🧡Reencuentros❤️
Me gustaría agradecer a Ali_Anxnima por toda su ayuda con este two-shot. Gracias por darme tantos consejos✨✨✨ y por leerlo antes que nadie.
Kirishima llegó a su casa cansado; sentía los músculos entumecidos y se derrumbó en el sofá del pequeño apartamento en cuanto tuvo ocasión. Había sido un día demasiado duro para él, las patrullas siempre eran lo más aburrido y tedioso, sin pensar en el papeleo que tuvo que hacer al llegar a la agencia en la que trabajaba.
Creía que iba a dormirse ahí mismo, con su traje de héroe todavía puesto, cuando recibió una llamada. No quiso contestar en ese momento y dejó que su tono de Crimson Riot sonase por la habitación, hasta que se acabó el tiempo de espera. Sin embargo la persona insistió y algo reacio tomó su móvil, viendo que quien le llamaba era Mina.
—¡Kiri! Perdón por molestarte —la voz de su amiga le hizo sonreír levemente, se la notaba animada.
—No pasa nada Mina, ¿necesitas algo?
—Verás es que... Quiero contaros algo. ¿Puedes venir a la hamburguesería de siempre? A la que íbamos después de la academia. Denki y Hanta ya me dijeron que sí.
—Claro... ¿Katsuki irá también? —preguntó con algo de esperanza; si tan importante parecía ser, su amigo habría sido avisado también.
—Intenté llamarle, pero contestaron de su agencia; está demasiado ocupado como para venir, tiene una misión importante en unos días.
No le sorprendieron las palabras de Ashido, pero aun así sintió una leve decepción. Llevaba sin ver a Bakugo desde poco después de su graduación. No pensó que fuese a distanciarse tanto pero, una vez tuvo su licencia definitiva para ser héroe no dudó en trabajar muy duro para llegar a lo más alto.
Se independizó a los veinte para formar su propia agencia y tuvo un éxito inmediato, consiguiendo fama casi tan rápido como en su momento lo hizo Hawks. Ahora casi con veintiséis era el héroe número uno en Japón, pero había perdido contacto con todos sus antiguos compañeros. Excepto con Midoriya, con quien solía colaborar al ser el símbolo de la paz.
—Estaré allí en cuanto pueda, no te preocupes —le contestó tras unos segundos y colgó el teléfono.
Fue a la ducha y se bañó, cambiándose después de ropa¸ no quería ir a ver a sus amigos después de pasar todo el día en el trabajo sin antes quitarse el sudor que llevaba encima. Se vistió con cualquier cosa que encontró y tan solo se molestó en coger su cartera y su teléfono antes de volver a salir de su casa. No tenía demasiada energía pero sabía bien que jamás podría negarle algo a Ashido.
Tras una hora de trayecto en tren llegó a la hamburguesería que tanto les gustaba a sus amigos y sonrió con nostalgia. Hacía demasiado que no iba a ese lugar, desde el día antes de su graduación; Kaminari propuso celebrar tan solo los cinco el fin de sus estudios en U.A. y a todos les pareció bien.
Tuvo muchos recuerdos al cruzar la puerta, siendo recibido por la misma música y el mismo ambiente que hace algunos años. Algunas personas le miraron pero Eijirou se dirigió rápido a la mesa donde estaba el resto del bakusquad.
—Kiri por fin llegas —Mina fue la primera en levantarse a saludarle, seguida de Sero y Kaminari.
La abrazó y luego chocó sus puños con ellos, sentándose a un lado de la pelirosa. En persona podía notar lo emocionada que estaba, pero no dijo nada de por qué los hizo ir allí.
Se dedicó a hablar de temas triviales, y todos se pusieron al día. Denki y Sero dijeron que su perrita ya había tenido crías, y Kirishima contó su última misión, en la que había estado con Todoroki. El pelirrojo notó que Mina no decía nada nuevo, pero no la presionó hasta que al fin llegó la comida.
—Bueno, creo que es hora de que diga por qué os hice venir aquí con tanta prisa. —Los tres la miraron de inmediato, curiosos por lo que pudiese decirles.
Pero Ashido no habló; les mostró su mano derecha, en la que se podía ver claramente un anillo que no habían notado antes. Era sin duda caro, con una pequeña joya para decorarlo, y estaba situado en el dedo anular. Sero fue el primero en darse cuenta de lo que eso significaba, y estuvo a punto de atragantarse con su bebida.
