre su paradero. Una parte de mí comenzaba a perder las esperanzas de volverlo a ver y al parecerm eso no me estaba pasando solo a mí.
—¡Ese maldito Ketchum sabe lo mucho que nos preocupamos por él y aún así no se aparece! —bramó Dawn meciendo las piernas desde la altura de su asiento sobre la mesa.
—Esperar algo de él es inútil, déjalo ya —repuso May mientras jugaba con Sylveon y Glaceon—. Siempre se anda desapareciendo, no sé por qué te sorprendes tanto.
—¡Sí! Pero si no viene nos quedaremos sin bicicletas.
—Oh, ya veo... También me debe un vestido, quizás se fue por eso.
—Él vendrá —objeté—, sabe que el Team Storm atacará en pocos días, no nos dejará solas... Él no lo haría.
La castaña, quien giraba los listones de mi Sylveon como si fueran sogas para que Glaceon los saltara, erró el movimiento haciendo que su pokemón se enredara y cayera precipitosamente al suelo. El estruendo de las maderas del piso de aquella cabaña en Arborada sumado al gesto de pena con que Dawn me miró tras oír mis esperanzas convertidas en palabras agregaron mucho dramatismo a la situación.
—Serena, él no...
—¡Él sí! —interrumpió la peliazul—. Él va a venir por ti y por nosotras, no te preocupes.
La chica que luchaba tironeando los listones de mi compañera no se rindió en llevarme la contraria. —Pero... ¿siquiera sabe dónde estamos?
—No sé dónde está él —alegué buscando la mayor amabilidad posible en el tono de mi voz—, pero Charizard sí.
—¿Charizard? —Dawn parecía no entender.
—Los pokemóns y sus entrenadores cuando comparten el vínculo de la Mega Evolución tienden a percibirse aunque estén a cientos de kilómetros —respondió una más centrada May al tiempo que estiraba con fuerza de las apófisis de Sylveon haciendo que ésta profiriera un débil gemido tras el cual me apresuré en su ayuda—. Charizard podría sentir la ubicación de Serena y así Satoshi vendría en nuestra ayuda en el momento en que él quisiera.
—¡Genial!
—No es sólo eso, yo también puedo sentir a Charizard.
Ambas adolescentes me dirigieron la mirada. —¿Sabes dónde está Satoshi?
—No con exactitud —Busqué algo dentro mío que me ayudara a determinar la ubicación de aquel muchacho y nuestro pokemón, pero nada más que sensaciones de anhelo y cobardía poblaban mi corazón—, pero sé, y no tengo miedo de equivocarme al decirlo, que ellos están en Hoenn.
—Impresionante... —susurró May en un volumen apenas audible al tiempo que liberaba al fin las ataduras que impedían a su pokemón caminar.
Un repentino golpeteo desde el marco de la puerta vino a interrumpir nuestra amigable charla haciendo que nos sobresaltáramos.
—¡Quién es?
El sonido se repitió y Dawn se arrimó a observar desde el cerrojo. Feliz, la peliazul abrió la puerta y una chica desconocida ingresó acompañada de un rostro que jamás olvidaría.
—¡Brock!
El morenote me saludó con un gesto de la cabeza mientras que su acompañante se acercaba hasta invadir mi espacio personal, examinándome lo más cerca posible con un gesto de disgusto y seriedad evaluadora.
—No es tan linda como decían —bramó la pelirroja salteándose el saludo. Su mirada me recorría de arriba a abajo examinando cada detalle en mi imagen, haciendo que los nervios me ruborizaran el rostro—. No sé qué le vio Satoshi a alguien como ella.
—Ya, ya, cálmate Misty —intervino el criador pokemón y su mención me hizo salir de mí misma al enterarme de quién era la persona que tenía en frente.
—¡Eres Misty? He oído muchas historias sobre ti, es un placer.
—Lamento no poder decir lo mismo —Sus provocaciones comenzaban a irritarme hasta hacer que las imágenes se distorsionaran frente a mis ojos, mostrándome vestigios de fuego y lluvia. Necesitaba cambiar de tema antes de que los nervios me afectaran como lo venían haciendo últimamente.
—Entonces, ¿cómo estuvo el viaje? ¿Vinieron juntos desde Kanto?—Me salvó May.
—No, nos encontramos aquí y luego vine montando el Steelix de Brock —respondió Misty recuperando el brillo de su voz.
