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No te voy a dejar caer

Las horas pasaban irracionables acercándose poco a poco al momento del ataque mientras que yo buscaba distraerme enfocando mi mente en los concursos. A este respecto debo admitir que la guía de Dawn y May me resultaba super valiosa: ¿quién habría creído que estas dos alocadas adolescentes fueran tan geniales en lo que a las exhibiciones se refiere?

Pronto noté que había una infinidad de cosas que se me estaban escapando a la hora de competir, cientos de detalles que aportaban a la performance, elementos relacionados a los combos y la manera de aprovechar no sólo las características de mi equipo sino también lo que proviniera de mi rival, cosas que simplemente me eran ajenos. Comprendí con sólo una tarde de entrenamiento con este par de genias todo lo que Yashio había querido que aprendiera en mis viajes por Hoenn. En verdad todo esto me sería muy útil al regresar a Kalos.

Los días antes de la exhibición fueron un sin fin de momentos extraños que se entremezclaban unos con otros brindando risas y bromas con las chicas, momentos de nerviosismo mirando por la computadora los combates de Satoshi en la liga de Kanto... no puedo creer lo fuerte que se volvió. Ver al chico que luchó en Kalos enfrentar a oponentes sin mega evoluciones fue genial, parecía invencible usando a ese equipo añejo tan bien entrenado.

El paso del tiempo dio espacio a la llegada del concurso y con él los nervios llegaron al máximo; ya no había lugar en mi mente para pensar en equipos criminales porque cada una de mis neuronas estaba completamente avocada a la realización de presentaciones que estuvieran a la altura de las brindadas por mis nuevas amigas. Antes de entrar a escena vi a May y a Dawn cuchicheando entre los rincones al tiempo que señalaban disimuladamente a un muchacho de pelo verde.

—Se ha puesto más guapo y arrogante, ¿no? ¡¿por qué no me saluda?! —Oí susurrar a la castaña. Pronto comprendí que se trataba de Drew el cual no tardó en notar al dúo de mujeres y acercarse a ellas dos para conversar sólo con una.

—La perdimos —aseguró Dawn tomándome del brazo y llevándome consigo a los vestidores.

Permanecimos allí hasta que la presentadora inició con el acto de apertura y poco a poco nuestros nombres fueron mencionados para llamarnos a escena.

La ronda de presentaciones libres fue muy divertida; había un Skiploom que rebotaba usando Salpicadura mientras giraba por todo el área liberando esporas rosas y anaranjadas las cuales luego fueron barridas por un pequeño ataque de Acróbata para así dar un espectáculo muy colorido a partir de un pokemón que en apariencia no prometía tanto, luego un Scyther que volaba a enorme velocidad cortando el aire con sus garras para producir destellos aleatorios que si bien no lograron llamar mucho la atención de los jueces, a mí me pareció grandioso y me dio muchas ideas para cuando regresara a Kalos. Por fin llegó el turno de May y la pequeña castaña deleitó al público con las acrobacias de su Munchlax el cual hizo una serie de actos de magia con comida (robada descaradamente de mi mochila) y acabó por comerse todo a pesar de que el público creía que llevaba los pokepuff en una cómica galera. Todos sus ataques fueron usados para brindar mayor brillo a algo diferente, no se veía un pokemón queriendo aparentar ser poderoso, se veía a un pequeño amiguito jugando con sus hermosas habilidades para entretener a su público. Realmente era mágico, y el traje escotado de May no se quedaba para nada atrás. Dawn tampoco decepcionó nuestras expectativas pero a diferencia de su amiga, su actuación fue mucho más guerrera y lanzó a Typhlosion a realizar una danza al estilo kung fu lanzando chorros de fuego tras cada acción y mezclándola con sus ataques más poderosos. El ritmo y la fluidez de sus movimientos sumado a la magia y la fuerza impresa en cada acción deleitó a sobremanera a sus espectadores ganándose un lugar junto a la castaña entre las presentaciones más aplaudidas de aquella tarde, y tras la exhibición del Absol de Drew el cual logró impresionar con una demostración sombría y seria, al fin llegó mi turno.

