FESTIVAL
La casa de cultura bullía de excitación aquella noche. El escenario estaba iluminado y engalanado y había abundantes sillas dispuestas en el patio para el público asistente que empezaba a llegar. Se escuchaba música moderna, bailable, contagiosa, para amenizar la espera. Dentro de la institución había un intenso ir y venir de instructores y aficionados. Por doquier podía escucharse preguntas, respuestas, voces alteradas, órdenes precipitadas.
Yolanda, Grettel y Nora llegaron juntas, con un bolso en común donde habían guardado sus vestidos, zapatos y otros accesorios. Casi toda la pandilla estaba congregada en el gran portal del inmueble, con los vestuarios colocados en pequeñas perchas, conversando y riendo. Algunos iban acompañados de sus padres, otros familiares y hasta amigos invitados. Fabián había llegado hacía solo unos minutos y estaba junto a Dalton platicando con el habitual secretismo de ambos. El joven, luego del saludo, les mostró una moderna cámara fotográfica y prometió hacerles unas fotos geniales. Salim hizo una triunfal aparición en compañía de Katia e Itzel, y una chica pelirroja y pecosa, con los dientes llenos de brackets. El excéntrico muchachito había vuelto a alegar su deseo de unirse al grupo en cuanto hubiera una vacante, además de lucir esa noche, un rimbombante juego de chaqueta todo recamado en lentejuelas plateadas, con un suéter marrón de cuello de tortuga por debajo, una gorra bolchevique cubierta de laminillas brillantes y una bufanda de seda blanca cruzada sobre la nuca. Diogo hizo una mueca de desagrado ante la presencia tan llamativa del joven gay.
Renzo hizo su entrada en una flamante moto Yamaha T-Max último modelo, de color azul metálico, el famoso obsequio de sus padres que habían venido de visita desde España y desató una ola de admiración entre todos los presentes. Llegó acompañado de Joel, por lo que Yolanda respiró aliviada al ver al muchacho, aunque se enojó un poco y lo disimuló, cuando Valeria apareció y se acercó a saludarlo. La chica se veía más preciosa que nunca y por un momento, Yolanda llegó a temer que Joel pudiera verla de una manera diferente. Sin embargo, el joven la saludó con la misma afabilidad de siempre, nada fuera de lo normal. Intentó concentrarse en Renzo, quien se mostraba ufano, alardeando mientras hacía rugir el vehículo. En cuanto se quitaron los cascos de la cabeza, enfrentaron el éxtasis de los chicos a causa de la moto. Renzo sonrió con satisfacción y miró a Betsy, esperando su reacción. La muchacha, seria como una piedra, movió lentamente la cabeza:
_ Como tú especulas._ masculló y le dio la espalda.
El único que faltaba por llegar era Aarón. El profesor Diego y Claudia salieron del interior del edificio. Ambos iban muy elegantes, como escapados de una película de los años cincuenta. Él lucía un pantalón gris, una camisa blanca de mangas largas con tirantes cruzados a la espalda y una corbata gris perlado. Su cabeza rapada iba cubierta por un gracioso sombrerito de color gris cenizo. Por su parte, Claudia se había ataviado con un vistoso vestido rojo, muy escotado, del mismo estilo del que utilizarían las chicas para bailar. Lo ceñía a la cintura con una pretina negra recamada en oscuras lentejuelas brillantes y calzando unos vistosos zapatos negros de enorme tacón y suela roja. Se había recogido el cabello en un moño elegante, adornándolo con unos ganchitos dorados terminados en delicadas maripositas de gláciles alas temblorosas. Tal parecía que ellos también iban a bailar en la coreografía, pues se habían acicalado con el mismo estilo que llevarían los chicos:
_ ¿Están listos para el show?_ les preguntó Diego.
_ ¡No!_ negó Oscar sacudiendo la cabeza con fuerza.
_ ¿Falta alguien?_ quiso saber Claudia.
_ Aarón,_ contestó Erik con incomodidad._ no sé qué está esperando para aparecer con mi ropa.
_ María Alejandra, _ dijo Luis Mario._ ¿A qué hora te dijo tu novio que iba a venir?
_ Él me garantizó que iba a llegar temprano. De seguro ya está en camino.
_ Bueno, creo que mejor vamos subiendo._ ordenó Diego.
Entraron al lobby y ascendieron por la escalinata hasta el segundo piso mientras los acompañantes se dirigían al patio para ocupar asientos. Renzo fue antes a la casa de unas amistades que vivían cerca para guardar allí su moto. Se encerraron en el saloncito de teatro y mientras se acomodaban en las apretujadas lunetas el profesor dijo a los chicos:
_ A ver, ahora los varones van a quedarse aquí para cambiarse._ señaló hacia el lateral izquierdo del minúsculo escenario._ Aquí hay un camerino para que las niñas se vistan y enseguida se organizan para que Claudia las peine y maquille. Oscar ¿Y la música?
_ Aquí, profe._ contestó el muchacho sacando de su mochila un estuche plástico con un CD. Diego lo tomó y anunció que se ausentaría para ir a entregar los temas al sonidista.
_ Espérese profe._ exclamó Víctor y sacó una cámara fotográfica._ A ver, pónganse todos en el escenario para hacernos una foto.
_ Pero falta Aarón._ se quejó María Alejandra.
_ Esta niña ya no puede vivir sin el novio._ bromeó Denise.
_ Después volvemos a hacer otra._ dijo Víctor y accionó el flash cuando el grupo se apiñó en el pequeño escenario. Antes de salir, Diego se volteó y anunció:
_ Me tomé la libertad de ponerle un nombre al grupo. Era lo único que nos faltaba y sé que no se habían puesto de acuerdo en escoger uno.
_ ¿Y cuál eligió usted?_ quiso saber Wendy.
_ Locos por el Baile._ respondió Diego con una sonrisa.
Los jóvenes intercambiaron miradas:
_ Me gusta._ dijo Yolanda.
_ A mí también._ apoyó Dennis.
_ Tiene swing._ opinó Betsy.
_ Creo que nos define muy bien._ sonrió Joel.
_ Yo hubiera preferido el que se me ocurrió a mí._ se quejó Erik.
_ Sabía que les iba a gustar._ dijo Diego y salió cerrando la puerta tras sí.
_ ¡Profe!_ gritó Yolanda asomándose corriendo._ Averigüe en qué bloque me toca bailar a mí, porque no sé qué ropa ponerme primero.
Las chicas pasaron al camerino, desde el cual podía escucharse su interminable parloteo. Los varones permanecieron en el saloncito y dudaron un momento antes de empezar a desvestirse, ya que Claudia estaba allí disponiendo lo necesario para iniciar la sección de maquillaje y peluquería:
_ No tengan pena conmigo, mis amores. No hay nada en ustedes que no haya visto ya._ les dijo con una sonrisa de lo más natural.
Mientras se desvestían con cierto pudor ante la presencia de Claudia, Erik se adueñó de la cámara fotográfica de Víctor e hizo por lo menos diez fotos a Claudia y otras tantas al resto de sus amigos:
_ Aarón está empezando a preocuparme._ masculló Luis Mario.
_ Va a llegar, no te impacientes._ intentó calmarlo Dalton.
Una gritería casi histérica provino del camerino. Claudia y los muchachos intentaron correr hacia allí para saber qué había ocurrido, pero obtuvieron la respuesta al ver a Betsy y a Nora sacando a empujones y cocotazos a Erik, que intentaba protegerse de los golpes: _ Pero si yo solo quería tirarles una foto...
_ ¡Eres un payaso!_ gritó Betsy._ ¡Tú sabes bien que nos estamos cambiando de ropa!
_ Atrévete a poner una pata allá dentro otra vez y vas a saber lo que te va a pasar. Te voy a dar una patada en el culo que vas a necesitar cirugía para que te saquen mi pie de entre las nalgas._ amenazó Nora antes de entrar nuevamente al local y cerrar la puerta de un tirón.
_ ¡Ñó! Casi me matan._ resopló Erik frotándose la cabeza.
_ Rómpeme la cámara por tus gracias ¿Oíste?_ advirtió Víctor.
_ Allá tú que dejas que este descerebrado ande con ella._ gruñó Dennis.
Erik soltó una risita maliciosa:
_ Pero valió la pena. Les hice una foto a las locas esas y agarré a Flavia en blúmer y ajustador.
_ Eres un enfermo mental._ musitó Joel anudándose la corbata.
_ Qué calor hace aquí._ se quejó Dennis sentándose en una de las butacas del centro, tras haber terminado de arreglarse con su impecable y elegante atuendo azul de Prusia.
_ A ver muchachitos bellos._ dijo Claudia._ Vengan para darles unos toques de maquillaje.
_ ¿¡QUÉ...!?_ chillaron todos.
_ Nadie dijo nada de pintadera para nosotros._ berreó Oscar.
_ Y nadie dijo nada de pintadera para ustedes, cariño..._ le explicó Claudia con una dulzura extremadamente melosa._ Solo les voy a dar unos toquecitos mínimos de base facial para quitarles la grasa brillosa del sudor... ¡Arriba! ¿Quién será el primero?
Los chicos se miraron entre sí. Ninguno se movió, ninguno respondió:
_ ¡Joder, tíos! ¡No van a dejar de ser hombres por un poco de maquillaje, por Dios!_ exclamó Claudia con uno de sus acentos característicos.
Por suerte las muchachas empezaron a salir ataviadas con sus vestiditos y lucían realmente encantadoras. Claudia inició su labor con pericia propia de quien sabe muy bien lo que hace. Se dedicó primero al maquillaje, aplicándoles una crema de base, acordes a los tonos de cutis de cada una, ocultando manchas, picaduras de acnés y otras imperfecciones de la piel. Luego, todo lo demás: rímel, delineador, tonos rosas para los pómulos y un rojo suave para los labios. Una vez que las tuvo maquilladas, procedió a la labor de peinarlas. Exceptuando a Yolanda, a las demás les recogió los cabellos en un moño apretado, y a cada lado les puso un par de ganchitos como los suyos, pero con maripositas plateadas. La primera en estar lista fue Grettel, a quien, por tener el cabello tan corto no pudo hacerle el moño, pero le colocó los ganchitos a ambos lados de la cabeza. La chica se veía preciosa, como una muñequita de porcelana, con su vestidito rojo sangre contrastando con la palidez de su piel. Víctor quedó impactado al verla:
_ ¡Qué linda te ves!_ la celebró Wendy.
_ ¿Tatico me veo bien?_ preguntó la muchacha a su novio, ansiosa por oír su opinión.
Víctor tragó en seco, sin poder hallar las palabras concretas para responderle: _ Te comería aquí mismo._ respondió finalmente y quiso abrazarla, pero Claudia los detuvo gritando.
_ ¡Ey! ¡Cuidadito! ¡Nada de besos, que nadie puede arruinar mi obra maestra! Una a una, las muchachas fueron concluyendo sus arreglos y sentándose con el resto de los chicos. Entre todos estaban tratando de convencer a Flavia de que se veía muy bonita, pero la muchacha solo se mostraba reacia, alegando que se debía ver ridícula con aquel vestido, el maquillaje, el peinado y, sobre todo, montada sobre unos tacones de los cuales tenía la sensación que la harían caer en cuanto saliera caminando:
_ Deja de menospreciarte._ la regañó Joel._ ¿Acaso no te tomaste fotos el día de tus quince?
Flavia negó firmemente con la cabeza. Joel hizo una mueca:
_ Oh, vaya, eso explica entonces tu actitud.
_ Dennis, qué bello te ves._ sonrió Itzel.
_ Dime algo que yo no sepa._ masculló el muchacho mientras le arrebataba el abanico a su hermana para echarse aire y disimulaba las miradas que le estaba dirigiendo a Flavia.
_ Si, como no._ se burló Diogo._ Parece un chulo sin H.