—O dios mío... ¿Cuándo te lo pidió Yaomomo? —Kaminari tomó su mano y vio ensimismado la joya.
—Fue ayer, quería decíroslo cuanto antes, ella se lo va a decir hoy a Jirou y Shoji.
—¿Y para cuándo será la boda? —Kirishima preguntó, tomando una patata. Se alegraba mucho por su amiga; llevaba saliendo muchos años con Momo, y se preguntaba cuándo se iba a casar con ella.
—Queremos que sea para verano, en unos cuatro meses. Es cuando la mayoría de la clase podría ir, y queremos que estén todos los del A.
Empezó a hablar de todo lo que ella y Yaoyorozu habían pensado hacer para la ceremonia, y Eijirou no podía creer cómo tenían todo tan pensado tras un día de comprometerse. Al parecer los padres de Yaomomo se encargarían de todos los gastos, y sería una boda por todo lo alto.
No parecía que Mina estuviese asustada con todos los preparativos que se debían hacer, al revés estaba muy ilusionada por elegir cada detalle junto a su pareja. Tenían que escoger cuanto antes los vestidos, el catering y mandar las invitaciones a todos.
—Mañana iremos a elegir las cartas de invitación; nos gustaría que fuese algo sencillo pero elegante, seguramente lleguen para dentro de una semana.
—Eso es genial Pinky —Kirishima le revolvió el pelo cariñosamente, y por un rato más siguieron hablando de la ceremonia hasta que se hizo demasiado tarde como para permanecer en la hamburguesería.
Acompañaron a Sero y Denki hasta su coche y luego se quedaron solos Kirishima y Ashido. Pensaba irse en tren, tras acompañar a Mina hasta su propio coche, pero cuando llegaron la chica abrió la puerta del copiloto, indicándole que entrase.
—Quería hablar contigo a solas Kiri —le habló una vez se montó también, y encendió el motor.
—¿Sobre qué?
—Bueno... Jirou será la madrina en nuestra boda, pero necesitamos un padrino. Eres mi mejor amigo... Y también eres alguien muy especial para Momo.
—¿Me estás pidiendo que sea el padrino en tu boda? —Mina se giró a mirarle al frenar en un semáforo en rojo, y asintió feliz.
—Eres el único en el que podría pensar para esto. Después de todo tú me ayudaste con Momo, y a ella conmigo.
Kirishima habría llorado, pero decidió contener las lágrimas. No podía creer que su amiga le estuviese pidiendo eso; pensó que se lo pediría a otra persona pero no, se lo estaba ofreciendo a él. Mina había sido siempre su mayor apoyo; cuando empezó a sentir algo por Bakugo, cuando tuvo dudas sobre sí mismo y lo que podía hacer. Ella había estado a su lado y ahora él estaría con ella.
—Sabes que no puedo negarme si me lo pides tú —aceptó de inmediato y eso alivió por completo a la joven, que asintió.
Hablaron sobre los invitados que irían a la boda y sobre el vestido de su amiga. Quería ir a elegirlo pronto, porque no había tiempo que perder. Tenían un tiempo limitado y en elegir un vestido podía tardarse bastante tiempo.
Quedaron en verse la semana siguiente, cuando ya hubiesen mandado las invitaciones, para ir a ver la ropa para la boda. Además tendría que ayudar con los demás arreglos y para seleccionar el sitio. No sabía bien cómo iban a compaginar todo con su trabajo de héroe, pero debía ser más difícil para las novias que para los padrinos.
Subió a su apartamento y fue directo a la habitación, encendiendo el teléfono. Miró por un rato los mensajes, pensando en avisar a Bakugo sobre el compromiso de Ashido. Se preguntaba si iría a la boda, después de todo llevaban años sin saber nada de él.
Observó su contacto, su nombre con una bombita, y mordió su labio. Sus sentimientos jamás habían cambiado, seguía queriendo a su antiguo amigo y seguramente nunca llegaría a sentir lo mismo por nadie más, por mucho que lo hubiese intentado.
Al final lo dejó a un lado y se tumbó en la cama, pensando en lo que tendría que hacer a partir de ese momento, y en todo lo que había que organizar hasta quedarse completamente dormido; todavía con la ropa de salir puesta.
Prácticamente todos los invitados a la boda habían confirmado su asistencia cuando les llegaron las invitaciones. Mina estaba muy feliz, y tenía una sorpresa para Kirishima esa tarde; habían quedado para ir a ver vestidos junto a Sero, y quería darle las buenas noticias.
