INVITACIÓN
Aquella tarde las clases terminaron más temprano que de costumbre a causa de la ausencia de varios profesores, por lo que los chicos se retiraron a los dormitorios y decidieron permanecer allí hasta que llegara la hora de ir al autoestudio. Yolanda cerró el grifo de la ducha y se escurrió el agua del rostro y los cabellos antes de tomar la toalla y frotarse la piel. Había intentado no pensar en la propuesta del profesor Diego acerca de preparar un solo de baile para ella y presentarlo en el festival, pero el resultado había sido nulo. No conseguía sacarse aquella invitación de la cabeza.
Analizó los pros y los contras. Si lo hacía, podría demostrarle a Lilí y a Rosemary cuán talentosa era. Luego se recordó y reprochó a sí misma, repitiéndose que no tenía que demostrarles nada a esas estúpidas envidiosas. No obstante, ya era tarde. Al acceder a competir en el festival con la rueda de casino, había entrado en su juego... ¡Tonta! Aunque, de no haberlo hecho, no habría conocido a sus actuales amigos, ni vivido tantas aventuras divertidas como las acontecidas en los últimos meses.
Se vistió y salió del baño con la toalla sobre los hombros y el frasco de champú y el estuche de jabón en las manos. Sus amigas estaban congregadas sobre las literas de Nora y María Alejandra, cuchicheando y riendo en compañía de Katia.
En cuanto la vieron llegar, los murmullos y las risitas cesaron:
_ ¿Y qué, Katia?_ saludó Yolanda abriéndose paso entre las muchachas.
_ Ahí,_ masculló Katia conteniendo una risita pícara._ estoy de mensajera.
Antes que Yolanda pudiera decir algo, Betsy le tomó la delantera:
_ ¿Ya terminaste tu ritual de baño, Julieta?
_ ¿Por qué me dices Julieta?_ las miró a todas. Aquellos rostros risueños ocultaban o tramaban algo._ ¿Qué sucede?
Sin poderse contener, Grettel chilló entusiasmada:
_ ¡Romeo te mandó a decir que quiere verte!... Quiero decir, Joel.
Nora le dio un tirón de cabellos:
_ Tienes una lengua tan larga que podríamos usarla de alfombra.
_ De todas formas lo iba a saber._ se quejó Grettel.
_ Oigan... ¿De qué hablan?_ preguntó Yolanda sin entender nada.
Katia le extendió un papelito doblado y evidentemente manoseado:
_ Te hago entrega oficial, de parte de Joel._ dijo y se puso de pie._ Bueno, las dejo. Voy a jugar bombero porque si sigue refrescando créanme que hoy no me baño.
_ ¿Y no tienes que esperar una respuesta?_ quiso saber Flavia.
_ ¿Para qué? Todas sabemos muy bien lo que va a pasar.
Y les guiñó un ojo antes de marcharse. Todas las miradas se posaron entonces sobre Yolanda, estaqueada como una tonta con el papelito doblado entre las manos:
_ ¡Dale, léelo!_ le imperó Denise.
_ ¡Ay, no te hagas!_ le reclamó María Alejandra._ Ya sabemos lo que dice el dichoso papel.
_ Pero quiero ver su reacción. No me digas que tú no.
_ Disculpen..._ intervino Yolanda._ ¿Acaso lo leyeron?
Las muchachas enmudecieron y Wendy señaló con rapidez:
_ ¡Grettel lo hizo!
La aludida se defendió:
_ ¡Oigan! ¡No voy a cargar yo sola con el muerto!
_ Yo creo que sí._ ripostó Betsy._ La idea de abrir el papel y saber que decía fue tuya.
_ La violación de correspondencia ajena es penalizada ¿Lo sabías?
Ante las palabras de Yolanda, Grettel solo le hizo una mueca de indiferencia. Yolanda movió la cabeza, pensando que una discusión con su alocada amiga era tiempo perdido. Tampoco se trataba de una correspondencia oficial, era solo una nota de Joel, aunque su preocupación radicaba justamente allí. Las bromas acerca del tema no se harían esperar, estaba segura de ello. Desdobló el papel y reconoció la impecable caligrafía del muchacho:
Ven a verme al ranchón. Te espero. Joel
El corazón se le aceleró y la nota tembló entre los dedos. Ignoró el torrente de preguntas ansiosas de sus amigas y procedió a prepararse para ir al encuentro ¿Para qué quería verla? No pudo evitar sentirse emocionada al darle vueltas en la mente al asunto, sin prestar atención a los comentarios picarescos de las chicas.