Durante nuestro acto Sylveon se multiplicó varias veces para luego llenar el área de estrellas usando su Velocidad. Pronto sus figuras copiaron el escala Meteoro dragón de Pikachu subiendo sobre su movimiento anterior hasta alcanzar varios metros de altura. En el camino las estrellas destruyeron a todos los clones falsos mientras que el verdadero Sylveon llegaba a lo más alto y bajaba precipitadamente haciendo volteretas para luego amortiguar la caída con Viento de hadas, subir unos metros más valiéndose del mismo ataque y volver a trazar acrobacias en el aire durante la caída. El acto terminó con mi querido pokemón bailando en una lluvia de destellos rosas lo cual enterneció al público y me ganó el respeto de los jueces. 

Las rondas libres terminaron y los resultados nos favorecieron a las tres junto al chico que se robaba la atención de May y a una cuarteta más. Nos esperaban tres rondas de combates plagadas de sorpresas donde la primera fue que el oponente inicial de Dawn fue Drew. Para desgracia del muchacho las tres resultamos vencedoras de nuestros primeros enfrentamientos, y en los segundos ocurrió la segunda sorpresa en la cual May tuvo oportunidad de vengar a su amado dando una batalla ejemplar contra la Maestra de concursos de Sinnoh, quien parecía no poder seguirle el ritmo. Más tarde, en privado, ella me confesaría que los dolores en su abdomen por el disparo recibido tuvieron gran participación en su derrota, pero no quería que la castaña lo supiera porque su rivalidad para ambas era importante y no deseaba verse más débil. En cuanto a mí, superé con mucha dificultad a mis primeros dos oponentes para tener la enorme posibilidad de disputarme la final contra la entrenadora del Blaziken, quien daba imagen de estar lista para llevarse el listón a casa.

El combate comenzó y aunque daba mi mayor esfuerzo, me enfrentaba a una oponente muy dura y con gran experiencia, pero yo tenía un arma secreta que sabía me regalaría muchos puntos de lograr usarla adecuadamente: durante toda la semana estuvimos entrenando la Llama embrujada en secreto para que diera un efecto precioso que pudiera acercarnos a la victoria, aunque en aquella ocasión, por algún motivo, no podíamos ejecutar correctamente la técnica. Mi mente trabajaba a un ritmo desorbitante.

«Concéntrate, yo sé que tú puedes...» exigía mirando fijamente a mi pokemónDelphox destrozó el Giro fuego de Blaziken con un blandir de sus garras y el tablero con una barra circular debajo del rostro de May cambió un poco de su tonalidad amarillenta por un color mucho más apagado al tiempo que el público estallaba elogiando la acción de mi zorra ígnea.

Estaba muy nerviosa, no podía negarlo; a pesar de no ser mi primer concurso, combatir contra una amiga no era la mejor manera de llevarlo adelante pero estaba segura que la castaña no se contentaría con saber que la dejé ganar. Después de todo, ella ya tenía todos los listones necesarios. Puse mis ojos en Delphox consciente que íbamos perdiendo para verla evadir mares de fuego y golpes interminables... Si tan sólo lográramos concretar este ataque, aún si no alcanzábamos la victoria yo podría salir de ese lugar convencida de haber hecho nuestro mejor esfuerzo.

«Vamos, tú puedes, debemos darles un espectáculo.» Mi pokemón concentró su poder y en un estallido de tonalidades rojizas y amarillentas arrojó su mejor Llamarada, lo cual en verdad no era lo que yo esperaba. Blaziken imitó mi último movimiento partiendo a la mitad el fuego de mi Delphox para luego acercarse a gran velocidad e intentar conectar uno de sus golpes corporales siendo recibido por el poder Psíquico de mi inicial, movimiento que sin embargo no logró igualar el marcador.

Ya sólo quedaban escasos segundos y la presión sobre nosotras dos era avasallante. ¿Acaso nadie piensa en lo duro que es el hecho de que dos compañeras se deban enfrentar en una competencia? ¿Qué debía hacer?

May se veía tan confiada que hasta lograba despertar un poco de envidia en mí. Nos habíamos vuelto grandes amigas desde que Satoshi le pidió que me acompañara en mi viaje. Ella sabía todo sobre los concursos y también sobre las ciudades de esta región por lo que su compañía me resultaba invaluable y no me sentía bien al pagárselo de esta forma... No quería ganar, o mejor dicho, no quería que ella perdiera.