Durante unos minutos permanecieron conversando o atentos a la labor de Claudia, ignorando a Erik, que se había quedado solo en calzoncillos, despatarrado sobre una de las butacas, observando las fotografías de la cámara de Víctor. María Alejandra empezaba a sentirse inquieta ante la prolongada tardanza de Aarón y lo mismo ocurría con Erik y Luis Mario, los únicos que aún no habían podido arreglarse:
_ ¿Le habrá sucedido algo malo?_ supuso Flavia entablando una lucha con el escote del vestido, con el criterio de que no la dejaba respirar de tan apretado.
_ ¿Por qué eres tan pájara de mal agüero?_ se enojó Renzo.
_ Pero es la verdad. Aarón es muy responsable. Sabía que tenía que estar aquí temprano. Algo debe haberle sucedido.
De repente, los ojos de María Alejandra se abrieron desmesurados, al igual que su boca, mientras se llevaba una mano a la frente:
_ Ay Dios mío._ musitó.
_ No me gusta cómo sonó eso._ masculló Luis Mario.
Erik corrió asustado hacia ella:
_ ¿Qué? ¿Qué?_ le inquirió con desesperación._ ¿Por qué te pones la mano en la cabeza? ¿Qué pasa?
María Alejandra paseó la mirada entorno. Claudia, que estaba dando los toques finales al peinado de Katia, había detenido su labor para prestar atención a la muchacha:
_ Ya sé porqué Aarón no ha llegado._ susurró.
_ Entonces habla._ la apuró Erik al borde de la consternación.
María Alejandra suspiró:
_ Hoy es viernes, pero según la religión de Aarón, en el momento en que se pone el sol, ya deja de ser viernes, y es sábado.
Reinó el silencio por un momento, que Luis Mario rompió al decir:
_ No entiendo.
Dennis resopló desde su asiento y explicó:
_ Fácil... Para nosotros el día termina a las doce de la noche. Para la iglesia de Aarón, el nuevo día empieza con la puesta de sol.
_ O sea,_ intentó recapitular Dalton para comprobar que había entendido bien._ que para Aarón, desde el momento en que se hizo de noche, dejó de ser viernes, para ser sábado ¿Cierto?
_ Y los sábados él no puede hacer absolutamente nada, incluyendo bailar, que de por sí, lo tiene prohibido.
Ante la conclusión de María Alejandra, una ola de terror pareció adueñarse de todos. Los más escandalizados eran Luis Mario y Erik:
_ ¿Y entonces?_ decían._ ¿Qué va a pasar ahora? ¡Él tenía que traer la ropa para nosotros dos!
_ Si Aarón no viene la coreografía quedará incompleta._ se lamentó Denise.
Comenzaron a hablar al unísono, tratando de hallar una solución:
_ ¡Niños, niños!_ intervino Claudia._ Están muy alterados y así no van a resolver nada. A ver, mírenme todos. Vamos a esperar a que llegue Diego a ver qué opina de esto y mientras vamos a hacer un ejercicio de respiración y relajación... A ver todos... respiren profundo..._ ellos obedecieron, aunque no muy convencidos de que fuera a dar resultado._ Muy bien, y ahora exhalen, amplio... otra vez, respiren... y exhalen...
Repitieron lo mismo par de veces, pero no consiguieron borrar la preocupación. Si Aarón no aparecía, todo el trabajo de tantos meses habría sido por nada. Diego llegó en ese momento:
_ Yolanda, arréglate para que bailes primero tu coreografía individual. Estás al final del segundo bloque._ se detuvo en seco al notar los semblantes tensos y lo cargado de la atmósfera dentro del salón._ ¿Qué sucedió?
_ Nada._ contestó Erik con hosquedad._ Que Aarón no viene hoy porque es sábado.
_ ¿De qué hablas?_ preguntó Diego._ Hoy es viernes. Y por favor Erik, ponte algo de ropa. Nadie tiene porqué tener que estar viéndote semi-encuerado.
Joel tomó la palabra y le explicó al profesor lo que estaba sucediendo:
_ ¿Qué vamos a hacer ahora profe?_ quiso saber Katia con voz temblorosa.
_ Si Aarón no viene estamos jodíos._ se lamentó Víctor.
_ María Alejandra..._ dijo Luis Mario._ ¿Tú novio no podía meterse en otra religión menos complicada?
_ Diga algo, profe._ rogó Itzel.
Diego no mostraba ningún tipo de emoción en su rostro. Parecía una estatua de piedra inexpresiva y silenciosa. Exhaló un suspiro y comenzó a decir tranquilamente:
_ Lo primero que deben hacer ahora es calmarse. Estresándose no van a resolver absolutamente nada... Yolanda ¿Ya empezaste los estiramientos?
_ No profe.
_ ¿Y qué estás esperando? ¿Una notificación por escrito? Dale, vístete y empieza a calentar el cuerpo._ se volteó hacia María Alejandra, compungida junto a Betsy y Flavia que intentaban consolarla._ María Alejandra ¿En algún momento Aarón te comentó o insinuó que no vendría al festival?
_ No profe, nunca. Pero ahora me doy cuenta que llevaba un montón de días raro, como si estuviera muy preocupado por algo. Supongo que ya se había percatado que el festival caería un viernes por la noche. Y yo de boba, no me di cuenta hasta hace un rato.
_ Pues él debió haberlo dicho._ rezongó Nora.
_ Ay señores, seguro que al muchacho le dio pena._ alegó Grettel.
_ Si, pero piensen y analicen, _ intervino Oscar._ ahora estamos en tremendo problema. Sin Aarón se incompleta la coreografía. Aparte, él tiene que cantar en el festival.
_ Les dije que paren de martirizarse con el dichoso tema._ ordenó el profesor Diego alzando la voz y todos tuvieron la impresión de que sonaba enojado, por lo que enmudecieron al instante._ María Alejandra ¿Aarón tiene teléfono en su casa?_ ella asintió._ Perfecto, vamos a llamarlo.
Renzo alzó una mano:
_ Profe, yo sé donde él vive. Si usted prefiere yo puedo ir en mi moto a buscarlo, no hay problema con eso.
Betsy entornó los ojos con fastidio:
_ Ahí va... Tenía que mencionar el dichoso cacharro ese.
_ No Renzo._ negó Diego._ No sabemos si es que sus padres descubrieron lo que él hacía, y no creo que vayan a reaccionar muy diplomáticos si te ven llegar en busca del muchacho. Creo que el daño será menor si llamamos por teléfono. Ustedes quédense aquí tranquilos en lo que voy con María Alejandra. Por favor, relájense y concéntrense en la coreografía.
Una vez que el profesor y la muchacha salieron del saloncito, se hizo un silencio profundo y pesado en el saloncito de teatro. Erik se había puesto sus ajustados jeans a trompicones, y dio unos pasos inquietos con el semblante endurecido por el enojo, bufando como una bestia salvaje a la que hubieran encerrado en una jaula:
_ De verdad que Aarón la cagó por completo._ se quejó.
Betsy saltó con dureza:
_ No hables así. Nadie sabe qué fue lo que le pasó.
_ Betsy, _ empezó a decir Wendy muy calmada._ no podemos ser ciegos. Aarón en la escuela con la cuestión del sábado no entendía. Aquí todos sabemos que ya los viernes por la noche él se quedaba en el albergue leyendo su Biblia y rezando hasta el sábado por la noche.
_ Pero falló._ intervino Diogo._ Tenía que habernos dicho para que nos hubiera dado tiempo hacer cambios.
Dennis se encogió de hombros:
_ ¿Cambios? ¿A última hora? ¡Qué ocurrencia!
Antes que Diogo pudiera agredir verbalmente a su hermano, Claudia tomó la palabra:
_ Yo sé que están preocupados y no los culpo. Al contrario. Si a mí, minutos antes del festival veo que me falta uno solo de mis artistas, creo que me vuelvo loca, me pongo histérica, vaya. Pero ya oyeron a Diego. No quiere que piensen en problemas ahora.
_ El profe está molesto ¿Verdad?_ supuso Dalton.
_ Molesto, nervioso, alterado ¿Pero qué director no se pone así antes de un estreno? Al igual que ustedes, él quiere que todo salga bien.
Los minutos restantes permanecieron en calma, intentando sentirse mejor, rezándole a Dios y a cuanto santo les venía a la mente y creyendo que de un momento a otro Aarón aparecería. Yolanda, en el pequeño escenario, estiraba brazos y piernas. Grettel trató de suavizar la tensión. Recordó que había traído un frasco de perfume nuevo y lo sacó, ofreciéndolo a los demás:
_ ¡Coñó!_ hizo Renzo arrugando la nariz._ Mamita ¿Cómo se llama esa cosa?
¿Revienta olfato?
_ Ay Grettel._ se quejó Katia._ Qué perfume más fuerte y rechinante.
Al intentar rociar a Betsy, esta se quitó un zapato y la amenazó:
_ ¡Aléjate de mí con la pestilencia macabra esa!
_ Ay, ustedes son más odiosos. Este perfume es riquísimo. Además, es de afuera, mi tía me lo trajo.
_ ¿Y lo compró dónde? ¿En una fábrica de productos tóxicos?_ bromeó Oscar. Grettel le mostró la lengua y se dirigió al rincón donde Wendy y Luis Mario estaban sentados:
_ Díganme ustedes dos si huele tan mal mi perfumito.
Wendy se llevó una mano a la nariz, cubriendo parcialmente su boca mientras hacía una mueca:
_ Desde aquí se siente, Grettel. Fíjate si está fuerte el olor.
Luego hizo una arcada. Luis Mario se apresuró en sostenerla:
_ Grettel, échate para allá._ le ordenó mientras le frotaba suavemente la espalda a su novia y le echaba aire con un trozo de cartón.
Insultada, Grettel arrugó el entrecejo:
_ Yo pensé que ya estabas mejor del estómago, pero tal parece que lo que estás es preñá.
Al oír aquello, Luis Mario y Wendy la miraron con ojos aterrados y por unos segundos Grettel no comprendió porqué reaccionaban de aquella forma. Luego, su rostro pareció encenderse:
_ ¡Espérate! ¿Acaso estás...?_ hizo una pausa, aguardando una respuesta que no llegó y que tampoco necesitó._ ¡Ay... por... Dios!... ¡Estás embarazada!
Claudia estaba recogiendo sus cosméticos y demás accesorios y se detuvo en seco. Yolanda frenó la ejecución de sus ejercicios de calentamiento. Todos los ojos se volvieron hacia Grettel y la pareja: _ ¿Quién está embarazada?_ preguntó Katia.
Grettel señaló a Wendy y en cuestión de segundos todos rodearon a los tres jóvenes:
_ ¿Es en serio?_ les interrogó Denise.
_ Por favor... ¿Pueden darnos un poco de espacio para respirar?_ exigió Luis Mario pero nadie le hizo caso.
_ Respondan la pregunta._ ordenó Betsy.
Wendy y Luis Mario se miraron y tras un suspiro de ambos, ella comenzó a explicar:
_ Tengo casi un mes. Fuimos al médico la semana pasada y nos lo confirmó.
_ Mira porqué eran las vomiteras y los malestares de estómago._ se rió Diogo.
_ ¿Y qué van a hacer?_ preguntó Víctor.
_ Tenerlo._ respondió Wendy con firmeza._ Luisito y yo queremos tener al niño o la niña.
_ ¿Se volvieron locos?_ casi gritó Nora, escandalizada._ ¿Y los estudios? _ No seremos los primeros estudiantes que tengan un hijo._ sonrió Luis Mario abrazando a Wendy.
_ Ustedes son el ejemplo más evidente de lo que es la irresponsabilidad._ opinó Dennis._ ¿Acaso no han oído hablar de los métodos de anticoncepción?
Renzo palmeó burlón un hombro de Luis Mario:
_ Ay papito, ahora sí que Conrado te va a matar.
_ ¿Tus padres ya lo saben?_ preguntó Flavia a Wendy.
_ Aún no. Queremos contárselo mañana para no arruinar esta noche. Además, Luis Mario y yo queremos empezar a vivir juntos y casarnos más adelante.
