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Capítulo Treinta y ocho










BaekHyun se encontraba de pie frente a la puerta principal del edificio donde vivía ChanYeol, pensando en la manera de subir a su piso sin que el gigante tenga opción de huir o llamar a la policía; pero no se le ocurría nada.

No había ninguna araña radioactiva cerca que le picara y le diera la habilidad de escalar por las paredes, ni una horquilla de cabello que pudiera usar para forzar la cerradura. ¿Qué opción tenía?

Estaba a punto de tocar todos los timbres como había visto que hacían las niñas vendedoras de galletas en las películas, cuando un joven encapuchado, de cubreboca oscuro, con una gorra  cubriendo su rostro y casaca gruesa con un llamativo logo en la espalda, se acercó al intercomunicador y tocó el timbre del departamento de Park.

—¿Sí? —Oyó pronunciar al compositor.

—Buenas noches, su pedido de comida llegó —avisó el joven.

La puerta principal fue abierta y BaekHyun no pudo dejar pasar la oportunidad tan divina que la vida le estaba ofreciendo.

—Vas al departamento 508, ¿cierto? —Preguntó con algo de coquetería, el joven parpadeó un par de veces y asintió.— Yo también; cenaré con mi amigo —comentó señalando el paquete.

El desconocido seguía observándolo con indiferencia. El castaño se aclaró la garganta y continuó sonriendo.

—Déjame llevar el pedido por ti —pidió batiendo las pestañas—, se ve que aún tienes mucho por entregar.

El muchacho entrecerró los ojos con desconfianza y sacó su teléfono.

—Diga su nombre y prometa llevarle el pedido al cliente —indicó frunciendo el ceño—; si en una hora recibo una llamada de queja, lo denunciaré.

Byun bufó y sacudió su cabello con frustración.

—¡Yah! ¿Acaso crees que quiero robarle la comida a Park? ¡¿Quién crees que soy?! —Renegó cruzándose de brazos.

—Permiso entonces, tengo un pedido que entregar —espetó el muchacho retomando su camino.

—¡Está bien! —Exclamó Byun enloqueciendo.— Lo haré, lo que sea.

El joven asintió y enfocó la cámara de su teléfono hacia el mayor.

—Listo —avisó.

—Soy Byun BaekHyun y asumo toda la responsabilidad de entregarle el pedido de comida a Park ChanYeol en el departamento 508 —dijo de paporreta—. ¿Feliz?

—Acepte que fue su idea y que yo no tuve nada que ver —indicó el muchacho rápidamente.

El castaño rodó los ojos y suspiró intentando mantenerse tranquilo.

—Bien, sí, fue mi idea ya que voy de camino y el rep...

—Listo, gracias —cortó el menor antes de guardar su teléfono, entregarle la bolsa de comida al mayor y dirigirse a la salida.

—¡Yah! ¡Espera! —Reclamó BaekHyun tomándolo de la casaca antes de que dejara el edificio.— Dime tu nombre; iré a la policía en caso quieras chantajearme sin culpa.

—Jeon JungKook, empleado de la tienda de comida tradicional "Golden House" —indicó señalando el logo de su casaca.

Byun lo miró con atención mientras una sonrisa perversa curvaba sus labios.

—¿Cuánto me cobras por prestarme tu atuendo?











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Minutos después, con una gorra oscura ocultando su rostro, el cubreboca negro que siempre guardaba en su auto, la casaca gruesa con un llamativo logo en la espalda que tomó del muchacho y 20000 wones menos en su billetera, BaekHyun respiró profundamente armándose de valor y tocó la puerta de ChanYeol.

—¿Por qué demoraste tanto? —Se quejó el más alto con el ceño fruncido.

—Me equivoqué de piso y estuve tocando en la puerta incorrecta —mintió Byun fingiendo una voz más grave y tosca que la suya.

—Está bien, no importa —dijo el gigante extendiendo su mano para tomar el paquete, pero el Presidente de D-2 retrocedió.

—A modo de disculpa, déjeme servirlo para usted —pidió inclinándose levemente, evitando a toda costa que el Compositor lo reconociera.

—No es necesario...

—Insisto —presionó el más bajo aferrándose al pedido.