—Buenos días Kiri, ¿dónde está Sero? —miró a su alrededor, notando la ausencia de su amigo.
—Tuvo una emergencia y dijo que llegaría ahora. Podemos entrar mientras tanto.
La joven asintió y ambos entraron a la tienda. Una dependienta les recibió, y se encargó de mantenerse a su lado mientras Ashido elegía qué vestidos quería probarse. Escogió de varios tipos para poder tener opciones, y se metió al probador dejando a Kirishima solo en un sofá, con su bolso y su chaqueta.
Pocos minutos después llegó Sero, hiperventilando y con algunas gotitas de sudor escurriendo por su frente. Se notaba que se había dado prisa en llegar cuanto antes al lugar donde quedó con sus amigos, y se sentó cansado al lado de Eijirou.
—Pensaba que no llegaría... —suspiró aliviado, y limpió con la manga de su camiseta el sudor.
—¿Qué te pasó bro? No sueles llegar tarde.
—Uno de los cachorros tuvo un problema, y Denks estaba en el trabajo así que tuve que encargarme. El veterinario tardó demasiado en atendernos, y luego tuve que dejarle en casa de mis padres junto a los demás porque no pueden estar sin vigilancia. ¿Mina ya se probó algún vestido? Espero que no le hayas elegido tú nada.
—Oye, tú no tienes derecho a decirme nada, siempre vas como un hippie —frunció el ceño divertido, observando la ropa de su amigo—. Hemos venido los menos indicados para esto... Kaminari y Bakugo se visten mejor que nosotros.
—Es cierto, chico de las crocs.
—¡Las crocs son geniales! —Podrían haber empezado una discusión sobre el calzado favorito de Eijirou, pero Ashido apareció con el primer vestido.
Era de corte sirena, con algo de encaje y brillo y completamente blanco. No tenía hombros, y el escote era con forma de corazón. Venía acompañado de un lindo cinturón de flores, muy pequeño pero que realzaba toda la prenda. Los dos chicos se quedaron mudos, viendo lo linda que se veía su amiga.
—¿Creéis que me queda bien? No sé si debería llevar una falda más suelta... Además creo que no me gusta sin hombros —se miró al espejo dándoles la espalda, y Sero opinó.
—Bueno yo creo que te ves bien... Aunque a lo mejor deberías verte con uno de falda ancha, y no con ese corte, para poder saberlo.
Kirishima asintió ante lo dicho por el pelinegro, y tras pensarlo unos segundos Mina asintió y volvió al probador. Tenía pegas para casi todos los vestidos, y estuvieron varias horas allí hasta que por fin hubo uno que le agradó.
Salió del probador con una sonrisa que hacía rato desapareció, y se subió a la pequeña tarima que había para que se viese bien el vestido. Tenía una falda lisa, con pequeños brillantes adornándola. El corpiño era exactamente igual, con un cinturón parecido al del primer vestido; y por último unas mangas largas caídas de encaje que dejaban al descubierto sus hombros, pero que resultaban extrañamente cómodas al estar ajustadas.
—Este me gusta mucho, ¿os gusta? —les preguntó dando una vuelta para que lo viesen con claridad, y la dependienta fue a por un pequeño velo para acompañarlo.
—Me gusta mucho... Además tiene todo lo que querías. Apuesto a que a Yaomomo le encantará cuando te vea —Sero tomó una foto para mandársela a Kaminari, que le contestó a los pocos minutos que Shoto y él aprobaban el vestido.
—Es cierto, pareces una princesa —Kirishima también lo aprobó, reafirmado su respuesta una vez Ashido tuvo el velo sobre su cabello.
La joven estaba más que feliz de que a sus amigos les gustase lo que había escogido, e informó a la dependienta que se llevarían de inmediato ese vestido. No era de los más caros del lugar, y no se salía de su presupuesto por lo que pudo pagar todo el precio de inmediato. Lo dejaron allí para que otro día la joven pudiese ir y tomar las medidas exactas para ajustarlo, y salieron de la tienda.
—¿Yaomomo encontró vestido también? —Kirishima le tendió su bolso al estar en el exterior, y tras mirar sus mensajes Mina negó.
—Todavía no ha tenido suerte. Por cierto Kiri, hay algo que quería comentar contigo.
—¿El qué?
—Bakugo vendrá a la boda.
Esas cinco palabras provocaron que de inmediato se detuviese, tratando de procesar lo que eso significaba. Iba a volver a ver a Katsuki, y no por la televisión. Por un momento se le pasó por la cabeza que pudiese ser una broma, pero la mirada de Mina le decía que no.