Pude ver como por lo bajo Dawn intentaba darle un billete a la castaña pero esta la espantaba discretamente susurrando en un volumen casi inaudible «ella no se refería a eso».
—Así que finalmente viniste tú también a ayudar —Brock se rascó el mentón antes de contestarme.
—Sí. Tras la derrota del equipo Rocket, mi amigo Satoshi pidió como campeón que las fuerzas de seguridad de la liga pokemón se encargaran del cuidado de los pokemón legendarios y el estado puso en proyecto una ley para declarar esas especies como de interés biológico, por lo que su captura sería penada gravemente y habrá policías custodiando las cercanías de sus ubicaciones más destacables. Además, todos los entrenadores que posean pokemóns legendarios en sus equipos fueron invitados a liberarlos o a recibir custodios especiales por parte de la policía en sus domicilios.
—¿Y los que están de viaje? —cuestionó May.
—Llevarán rastreadores y un código especial para llamar en caso de que necesiten que los policías se teletransporten hasta su ubicación para ayudarlos si fueran atacados —contestó Misty mientras terminaba con las formalidades del saludo a las otras chicas—. Y bien, Serena, Brock me contó que eras una Artista pokemón.
—Correcto. Sabía que sí habías oído historias sobre mí —Mi comentario pareció no agradarle—. De hecho, que yo recuerde tú también haces presentaciones con los tuyos en tu gimnasio en ciudad Celeste.
—¡Es verdad! Misty y Serena hacen coreografías con sus pokemóns las cuales son diferentes a los concursos. Tienen más en común de lo que pensé —observó May con una sonrisa en el rostro la cual no fue correspondida por la encargada de entregar la medalla de agua en Kanto.
—Lo que hace ella y lo que hago yo son dos cosas muy diferentes.
—¿Por qué?
—Porque lo mío son presentaciones en un gimnasio con un escenario especial y un público específico. Es profesional no competitivo, y no ando subiendo videitos a internet para hacerme famosa.
—Las artistas pokemón también son citados a diferentes escenarios, las competencias son sólo la forma de dar fama a lo que hacemos, pero existen compañías dedicadas a reclutar a sus artistas preferidos y organizar shows por todo el continente, si no es más —Dawn parecía disgustada al contestar eso. La intervención de Misty no estaba siendo de lo más celebrada dentro del grupo y yo no deseaba que fuera de esa forma— ¿Por qué no le muestras algo de tu trabajo a los demás?
Hubo un pequeño revuelo por la propuesta de la entrenadora del Piplup, parecía que no era la única que no había visto jamás el trabajo de la primera compañera de Satoshi como artista pokemón. La susodicha accedió sin muchos rodeos y desde su pokenav nos enseñó un espectáculo maravilloso donde interactuaba con varios pokemón de tipo agua en una piscina artificial que hizo que me emocionara. Lejos de decepcionar, Misty demostró elegancia y gracia en ese video y pronto la trasladó a la vida real invitándome a mostrar algo de lo que yo hacía en mis presentaciones. No tenía mucho que presumir, había pasado un buen tiempo desde mi último concurso en Kalos, pero decidí que la final contra Elle sería lo más indicado, logrando robar un gesto de asombro en el rostro de la pelirroja.
—Eres buena —reconoció después de ver el video—, mucho más de lo que hubiera esperado. No me extraña que hayamos empezado así; yo soy agua y tú eres fuego.
Me asombraron sus palabras pero tras vincularme de un modo tan profundo con Charizard debía asumir que tenía razón. Comencé mi viaje sin desear especializarme en ningún tipo de pokemón pero con el pasar de los días debo reconocer que, sin desmerecer a ninguno de mis compañeros, el tipo fuego se estaba convirtiendo en mi predilecto a la hora de demostrar de lo que era capaz. A ella no le costó nada darse cuenta. La había juzgado mal, no me odiaba, solo teníamos personalidades opuestas y Misty era extremadamente perceptiva a ese tipo de cosas.
Brock se dirigió a la cocina y opté por acompañarlo mientras que las otras chicas se ponían al día. Hicimos té con pokelitos y el ex líder de tipo roca se mostró muy interesado en aprender mi receta. Para cuando llegamos con la bandeja llena de bocadillos de repostería, tazas vacías y una enorme tetera humeante, todas las demás ya se habían enseñado cuanto video llevaran encima y comenzaban a conversar sobre el entrenador que nos había unido. Fue ahí cuando la estúpida de May soltó la bomba.