Park se rascó la cabeza sin entender bien lo que pasaba y suspiró dándose por vencido.

—Como quieras —dijo retrocediendo.

Baek ingresó ocultando una sonrisa triunfal y miró al rededor en busca de la cocina, sorprendiéndose ante el desastre que ocupaba la sala.

Habían varias cajas sin desempacar sobre cada superficie disponible, los sofás se encontraban apretados contra las paredes gracias al gran escritorio en el que descansaba todo el equipo de grabación del más alto y el colchón de la cama cubría la ventana principal en un intento de obtener algo de espacio.

—Supongo que acabas de mudarte —comentó el castaño pasando la manos por algunas de las cajas, curioseando.

Hasta que ChanYeol lo tomó por el brazo y lo obligó a retroceder.

—¿Y eso por qué debe importarte? —Preguntó toscamente, con el semblante amargado.

El más bajo se disculpó y retomó su camino hacia la que parecía ser la cocina antes de hacerlo enfurecer más. Necesitaba ganar tiempo para hablar con su gigante, no provocar que lo saque a patadas sin siquiera saber que era él.

Asegurando su disfraz, BaekHyun sirvió el jajangmyeon que el más alto había ordenado y comenzó a buscar platos pequeños donde colocar los complementos, encontrándose con más y más cajas sin desembalar.

—Si me paga 20000 wons le ayudo a ordenar sus cosas —ofreció colocando todo en una bandeja y llevándosela hacia el sillón en el que estaba sentado ChanYeol, revisando su celular.

—¿No tienes otros pedidos que entregar? —Cuestionó frunciendo el ceño.

Byun negó con energía.

—Tengo todo el tiempo del mundo —indicó estirando sus brazos, feliz de estar cerca de su gigante.

Park miró hacia él con extrañeza, haciendo saltar al castaño, antes de tomar sus palillos y asentir.

—Está bien, solo no hagas ruido —indicó mezclando sus fideos y tomando un gran bocado antes de levantar el plato y llevarlo consigo a su escritorio para seguir con el trabajo que tenía pendiente.

Una hora después, cuando se levantó para estirar sus músculos después de haber estado trabajando sin parar, se dio cuenta de que su departamento era un maldito desastre.

Parecía que un tornado hubiera pasado por ahí.

Todas las cajas estaban abiertas y sus cosas estaban desplegadas por el espacio sin ninguna clase de orden o cuidado, simplemente derramadas por doquier mientras el repartidor curioseaba en ellas.

—¡¿Qué rayos haces?! —Exclamó hacia el más bajo.

—Investigo —respondió el chico sin dejar de sacar sus cosas y observarlas con curiosidad—; tengo que saber lo que tienes para darle un orden correcto.

ChanYeol rodó los ojos y sostuvo su cabello con ganas de arrancárselo de la furia. Jamás debió confiar en el extraño, puede que incluso estuviera ahí para robarle.

Estaba a punto de tomarlo del brazo para obligarlo a marcharse, cuando lo escuchó reír.

Su cuerpo quedó rígido automáticamente, sin aliento.

—Aww, ¡qué adorable! —Pronunció el más bajo mientras observaba los recuadros del más alto, completamente ajeno al desastre tembloroso que era Park.

Sin decir una palabra, el compositor dejó la habitación y se encerró en el baño, intentando recuperarse ante el volcán de sentimientos quemando su interior ante la presencia de BaekHyun en su departamento.

No lo había notado cuando lo dejó entrar, demasiado sumido en sus pensamientos para notar lo rara que sonaba la voz fingida del repartidor; pero ahora que el castaño parecía haber olvidado que estaba de incógnito, no había duda de que era su voz.

¿Qué debía hacer? Su rango de furia y rencor estaban al límite, y hasta JongIn había aceptado que su Ángel se estaba realmente esforzando para lograr que el gigante lo escuche y lo perdone.

¿Qué más podría hacer para evitar sostenerlo entre sus brazos como tanto deseaba? No quería volver a ser el juguete de Byun, ¡quería ser su felices para siempre! Aunque sonara ridículamente cursi.

No le quedaba de otra, tendría que ceder y hablar con él.