_ ¡Qué romántico!_ lloriqueó Grettel con una sonrisita tonta.
El impacto de la noticia se aplacó y llovieron las felicitaciones sobre la pareja, aunque Dennis y Nora continuaban opinando que era una completa locura que ellos tuviesen un hijo siendo tan jóvenes:
_ Gorda, _ le dijo Erik a Nora._ ¿Vamos a tener un hijo tú y yo?
Nora le dirigió una mirada envenenada:
_ Es la única forma de que me practique una histerectomía, imbécil.
La tensión por la ausencia de Aarón menguó un poco, aunque no del todo. Wendy y Luis Mario eran ahora el centro de atención, sobre todo la muchacha, con la que tenían toda clase de atenciones y a la que insistían una y otra vez que debía cuidarse y no hacer disparates. Víctor y Oscar entablaron una discusión acerca de cuál de los dos sería el padrino de la criatura. Erik intervino alegando que solo él podría bautizar al bebé, y Dennis confirmó que, de ser así, el recién nacido quedaría marcado por la mala suerte para toda su vida. Mientras estaban entretenidos en sus disputas y bromas, Renzo se acercó sigiloso a Betsy, le rozó discretamente el cuello con la nariz y los labios, sintiendo como el cuerpo de la chica se contraía hacia el suyo:
_ Tremenda noticia ¿No te parece?_ le dijo en voz muy baja.
_ Ahora sí que se tostaron... ¡Un hijo a estas alturas! Se les acabó la juventud.
_ No tiene porqué ser así. Un hijo es un regalo maravilloso.
_ OK, como tú digas, pero el regalo mío no lo quiero hasta después de los treinta. _ Piensa en un niñito recién nacido, chiquitico, tierno...
_ Solo me imagino un artefacto gritón parecido a un gusarapito... Los niños chiquitos son máquinas perversas de vómito, mierda y meáo..._ se estremeció._ ¡Ufff...! Me erizo solo de pensarlo.
_ ¿Y no te gustaría...?_ se atrevió a decir Renzo luego de una pausa.
Ella le lanzó una mirada como si fueran puñales:
_ Ni siquiera lo pienses._ masculló.
_ Es que ver a Wendy y a Luis Mario tan contentos...
Betsy se volvió violentamente hacia él, lo tomó por la corbata y tiró, forzándolo a seguirla fuera del salón. Los demás dejaron de hablar y los observaron marcharse, sorprendidos:
_ ¿Y a estos dos qué les dio de momento?_ preguntó Claudia.
_ Ellos tienen su trauma, no les hagas caso._ respondió Dennis y cuando otra vez volvieron a entretenerse, se deslizó fuera del saloncito evitando llamar la atención.
Una vez fuera, Betsy empujó a Renzo contra la pared al pie de la escalinata que conducía al tercer piso. Sus ojos escupían puro fuego:
_ ¡Óyeme bien! ¡Wendy y Luis Mario están locos! ¡LOCOS! ¡Y empieza a preocuparme que sea algo contagioso después de oírte hablar!
_ No entiendo porqué te pones así.
_ ¡Ah! Entonces déjame que te lo explique. No sé porqué todavía, pero me gusta lo que tenemos, aunque no entiendo exactamente qué es. La pasamos muy bien juntos, nos divertimos, el sexo es una maravilla y lo mejor es que nadie lo sabe._ lo aguijoneó en el pecho con un dedo._ ¡No-lo-eches-a-perder!
Renzo se encogió de brazos:
_ ¿No piensas en tener hijos?
_ Si, pero no por ahora, y no contigo exactamente. Renzo, soy joven, todavía hay partes de mi cuerpo que ni sé que existen. Tengo muchas fiestas por delante a las que ir a gozar y a emborracharme. Ahora, en lo único que pienso es en aprovechar al máximo mi libertad y mi juventud. Los hijos vendrán después, cuando quiera tenerlos y esté lista para cuidarlos y mantenerlos.
_ Yo tengo condiciones para mantener un hijo.
_ ¿Serás cretino? ¡Abre los ojos, Renzo!_ chilló ella dándole un golpecito en la frente._ ¡A ti te mantienen todavía! ¡Eres un parásito! ¿Cómo es que piensas en mantener a otro? Eres tan egoísta y desconsiderado. Todos los días me pregunto cómo es que posible que estemos juntos.
_ Mira, yo creo que seríamos buenos padres si tenemos un hijo ahora.
_ ¡Dije que no! ¿Acaso no entiendes? ¡No pienso hincharme como un globo, vomitar hasta la conciencia todos los días, ni mucho menos pujar como una bestia hasta que se me rajen los dos huecos! Dicen que parir duele cantidad y yo soy alérgica al dolor. Además, ahora lo ves muy fácil y muy lindo, y dices que vas a apoyarme y a cuidar al nené, pero cuando quieras irte de parranda con tus socios y me dejes con un chiquillo petatero en los brazos apestando a vómito, meáo y mierda, créeme que te voy a hacer comer tu linda moto y la vas a cagar pieza por pieza.
Renzo se echó a reír y tomándola por la cintura la atrajo hacia sí, apretándola contra su cuerpo:
_ Me encanta cuando estás molesta. Me pone a mil. Y con ese vestidito que traes puesto...
Ella lo apartó de un empujón:
_ Pues lamento decepcionarte, pero hoy no va a suceder nada-nadita. Y me parece que pasará un buen tiempo antes de que vuelvas a tener acceso a mi hermoso y riquísimo cuerpo.
Las cejas de Renzo se unieron sobre el puente de su nariz:
_ Pero... ¿Por qué?
_ ¡Oh, muy fácil! ¡No voy a permitir que un espermatozoide psicópata y criminal de los tuyos, cometa allanamiento de morada en uno de mis óvulos!
Dicho esto regresó al salón mientras Renzo la seguía perplejo con la mirada y Dennis, que reía recostado a la puerta, fue hasta él y le corrió un brazo sobre los hombros:
_ No sé cómo la soportas.
_ Yo también me lo pregunto todos los días._ contestó Renzo sin mirarlo.
_ Ya llevan cerca de un mes... ¿Cuándo lo van a hacer oficial?
_ Estamos bien como estamos.
Dennis lo sacudió:
_ ¡Ay vamos, Renzo! ¿Sabes lo que es guardarles un secreto así que ni a mis hermanos les puedo contar?
_ Dennis deja de lloriquear.
_ ¡Si ustedes no hablan lo haré yo! ¡Ay...!
El muchacho se dobló cuando el codo de Renzo se clavó en su costado:
_ ¡Eso dolió!_ bufó.
_ Te lo mereces._ dijo Renzo sacudiéndose las manos con actitud indiferente. Lilí bajó la escalinata desde el tercer piso y se detuvo al ver a los dos jóvenes, principalmente a Renzo. El muchacho siempre le había atraído, y en más de una ocasión le había coqueteado sin ningún éxito. Se mordió una esquina del labio inferior, sin apartar los ojos del joven. Lucía espléndido con aquella camisa blanca de mangas largas, el pantalón negro y el chaleco a juego de satín sin mangas. Oh sí, Lilí lo admiró silenciosamente extasiada y avanzó hacia él, contoneándose de manera felina:
_ ¡Wow! ¡Qué elegante!_ le dijo con voz sensual.
_ Gracias._ respondió el muchacho con frialdad.
_ ¡Qué carácter! ¿Estás bravito?
Lilí se acercó mucho a Renzo, que intentó evitar el contacto físico con la muchacha, pero Dennis, aún junto a él y doblado por el dolor del golpe recibido, le cortaba el paso. Renzo hizo un gesto de fastidio mientras entornaba los ojos:
_ ¿Qué quieres, mijita?
_ ¿Por qué lo preguntas? ¿Vas a darme lo que quiero?
_ ¡Wow!_ dijo Dennis recuperándose del dolor inmediatamente de oír aquellas palabras. Se volteó al escuchar abrirse la puerta del salón de teatro y ver salir a Betsy._ Estoy oliendo problemas.
_ Ay no._ suspiró Renzo palideciendo al reparar en la muchacha.
Betsy se detuvo en seco y sintió como sus dientes crujían unos contra otros ante la presión de las mandíbulas ¿Qué hacía Renzo junto a la zorra Lilí? O mejor dicho ¿Qué hacía la zorra Lilí apretujándose contra Renzo? ¡En fin! El orden de los factores no importaba... ¿Qué hacían aquellos dos tan apretujadamente juntos?
Lilí le dirigió una mirada provocativa y alzó una ceja, dibujando en sus labios una sonrisita sarcástica:
_ ¡Vaya Betsy! ¿De qué vas disfrazada?
Betsy extendió una mueca en los labios que recordaba una sonrisa o algo similar:
_ De mata-cucarachas, así que será mejor que corras.
_ Yo... Mejor regreso dentro._ se apresuró en decir Dennis.
_ ¡Voy contigo!_ dijo Renzo pero Betsy le impidió moverse.
_ ¿Por qué ese apuro?
_ Es cierto Renzo._ intervino Lilí._ Con lo bien que la estábamos pasando.
Renzo abrió la boca con intención de replicar, pero las palabras se negaron a salir. Miró a Betsy, roja de furia, conteniéndose para no abofetear a Lilí... Sentía que empezaba a faltarle el aire y movió un poco el cuello de su camisa ¿Estaría su novia estrangulándolo por medio de telekinesia? No le sorprendería:
_ Lilí ¿Eres sorda o qué? No pintas absolutamente nada aquí... ¡Largo, fuera!_ rugió Betsy.
_ Modera tu volumen, mamita, y me voy si quiero ¿Quién te crees que eres? Betsy intentó abalanzarse sobre ella pero Renzo se interpuso en medio, sosteniéndola:
_ ¡Te voy a dar una encendía que vas a preferir una trompá de Nora!_ amenazó Betsy queriendo golpearla con sus puños que solo alcanzaban el aire.
_ ¡Uy, qué miedo!_ se mofó Lilí._ Mira como tiemblo.
_ ¡Piérdete de aquí, Lilí, dale! ¡Desaparece!_ le imperó Renzo.
Con una sonrisita, Lilí se dispuso a marcharse no sin antes guiñarle un ojo a Renzo mientras se mordía la comisura de los labios:
_ Qué chiquita más fastidiosa._ bufó Renzo una vez que quedaron los dos solos.
_ Ay, como si no te hubiera visto hecho todo una melcocha con ella.
Él le dirigió una mirada de sorpresa:
_ ¿De qué estás hablando?
_ No te hagas, que te vi muy bien sateando con la sucia esa que acaba de irse. Las palabras del muchacho tropezaron unas con otras y alzó las manos, intentando hallar la forma de poder defenderse de la acusación que se le imputaba:
_ ¿Sateando con...? ¡Tú sí que estás mal! ¿Con Lilí? ¿Yo?
_ No sería la primera carroña que te comes._ gruñó Betsy mientras se encogía de hombros y alzaba la barbilla, desafiándolo a contradecirla.
_ ¿Por qué siempre tienes que ser tan conflictiva?_ protestó Renzo imitándola.
_ Es parte de mi encanto.
_ Eres tan odiosa.
_ Tú no eres precisamente un derroche de virtudes. Pedante.
Dio media vuelta para marcharse pero él la retuvo por el codo:
_ ¡No me toques!_ chilló Betsy retirando el brazo bruscamente._ ¡Quítame tus cochinas manos de encima!
_ ¡Ah pero...!_ intentó protestar él.
_ ¡Ah pero nada! Lávate primero esas manos que sopetearon a la perra mugrosa esa de Lilí, y aún así, pensaré si voy a dejar o no que me toques.
_ ¿Se puede saber qué hacen ustedes dos aquí afuera?
La pareja se volteó hacia el profesor Diego y María Alejandra. El hombre repitió la pregunta:
_ Estamos esperando a que Wendy vaya a parir._ contestó Betsy bruscamente.