—Oye Misty, adivina quién besó a Satoshi.
El gesto de horror en la cara de esa bruja se convirtió rápidamente en odio en la medida que sus felinos ojos daban con mi paradero. Me sentí encogerme frente a una mujer que cobraba tamaño desmesuradamente hundiendo su mirada en la mía hasta volver inevitable el enfrentamiento. Después de todo, «Cuando las miradas de dos entrenadores se cruzan, el combate comienza de inmediato». Casi podía leer sus labios diciendo «Tú y yo, ahora. No saldrás viva de esto» y yo, como quien no quiere la cosa, le respondí en un susurro inaudible pero imposible de ignorar «Cuando quieras, zorra».
Por supuesto que no podíamos salir a pelear en ese momento, no con el equipo Rocket y Storm acechando afuera, por lo cual la reunión prosiguió repleta de gestos desafiantes por ambas partes y algún que otro comentario inoportuno que levantaba sospechas hasta hacer que el elefante en la habitación resultara imposible de ignorar. No la odiaba, pero estaba resuelta a hacerla trizas.
Cerré los ojos para espantar los humos de mis confrontaciones internas logrando así disipar tormentas de flechas, balas y alguna que otra imagen moribunda que aún poblaban mis retinas para luego brincar sobresaltada en mi asiento por la repentina intromisión de un nuevo golpeteo proveniente de la puerta.
—¿Esperamos a alguien más? —cuestioné. Nadie se molestó en dar respuesta.
Me dirigí a mirar por el cerrojo sintiendo mi corazón palpitar por la posibilidad de que el azabache atravesara ese marco de un momento a otro pero en su lugar vi una cabellera rubia cayendo desprolijamente sobre unos gruesos anteojos.
—¡Citron!
La sorpresa me embriagó una vez más al notar que no venía solo; lo acompañaba un muchacho de pelo verde a quien había visto celebrar con Satoshi los pocos combates que logró superar durante la liga de Unova y junto a ellos una pequeña y dulce sonrisa que corrió hacia mí arrojándose a mis brazos mientras gritaba mi nombre.
Casi no podía contener la emoción, el dúo de hermanos que nos acompañó al entrenador del Pikachu y a mí en nuestro recorrido por Kalos se deshacían en saludos y alegría hacia mi persona hasta lograr que mis ojos se colmaran de lágrimas de alegría. Los había extrañado de verdad. Al percatarse de que no estábamos solos Citron se irguió poniéndose firme y extendió completamente un brazo en dirección a mis compañeros de cabaña. Era gracioso verlo realizar un gesto casi militar con ese grado de rigidez... Ver tantas chicas lindas juntas debió ponerlo nervioso. Yurica se adelantó imparable, hincó una rodilla al suelo y exclamó mirando a todas las anteriores acompañantes de Satoshi.
—¡Todas son perfectas! Disculpen, ¿alguna de ustedes querría casarse con mi hermano?
May no perdió el tiempo. —¡Dawn! Dawn quiere.
—¡¿Qué?! —bramó la mencionada.
—¡Sí! —El festejo de la más pequeña se vio interrumpido por un brazo mecánico que la sujetó por la espalda.
—¡No otra vez! —Exclamó el líder eléctrico llevándose a su hermanita lejos con la cara hecha una frutilla—. Siempre me haces pasar vergüenza.
Una ilusión muy diferente a las que venía teniendo desde mi encuentro con Yveltal se apoderó de mi mente y no tardé en expresarla en voz alta a manera de pregunta.
—Oigan, ¿Iris también vendrá?
El tipo de pelo verde me miró sorprendido.
—¿Conoces a Iris?
—Sí, viajamos juntas un tiempo.
—Me temo que no la veremos hasta que venzamos al equipo Rocket. La tienen prisionera.
El golpe de sus palabras cerró mi garganta ocasionando que nuevamente las visiones volvieran: el sonido del llanto de las madres clamando por sus hijos muertos en una guerra, ires y venires de comerciante cargando consigo el tesoro robado a otros pueblos tras operaciones maliciosas, un padre abandonando a su hijo por elegir un rumbo más austero en favor de alguien más y una cruz de madera que dormía en ruinas. Parpadeé rápidamente para alejar los humos de mi inconsciencia antes de volver a alzar la voz.
—Cuando todo esto acabe, iré por ella —El tipo de pelo verde sonrió ante mi exclamación.