Joel se levantó presuroso y avanzó unos pasos en cuanto divisó a Katia salir del albergue uno. La muchacha lo vio también y le hizo un gesto con ambos pulgares hacia arriba a la vez que se dirigía hacia su dormitorio. Joel regresó sobre sus pasos y se sentó en el banco que había ocupado anteriormente a un lado del ranchón desierto, sin poder controlar el nerviosismo.
Llevaba varios días dándole vueltas en su cabeza a una idea. Quería hacerle una propuesta a Yolanda, pero temía una negativa de su parte. Sabía que la muchacha sentía algo por él, pese a que ya lo había rechazado en más de una ocasión por sentirse asustada y renuente a tomar una decisión precipitada. Bueno, él respetaba sus deseos, pero no significaba que fuera a rendirse. Tenía que insistir hasta ver su sueño hecho realidad. Yolanda le gustaba muchísimo. Era la jovencita más especial y maravillosa que recordaba haber conocido. Con ella todo era sencillo, agradable. Sus gustos coincidían mayoritariamente. Empezaba a sentir que, en verdad, Yolanda lo complementaba. Solo ansiaba que llegara cuanto antes y que, sobre todo, aceptara la invitación que quería hacerle. Miró su reloj de pulsera... ¿Por qué tardaba tanto?
_ ¿Esperas a alguien?
Joel no pudo ocultar su disgusto ¿Qué hacía Rosemary allí? Por supuesto, nada bueno. Tenía que librarse de ella. Yolanda no podía aparecer y verla... ¿Cómo había podido enrolarse con Rosemary años atrás? Ahora se lo cuestionaba una y otra vez:
_ ¿Qué quieres?_ preguntó con acritud.
_ ¡Vaya! ¡Qué carácter! Hasta parece que te molestara verme aquí.
_ ¿Tú que crees?
La muchacha sonrió e intentó ignorar la frase, ocultando el enojo que le provocaba. Se acomodó en el asiento, junto al joven, cruzando sensualmente una pierna sobre otra:
_ ¿Cómo van sus ensayitos?
_ Muy bien ¿Y los tuyos?
_ De maravilla, aunque, yo ustedes no me esforzaba mucho. Todo el mundo sabe de antemano quién será el ganador, o mejor dicho, la ganadora._ y se señaló.
_ Será mejor no adelantarse a los acontecimientos. Podrías recibir una amarga sorpresa.
_ No lo creo._ susurró Rosemary deslizándose sobre el banco, acortando la distancia entre ambos._ Yo nunca pierdo, Joel. Tú lo sabes.
_ Me perdiste a mí ¿Lo olvidaste?
Rosemary amplió más la sonrisa de sus labios provocativos, humedeciéndolos con la lengua:
_ No estés seguro de eso... ¿De verdad que no me extrañas ni un poquitico? A medida que hablaba, sus manos fueron reptando sobre el pecho de Joel, que en vano quiso librarse de ellas. El temor lo inundó cuando reconoció a Yolanda dirigiéndose hacia el ranchón... ¡Maldita Rosemary empeñada en provocarlo! ¿Cómo hacerle ver que ya no le interesaba como mujer? ¿Cómo hacer que entendiera que ya no quería absolutamente nada con ella? Se levantó del banco con brusquedad. Ella lo imitó:
_ Déjame tranquilo. Entiende de una vez que lo mío y lo tuyo se acabó. No pienso cometer el mismo error dos veces. Vete y déjame en paz. Tú ya no me gustas.
A continuación, todo fue tan rápido que Joel no tuvo tiempo siquiera para pestañear. Las manos de Rosemary se aferraron con rapidez a su rostro, atrayéndolo, aplastando su boca contra la de él, sintiendo como la lengua de ella luchaba por abrirse paso entre sus apretados labios. Sus ojos desorbitados buscaron a Yolanda y la hallaron detenida, boquiabierta, observándolos. Ahora sí Rosemary había enloquecido en verdad. La apartó de un empujón, intentando contener la rabia que lo desbordaba:
_ ¿Te volviste loca o qué?_ solo atinó a preguntar.
_ Loca no... Loquísima._ sonrió Rosemary y dio media vuelta, alejándose, contoneándose seductora. Al pasar junto a Yolanda, la soslayó retorciéndole los ojos con una mueca desafiante.