_ ¿Qué...?_ preguntó María Alejandra abriendo mucho los ojos.
_ Si, Luis Mario y Wendy olvidaron que los condones existían y están preñados... ¡Yupi!
La chica desapareció por la puerta y Diego corrió casi tras ella, seguido por Renzo y María Alejandra. Claudia y los jóvenes seguían alrededor de Wendy y Luis Mario, hablando acerca de qué nombre le pondrían a su futuro hijo o hija. En cuanto vieron aparecer al profesor, Erik se puso de pie:
_ ¿Pudo hablar con Aarón, profe?
Diego lo ignoró mientras vociferaba directamente a la pareja que era el centro de atención:
_ ¿De verdad están esperando un hijo?
La pregunta los tomó por sorpresa:
_ ¿Cómo lo...?_ empezó a preguntar Wendy.
Todos miraron a Renzo, que al haber hecho su entrada con el profesor, suponían había sido el deslenguado, no obstante, el muchacho hizo un gesto muy discreto, señalando a Betsy, embutida en un asiento con una cara como de quien ha cenado clavos:
_ ¿Estás o no embarazada?_ repitió Diego la pregunta con voz muy tensa.
_ Tengo casi un mes._ respondió la muchacha con voz muy queda.
_ ¿Pero cómo pueden ser tan irresponsables?_ estalló el profesor._ ¿Acaso no saben qué es un preservativo?
_ Lo mismo les pregunté yo._ intervino Dennis y Denise lo golpeó.
_ No le eches leña a la candela._ masculló.
_ ¿Y qué piensan hacer los tortolitos?_ la pregunta de Diego venía revestida de ironía.
_ Vamos a tenerlo._ contestó firmemente Luis Mario.
_ Bueno, al menos tienen respeto por la vida humana._ susurró María Alejandra con un movimiento de cabeza.
_ ¡El colmo!_ rió Diego entornando los ojos._ Dos niños que aún son mantenidos queriendo jugar a mantener a otro niño. No puedo creerlo.
_ Cariñito..._ lo llamó Claudia mirándolo fijamente con ojos duros._ Ya para. Te estás estresando y eso no es bueno para nadie.
El tono de voz de Claudia parecía ligero, casual, sin embargo, algunos rasgos de autoridad podían advertirse, y para sorpresa de los chicos, por primera vez vieron a su profesor obedecer y guardar silencio, aunque no parecía muy contento. Luego de unos segundos, volvió a hablar dirigiéndose a Luis Mario, aunque ya sonaba más calmado:
_ Definitivamente Conrado va a matarte. Tienes un modo muy raro de ganarte el aprecio de tu suegro.
_ Aún no lo sabe._ explicó Wendy._ Pensamos decírselo mañana.
_ ¿Estás consciente de que todos esos disparates del baile y los ensayos son un riesgo para tu estado?_ señaló a la muchacha. Erik alzó una mano. Diego volvió los ojos en blanco:
_ Erik, más te vale que lo que vayas a decir sea algo productivo porque mi paciencia está al borde de un precipicio.
_ Profe... ¿Pudo localizar a Aarón?
Otra vez el ambiente se tornó tenso ante la pregunta. Diego suspiró:
_ No. El teléfono de su casa sonaba pero nadie contestó. Eso quiere decir que deben estar para la iglesia.
La noticia no pudo ser más desalentadora:
_ ¿Y ahora qué hacemos?_ casi lloriqueó Itzel.
Diego alzó los brazos:
_ A ver, a ver... Que no cunda el pánico. Aún estamos a tiempo. El festival no ha comenzado todavía y...
Justo en ese momento una potente voz amplificada por micrófono, proveniente del escenario del patio, anunció el inicio del festival y los números culturales que componían el primer bloque. Diego se dio prisa en consultar su reloj de pulsera:
_ ¿Qué decías, cariñito?_ preguntó Claudia con una sonrisa provocativa.
_ ¡Genial!_ protestó el hombre._ Siempre empiezan tarde y hoy precisamente les dio por ser puntuales.
La inquietud fluyó violentamente de los muchachos y Diego intentó tranquilizarlos, aún cuando él mismo se mostraba preocupado:
_ Confío en Aarón. Sé que va a llegar. Por ahora no hay que preocuparse.
Nosotros somos los últimos en actuar. Cerramos la gala.
_ ¿Los últimos?_ repitió Nora abriendo mucho los ojos.
_ Pero... ¿Y si aún así Aarón no llega?_ quiso saber Oscar.
_ Bueno, en ese caso yo tomaré su lugar. Bailaré con María Alejandra y... Bueno, eso. Tendré que ocupar su lugar.
_ ¿Y con qué ropa nos vestimos nosotros?_ insistió Erik señalando a Luis Mario y a sí.
_ Yo puedo ir a la casa y traer dos pantalones y dos camisas tuyas._ ofreció Claudia a su novio.
Diego volvió a consultar su reloj y se humedeció los gruesos labios resecos: _ Vamos a esperar. Si en media hora Aarón no llega, Renzo que te lleve en su moto.
_ ¡Su moto!_ masculló Betsy._ ¡Ese trasto horrendo!
A pesar de tener ya una posible solución, ninguno parecía sentirse cómodo con la idea de que Aarón fuera a ser sustituido, incluso por el mismo profesor Diego. Trataron de entretenerse y relajarse viendo los números culturales que se desarrollaban en el escenario a través de las persianitas del salón de teatro. Había solistas de canto y conjuntos musicales, coreografías muy variadas de diversos ritmos y estilos, declamadores con poesías de temáticas políticas o del folclore afro-cubano.
Luis Mario salió del salón para buscarle agua a Wendy. A los pocos minutos, Yolanda, Grettel y Nora solicitaron permiso para ausentarse e ir al baño. Bajaron la escalinata, comentando las posibles causas de la ausencia de Aarón. De repente, Grettel se detuvo y obligó a sus amigas a hacer lo mismo. Junto a la puerta que conducía al área de sanitarios y oficinas reconocieron a Luis Mario, fumando recostado a una pared. Fueron hasta él y el muchacho se sobresaltó al verlas:
_ ¿Qué hacen aquí?_ preguntó.
_ Podríamos preguntarte lo mismo._ sonrió Nora e hizo una mueca._ Creí que ya no fumabas.
_ Y ya no lo hago. Es solo que estoy un poco tenso y creí que esto me ayudaría a relajarme._ y alzó el cigarrillo mientras expelía una densa bocanada de humo.
_ ¿Por qué estás aquí tan solo?_ quiso saber Grettel.
_ Nada, me preocupa que Aarón no aparezca.
Yolanda lo escudriñó detenidamente:
_ ¿Estás seguro de que solo es eso lo que te tiene así?
Luis Mario bajó la mirada y torció la boca, pero no respondió:
_ ¿Te preocupa lo del embarazo de Wendy?_ insistió Yolanda.
Él levantó la vista y no fue necesario que respondiera con palabras. Nora y Grettel intercambiaron miradas furtivas. La primera le colocó una mano en un hombro:
_ Creo que debieron ser más cuidadosos.
_ No lo teníamos planeado, créanme... ¿Quién quiere tener un hijo a los dieciséis años? Pero pasó y tenemos que afrontarlo. No crean que no pensé en la posibilidad de un aborto, pero Wendy me dijo que no iba a deshacerse de su propio hijo de una forma tan cruel. Cuando fuimos al médico le pedimos que nos explicara los riesgos de un aborto y eso me hizo cambiar por completo de idea. Fue nuestro error, así que debemos asumirlo. Sé que Conrado me va a odiar mientras viva, pero no me importa. Voy a darle lo mejor a Wendy y a nuestro hijo aunque tenga que vender mi alma al diablo.
_ Quédate con tu alma y simplemente esfuérzate por darles lo mejor._ sonrió Nora.
Luis Mario soltó una risita tenue:
_ Siempre pensé en cómo me sentiría cuando fuera a tener mi primer hijo. Nunca creí que fuera tan pronto.
_ ¿Y cómo te sientes?_ le interrogó Grettel.
_ La verdad, muy asustado. No sé cómo va a reaccionar mi mamá cuando se entere, y mucho menos si voy a poder contar con la ayuda económica de mi papá. Pero sí hay algo que sé, y es que quiero ser el mejor papá del mundo para mi hijo. No quiero cometer los errores que hicieron los míos conmigo. Quiero que mi hijo se sienta orgulloso de mí.
Yolanda sintió un nudo en la garganta y le acarició la cabeza casi rapada: _ Vas a ser un excelente papá, Luis Mario. Estoy segura. Digan lo que digan y piensen lo que piensen, sé que serás un excelente padre.
_ Y podrías serlo desde ahora mismo si apagas esa cosa asquerosa._ opinó Nora señalando el cigarrillo que se consumía entre los dedos del muchacho que, riendo con fuerza lo arrojó al piso y lo aplastó con un pie.
_ Wendy sabrá que fumaste._ señaló Grettel con un mohín.
Luis Mario sacó del bolsillo un paquetico de pastillas de menta: _ Vine preparado... ¿Alguna de ustedes quiere?
******************
El primer bloque concluyó y la misma voz en off anunció las unidades artísticas que componían el segundo. Aarón era el tercero en salir a escena con su interpretación musical, luego de una obra de teatro: _ Creo que no va a llegar._ suspiró Oscar con tristeza.
Diez minutos después, la puerta se abrió estrepitosamente y Claudia entró corriendo exaltada:
_ ¡Está aquí! ¡Ya está aquí!
Tras ella apareció Aarón con una gran mochila a la espalda, en una mano una percha con varias camisas colgadas y al hombro el estuche de su guitarra. Venía sudoroso, agitado, como si hubiera corrido mucho, tanto, que la elegante ropa se mostraba algo desaliñada, pero a nadie pareció importarle puesto que cayeron sobre él, exultantes de alegría:
_ ¡Yo sabía que tú no nos ibas a fallar!_ vociferó Erik saltando sobre el joven y colgándose de su cintura mientras le estampaba besos en la mejilla.
_ ¡Oye que lo vas a matar!_ Flavia tiró de él.
Nora fulminó a Erik con una mirada de desprecio:
_ Eres tan asquerosamente farsante... ¿Cómo te atreves a decir eso luego de toda la basura que hablaste de Aarón?
_ El profe estaba seguro de que tú no nos ibas a dejar plantados._ celebró Víctor. _ Profe, disculpe por llegar ahora, pero es que tuve una discusión grandísima con mis padres._ empezó a explicar Aarón mientras le daba a Erik y a Luis Mario la percha con las camisas y la mochila donde traía el resto de las ropas.
_ ¿Les contaste?_ preguntó María Alejandra abrazada a él.
_ Tuve que hacerlo. Todos estos días fueron una tortura para mí. No sabía qué hacer. Cuando supe que el festival caería un viernes, me quise morir, pero no quería decirles nada para no preocuparlos. Solo pensaba cómo iba a resolver el asunto. En cuanto llegué hoy a la casa senté a mis padres y les hablé bien claro, y por supuesto reaccionaron de la forma en que esperaba. Se molestaron mucho y me dijeron que de ninguna forma me permitirían venir a este antro de pecado y corrupción.
Katia enarcó una ceja:
_ Tus padres sí que se pasan de dramáticos.
_ Me obligaron a ir con ellos para la iglesia. Creo que nunca me he sentido tan mal en toda mi vida.
Aarón contó como al llegar a la iglesia con sus padres se sentó en un banco y casi lloró de amargura e impotencia hasta el punto de negarse a tocar el piano esa noche. Solo pensaba en que haría quedar mal a sus amigos y a su profesor. Y de repente, durante el servicio de canto, comprendió que Dios no podía castigarlo por ser feliz, y si estar con sus amigos y bailar eran de las cosas que más felicidad le propiciaban en la vida y Dios solo quería su felicidad ¿Por qué no iba a hacerlo? Fue entonces que se puso de pie, decidido, y salió del templo sin prestar atención a las autoritarias voces de sus padres. Corrió a su casa, cargó con todo lo que debía llevar consigo y se dio prisa en llegar a la casa de cultura: _ ¿Qué crees que pase con tus padres ahora?_ le preguntó Grettel.