—Me llamó esta mañana; dijo que tomaría esa semana libre y que podría venir a la ceremonia. Preguntó si tú ibas a ir, y le dije que sí.
—Eso es genial... Apuesto a que Momo también se puso contenta de que Bakugo pudiese ir —trató de disimular su entusiasmo, pero a la pelirosa no se le pasó por alto.
—Pues sí, pero no tanto como tú seguramente.
—Bueno... Era mi mejor amigo —carraspeó, sabiendo a lo que su amiga se refería. Sero les miró alternativamente, sin comprender nada de lo que estaban diciendo.
—Claro... La cosa es que pueda venir, a lo mejor vuelve a retomar el contacto con nosotros —Hanta intentó incluirse en la conversación, y Mina asintió.
—¡Eso sería genial! Echo de menos sus gritos, nunca pensé que lo haría.
Ambos rieron ante las palabras de Ashido, y la acompañaron a casa. La chica les dio de nuevo las gracias, y entró en su hogar mientras los otros dos seguían su camino al coche de Kirishima. El pelirrojo todavía sonreía de una manera extraña por la noticia de volver a ver a Bakugo, y se olvidó que estaba acompañado de su amigo por un momento, hasta que éste le indicó que estaban frente a su vehículo.
—¿Quieres que te lleve a algún sitio Sero?
—Denks viene a recogerme con Todoroki, no te preocupes. Mejor concéntrate en llegar sano y salvo a tu casa Kirishima, no pareces muy lúcido.
El joven balbuceó una respuesta afirmativa y entró a su coche. Su corazón iba a mil por hora; quería que fuese el día de la boda, lo necesitaba. Quería volver a mirar a los ojos de su amigo sin tener una pantalla de por medio, escuchar de primera mano sus reclamos hacia cualquier cosa que hiciese uno de sus compañeros, y ver lo seguro que era de sí mismo.
Fue pensando en cada uno de esos detalles mientras llegaba a su hogar. Todavía quedaban tres meses y medio para que llegase ese día especial, y a pesar de que se alegraba mucho por sus amigas, no podía quitarse de la cabeza su nuevo motivo para esperar ese día con ilusión.
El tiempo que quedaba hasta la ceremonia pasó muy rápido para Kirishima. Ayudó mucho junto a Jirou a sus dos amigas a elegir todo, y el día anterior a la boda fue a comprobar junto a la de pelo morado que todo en el lugar del convite estaba en su sitio. Mina y Momo querían ir, pero no las dejaron; ambas habían tenido suficiente trabajo.
Por suerte todo estaba en su lugar; los encargados sabían que debían colocar las flores escogidas una hora antes de que llegasen los invitados, y en el lugar de la recepción comprobaron que las decoraciones que las chicas habían elegido estaban ya puestas para el día siguiente.
Finalmente, llegó el día que tanto habían esperado. Kirishima se levantó demasiado temprano gruñendo por el poco descanso que había tenido, pero quedaban muchas cosas por hacer. Debía ir a recoger el coche que Ojiro les prestaría para la ceremonia, y que Hagakure se había encargado de decorar. Además sería el encargado de llevar a Mina hasta el lugar de la boda, por ser su padrino.
Se puso con cuidado su traje y acomodó la pajarita lo mejor que pudo, saliendo de su hogar con prisas. No tenía tiempo que perder, pues una de las novias no podía llegar tarde el día más importante de su vida. Recibió una llamada de Tooru informando que Ashido ya estaba lista, y que pasara a recogerla cuanto antes, por lo que se dio más prisa.
Llegó a la casa de Ojiro y tomó el coche, conduciendo hasta la casa de su amiga. Yaoyorozu debía haber salido ya, porque cuando entró solo vio a la pelirosa junto a su amiga invisible, que ya estaba arreglada también.
—Estás preciosa Mina —alabó a la joven y abrió la puerta para ella.
Ashido se montó en la parte trasera del automóvil. Tooru había puesto algunas flores blancas con lazos en el exterior, que hacían contraste con el negro del vehículo. Hagakure se aseguró de que el vestido no se arrugara, y después de cerrar la puerta se despidió de Kirishima, quedando en verse después.
Eijirou se subió de nuevo, y condujo hasta el parque que habían escogido sus amigas para casarse. Les había costado bastante pero por la influencia de los Yaoyorozu lo habían logrado obtener para la fecha que habían escogido. Miró por el retrovisor y notó que Ashido jugaba con sus manos nerviosa, tratando de calmarse. Suspiró y giró un momento su rostro para mirarla con una sonrisa, y que así se relajase.