Joel se mesó los cabellos con desesperación. Aquello no era lo que tenía pensado. Rosemary lo había echado todo a perder ¿Qué estaría pensando Yolanda? ¡Ay Dios! Sentía un sinfín de emociones: ira, vergüenza, temor, impotencia. Salió al encuentro de Yolanda, atropellando las palabras:
_ ¡Yola, déjame que te explique...! Yo... Es que Rosemary... Ella... ¡Lo que viste no es lo que parece!
_ ¿Y qué fue lo que vi entonces?_ preguntó terriblemente seria.
¡Oh, oh! Joel tragó en seco. Aquella actitud no era una buena señal ¿Cómo explicarle y lograr que le creyera? El temor y la desesperación del muchacho fueron en aumento:
_ ¡Yo no hice nada! ¡Te lo juro!_ señaló hacia donde se había marchado Rosemary._ ¡Esa desquiciá fue quien me besó!
El rostro de Yolanda permaneció circunspecto al decir:
_ Esto es el colmo... No puedo creer que me hayas citado aquí para que viera como te besuqueabas con Rosemary.
¿Qué? ¡Ella no estaba hablando en serio! ¿Cómo podía creerlo capaz de hacer algo así?
_ ¡No! ¡Yolanda...! ¡Ay mi madre! ¡Qué clase de rollo por culpa de la imbécil esa! De repente, Yolanda rompió a reír convulsamente. Hasta las lágrimas se le escaparon. Reía con fuerza, divertida, y Joel solo la miraba boquiabierto, sin comprender aquel cambio repentino:
_ Joel..._ pudo decir la muchacha._ es una broma, no te alteres. Estoy más que consciente de que fue Rosemary la que te besó y no al revés.
El muchacho respiró aliviado. Su rostro se relajó y esto arrancó una nueva carcajada a Yolanda. Ocuparon el banco, sentados a horcajadas, frente a frente:
_ Katia me hizo llegar tu mensaje._ sonrió ella._ Bien, aquí estoy.
Joel se humedeció los labios resecos y sonrió torpemente mientras se rascaba la cabeza. Tenía más de una forma que había ensayado para hacerle la propuesta y no recordaba ninguna ¡Su mente estaba por completo en blanco! Una vez más maldijo a Rosemary por haberlo sacado de quicio. Y luego Yolanda, sentada ante él, con aquel porte majestuoso y su rostro angelical que le enloquecía los sentidos: _ Joel... ¿Vas a hablar o no? Me tienes impaciente.
_ Yola, verás..._ empezó él._ Quiero hacerte una proposición, pero no te asustes que no es la que tú crees.
_ ¿Y cuál crees tú que creo que es?_ preguntó ella con intensión.
_ Olvídalo._ puntualizó Joel sintiéndose un completo cretino._ En fin, quiero hacerte una propuesta, y tal vez me digas que no, pero por favor, te ruego que lo pienses bien...
_ Esta intriga me está matando, Joel. Acaba de hablar.
Ella tenía razón... ¿Para qué tantos rodeos? Él jamás había sido tan remolón. Pero con Yolanda... Ella lo ponía en extremo nervioso. Tragó en seco, respiró profundamente y comenzó a decir:
_ Mañana salimos de pase y quiero invitarte a un lugar especial en Camagüey. Tendrías que irte conmigo. Avisa a tus padres y nos vamos juntos. Me dijiste que tienes una tía que vive en Camagüey, así que, si le anuncias por teléfono que vas el fin de semana para allá, no habrá ningún problema ¿Qué me dices?
Yolanda no sabía si sonreír o permanecer seria ¿Joel acababa de proponerle irse juntos a la ciudad al día siguiente?
_ ¿Estás loco? O sea... Tiene que ser una broma ¿No?
Él le tomó las manos, mirándola fijo a los ojos, suplicante:
_ Por favor... No te vas a arrepentir. Es una sorpresa que te tengo.
_ ¿Y por qué no me traes la sorpresa el lunes cuando regresemos?
_ Porque tienes que ir allá, conmigo.
Yolanda se liberó de sus manos:
_ Joel, no sé... esto me parece absurdo... bueno, absurdo no, pero si totalmente loco. Además, no sé si mis padres me darán permiso para ir contigo.
_ No tienes que mencionarme. Solo diles que te vas a pasar el fin de semana con tu tía. No es que vayas a mentirles ni nada por el estilo.