_ No sé, tal vez me castiguen o estén enojados conmigo desde ahora y hasta el regreso de Jesucristo, pero no podrán hacerme renunciar al baile.
_ Y deja que se enteren que tienes una novia católica. Ahí sí que se va a formar._ se rió Dennis.
_ Si te botan de la casa vienes a vivir con nosotros._ invitó Claudia.
_ O puedes irte a vivir con María Alejandra._ bromeó Denise._ Su mamá estará feliz de recibir a un protestante en su casa.
Diego dio unas palmadas para captar la atención de todos:
_ Muchachos, luego siguen hablando. Aarón debe ir ya para el escenario. En un momento le toca actuar.
_ ¿Tan rápido?_ gimió el muchacho.
_ Profe, al menos déjelo descansar un momento._ pidió Wendy.
_ No hay tiempo... Vamos Aarón, deja las cosas, toma la guitarra y sígueme.
Salieron por la puerta del salón:
_ ¿Podemos ir a verlo, profe?_ quiso saber Grettel.
No alcanzaron a escuchar la respuesta del profesor, pero no les sonó a que aceptara. Aún así Claudia los llevó a través de la puerta que conducía a la escalinata lateral exterior y allí se aglomeraron, expectantes y silenciosos.
En el escenario habían dispuesto un micrófono en su soporte y un taburete. Aarón apareció en escena y sus amigos lo ovacionaron, arrancándole una sonrisa nerviosa. María Alejandra se estrujaba las manos mientras Denise y Yolanda la sostenían, infundiéndole ánimos. Aarón se acomodó en el taburete y vaciló un momento antes de aproximar el rostro al micrófono y anunciar:
_ Este tema se lo dedico a alguien muy especial... A mi novia María Alejandra. Nuevos gritos de entusiasmo resonaron desde la escalinata y esta vez fueron secundados por los aplausos del resto del público. Aarón respiró profundamente y empezó a rasgar las cuerdas del instrumento, y su voz, suave y melodiosa surgió como un torrente de deliciosa frescura en medio de la noche:
♫...Por alto está el cielo en el mundo. Por hondo que sea el mar profundo.
No habrá una barrera en el mundo,
Que este amor profundo no rompa por ti.
Amor es el pan de la vida.
Amor es la copa divina.
Amor es un algo sin nombre.
Que obsesiona al hombre por una mujer... ♪
El público parecía extasiado, cautivado por la hechizante voz de Aarón que, súbitamente cambió de tema musical, entonando:
♫...Dicen que la distancia es el olvido, Pero yo no concibo esa razón.
Porque yo seguiré siendo el cautivo, De los caprichos de tu corazón... ♪ Había entre los espectadores, algunos que se atrevieron a entonar las letras, sumergidos en una especie de letargo romántico. Parecía que aquellos temas, desbordados de amor, ejercían algún poder sobre las parejas presentes. Wendy y Luis Mario suspiraban mientras se prodigaban arrumacos. Víctor y Grettel, ni se diga. Nora se alejó de ellos rumiando protestas por sus intercambios de besos, y se apartó totalmente del grupo cuando Erik intentó abrazarla. Renzo quiso aproximarse a Betsy, pero la muchacha le hizo un gesto amenazante que le cortó los impulsos. Yolanda miró a Joel, a pocos centímetros de ella, y estuvo tentada a correr hacia él para abrazarlo y besarlo. Aarón concluyó su inspirado popurrí:
♫...Reloj detén tu camino porque mi vida se apaga. Ella es la estrella que alumbra mi ser, Yo sin su amor no soy nada.
Detén el tiempo en tus manos, Haz esta noche perpetua.
Para que nunca se vaya de mí, Para que nunca amanezca... ♪
Los acordes finales se elevaron por encima del aluvión de vítores y aplausos que brotaron del auditorio en violento arranque. María Alejandra lloriqueaba y sonreía al mismo tiempo, mientras que las chicas chillaban ¨bravo Aarón¨. El joven se puso de pie y saludó tímidamente. Envió un beso con la mano a su novia y a sus amigos y desapareció corriendo por el lateral derecho, donde fue recibido por el abrazo del profesor Diego. En el salón de teatro los jóvenes volvieron a ovacionarlo y María Alejandra lo besó en la boca con un frenesí que a todos dejó más que sorprendidos:
_ ¡Niña...! ¡Y eso qué es religiosa!_ exclamó Katia con tono burlón.
_ Papito, esos boleros te quedaron espectaculares._ celebró Claudia felicitando a Aarón.
_ ¿Usted cree? Yo estaba nerviosísimo.
_ Fíjate que la gente empezó a cantar contigo._ sonrió Dalton.
Hicieron silencio repentinamente. Del escenario les llegó un tema musical muy conocido. Se miraron entre sí:
_ ¿Eso es...?_ empezó a preguntar Nora y Joel terminó la frase afirmando.
_ Es la rueda de casino de Rosemary.
Se abalanzaron en tropel hacia la salida por donde habían entrado minutos antes y la voz autoritaria de Diego los detuvo:
_ ¿A dónde creen que van?
_ Ay profe, queremos verlos actuar._ suplicó Itzel.
Diego guardó silencio. Claudia le tomó una mano:
_ Dieguito..._ fue lo único que dijo.
El hombre los miró y arrugó la frente:
_ No se exhiban.
Ni siquiera había concluido de hablar y ya todos habían regresado al mismo sitio en la escalinata exterior. El grupo de Rosemary se movía rítmicamente sobre el escenario, al compás de la música y acompañados por las palmas del público. Iban vestidos con uniformidad. Todos llevaba camisetas blancas, y solo los diferenciaba los jeans negros en las hembras y azules en los varones:
_ Vaya, _ susurró Grettel._ están bastante parejitos.
El grupo hizo en verdad una decorosa presentación. La concurrencia les dedicó una calurosa aclamación y Gema se mostró orgullosa, satisfecha y triunfal:
_ ¡Por Dios!_ musitó Betsy._ Tal parece que le salió un ángel del fondillo.
Mientras saludaban desde el proscenio, Rosemary divisó a Yolanda y le dedicó una sonrisa desafiante. Yolanda enarcó una ceja, mientras Nora se encogía de hombros:
_ Esta parece que quiere que yo suba al escenario y la desguace.
_ Solo intenta provocarnos. No le des el gusto.
_ ¿Lista Yola?_ le preguntó Diego tocándola por un hombro._ Detrás del siguiente número te toca.
La muchacha tragó en seco y respiró hondo. Sus ojos se detuvieron en el escenario donde una joven cantaba con una voz algo chillona, acompañada a guitarra por un anciano trovador:
_ Suerte amiga._ la abrazaron Nora y Grettel.
Cada uno le deseó lo mejor y cuando tocó el turno a Joel, este le susurró al oído:
_ Lúcete... Baila como sé que puedes hacerlo.
Fue solo un segundo en que sus ojos se conectaron y de no haber sido porque el profesor Diego tiró de ella, se habría lanzado sobre el muchacho para devorarlo a besos. Yolanda sintió como el cuerpo entero se le erizaba. Debía controlar aquellos impulsos que la estaban asaltando o terminaría llevándolos a cabo, algo que en verdad deseaba. Mientras avanzaban hacia la zona tras el escenario, se sentía ligera, aunque un poquitín nerviosa:
_ ¿Calentaste bien?_ le preguntó el profesor.
Ella asintió:
_ ¿Segura?
Yolanda sonrió y volvió a asentir:
_ Si profe, no se preocupe.
_ Escucha, quiero que te concentres en bailar. No pienses en nada ni en nadie. Solo céntrate y punto... Disfrútalo, vívelo.
Ella sacudió enérgicamente la cabeza con un gesto afirmativo. Diego la besó en la frente y se retiró. Aunque había una veintena de jóvenes a su alrededor hablando y riendo a la vez, Yolanda cerró los ojos y respiró hondo, haciendo ejercicios de circulación con la cabeza, los hombros y parándose sur les points. Agitó las manos y se mordió una esquina de los labios antes de colocarse en el lateral desde donde debía salir al escenario. Hubo un momento de silencio, y luego, los primeros acordes de la Danza de los Mírlitons. Yolanda aguardó por la melodía de las flautas de lengüetas, se irguió, adornó el rostro con una sonrisa emocionada y entró elegantemente en el escenario, deteniéndose en el centro. Se sintió dueña absoluta de la escena, de la atención del público. Cada ojo presente sobre su grácil figura que parecía levitar entre poses delicadas, suaves giros, ligeros saltitos y asombrosas extensiones de las piernas. Todo marchaba a la perfección:
«_Es la hora..._ pensó Yolanda.»
Cayó de bruces al suelo como si hubiese tropezado, justo en el momento en que la música se quebraba con el crujir de un disco rayado. Del público se elevó un murmullo sobrecogido, casi un lamento, y muy por encima, dos carcajadas forzadas, vulgares, cuya procedencia Yolanda reconoció inmediatamente: Lilí y Rosemary.
Se puso en pie, despacio, fingiendo que le era difícil levantarse, mientras un rítmico intro musical daba comienzo, y luego, la letra de la canción marcando su caminar por la escena en actitud absorta:
♫...Excusas y pretextos navegarán contigo. Son como el alimento, para tus enemigos.
Las justificaciones suenan estimulantes,
Y acaban enjuiciando al que sale adelante... ♪
La canción alcanzó un nivel fuerte, poderoso, casi violento. Yolanda pareció cobrar vida:
♫...Aprende del fracaso y del dolor urgente.
Incluso aprende a amarles pues van a demostrarte que das más... ♪
Con un gesto rápido se deshizo el peinado y los cabellos le cayeron en cascada sobre la espalda y los hombros. Con un tirón ya practicado, se arrancó el suave vestidito blanco y quedó ataviada con un leotardo negro de tirantes y una vaporosa faldita de seda de igual color. El público aplaudió y vitoreó admirado al caer en la cuenta que todo lo del tropezón no había sido más que parte del espectáculo. Rosemary y Lilí debían estar recomiéndose los hígados por la vergüenza:
«_Concéntrate..._ se ordenó Yolanda.»
Se baile fue explosivo, apasionado, sensual. En las secuencias en que la música era suave, desbordaba delicadeza y poesía en los movimientos, pero en cuanto arreciaba, arremetía con una violencia que hacía al auditorio aplaudir y gritar con un entusiasmo hasta aquel momento no visto en toda la gala. Yolanda se dejó llevar por la canción del Dúo Buena Fe. Los aplausos y los gritos de los espectadores parecían ejercer una fuerza sobrenatural sobre ella, un impulso que hacía sus giros más precisos y sus saltos, impresionantes. Cada jetê era una proeza magnífica que arrancaba aclamaciones:
♫...Das más...
Quizás no imaginas la fuerza que está en tu interior.
Das más...
No esperes que broten solo bajo presión. Das más...
No pierdas tiempo, vamos, ponte al timón. Das más...
Tu empeño abriendo paso a tu corazón... ♪
Finalmente ejecutó una serie de piruettes tan fugaces que por un momento ella misma pensó que saldría disparada en cuanto se detuviera. Terminó justo con la música, en una pose elegante, amplia, mientras sonreía a pesar de que sentía que el corazón quería salírsele del pecho y no podía oír nada más que los atronadores aplausos, los silbidos y los gritos de ¡Bravo!
