Capítulo Ocho
—¿Qué demonios te pasó? —Preguntó JongIn al ver a su mejor amigo sentado en su sofá, sin pantalón, con las piernas abiertas sobre la mesa de centro y con una compresa de hielo ubicada encima de sus genitales.
—Mi ángel tiene garras, eso es lo que pasó —se quejó ChanYeol colocando un brazo sobre sus ojos.
—Cuéntame —pidió el moreno sentándose en uno de los sillones individuales.
—Lo llamé zorra, y me clavó las uñas en el pene —declaró el gigante, desanimado.
—Uff, amigo; primero YoonGi y ahora tu crush —el castaño negó—. Este definitivamente no es tu año.
—Ni me lo recuerdes —lloriqueó el peligrís—. Alguien debería coser mi boca; maldita sea.
El moreno sonrió y palmeó el hombro de su amigo antes de dirigirse a la cocina.
—No sé si es por la estación o qué, pero todos parecen estar teniendo problemas —mencionó regresando con un bol de cereal con leche—; SeHun también anda decaído y ni idea de lo que tiene. Pensaba llevarlo a cenar para animarlo, ¿quieres acompañarnos?
El más alto negó y volvió a jadear cuando intentó ponerse de pie.
—Iré a ver a mi Ángel después del trabajo para disculparme —dijo caminando como cangrejo, con las piernas exageradamente separadas—. Espero que esta vez no me corte las pelotas.
JongIn se carcajeó a más no poder, llegando a derramar la leche por la fuerza de su risa.
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BaekHyun se había pasado toda la mañana discutiendo contratos y beneficios tanto para Cromo como para la carrera fotográfica de KyungSoo, la cual había despegado tras la exposición de Año Nuevo, y la que debía ahora también manejar debido a la atención que despertó en varios de los países donde el recién lanzado libro del autor para el que todos trabajaban, había superado márgenes de venta al agotar todas sus copias en los primeros días del lanzamiento.
—Voy a volverme loco —dijo dejándose caer en el sofá de LuHan, un hombre pálido, hermoso y de cabello color rosa que era además el mejor amigo del rubio.
—¿Qué pasó ahora? —Preguntó el dueño de casa ofreciéndole una botella de agua a su amigo, quien no dudó en recibirla y dar un buen trago que lo ayudara a relajarse.
—KyungSoo se niega a viajar —soltó con un suspiro; el pelirrosa frunció el ceño mientras regresaba a la cocina para continuar con la preparación del almuerzo.
—Pero si él ama viajar —dijo incrédulo—. Sale mínimo una vez al mes; sobre todo cuando va en busca de material para nosotros.
—No ha salido desde que se hizo novio de JongIn; pero no me refiero a eso —renegó el menor poniéndose de pie y acercándose a la isleta de la cocina.
—¿Entonces? —Lo instó LuHan a seguir.
—Conseguí armar un Tour para mostrar sus fotografías por todo el mundo —declaró el rubio—; lugares de primera, servicio especial, inversionistas y compradores... Todo. ¿Y qué me dice él?
Se aclara la garganta y frunce el ceño mientras prueba su voz grave.
—"Ve tú, Baek; yo no quiero".
El rubio se dejó caer contra la encimera, comenzando a lloriquear y provocando que su mejor amigo riera por su infantil actitud.
—Sabes que él es así; no debiste forzarlo —dijo el pelirrosa llamándole levemente la atención.
—Estuvo de acuerdo con la Expo anterior —se defendió el menor.
—Solo para desmentir los rumores sobre ustedes siendo amantes, sabes que eso casi arruina su relación —dijo LuHan nuevamente mostrándose de lado del fotógrafo.
—Yah, eres mi mejor amigo o suyo —se quejó el rubio con un puchero; el mayor rió y negó.
—Tuyo, pero estás siendo irracional —dijo con una sonrisa amable—; a él no le gusta llamar la atención y tú sigues forzándolo a mostrarse.
—¡Soy su Manager! ¡Se supone que debo conseguir oportunidades para mostrar su talento! —Exclamó casi jalándose de los cabellos.
—Eres su amigo, se supone que debes protegerlo primero —le recordó el mayor dejando al rubio por completo vencido.
—Está bien —renegó BaekHyun sentándose a la mesa como un niño bueno—. Cancelaré todo y continuaré rascándome la barriga sin hacer nada.
LuHan rodó los ojos y le dio una palmada en la cabeza.
—Sigue con tus planes, pero no lo fuerces a nada; si no quiere ir, inventa una excusa y ve tú —se encogió de hombros—; podrías incluso grabar un vídeo de él saludando a la gente o hablando sobre su inspiración y mostrarlo a la hora del discurso.
—¡Eres un maldito genio! —Saltó el rubio lanzándose a abrazar a su amigo y casi causando que la ensalada cayera por doquier.
—Lo sé, lo sé; ahora comamos.
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La determinación de ir a buscar a BaekHyun cayó apenas ChanYeol se dio cuenta de que no sabía dónde encontrarlo. ¿Trabajaría en una empresa como él o sería independiente? Si era así, ¿debía ir a buscarlo al hotel donde se hospedaba o a la editorial del autor al que manejaba?
El gigante golpeó su cabeza contra el escritorio y guardó el archivo una vez más antes de ponerse de pie y salir de su oficina, aprovecharía el largo camino al baño del piso para despejarse; el proyecto en el que se encontraba trabajando no estaba yendo como se suponía y sabía que su jefe lo buscaría en cualquier momento para llamarle la atención.
Agregado que aún tenía un dolor fuerte en la entrepierna, se diría que este definitivamente era el peor día del año; aunque estaba seguro de que vendrían peores, sobre todo por la bocaza que tenía y la incapacidad de callarse cuando debería.
El peligrís sacudió la cabeza y respiró profundamente antes de levantar la mirada y quedar nuevamente anonadado. ¿Acaso sería así cada vez que veía a su Ángel? Parecía que sí, pues sabía tan poco de BaekHyun que no podía evitar quedarse atónito cuando aprendía algo nuevo: como el hecho de que YoonGi y él fueran amigos.
Bueno, tenía sentido, estudiaron juntos en el área de música de la secundaria, obviamente se conocían, pero ¿amigos? ¿Por qué nunca se enteró? ¿Por qué nunca lo vio por la empresa si tenían tanta familiaridad para reír y darse golpecitos en los brazos con camaradería? Y sobre todo, ¿qué hacía el rubio ahí si ayer no había querido entrar?
Sin poder controlarse, ChanYeol caminó directamente hacia ellos y se posicionó a su lado, mirando de uno a otro en busca de una explicación que obviamente no llegó, dado que ninguno parecía querer dirigirle la palabra.
—Vete o pediré una orden de alejamiento —amenazó el pálido peliazul con la seriedad que lo caracterizaba.
—¿Vienes a por un corte de bolas o qué? —Preguntó el rubio con una ceja alzada.
Mala idea, definitivamente acercarse había sido una mala idea, pésima incluso. Cubriendo su zona en peligro, el peligrís retrocedió lentamente y les sonrió con disculpa.
—Y-yo s-solo que-ería disc-culparme —tartamudeó con ojos brillantes y lastimeros. Los amigos rodaron los ojos al mismo tiempo y le dieron la espalda, entrando al estudio de YoonGi, donde se encerraron sin decir palabra.
¿Qué haría ahora? No podía dejar pasar más tiempo antes de disculparse, con ninguno. Los necesitaba. Bien, era hora de armar un plan.
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