Ella se rió mientras cruzaba los brazos sobre el pecho:
_ Tengo cosas que hacer. Preparar todo para el lunes: lavar el uniforme y toda la ropa de cama, las toallas, buscar la comida que voy a traer...
_ Tus padres se pueden encargar de eso. No rebusques más justificaciones. Solo di que sí... Por favor... por favor... Please...
Si lo decía de esa forma, tan deliciosamente seductor ¿Cómo negarse? Sacudió la cabeza. Tenía que ser realista y analizar bien la situación antes de tomar una decisión definitiva:
_ No te garantizo nada. Solo te prometo que lo voy a pensar y antes de irnos a dormir te doy una respuesta... ¿OK?
_ ¿Después del ensayo de esta noche?_ preguntó Joel y Yolanda asintió.
En cuanto regresó al dormitorio se vio abordada por sus curiosas amigas. Todas querían saber para qué había sido el misterioso encuentro. Una vez que tuvieron conocimiento de ello, insistieron sobre Yolanda para que aceptara la invitación: _ Tengo que avisarle a mis padres primero._ gimió ella._ Y decirles que llamen a mi tía. No puedo aparecerme en su casa así como así y porque sí. Aunque eso no importa porque ella y su marido y mi prima me adoran, sobre todo mi prima loca.
_ No te preocupes entonces._ se ofreció Wendy._ Ahora mismo vamos a la oficina de mi papá y llamas a tu casa.
_ Yo tengo tarjeta telefónica, por si la necesitas._ le brindó Itzel.
_ Pero ¿Y mis cosas? No voy a cargar con todos estos bultos de ropa sucia y... _ La gorda y yo llevamos los tarecos para tu casa._ sonrió Grettel.
_ No pongas más obstáculos._ la regañó Denise._ Ojalá yo tuviera a alguien que me preparara sorpresas.
_ Dale una oportunidad a Joel, y sobre todo, date tú una oportunidad. Ambos se la merecen.
Yolanda miró a Itzel y esbozó una sonrisa. Tenía razón. No podía ocultar o ignorar lo que sentía por Joel, y el muchacho no disfrazaba sus sentimientos por ella. Quizá era momento de experimentar aquello que Grettel definía como: la deliciosa sensación de que un novio te abrace y te bese... Oh, oh ¿Había mencionado la palabra novio?
Esa noche, al concluir el ensayo, Yolanda retuvo a Joel mientras los muchachos salían del aula. Al quedar solos le anunció que aceptaba la invitación. Joel casi saltó de alegría, y la emoción le hizo sonreír estúpidamente y darle gracias una y otra vez, advirtiéndole que no se iba a arrepentir de haber tomado aquella decisión. Lamentablemente, sí se iban a arrepentir al salir juntos del salón y encontrarse a todo el grupo esperándolos. En el trayecto a los dormitorios, no pudieron escapar de las bromas y las insinuaciones románticas, aunque para Yolanda, esta vez fueron menos molestas que en otras ocasiones.
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Como todo día de pase, reinaba un ambiente de excitación en los alumnos, ansiosos por llegar a sus hogares, sin embargo, en Yolanda moraban solo dos sensaciones: la primera, el nerviosismo de saber qué sorpresa le tenía reservada Joel en Camagüey, y la segunda, incomodidad. Ya estaba harta de las bromas de Betsy y el resto de las chicas. Todo el tiempo, desde la noche anterior, se la habían pasado hablando sobre el tema y especulando los posibles sitios a dónde podría llevarla el joven. Una de ellas, la más disparatada y absurda, brotada de la mente de Grettel, era la posible celebración de un matrimonio secreto:
_ No podría ser secreto, puesto que todas ustedes lo saben._ intentó explicarle. _ Y no solo nosotras._ soltó Flavia e hizo una mueca ante la interrogativa y amenazante mirada que Yolanda le lanzó._ Bueno... es que... Betsy, indiferente, tomó la palabra y explicó:
_ Nos topamos bien tempranito a Rosemary y a las cacatúas que siempre la acompañan, y como que hablamos del tema en voz alta para que ella se enterara. Por supuesto, ahora Yolanda entendía porqué en el desayuno, Rosemary le había dirigido aquella retorcida mirada de odio, aunque tampoco la sorprendió mucho. Estaba tan acostumbrada a sus ataquitos de furia, celos, envidia, odio... Todo aquello en una sola persona no podía ser saludable en lo absoluto.