Avanzó hacia el proscenio y la ovación aumentó mucho más. Desde lo alto de la escalinata lateral escuchó el aullido de sus amigos, los vio saltar y gritar como posesos. Alcanzó a distinguir entre la multitud los alaridos de Salim, sobresaltando por encima de todos. Entre el público reconoció a Claudia, que había grabado su actuación con una cámara de video. A Fabián, sacándole fotos sin parar. A sus padres, a su hermanito. Su mamá lloraba de la emoción. También la mamá de Grettel y los abuelos de Nora sonreían y aplaudían fuertemente. Pero había unos rostros que le interesaba ver en particular, y los vio. Lilí, Rosemary y Gema estaban de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho y los semblantes endurecidos por la ira. Yolanda amplió más la sonrisa de sus labios y ejecutó una majestuosa reverencia. Con un gracioso giro salió del escenario, tras el cual ya la esperaba un emocionadísimo profesor Diego que la abrazó y la felicitó una y otra vez. Incluso, los jóvenes que merodeaban por allí, también la felicitaron:
_ ¿Le gustó, profe?
_ ¡Me encantó! En verdad te luciste... Bailaste con el corazón.
Si, Yolanda lo había sentido igual. Su presentación se convirtió en el suceso de aquella noche. Ahora solo faltaba la rueda de casino con el piquete y estaba segura que también sería un éxito. De regreso al saloncito de teatro, Yolanda recibió nuevas aclamaciones, tanto durante el camino, como al llegar, de parte de su grupo. El único que no parecía muy entusiasmado era Erik:
_ De seguro que ahora nos quitas el primer lugar._ rezongó el joven.
_ No seas anormal._ lo regañó Nora intentando golpearlo.
_ Esto nunca fue por nosotros, Erik._ empezó a decir Luis Mario._ Desde un inicio sabíamos que esta cosa del festival era solo para que Yolanda le demostrara a Rosemary y a Lilí que sí sabía bailar.
_ Y creo que lo ha hecho muy bien._ sonrió Wendy.
Mientras Erik continuaba protestando, Claudia se llevó a Yolanda al camerino para ayudarla a cambiarse de ropa, peinarla y maquillarla. Víctor retomó la sesión de fotos, en las que todos peleaban por salir. A duras penas pudieron convencer al profesor Diego para que se dejara retratar nuevamente. Cuando Yolanda salió del camerino, Joel tuvo la sensación de estar presenciando una visión extraordinaria. La muchacha llevaba puesto un precioso vestidito strapless blanco, de seda, con diminutos brocados plateados estampados en la tela, y unas sandalias bruñidas de finísimo tacón que la hacían ver mucho más espigada y elegante. Claudia la había maquillado y peinado igual que a las demás, pero para Joel, solo Yolanda brillaba esa noche más que ninguna:
_ Cierra la boca o te entrará una mosca._ le dijo Grettel por lo bajo al joven.
Luego de tomarse varias fotos más, Diego se dirigió al grupo:
_ Bien muchachos, dentro de unos minutos saldrán a escena a bailar. Está de más que les diga que quiero que disfruten y gocen el momento. No importa si ganan o pierden, o lo que piensen Gema y las otras tontas que le siguen el juego. Concéntrense en bailar y en hacerlo bien. Recuerden, el único premio verdadero es el aplauso del público.
_ Aunque no estaría mal si ganáramos._ añadió Erik y los demás rieron, mientras que Luis Mario lo acogotó, arrancándole el sombrero de la cabeza.
Diego también se rió, bajó un momento la cabeza y se humedeció los labios antes de proseguir:
_ Quiero aprovechar este momento para decirles que ha sido un enorme placer trabajar con todos y cada uno de ustedes. Me siento orgulloso de lo que han logrado en tan poco tiempo y de poder formar parte de eso.
_ ¡Oh...!_ hizo Katia._ El profe se puso melancólico.
_ ¡Que llore, que llore!_ aplaudió Víctor.
_ Lo lamento, pero hice disecar mis glándulas lagrimales el mismo día que me hice la cirugía para sacarme el corazón y poner una piedra en su lugar.
_ ¡Ay no se haga el duro que todos sabemos que usted es como la mierda de vaca! ¡Dura por fuera y blandita por dentro!
Las miradas se dirigieron hacia Betsy que acababa de proferir aquel comentario:
_ Tú debías haber nacido muda._ le dijo Flavia.
Diego extendió una mano hacia adelante, con la palma hacia abajo:
_ Por nuestro grupo... Los veintiún locos por el baile.
Todos fueron colocando sus manos sobre la del profesor. Claudia también mientras protestaba:
_ ¡Ey! ¡Corrección! ¡Veintidós! ¿O van a dejarme fuera?
_ Yo diría mejor veintitrés. _ agregó Wendy mientras se acariciaba el vientre.
Diego asintió entornando los ojos y rompió a reír, despertando la curiosidad de sus alumnos y la de su novia, que opinaba que nada bueno estaría pensando cuando se reía con tanta picardía:
_ Quisiera estar presente para ver la cara de Conrado cuando le anuncies que embarazaste a su hija._ le explicó a Luis Mario con voz socarrona.
_ ¡Qué malo es!_ protestó Wendy sin poder contener la risa.
_ Creo que ya es hora que bajemos._ observó Claudia y tomó la cámara de video nuevamente y la prendió a la vez que anunciaba._ ¡A ver! ¡Van a bajar por la escalinata principal, cada uno con su pareja! ¡Quiero que luzcan bien lindos porque voy a grabarlos!
Enseguida empezaron a juntarse según las parejas, excepto Betsy, que se negó a tomar la mano que Renzo le extendía:
_ ¿Y ahora qué tienes?
_ Lo mismitico de hace un rato. Sabes que no estoy ni regular contigo y no pienso dejar que me toques.
_ ¿Y cómo se supone que bailemos, mijita?
_ Cuando llegue el momento de bailar haré una excepción, o mejor dicho: un sacrificio.
_ ¡Oh no!_ protestó Diego._ ¡Puedo aceptar todo! ¡La tardanza de Aarón, las verracadas de Erik, el embarazo de Wendy, pero no una bronca de ustedes dos a última hora!
Betsy señaló a su pareja de baile:
_ ¡La culpa es de este! ¡Estaba sateándole a Lilí allá afuera!
_ ¡Iú! ¡Qué mal gusto Renzo!_ hizo Nora con una mueca.
_ ¡No estaba sateándole a nadie! ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
Flavia se encogió de brazos, enarcando una ceja:
_ Y si así hubiera sido ¿Qué con eso? ¿Por qué te molesta tanto, Betsy? Como tomada en falta, Betsy tardó un instante en recuperarse de la turbación provocada por la pregunta, pero se repuso inmediatamente y alegó:
_ No es que me importe, pero eso es confraternizar con el enemigo.
_ ¿Ahora lo llaman así?_ musitó Dennis.
_ ¿Alguna vez te han dicho que eres peor que una patada en los huevos?_ preguntó Renzo a Betsy.
_ No, es la primera vez y créeme que estoy sintiéndome tentada a patear los tuyos. Digo, si los tienes.
_ Señores, no hay tiempo para esto..._ advirtió Joel, pero la pareja ignoró su comentario.
_ ¿Qué es lo que en verdad te molesta de haberme visto hablando con Lilí?
_ ¡No estoy molesta!_ chilló Betsy.
_ ¡Entonces dime, porque de verdad no te entiendo!
Ella tomó aire, crispó los puños y vociferó:
_ ¡No quiero que mi novio le pinte saterías a cualquier putilla del montón! ¡Y menos a la cuatrera esa!
Una exclamación colectiva quedó suspendida en el aire y las miradas sorprendidas eran interrogantes a gritos por parte de todos:
_ ¿Novio?_ se atrevió a hablar Yolanda y los señaló._ ¿Ustedes están juntos?
Antes de que Betsy pudiera responderle, Renzo la tomó bruscamente por la cintura, la atrajo hacia sí y cubrió su boca con la suya en un beso tempestuoso que provocó un alarido de burlas, risas y rechiflas:
_ ¡Quién iba a decir esto!_ aplaudió Diogo.
_ ¡Yo lo dije! ¡Y nadie me hizo caso!_ protestó Dennis.
Renzo terminó de besar a Betsy y se separó un poco de ella. La muchacha abrió los ojos, atontada, pero volvió con rapidez a la realidad y lo empujó:
_ ¡No creas que con ese beso ya me calmaste! ¡Todavía estoy encabroná contigo!_ se volteó al resto de los presentes._ ¡Y a ustedes les advierto que ni se les ocurra armar relajito a costilla nuestra!
_ Ahora no porque tenemos que salir a bailar._ advirtió Víctor._ Pero deja que se acabe el festival.
_ Tienes que contarme cómo pasó esto y porqué yo no sabía nada hasta ahora._ exigió Flavia a su amiga.
_ Bueno, _ anunció Claudia._ sonrían a la cámara que voy a empezar a grabar.
_ Oye..._ le dijo Renzo por lo bajo a su novia._ ¿En serio no te gusta mi moto? _ ¿Estás loco? Lo que digo es de boca pá fuera. Quiero morirme y que me entierren con esa moto._ susurró ella prendida de su brazo.
_ ¿Entonces te vas conmigo esta noche?
_ Tengo que pensarlo. No creas que se me olvidó tu idea loca de embarazarme. De ahora en adelante voy a tener que cuidarme contigo al máximo.
Todas las personas presentes en el lobby de la casa de cultura centraron su atención en la gran escalinata, para deleitarse en el grupo de parejas que, organizada y elegantemente descendían del segundo piso, tomados del brazo. Formaban un conjunto colorido, dispar y glamoroso, y al mismo tiempo, se notaba cierta uniformidad implícita. El mismo estilo de vestido en las chicas y la masculina elegancia en el atuendo de los varones. No hubo nadie que no se diera vuelta para verlos atravesar el salón, la galería de exposiciones, el pasillo y dirigirse a la zona tras el escenario. Ni siquiera Gema. Rosemary enrojeció de envidia por más que trató de disimularlo y sintió deseos de estrangular a Gina y Yomira cuando estas dos celebraron accidentalmente el vestido y los zapatos de Yolanda. Al pasar junto a Lilí, del brazo de Renzo, Betsy le mostró a la chica un puño de forma amenazante:
_ Todos a sus lugares de salida y recuerden: no importa ganar o perder, solo bailar y hacerlo bien. Gócenlo.
_ Suerte bebés._ deseó Claudia._ O como dicen en la Ópera de París ¡Mérde!
Dicho esto, el profesor Diego y Claudia se retiraron mientras ellos se dirigían hacia sus posiciones de salida. Era el último bloque del festival y ellos cerraban. Los nervios se habían disparado y estaban ansiosos por salir a escena. Oscar palideció, alcanzando una tonalidad tan blanca que Flavia se preocupó:
_ ¿Te sientes bien?
_ Ss... Si... ¡NO...!_ tartamudeó Oscar y empezó a hiperventilar.
_ Estás muy tenso, relájate.
_ No puedo... Estoy muy nervioso... No sé si pueda bailar... Creo que... Creo que se me olvidó toda la coreografía.
Sus manos se aferraron a la pared. Flavia le tomó el rostro, mirándolo fijamente:
_ Escucha... Todo va a salir bien. Si yo pude aprender a caminar y a bailar con tacones, tú podrás bailar perfectamente. No vas a preocuparte más. Ahora relájate y respira despacio... ¡Respira!
Oscar obedeció y se concentró en respirar muy lento, asistido también por Wendy y Luis Mario que acudieron al ver el estado en que se encontraba. Denise se les acercó:
_ Luis, Yolanda dice que tienes pastillitas de menta... ¿Puedes darme unas cuantas?
_ Claro._ dijo el muchacho y sacó el paquetito.
_ ¿Tienes antojo? Creí que era yo la embarazada.
_ No son para mí._ protestó Denise._ Son para Diogo. Vomita cuando está muy nervioso. Y la pobre de Itzel no tiene porqué soportar su peste a boca. _ Diogo vomitando por la tensión. Dennis debe estar de fiesta._ meditó Flavia. Denise había tomado las pastillas y ya se marchaba cuando se volteó para decir con una mueca seria:
_ Solo imagínatelo... Y para colmo, Katia escogió el peor momento para declarársele a Dalton. Eso fue el colmo.