«¡Concéntrate Delphox, ya no nos queda nada de tiempo!» Entonces, mi zorra pokemón fue alcanzada por mis sentimientos y logró corresponder a ellos dejando salir una hermosa Llama embrujada que al desprenderse de su boca se convirtió instantáneamente en cientas de mariposas las cuales revolotearon al rededor del cuerpo del confundido Blaziken para luego estrellarse contra él sin permitirle programar defensa alguna. Ese momento, ese mínimo instante que transcurrió entre que Delphox logró al fin concretar en un concurso el fruto de horas y horas de trabajo duro y el momento en que un sonido ajeno indicó que el tiempo del combate había terminado, fue simplemente mágico para mí y para mi pokemón.

Nos miramos asombradas una a la otra sabiendo que ya nada importaba, que después de todo lo habíamos logrado juntas y que eso valía más que cualquier listón, llave o aplauso que provinieran del exterior porque este premio de crecer unidas era solamente nuestro, no obstante a lo cual el marcador nos quitó de nuestra órbita al anunciarnos como la dupla ganadora.

Enmudecí al instante, ¡me sentía feliz!... realmente feliz. Apreté mis manos contra mi pecho forzando mis emociones a acallarse para no hacer que mi maestra derrotada se sintiera mal, ella había estado fabulosa. Ambos pokemóns combatientes se saludaron con una sonrisa y la ex compañera de Satoshi en Hoenn junto a quien lo acompañara en Sinnoh corrieron a mi encuentro emocionadas por esta nueva victoria.

Era asombroso para mí ver como las personas podían felicitarse, saludarse y tratarse como amigas tras cada competencia pokemón, independientemente de si se tratara de un concurso o un combate. Ellos simplemente fortalecían sus lazos con cada enfrentamiento y a menudo surgían vínculos de los más variados entre quienes compartían su vida con pokemons de especies diferentes. De algún modo los vínculos entre humanos y pokemóns hacían que ambos crecieran así como le había sucedido al Greninja de Satoshi.

Mi premiación fue breve y emotiva, cosa que realmente agradecí puesto que estaba muy cansada, luego nos dirigimos a un café cercano a compartir un helado y relajarnos tras toda la presión de salir ganadoras.

—Guau, hoy estuvieron fantásticas —comentó Dawn mientras esperábamos nuestros pedidos sentadas afuera del local.

—En verdad no esperaba ganarte —meditó May a manera de respuesta—, Piplup me parece más poderoso cada vez que lo enfrento. ¿Cómo es que un pokemón tan pequeño puede ser tan fuerte?

—Mi Piplup es pequeño porque no evoluciona, pero llevamos tanto tiempo viajando juntos que ha ganado mucha experiencia.

—No lo quisiste evolucionar, ¿cierto? —inquirí ahogando una risotada al ver al pequeño pingüino pararse de manera presumida en el camino de los transeúntes para luego asustarse al escuchar al mozo llegar con nuestros pedidos y pegar un salto intentando esquivarlo.

—Lo siento —se disculpó la entrenadora del pokemón de agua—, él es muy travieso a veces.

—Está bien, no lo vi por cargar con la bandeja —respondió el muchacho dejando las tacitas junto a una gran rebanada de pastel de crema de chocolate con naranjas sobre la mesa.

—¿Entonces? —retomé mi pregunta cuando el empleado del bar se retiró.

—Tienes razón, Serena. Él no quiere evolucionar aún, y yo lo amo como es. No lo voy a obligar a hacer algo que no quiera.

—¡Eso es hermoso! —comentó May emocionada— Un pokemón y su entrenadora que se quieren y se respetan es la mejor demostración de amor sobre este mundo... después de la de Serena por Satoshi, obvio. —Sabía que May no perdería oportunidad de intentar ponerme nerviosa, siempre era igual.

Ambas muchachas comenzaron a improvisar chistes por montones, repitiendo religiosamente sus favoritos sobre mi último encuentro con el entrenador azabache hasta que se nos hizo tarde y decidimos regresar al centro pokemón. Caminamos entre bromas, empujones amistosos y chistes que ahora se centraban en May y Drew hasta que de pronto algo grande salió de entre las sombras y me golpeó repentinamente.

—Serena, ¿estás bien? —preguntó preocupada May mientras que Dawn intentaba detener a la criatura.

—¡Tiene mi bolso! —acusé logrando que ambas chicas olvidaran asistirme y salieran disparadas tras aquel ser cuya identidad no habíamos podido adivinar.