—Puedo sentir un sabor valeroso en tus intenciones, pero quizás también un poco ingenuo. No sabemos nada sobre la ubicación del equipo Rocket, por lo que lo único que nos queda es esperar. Cuando el momento llegue, juro por mi vida que estaré contigo en el frente de batalla y no descansaré hasta volver a ver a Iris libre y feliz nuevamente.
Por más que sus palabras sonaran duras, tuve que aceptar que tenía razón. No debía precipitarme en hablar. Me sentía como una niña pequeña siendo regañada, pero un comentario de Brock vino a salvarme de la madeja de pensamientos oscuros que amenazaba con poblar mi mente.
—Bueno, entonces... ¿Cuándo será la boda, Dawn?
El clima regresó a su aura de alegría en tanto que Yurica y el primer acompañante de Satoshi se hundían en una charla sobre cómo conquistar mujeres, la cual era constantemente interrumpida por el dúo que me había acompañado en la batalla contra el team Storm en Lavacalda, quienes no paraban de insinuar que ni el morenote ni la niña habían dado pié con bola en su búsqueda de la oportunidad de un matrimonio. May y Dawn llenaron de ideas a sus interlocutores y Dento, que así se llamaba el rarito de pelo verde, se ofreció para enseñarle a Brock todo lo que tenía que saber sobre besos, aunque sus intenciones parecían no estar ligadas a alguna interacción con alguien del género opuesto.
Pronto los grupos se reorganizaron y compartí más y más recetas de cocina con Brock, Citron y Dento, vi al peliverde y a Misty conversar sobre pesca, las chicas le enseñaron a la hermanita del rubio a hacerse nuevos peinados mientras que ella jugaba con sus pokemón y tanto entrenadores, coordinadores y también criadores la llenábamos de ideas y trucos útiles para cuando comenzara su viaje, lo cual sería en pocos meses. Todos estábamos sumidos en un clima alegre y repleto de compañerismo cuando una idea absurda se coló para dar paso a algo un poco más... emocionante.
—Oigan, aquí cerca hay un gimnasio. ¿Y si vamos a pedirle a Alana, su líder, que nos preste la arena para entablar algunos combates? —La propuesta de May avivó el fuego entre todos los presentes y mi mirada chocó inmediatamente con la de Misty, aunque Dawn protestó.
—¿Y si el equipo Storm ataca mientras estamos distraídos? No olvides que nuestra función es ser el puente entre todas las ciudades e indicarle a los líderes a dónde se necesita ayuda e ir junto a ellos a combatir a esos tipos malos.
—Todos lo sabemos Dawn —comentó Misty—, pero a decir verdad, creo que unos combates podrían ayudarnos a estar más relajados.
—¿Todos están de acuerdo?
La afirmación fue colectiva e inmediata. Pachirisu salió a verificar que el perímetro estuviera despejado y tras su afirmativa corrimos hasta el lugar mencionado para ponernos a salvo bajo las cuatro paredes de aquel lugar.
—Ahora que lo recuerdo, este gimnasio no tenía paredes ni techo, sólo unas columnas donde los entrenadores se posicionaban para combatir desde las alturas —mencionó Brock.
—Es verdad, pero ahora Alana hizo fabricar un enorme estadio debajo de donde se encontraba el anterior para que el clima no afectara las batallas —citó May mostrando la información que figuraba en su pokenav. Pronto la líder apareció.
Alana vestía un atuendo extravagante, su voz era calmada y segura y aunque en un principio se negó a nuestra petición, tras escuchar que estaba frente a cuatro líderes de gimnasio y a sabiendas que la liga estaba pronta a ocurrir, por lo que las visitas de entrenadores eran escasas, acabó por consentir nuestra súplica bajo la única petición de que las primeras batallas fueran las de los líderes y así poder grabarlas para hacerle mayor promoción al gimnasio. Una chica lista.
Brock contra Dento, Citron versus Alana, Alana y Dento, y luego llegó el turno de Misty, pero ella objetó reprochando que si con alguien debía pelear allí sería conmigo lo cual apoyé férreamente. Alana lo concedió y ambas tomamos nuestros respectivos lugares, había estado esperando un buen tiempo por esto, creía que nada podría cobrar espacio en mi mente más allá de aquel combate pero el cruel destino vino a hacer una de sus jugarretas y una noticia proveniente de la radio de la líder de tipo volador hizo que todos perdiéramos las ganas de sonreír por unos instantes.