_ ¿Katia estaba enamorada de Dalton?_ se sorprendió Luis Mario._ Vaya, es mi impresión o este festival sí que ha hecho salir cosas escondidas.
Hubo un momento de silencio, el preámbulo para que diera comienzo su actuación. Se movieron inquietos, María Alejandra se persignó. Aarón se encomendó a Dios en una rápida plegaria. Betsy y Renzo tuvieron un ligero instante de pelea. Wendy y Luis Mario, y Grettel y Víctor intercambiaron besos rápidos de buena suerte. Diogo amenazó a Dennis con golpearlo si continuaba riéndose, Katia no se atrevía a mirar a Dalton a la cara y Nora acogotó a Erik por intentar darle un abrazo. Tras un brevísimo y rimbombante redoble de tambores y trompetas a modo de presentación, extraído de alguna película de los estudios 20th Century Fox, siguió un antiquísimo y rítmico danzón. Aarón y María Alejandra irrumpieron en la escena, sonrientes y cogidos del brazo. Se detuvieron en medio de la escena y tras un etéreo giro de la muchacha, ambos movieron sus cuerpos al unísono, a la par de la cubanísima melodía. Súbitamente la música cambió, saltando del danzón a un chachachá. María Alejandra abandonó el escenario y el resto de los varones irrumpió, uniéndose a Aarón, mientras bailaban con entusiasmo. Grettel apareció entonces, derrochando coquetería, uniéndose a Víctor, su pareja de baile en un segmento muy teatral del tema La Engañadora, del compositor Enrique Jorrín. El público rió y aplaudió la graciosa dramatización bailada, pero no se imaginaban que era apenas el comienzo del espectáculo. Wendy y Luis Mario hicieron una tempestuosa entrada a ritmo de pilón, y aún faltaban Oscar y Flavia con su sabroso Mozambique. Oscar parecía recuperado de su previo ataque de pánico. Renzo y Betsy causaron sensación con el explosivo mambo que bailaron. Sus vertiginosos y acoplados movimientos arrancaron una ovación a los espectadores. Lo bueno fue que nadie se percató que, detrás de las sonrisas acartonadas de ambos, se desataba una descomunal discusión entre dientes. Y ni hablar de Diogo, que juntamente con sus tres hermanos, Itzel, Katia, Nora y Erik, defendieron la conga con un baile desenfrenado que los hizo sudar y puso a todo el público realmente a gozar.
Había llegado el momento culmen del espectáculo. Con la fusión de salsa con reggaetón del tema La Celosa, interpretado por los populares cantantes Paulo FG y Jacob Forever, Yolanda y Joel marcaron el inicio del plato fuerte, la rueda de casino a la que el resto de las parejas se unió en una apoteosis que exaltó al auditorio de tal forma, que todos, incluyendo a los miembros del jurado, se pusieron de pie mientras batían palmas al ritmo de la pegajosa música. El escenario era un torbellino de colores, giros, alzadas y desplazamientos fugaces. Los chicos estaban gozando el momento y ante la efusiva aceptación del público, pusieron mayor énfasis en su desempeño. Por doquier les llovía flashes de cámaras fotográficas y gritos entusiasmados y chiflidos. La rueda fluía sin tropiezos, hasta que llegó el momento de disgregarse. En un momento particular de la canción, el profe Diego se negó a seguir coreografiando y les había dicho: _ A partir de aquí, quiero que bailen libremente. Hagan lo que mejor les parezca. Mientras el resto aplaudía sin dejar de bailar, los cuatrillizos se adueñaron de la pista. Las caderas de Denise parecían no tener control, mientras que Diogo, Dalton y Dennis realizaron una mezcla de baile urbano con salsa que arrancó un clamor masivo, pero allí no pararon las intervenciones. Renzo se batió en un bailoteo con Betsy y Flavia, haciéndolas dar tantas vueltas que Betsy tuvo que amenazarlo para que se detuviera, ocasión que aprovecharon Grettel y Nora para adelantarse al proscenio y sacudir sus cuerpos convulsivamente a golpe de perreo, enloqueciendo al ya de por sí exaltado público.
Erik no podía faltar. Arrojó su sombrero a los espectadores, acción que ninguno de sus amigos esperaba, y mucho menos el profesor Diego, que se irguió a la espera del disparate que de seguro vendría a continuación. Erik intentó hacer un baile erótico, contoneándose y masajeándose el torso, provocando una risotada colectiva. Víctor y Luis Mario se encargaron de arrastrarlo de vuelta a su sitio ante las desesperadas señas que el profesor Diego les hizo discretamente desde donde se encontraba.
Joel y Yolanda fueron los últimos en ejecutar una impresionante y voluptuosa coreografía que tuvo su colofón en un espléndido fish que fue aplaudido incluso por los mismos bailarines en escena. Avanzaron todos hacia el proscenio, sin dejar de bailar con el ritmo en declive. Cada uno con su pareja, abrazados, apoyados espalda con espalda, de pie, sentados e incluso acostados, en las poses más elegantes, sensuales y sugerentes que pudieran adoptar, se enfrentaron al auténtico rugido que fue la aclamación del público íntegramente de pie. Hicieron una larga fila tomados de la mano y ejecutaron un saludo que hizo aumentar el apasionado clamor, los aplausos, los chiflidos... y la rabia frenética de Gema, Rosemary y Lilí. Una última reverencia y salieron del escenario dando saltos y gritando de puro gozo.
Mientras la misma voz en off que había anunciado todos los números culturales presentados felicitaba a los participantes y explicaba que el jurado se retiraría a deliberar, Diego y Claudia se unieron al regocijo de los chicos tras el escenario, entre abrazos, besos y frases entrecortadas por la risa y la emoción. Los padres y amigos que habían asistido se unieron y no escatimaron en elogios. Yolanda no sabía ya cómo reaccionar ante tantas felicitaciones y el llanto de su madre parecía no tener fin:
_ Deben sentirse orgullosos. Tienen una hija muy especial._ dijo Diego a los padres de la chica._ Y con muchísimo talento.
_ Profe ¿Vio como nos aplaudieron?_ preguntó Luis Mario víctima de la impresión.
_ Y como se pusieron de pie._ acotó Itzel._ Hasta el jurado se levantó.
_ No fue para menos._ sonrió la abuela de Nora._ Ustedes le dieron el final perfecto a este festival.
_ Mis respetos, muchachos._ dijo el profesor Diego._ Fue un gran espectáculo el que ofrecieron.
_ ¿Y vieron como la gente se rió cuando salí a bailar yo solo?_ intervino Erik, orgulloso de su proeza.
_ Tan ridículo._ gruñó Nora._ Papelacero que eres.
_ Toma, animal._ el profesor Diego le devolvió el sombrero al muchacho.
La mamá de Yolanda se alegró mucho al ver a Joel y lo saludó afablemente:
_ Nos quedamos esperando tu visita para almorzar la otra vez.
_ Es una deuda que quiero saldar pronto. Más que una deuda, es un compromiso.
El papá de Yolanda saludó a Joel con cierto recelo, aunque muy cortés. Por supuesto, no le agradó mucho que aquel muchacho al que acababa de conocer, pidiera permiso y tomara a su hija de la mano, alejándose ambos. Mucho menos le agradó la pregunta de su pequeño hijo:
_ ¿Ese es el novio de mi hermana?
******************
Para Yolanda fue una grata sorpresa descubrir que Pedro Luis y Ana Rosa habían asistido al festival. La pareja se deshizo en halagos para con ella:
_ Estuviste espectacular en tu solo de baile._ celebró Ana Rosa besándola en la mejilla.
_ Y luego el baile de ustedes dos en la rueda de casino, _ acotó Pedro Luis._ ¡Wow! No caben dudas de que hacen una buena pareja en todos los sentidos.
_ Papá..._ le dijo Joel a su padre con voz de advertencia.
_ Tienes que regresar a la casa otra vez, Yola._ saltó Ana Rosa sin prestar atención a las muecas desesperadas de su hijo._ Ya se lo advertí a Puchunguito, que no quiero otra nuera que no seas tú.
Joel se cruzó de brazos, enojado:
_ ¿Ven? ¡Por eso mismo no quería que vinieran! ¡Sabía que iban a formar todo esto!
_ Pero si no estamos haciendo nada malo._ rió Pedro Luis._ Eres más exagerado y dramático. Ta parecido a tu tía...
_ A ver..._ sonó una voz alegre a sus espaldas._ ¿Dónde está esa bailarina asombrosa que me dejó encantado con su actuación?
Yolanda reconoció la voz de Adolfo y se volteó hacia él sonriente. Por desgracia, no venía solo. A su lado estaba Petra. Joel los había traído a los cuatro. A pesar de sentirse incómoda al ver a la mujer, Yolanda se preguntó qué opinaría la tía de Joel ¿Compartiría el mismo criterio de su esposo, su hermano y su cuñada?
La joven saludó al hombre, que la abrazó y le prodigó un montón de felicitaciones más que la abrumaron, y de repente, ella y Petra quedaron frente a frente, mirándose, no ya de manera hostil, sino a la espera de cómo romper el hielo y empezar a tratarse de una forma menos antagonista:
_ Felicitaciones._ empezó a decir Petra con una curva sutil en los labios que recordaba una sonrisa._ Dicen que las buenas bailarinas son aquellas que consiguen captar toda la atención del público sin que nada más importe. Tú lo lograste. No te pude quitar los ojos de encima en ningún momento. Aunque, te confieso que cuando te caíste al inicio, pensé que había sido en serio. Fue un buen truco.
Yolanda sintió algo similar a un tirón en su estómago ¿Petra acababa de elogiarla? Apenas podía creerlo. Ni siquiera supo qué responder. Un entre cortado gracias fue lo único que pudo balbucear. Joel, sus padres y Adolfo se disculparon y se alejaron con el pretexto de ir a comprar algo de comer en una cafetería cercana. Como si no supiera que la intención era dejarlas solas para que hablaran.
Petra volvió a tomar la palabra:
_ ¿Preparaste tú la coreografía individual?
_ No, el profe Diego hizo todo el trabajo.
_ Lo imaginé. Veo que sigue siendo un talento.
_ Uno de los tantos que se han perdido en este mundo de injusticias._ alegó Yolanda y se arrepintió de haber sonado tan brusca con aquellas palabras, pero ya no había marcha atrás. Petra no pareció molestarse.
_ Cuando Joelito me pidió, o quizás debo decir, me exigió que viniera a verte bailar, estuve tentada a decirle que no. Sobre todo teniendo en cuenta nuestra última charla. Pero luego vi lo ilusionado que estaba con la idea de que yo estuviera a su lado en este momento tan especial para él y pensé que, después de que abandonó sus estudios de ballet, sería la primera vez en mucho tiempo en que podría verlo bailar de nuevo. Entonces acepté y... aquí estoy.
_ Bueno... ¿Cree que valió la pena venir?
Petra sonrió, sin ironías, sin dobles intenciones. Era una sonrisa sincera:
_ Teniendo en cuenta que lo mejorcito de todo el festival fueron tus dos bailes y el muchacho que cantó el popurrí de boleros, puedo decir que sí, que valió la pena.
Guardaron silencio, una pausa forzada e incómoda para ambas, paradas en el portal de la casa de cultura, sin saber que más decirse mientras observaban el ir y venir de las personas que aguardaban con impaciencia escuchar los resultados decididos por el jurado y ansiando que el sonidista bajara el volumen del desagradable, vulgar y elevadísimo reggaetón que tenía puesto:
_ ¿Nos sentamos en los banquitos de allá al frente?_ propuso Yolanda señalando el pequeño parque ubicado al cruzar la calle.
Caminaron silenciosas hasta que se acomodaron en los asientos más cercanos que hallaron. Petra no tardó en tomar la palabra, bajando la mirada hacia sus elegantes tacones rojos a juego con su vestido carmesí ceñido a su escultural cuerpo:
_ Tengo muchos defectos, Yolanda. Pero una de las pocas cosas buenas que tengo y de las que presumo, es que sé reconocer cuando me equivoco. Ahora me doy cuenta que fue un verdadero error no haberte dado una beca para la academia.