Me levanté de un salto y corrí tras ellas. Sólo lograba ver la espalda de May escabulléndose y reapareciendo entre árboles y hojas, troncos caídos, rocas y demás elementos del bosque. Una manada de Zigzagoons salvajes me hizo frenar en seco, pero la desesperación me obligó a saltar sobre ellos y seguir mi marcha a toda velocidad. Al llegar a un claro me encontré a May y a Dawn rodeando a una chica de pelo rosa y a su pokemón el cual sostenía mi bolso con un gesto de enfado.

—Ríndete, esas cosas no te pertenecen —exigió la peliazul. De pronto yo reconocí a la muchacha.

—Oye, tú estabas en el concurso ¿no es así? ¡¿Qué pretendes robándote mis cosas?!

—¡Tú no te merecías este listón, yo sé que ustedes hicieron trampa! —gritó la chica enfadada. Su voz sonaba al borde del llanto dándome a comprender que, en realidad, no sabía lo que estaba haciendo.

—¿Por qué lo dices?

—Las tres se conocían, ustedes la dejaron ganar —respondió recuperando de a poco la confianza hasta parecer amenazante—. Es obvio que eres la peor, convenciste a tus amigas expertas de eliminar a otras competidoras para que luego te dejaran a ti el título, ¿no es así?

Las tres la miramos confundidas, no sabíamos si lo correcto sería sacarla de su confusión o sólo darle una patada en las costillas.

—Somos amigas, pero también coordinadoras. No dejaríamos que una de nosotras obtuviera premios que no mereciera, nos apoyamos para crecer—explicó Dawn—. Serena lo ganó dignamente

—Yo realmente quería ganarle —confesó May llevándose una mirada furiosa de mi parte.

—¡Ella no me ganó límpiamente! —se quejó la otra muchacha— Seguramente los pokemóns que usó eran de ustedes.

—Delaphox es mi compañera, es un pokemón de Kalos, ¿ves? Igual que yo.

—Eso no significa nada, cualquiera puede transportarlo.

—¡Si quieres quedarte con el listón, hazlo, pero por favor, devuélveme mi bolso ahora!

—Oblígame.

Mis compañeras se sorprendieron a sobremanera frente a mi petición, pero yo sabía que lo que llevaba en el bolso era lo más importante, mucho más que cualquier concurso, mucho más que mi sueño inclusive.

—¡Ya basta! —gritaron Dawn y May casi al mismo tiempo. La castaña prosiguió— Vas a devolverle ese bolso a mi amiga por las buenas o por las malas.

—Pues entonces que sea sólo por las malas ¡Ambipom, cola de hierro!

Pensé que debería pelear para vencerla, lo cual me hizo sentir muy nerviosa, pero mis amigas fueron más rápidas y ordenaron a Blaziken y a Buneary que sostuvieran al primate pokemón y a su entrenadora inmovilizándolos sin mayor confrontación.

—Dame eso —refunfuñó Dawn mientras que le sacaba el bolso al pokemón de un arrebato—. Ten, Serena.

—Muchas gracias.

Ambas sonreímos al ver que el problema estaba resuelto y luego nos pusimos a deliberar qué deberíamos hacer con aquella entrenadora.

—Escuchen esto: puede que tengan todos los listones pero nunca serán buenas coordinadoras si no aprenden a forjarse solas como lo hemos hecho cada una de nosotras.

Nos reímos inconscientemente al oír aquel comentario. Yo fui la que se adelantó a disculparse.

—Perdón, pero cada una de nosotras desarrolló su experiencia en los concursos al estar juntas. Viajar con amigas siempre es mejor y además puedes aprender mucho más —ella giró su rostro rechazándome nuevamente pero no me rendí—. Si quieres puedes entrenar con nosotras. Te Ayudaremos a mejorar.

La entrenadora al fin atendió a mis palabras volteando la vista hasta encontrarse con la mía.

—¿Y me enseñarán todas esas combinaciones y bailes asombrosos que utilizaron?

—¡¿Tenemos que hacerlo?! —protestó May— Esta chica me cae mal.

—¡Será divertido! —esta vez fue Dawn quien habló— Yo también hubiera querido tener algo de ayuda de los que ya pasaron por varios concursos cuando era una novata.

—¡Si! —asentí yo. De alguna forma le estaría devolviendo a alguien todo lo que yo recibí de aquellas dos coordinadoras.