—La comisaría donde Jessie y James se encontraban dando testimonio ha sido atacada —informó el policía que se contactaba a su vez con todos los líderes de gimnasio—, una bomba estalló dejando en grave estado a todos los civiles y policías presentes. Sospechamos que fue el equipo Rocket por lo que deducimos que sus actividades criminales no han cesado. Estén alerta.
Todos nos quedamos en silencio; los conocíamos y a pesar de no guardarles el mayor cariño, sabíamos que en el fondo eran buenas personas. Por fin se les dio una posibilidad de demostrarlo y estas eran las consecuencias... La niña que sostenía el cuerpo de su hermanito muerto me observaba con una mirada vacía sentada en el primer peldaño de la escalera.
Aparté las visiones y cedí al combate sabiendo que no había nada por hacer en estas ocasiones. La frustración e impotencia no tenían lugar ni sentido en nuestras condiciones, ¿qué podíamos hacer? Todo estaba en manos ajenas. Mejor seguir combatiendo. Desde las ventanas el fuego y la humareda parecían reales.
Misty eligió a Corsola y yo dejé salir de mi pokeball a Sylveon. Había pensado enfrentarla con Mawile puesto que Brock ya le había quitado sus vendas y dijo que estaba lista para pelear, pero prefería guardarla por su el Team Storm decidía atacar con un día de anticipación a la fecha citada por el administrador Charlatán.
Las agujas de su pokemón fueron detenidas y devueltas por el Viento de hadas del mío, intentó embestirnos y lo neutralizamos a tiempo sujetando al pequeño con los listones de Sylveon para estamparlo repetidas veces contra el suelo antes de que se soltara. Corsola me sorprendió al recuperarse y aunque busqué hacer blanco en él con Velocidad, él nos devolvió el ataque multiplicado con su Escudo espejo. Por un momento pensé que perdería pero nuevamente intentó embestirnos para volverse presa fácil del huracán creado por el viento que generaba mi compañera. El daño fue magro y Corsola quedó fuera de combate.
Misty eligió a su Golduck como su último pokemón y tras congelar a mi pokemón inmovilizándolo con su Puño de hielo barrió con nosotras valiéndose de Surf. Uno a uno, ya sólo me quedaba un pokemón.
Para culminar nuestro embate decidí que la más apropiada sería Delphox y mi adversario se burló diciendo que nunca lograría ganar con un pokemón de fuego. Evidentemente los videos que le mostré de mis presentaciones la tenían al tanto de nuestras habilidades por lo cual esta vez el factor sorpresa no sería una opción viable. Ella comenzó con una predecible Hidrobomba la cual destruimos sin problemas con la potencia de nuestra Llamarada.
La pelirroja enfureció farfullando. —¡No puede ser! Tienes el mismo estilo de pelea sonso que Satoshi.
—Es que pasamos mucho tiempo juntos... Muy juntos —Marqué excesivamente las sílabas de mis últimas dos palabras ocasionando que la colorada perdiera el control y lanzara un ataque de Puño de hielo muy directo, recibiendo de lleno el Poder oculto de mi pokemón.
Golpearon golpes Psíquicos, lluvias de agua y fuego, un Surf que se volvió en contra de su creador a causa de los poderes telepáticos de su oponente, todo ese menjunje de ataques directos inservibles que lanzaba Misty como si el solo hecho de poseer ventaja de tipo hiciera que todas sus maniobras fueran más eficientes hasta que de pronto, una sensación similar a un golpeteo hizo vibrar mi pecho.
«¿Dónde están?» musité. Nadie respondió. Mi Delphox recibió una hidrobomba de lleno quedando en mal estado al instante cuando un nuevo golpeteo me abordó «Sé que eres tú, ¿dónde te encuentras?»... La zorra esquivó un Surf que bien podría haber dado fin a este combate, pero a mí ya poco y nada me importaba lo que ocurriera en el campo de batallas.
—¡Ya está aquí! Delphox, regresa.
—¡No puedes abandonar así como así! ¡Regresa aquí, cobarde! —Me gritó Misty. No me importó.
—Señorita, si abandona el arena de pelea su descalificación será inmediata.
Ignoré los reproches de Alana y corrí fuera del edificio. Charizard había llegado, pero su vida corría riesgo. Yo no podía estar ahí sin hacer nada, debía ir a ayudarlo.
—No te preocupes, mi corazón, yo estoy contigo....
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