Para Joel las cosas tampoco habían sido apacibles. Los chicos se colaron en su dormitorio y le habían dado el de pie a almohadazos y frases jocosas referentes a su cita con Yolanda esa noche. En el ómnibus, ya de camino al pueblo, las bromas no cesaron y una vez que hubieron llegado fue peor. Joel y Yolanda solo se limitaron a dejarlos por incorregibles:
_ Díganle a mi mamá que el lunes vendré tempranito._ ordenó Yolanda a Nora y a Grettel.
_ Está bien, pero toma nota de todo, porque queremos hasta el más insignificante detalle._ chilló la última.
_ Abre los ojos y cierra las piernas._ advirtió Nora tomando el bolso de Yolanda.
Denise y Wendy la miraron con los ojos muy abiertos:
_ ¡Gorda!_ exclamaron al unísono.
_ ¿Qué? Es solo un consejo.
_ Joel no parece de ese tipo de muchachos._ dijo María Alejandra.
Nora entornó la mirada:
_ ¡Ay por favor! ¡Joel es un hombre! ¡Y los hombres cuando se calientan, no piensan con la cabeza, o por lo menos, no con la que tienen sobre los hombros!
¡Ustedes me entienden!
_ No, no te entendemos._ admitió Flavia enarcando una ceja.
_ ¡Pues que los hombres piensan con lo que le cuelga entre las piernas en estado de erección!
_ Ahora sí te entiendo perfectamente._ sonrió Flavia.
Katia refunfuñó y empujó a la muchacha a la vez que se dirigía a Yolanda:
_ Oye, no tengas miedo. Ve con él y disfruta la sorpresa que te tiene reservada. Hazle casi a tu corazón. Solo eso.
Eran las dos de la tarde cuando Joel y Yolanda subieron al camión que los conduciría a Camagüey. Junto a ellos, otros cinco estudiantes que estudiaban en el IPUEC y eran procedentes de la ciudad, también viajaban, bastante sorprendidos ante la compañía de Yolanda, pero ellos dos parecían ajenos a cada uno del resto de los pasajeros:
_ ¿Cuál es la sorpresa?_ preguntó ella apartándose un mechón de cabellos que la brisa veloz hacía sacudir.
_ Si te lo digo ya no será una sorpresa.
_ Pero necesito tener una idea._ insistió la muchacha.
Él dudó:
_ Bueno, solo te adelantaré que iremos a un sitio.
_ ¡Eso no es un adelanto! ¡Ni siquiera es un dato válido! ¡No dice nada! ¡Un sitio!
¿Y cómo se supone que debo vestirme para ir a ese sitio?
_ Bien elegante._ sonrió Joel.
¡Genial! Yolanda torció la boca. Por suerte, su prima y ella tenían el mismo talle y la misma estatura. Joel estaba definitivamente loco, y ella... Ella cada momento estaba más fascinada por su locura:
_ Además, mañana te llevaré a cenar a mi casa.
_ ¿Qué?_ casi se atragantó ella.
_ Mis padres están ansiosos por conocerte.
_ ¿Qué les has hablado de mí? ¿Qué les has dicho?
_ Solo que eres una muchacha maravillosa que me gusta mucho y que pronto seremos más que amigos.
Ni siquiera pudo articular. La impresión era tan grande que casi la aplastaba. Con un golpecito ligero en la barbilla, Joel la hizo cerrar la boca y se echó a reír ante la reacción perpleja de ella:
_ ¡Ah! ¡Y mi tía también está deseosa de tenerte frente a frente! De seguro que vas a simpatizar con ella. Como estudiaste ballet... ¿Ya te he hablado antes de mi tía?
Yolanda asintió. No mucho, pero recordaba lo básico. Adoraba a su único sobrino, lo había sumergido en el mundo del arte y la danza clásica, y más que su tía, se comportaba a veces como su madre.
_ Mucha gente no la soporta. Es cierto que tiene un carácter un poco... difícil, pero es una persona maravillosa cuando la conoces. Estoy seguro que se van a llevar muy bien. En estos momentos ella es la...
El camióndio una violenta sacudida al pasar por un agujero de la carretera. Lospasajeros protestaron y la plática de Joel y Yolanda giró a continuación entorno al mal estado no solo de las calles y carreteras, sino de otrasinstituciones estatales, parcial o totalmente descuidadas por el gobierno.
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