—¡Jefe! ¿Está bien? —Cuestionó Baek volviendo a fingir la voz.— ¿La comida le hizo daño? ¡Llamaré a quejarme ya mismo!

ChanYeol no pudo evitar reír.

—¿Denunciarás la comida que tú mismo trajiste? —Preguntó burlón.

Byun golpeó sus puños juntos, con molestia y suspiró.

—¡Entonces correré a la farmacia a traerle un antidiarr...

Park lo detuvo por la casaca cuando el más bajo se precipitó hacia la puerta y lo empujó hacia el sillón, obligándolo a permanecer dentro.

—Estoy bien, tranquilo —habló el más alto mostrándose despreocupado mientras caminaba de regreso a su escritorio—, puedes seguir limpiando.

Oyó a BaekHyun refunfuñar a su espalda y sonrió divertido.

—Oye chico, aún no me dices tu nombre —molestó ChanYeol aún sin mirarlo.

Casi podía oír las tuercas de la cabeza del castaño girar.

—Soy... Lee Min Ho —declaró orgulloso.

Park volteó en medio de una carcajada y lo observó entrecerrando los ojos.

—¿El actor? —Preguntó burlón.

Baek rascó su piel al rededor de la gargantilla que tenía puesta y se encogió de hombros.

—Soy su homónimo, ¿y qué? —Respondió cruzándose de brazos, a la defensiva.

El compositor no pudo evitar sonreírle con ternura y suspirar.

—De acuerdo, joven homónimo de uno de los mejores actores de Corea del Sur, tengo una nueva propuesta para ti.

Señaló con la cabeza su escritorio y lo invitó a acercarse. El Presidente de D-2 no dudó en apoyarse en el respaldar de la silla de su gigante.

—¿Alguna vez has estado enamorado? —Cuestionó ChanYeol con seriedad.

—Sí —susurró Baek.

—¿Se lo dijiste?

—Él no quiere escucharme —gruñó Byun acercándose a la oreja del gigante, quien volvió a reír sin poder creer que todo aquello estuviera pasando.

—Conozco a los de ese tipo —suspiró—; la persona de la que me enamoré tampoco me dejó declararme, decía que era por mi propio bien.

Otro gruñido.

—Quizá él tenía razón, jefe; quizá intentaba proteger tu corazón de ser lastimado —dijo entre dientes provocando que Park soltara un nuevo suspiro.

—Pero aún así, me hubiera gustado decirlo, ¿sabes? Necesitaba ese cierre.

Sintió los puños del castaño golpear su silla giratoria.

—No hay necesidad de cierre —espetó—. Él fue un tonto que no se dio cuenta en su momento, pero definitivamente no quiere perderte, así que no hay por qué cerrar nada, sino reiniciar lo que tenían y...

—No, en realidad creo que me necesita porque no quiere estar solo y ya.

—¡Claro que no! —Jadeó BaekHyun.— Él no está solo, no es por eso.

—Homónimo...

—¡Él ha cambiado, ¿de acuerdo?! Luchó por dejar de ser el idiota egoísta que era para poder ser digno de ti —declaró temblando—. Y si lo escucharas quizá entenderías que sí, sí, esta bien, sí, te necesita.

Park bufó.

—Pero no por soledad o la mierda que crees que sea, ¡sino porque te ama! ¡Y te necesita a su lado para respirar, maldita sea! ¡Te necesita para sostenerlo porque su cuerpo entero duele por ti!

La habitación quedó sumergida en un profundo silencio, con solo sus respiraciones como sonido de ambiente.

—Escribí una canción —dijo ChanYeol de pronto.

—¿Qué? —Espetó BaekHyun, perdido.

—Para declararme al hombre del que me enamoré —explicó el gigante en un susurro—. Concéntrate, Homónimo, estábamos hablando del tema.

—Sí, jefe. —El castaño se aclaró la garganta limpiándose las lágrimas que se habían derramado sin que se diera cuenta.

—Planeaba cantársela, arrodillarme frente a él y decirle lo que sentía —continuó el compositor—, pero nunca tuve la oportunidad y ahora me suena algo cursi.

Rió entre dientes con timidez.

—Homónimo, hoy tendrás que escucharla.























Ya nos estamos acercando al final...

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