Yolanda contuvo su mandíbula para que no se le fuera a desprender:
_ Sé que de nada sirve que me disculpe ahora y que no hay nada que pueda hacer para remediar el daño que sufriste. El daño que yo misma te ocasioné sin saberlo. Sé que me detestas, con razón de tu parte, y que quizás me odies para siempre, y sé también que no tengo ningún derecho a pedirte nada, pero debo hacerlo..._ la miró, al mismo tiempo que le tomaba una mano. Yolanda no pudo evitar un sobresalto ante el contacto físico tan cercano._ Que nuestras diferencias no sean un obstáculo entre tú y mi sobrino. Él está loco por ti y tú no puedes negar que estás enamorada de él.
¿En serio? ¿Se notaba realmente? Yolanda casi sonrió al pensar en la afirmación que Petra acababa de hacer, y por primera vez creyó ver la luz, y por primera vez también llegó a pensar que no sería del todo tan difícil que esa mujer llegara a resultarle simpática algún día. En el fondo, debía sentirse agradecida hacia ella. Ahora Yolanda pensaba en qué hubiera sido de su vida si llegaba a matricular en la academia de artes. Si, sus estudios habrían continuado, pero no habría conocido a tantas personas maravillosas, a tantos buenos amigos. No estaría allí en esa emocionante y casi mágica noche, no habría conocido tal vez a Joel. En el fondo, Petra era parte y motivo de la felicidad actual que reinaba en su vida:
_ Me gustaría que olvidaras lo que pasó en la casa de mi hermano y le dieras una oportunidad a Joelito. Creo que se la merece, principalmente porque no tiene nada que ver en nuestras diferencias... ¿Qué me dices?
Yolanda tragó en seco y contempló su mano enlazada a la de Petra. No tuvo tiempo de responder, puesto que Joel, sus padres y su tío político regresaron junto a ellas:
_ ¡Hummm...! No hay sangre, están sentadas tranquilamente en este parquecito... Si, es señal de que no ha habido violencia física._ bromeó Adolfo.
_ Y a juzgar por sus caras, tampoco verbal._ se sumó Pedro Luis.
_ Lo que es una buena señal e indica que hay esperanzas de que se lleven bien._ sonrió Ana Rosa.
_ Eso ya no depende de mí._ aclaró Petra mientras soslayaba a Yolanda que, curvando los labios en una ligera sonrisita, dio un suave apretón a la mujer mientras mostraba a los recién llegados las manos tomadas de ambas.
_ Si, hay esperanzas._ asintió con voz firme.
Ambas parpadearon ante el impacto del flash que las cegó momentáneamente: _ Perdón._ se disculpó Adolfo apartando la camarita fotográfica._ No pude contenerme. Tenía que perpetuar este momento para la posteridad.
_ A veces eres irritante._ musitó Petra mirándolo con ojos duros.
Las miradas de Yolanda y Joel se encontraron en lo que los adultos platicaban y se reían. No fueron necesarias las palabras. En los ojos de ella se advertía una risueña incredulidad mezclada con optimismo. En los ojos de él brillaba la emoción y el agradecimiento... y también el amor. Nora y Grettel los llamaron a gritos desde la entrada de la institución, anunciándoles que ya se otorgarían los premios: _ Bueno... La hora de la verdad._ dijo Pedro Luis frotándose las manos._ Traten de que haya valido la pena haber venido hasta aquí después de salir hoy de una guardia en el hospital, sin poder dormir toda una noche.
_ Eso no depende de ellos, amor._ lo regañó Ana Rosa dulcemente.
Se dirigieron nuevamente al patio de la edificación, donde aficionados, instructores y espectadores aguardaban impacientes. Yolanda y Joel se unieron a sus amigos, que no podían controlar el nerviosismo:
_ No vayas a vomitar otra vez._ se burló Dennis de su hermano Diogo.
El profesor Diego intentó aparentar estar calmado, pero Claudia le hizo ver que estaba perdiendo el tiempo. Apostada a un lado de la primera fila, se había ubicado Gema con sus alumnos, y estaban no menos ansiosos, sobre todo Rosemary y Lilí, que no hacían más que mirar hacia Yolanda y su piquete. Lilí hizo contacto visual con Renzo y le dedicó una sonrisa, un guiño y un saludo con la mano. Al percatarse, Betsy enfureció y tomando el rostro del muchacho le asestó un beso en plena boca que lo dejó sin aliento:
_ A ver si la sucia esta deja de tirarte los perros. Y si a ti nada más que te agarro echándole una sola miradita, vas a saber cuántos dedos caben en tu caraza.
Finalmente los cinco miembros del jurado subieron al escenario en medio de un torrente de aplausos. El director de la casa de cultura hizo uso de la palabra, extendiendo una felicitación a todos los participantes y el agradecimiento a los asistentes. Luego hizo mención de lo difícil que había resultado seleccionar a los ganadores:
_ ¿Por qué carajo habla tanto?_ protestó Denise entre dientes._ ¡Qué acabe de decir quién ganó, que mira la hora que es!
Pasaban siete minutos de las once de la noche cuando se procedió a la premiación. El joven que fungía como director artístico era quien anunciaba los premiados. Primero se otorgaron las menciones y reconocimientos especiales, galardón que alcanzaron los jóvenes del quinteto humorista del preuniversitario de Yolanda, quienes recibieron una amplia ovación de parte del alegre piquete. A continuación, siguió el momento de anunciar los estímulos a desempeños individuales que fueron rápidamente repartidos. Llegó entonces el turno de los premios por modalidad. Primero correspondió a los de teatro, luego los de música. Para nadie resultó una sorpresa que Aarón se alzara con el primer premio en dicha categoría y fue ampliamente aplaudido.
El tercer premio en danza lo ganó un dúo de baile contemporáneo de dos jovencitas del otro preuniversitario. El segundo lo obtuvo una coreografía española, también del otro pre. Tanto Rosemary como Yolanda y los integrantes de sus respectivos grupos sentían que sus corazones estaban a punto de escapar corriendo de sus pechos. El joven empezó a anunciar, con el estilo propio de un animador de algún programa televisivo de participación:
_ El primer premio en la categoría de danza, juntamente con el premio de la popularidad corresponde a...
Hizo una pausa intencional para provocar mayor tensión en el público que aguardaba impaciente, casi sin respirar:
_ ¡Bailando a lo Cubano! ¡Del grupo Locos por el Baile, del IPUEC Ignacio
Agramonte Loynaz!
_ ¡PINGA, SIRVIÓ!_ vociferó Luis Mario y ni siquiera pareció sentir el porrazo que el profesor Diego le estampó en la cabeza.
Casi nadie escuchó la grosería proferida por el joven, producto a la aclamación tan grande que recibieron. Subieron todos juntos a recibir el doble galardón otorgado, sin dejar de gritar y aplaudir. Fue la jefa de manifestación de danza quien le entregó a Diego los premios y lo felicitó por el excelente espectáculo que había logrado. Pero cuando quisieron abandonar el escenario, no se los permitieron. Faltaba solo un lauro por entregar, el máximo galardón, el gran premio del festival municipal de la FEEM correspondiente a ese año. Y todos sabían quién lo había obtenido.
Yolanda avanzó tímidamente, empujada por sus amigos, para recibir su estímulo mientras era pródigamente ovacionada. Solo Gema, Rosemary y Lilí se negaron a aplaudir, insultadas por haberse quedado con las manos vacías. Al reparar en ellas, Betsy les mostró ambos dedos del medio mientras les gritaba desde el escenario:
_ ¡SUFRAN, PERRAS!
El resto fue música bailable y celebración por parte de los premiados, pero nadie parecía más feliz que el profesor Diego y sus alumnos. La jefa de manifestación les anunció que el jurado había decidido unánimemente, que tanto la coreografía individual de Yolanda, el espectáculo de baile del grupo y Aarón como solista de canto, tenían la calidad requerida para representar al municipio en el festival provincial de la FEEM, por lo que los tres números habían sido seleccionados para participar en dicho evento. El entusiasmo creció aún más. Erik tomó a Nora entre sus brazos y aplastó su boca contra la de ella. La joven reaccionó iracunda, golpeándolo:
_ ¿Qué haces, cochino? ¡Qué asco!_ se limpió la boca con el dorso de una mano y escupió._ Sentí tu lengua en mi esófago.
_ No exageres gorda. Fue un besito simple.
_ ¿Qué? ¡Eso no fue un beso! ¡Fue una extracción de amígdalas!
Petra se aproximó a Diego. El hombre dejó de reír y observó fijamente a la mujer:
_ Felicitaciones._ dijo ella._ Veo que aún no pierdes el talento.
_ ¿Qué puedo decir?_ suspiró él._ Nací con un don. Eso nadie me lo puede quitar.
Petra sonrió con frialdad, aunque sus palabras fueron sinceras:
_ Continúa así. Tus alumnos son muy talentosos. No los desaproveches.
Los asistentes al festival empezaban a retirarse. Gema, Rosemary y Lilí sí se habían esfumado sin perder tiempo:
_ A ver con qué cara llegan a la escuela el lunes._ se mofó Itzel.
_ Normal, si ninguna tiene vergüenza._ aseguró Katia.
Los padres de Joel y sus tíos se despidieron del muchacho, y también de Yolanda, insistiéndole en que no tardara en ir de visita a su casa para cenar. A su vez, la muchacha hizo lo mismo con sus padres y su hermanito, asegurándoles que no regresaría muy tarde, aunque Grettel intervino diciéndoles que tal vez eso no pasaría, puesto que les quedaba toda una noche de parranda para celebrar la triple victoria.
En medio de todo el arrebato reinante, Joel y Yolanda quedaron solos, frente a frente:
_ ¿Y bien? ¿Satisfecha?
_ Bastante, si..._ sonrió ella con un suspiro y bajó la mirada para añadir._ Aunque... creo que aún me queda algo por hacer.
_ ¿Qué cosa?
Yolanda adoptó una actitud juguetona, llevándose las manos tras la espalda y balanceándose sobre la media punta de los pies:
_ Este es un momento especial y dudo que tenga otro como este. Por tanto, hay algo que debo decirte.
Se acercó a él y le susurró algo al oído. Joel no reaccionó de inmediato. Su rostro fue iluminándose poco a poco, entre la alegría contenida y la sorpresa insegura:
_ ¿Qué...?_ fue lo único que pudo decir.
_ Ya me oíste, así que no me hagas repetírtelo.
_ Si pero... es que... no me lo esperaba._ balbuceó él rascándose la cabeza.
_ Sé lo que se siente... Te dije que necesitaba tiempo para pensar y decidir. Creo que ya he tenido bastante. Es por eso que por fin me atreví a decirte las mismas palabras que una vez tú me dijiste. Ahora solo hace falta que sigas sintiendo lo mismo.
Joel cerró la distancia entre ambos. Sus manos se deslizaron por la frágil cintura femenina y la atrajo hacia sí:
_ Nada de lo que siento por ti ha cambiado, Yola._ le susurró.
_ Me alegra saberlo._ le respondió ella de igual modo.
Y unieron sus labios en un beso intenso que provocó una oleada de gritos de alegría, rechiflas y toda suerte de frases picantes: _ ¡Al fin!_ chilló Betsy entre los brazos de Renzo.
Una noche inolvidable, así la recordaría Yolanda por mucho tiempo. Y mientras se acomodaba en el escenario junto a su novio, _ ya no le resultaba extraño usar el término, _ sus amigos, su querido profesor Diego y Claudia, la simpática novia de este, y Salim se empeñaba en unirse al grupo, lográndolo finalmente, para que la jefa de manifestación de danza de la casa de cultura y Fabián les tomaran fotos, Yolanda pensaba que, de una forma u otra, los sueños sí se hacían realidad. Sí era posible alcanzarlos.
FIN
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