Nos pasamos el resto de la tarde practicando diferentes combinaciones tal como se lo habíamos prometido. Al final de la jornada todas acordamos volver a vernos al otro día en aquel claro a la misma hora. La noche pasó y tras la cena un mensaje me invitaba a acercarme al holovisor del centro pokemón.

Levanté el tubo recibiendo la imagen de un cansado Satoshi que si embargo no dejaba de exhibir su sonrisa triunfal mientras que me miraba.

—Buenas noches —Apuré el saludo embriagada por las emociones de la tarde.

—Buenas noches Serena, qué placer verte otra vez —contestó él con su misma calidez habitual— ¿Cómo te ha ido?

—¡Muy bien! Adivina quién llegó al primer lugar.

—¡No me digas!

—¡Si! —su boca se abrió de par en par como solía hacer cada vez que la alegría le ganaba—. Valió la pena todo el entrenamiento.

—¿Sabes? Lamento no haber estado ahí para apoyarte.

—Descuida, yo sé que esto es importante... ¿Así que estás en la final de nuevo, eh? Estoy muy feliz por ti, sabía que podrías.

Me miró con cara de confundido pero pronto adivinó que lo estaba viendo y se resolvió a contestar.

—Si... Aunque la cosa se complicó un poco.

Eso me tomó por sorpresa. —¿A qué te refieres?

Su voz se oía seria, lo cual sumado al cansancio le daban una imagen algo preocupante. Yo me quedé callada para escucharlo.

—El equipo Rocket compró a los entrenadores más novatos dándoles tecnología arcana para que puedan mega evolucionar a sus pokemóns a cambio de que me eliminaran. Ya me encargué de dos de ellos, pero el que queda en la final es el que venció a mi amiga, la hija del líder del gimnasio de fuego. Presiento que tienen algo grande guardado especialmente para mañana y eso me tiene muy ansioso.

—Satoshi... —Dudé si decirle que el Team Storm también tenía planes para esta semana, pero pronto la idea se borró de mi mente al notar que en este preciso momento decirle eso no aportaría para nada, por lo cual opté por contestar— No te rindas. Aunque sea duro, aunque las personas más importantes no estén contigo, aunque tengas dudas, aunque los demás te traten de una forma que no te lo mereces, ¡aunque tú mismo acabes por perder la fe en ti! No te rindas. El Satoshi que yo conozco siempre sigue adelante, y sé que hay mucho valor en ti. Aunque yo esté lejos, recuerda que la distancia no es nada, que siempre estaré a tu lado sin importar las consecuencias.

—Serena, yo...

Y sin dejarlo terminar la frase, una voz chillona vino a interrumpirnos repleta de curiosidad.

—¿Ese es Satoshi? ¡Oye, te lo estabas guardando para ti sola! —gritó May haciendo que mis nervios se erizaran. ¡Demonios! Me descubrió.

—Eh... Lo que pasa es que yo... —titubeé tanto al contestar que la castaña adivinó mis intenciones de mentira y decidió ignorarme.

—¡Dawn, Satoshi está al teléfono! —anunció la atrevida con su potente voz mientras que mi morochito y yo nos mirábamos como diciendo «¿Qué remedio?»

Luché por mantener atrapada la mirada del entrenador en medio del mar de preguntas triviales que le soltaban a quemarropa las coordinadoras hasta que él decidió que ya era el momento de descansar y dirigiéndome un suspiro se despidió y cortó con la llamada regalándonos una sonrisa que me acompañaría toda la noche plasmándose aún en medio de mis sueños.

La mañana siguiente la comencé deshaciéndome en excusas puesto que pese a haber prometido que vería a aquella novata para ayudarla con sus prestaciones, yo sólo quería ver el combate final de la liga de Satoshi y resolvimos hacerlo durante el almuerzo, por lo que nos juntamos en una mesa del centro pokemón lo más cercana posible al televisor. Todo iba yendo genial, el azabache nuevamente remontaba el combate aún contra aquel chiquillo malvado que utilizaba tecnología arcana y cuando le quedaba solamente un último pokemón, May me hizo quitar la atención de la pantalla al preguntar algo que venía guardando desde el día anterior.

—Oye Serena, cuando reclamabas por tu bolso ayer no pude evitar notar que lo que más importancia tenía para ti no eran los listones sino lo que llevabas dentro. ¿Qué es esa cosa tan importante que llevas ahí, eh?

La miré divertida mientras que ella clavaba sus ojos azules sobre los míos sin dejar de manifestar la seriedad de su pregunta en el rostro.

—El otro día, en ciudad Malvalona, antes de reencontrarme con ustedes, Satoshi me encomendó que cargara con un objeto muy importante.

—¿A qué te refieres? —Esta vez fue Dawn la que se acercó a preguntar. Yo le respondí.

—¿No te resultó extraño que Satoshi y los líderes de los gimnasios les asignaran una misión a cada uno de sus compañeros menos a nosotras?

—Pues... Si, pero... —Quiso contestarme May mas yo la interrumpí.

—Lo que pasa es que en realidad él nos asignó la misión más importante, y ésta estaba oculta justo en mi bolso. Esperen aquí.

Tras decir esto me dirigí a mi habitación y saqué de entre mis pertenencias la mochila mencionada y la llevé ante las chicas para extraer con mucho cuidado del interior de la misma un objeto sólido, como si fuera la caparazón de un caracol de mar repleta de desembocaduras y de un color violeta apagado con detalles en rojo. El artefacto parecía muy antiguo, las chicas lo observaron por largo rato tanteando todos sus detalles intentando adivinar de qué se trataba antes de al fin preguntar.

—¿Eso es un adorno? —yo lo negué con un gesto de la cabeza.

—No precisamente, Dawn. Este objeto se llama Flauta azur, y si cayera en malas manos sería muy, muy peligroso.

—¿Por qué lo dices? ¿Para qué sirve?

Yo estaba emocionada por responderle a mis amigas, pero cuando estaba apunto de hacerlo algo llamó poderosamente nuestra atención.

—Oiga enfermera ¿podría subirle el volumen de las noticias? —dijo Dawn. Joy cumplió con la amable petición y pudimos escuchar los últimos lapsos del noticiero de la tarde.

«Las autoridades están desalojando todas las poblaciones aledañas puesto que el peligro que representa la destrucción de Yveltal avanza en dirección al sur por la ruta número uno, tras haber evadido ciudad Verde. La policía junto a un grupo de entrenadores intenta hacer frente al legendario pokemón de Kalos, pero éste los evade sin dejar de...»

En ese momento no pude seguir escuchando las palabras de aquel reportero. Algo en la pantalla del televisor me dejó anonadada al tiempo que la figura heroica de Satoshi era enfocada persiguiendo al amo de la destrucción. Mi corazón se paralizó, una sensación de miedo y desesperación me invadía haciendo que sintiera mis manos sudadas mientras que el frío erizaba mi piel. No sabía qué hacer, cómo ayudarlo... La voz de Dawn me hizo reaccionar de mi letargo.

—Serena...

La observé aturdida por mis propios pensamientos.

—Sé cómo te sientes, pero no podemos hacer nada. Debemos confiar en ellos.

Miré la pantalla de la tele como quien observa un restaurant desde afuera, sin tener un solo billete en el bolsillo. Lo miré como un ave tras las rejas apreciando el cielo sin poder unírsele, como un Romeo a su Julieta desde abajo del balcón, sin escaleras ni medios para trepar, con el temor de no volver a verla nunca y la esperanza de encontrar alguna manera de hacer algo... lo miré como aquella vez antes de empezar mi viaje, cuando veía a Satoshi saltar desde la torre de ciudad Luminalia al encuentro con su Pikachu. Aquella vez no pude hacer nada, al igual que ahora. ¿Cuántas veces me vería a mi misma como detrás de alguna pantalla, codiciando el sostener la vida en peligro de aquel entrenador de pelo alborotado, siempre en riesgo porque no podía estar sin jugarse todo por los demás? ¿Acaso era egoísta al desear encerrarlo entre mis brazos y no dejar que se soltara, o al fin acompañarlo en la caída sin importar si un mega Blaziken acudía a nuestro rescate o alcanzábamos el vacío con lagrimas de amor derramadas sin pensar en nada más? Me sentía débil, pero definitivamente no lo dejaría irse así, no permitiría que el horrible rayo de Yveltal lo apartara una vez más de mí.

—Si Dawn, es verdad que debemos confiar en ellos, pero lo demás no. Yo puedo hacer algo.

Enfrenté mis miedos y abusé de mi confianza para ir a su encuentro. Aquí estoy, alma de mi alma. No te voy a dejar caer.


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