—Estoy seguro de que todo saldrá bien. Jirou ha ido otra vez esta mañana a ver el lugar y me dijo que ya estaba todo perfectamente colocado. Además Yaomomo estará lista también.
—Lo sé es solo... Que tengo el estómago revuelto. No pensé que me pondría tan nerviosa.
—No tienes que estar así Pinky, no va a pasar nada malo. Estamos contigo, ¿recuerdas?
La chica asintió, y al llegar al lugar Kirishima abrió la puerta para ella. En la entrada del parque se encontraban sus padres, que al verla la abrazaron con pequeñas lágrimas en sus ojos. El pelirrojo decidió dejarles solos para que hablasen un momento antes de la boda, y fue hacia donde se estaban colocando todos los invitados.
Sus antiguos compañeros de la U.A. se habían dividido entre las dos chicas, y la familia se estaba sentando igualmente. Eijirou les indicó a todos los asientos que tenían reservados, y tan ocupado estaba que no vio cómo alguien se acercaba a él.
—¿Dónde voy yo pelos de mierda? —La voz de Bakugo le hizo tener un escalofrío, y se giró lentamente.
El rubio estaba frente a él, con un traje negro de corbata, y las manos metidas en los bolsillos. No parecía haber cambiado, tan solo se había cortado algo del pelo, y había crecido un poco más. Le miraba fijamente con sus ojos color rubí, y carraspeó al ver que Eijirou no reaccionaba.
—No pensé que te habías quedado más tonto con el tiempo.
—L-lo siento Bakugo... Tu asiento está ahí —señaló la segunda fila, donde Kaminari y Sero estaban sentados ya, hablando animadamente—. Mina quería que nos sentásemos los cuatro juntos.
Katsuki asintió y sin decirle nada más fue hacia el sitio que Kirishima señaló. El joven todavía no podía creerlo; Bakugo estaba allí, de verdad. Con los últimos preparativos se le había olvidado por completo que el rubio iba a estar allí, y al parecer a sus dos amigos también porque le miraron como si fuese un fantasma al ver que se sentaba a su lado.
Trató de mantenerse concentrado en su labor de seguir acomodando gente, hasta que ya estuvo todo listo, y dio comienzo la ceremonia. Se apresuró en ir a su silla a sentarse, tragando saliva nervioso al estar junto a Bakugo, y trató de pensar en otra cosa, viendo cómo Momo entraba por el caminito que había tomada del brazo de su padre.
Jirou tocaba en su violín una melodía que su amiga había escogido para su boda, y una vez la chica estuvo en el pequeño altar que habían puesto, cambió la canción para que entrase Mina. Kirishima no podía estar más contento en ese instante; notó que los nervios que tenía antes parecían haberse esfumado, y se situó con una sonrisa junto a la pelinegra.
Atendió con cuidado a toda la ceremonia, y se levantó a aplaudir una vez el hombre que oficiaba la boda las declaró esposas. Jirou volvió a tocar mientras ellas salían ahora juntas, y sus amigos les tiraron pequeños pétalos de flores, esperando para salir también.
Todos sabían dónde se tomaría el convite por lo que se dividieron en varios coches. El padre de Mina sería el que llevaría a las dos chicas esa vez, por lo que Eijirou pensó en irse con Kaminari y Sero. Se dirigió hacia ellos, que estaban con Bakugo, y les preguntó si podía ir en su coche.
—Lo siento Kirishima, llevamos ya a Mineta, Jirou y Koda —Kaminari contestó rápido, y Sero le miró extrañado—. Pero puedes ir con Kacchan, él ha venido solo —colocó una mano en el hombro del rubio, que frunció el ceño, y miró a su amigo sonriendo tal vez demasiado.
—Me da igual, pero larguémonos ya. Si no te apresuras te dejaré aquí tirado idiota —Katsuki se dio la vuelta, sacando de su bolsillo las llaves de su coche, y Kirishima fue tras despedirse rápidamente de sus amigos.
—Denks... No vamos a llevar a ninguno de nuestros compañeros. —Una vez estuvieron solos, Sero le preguntó a su novio.
—No, pero era una buena ocasión para que hablasen —sonrió viendo cómo se iban los dos. Kirishima podría no haberle dicho nada, pero Katsuki sí.
Eijirou había permanecido en silencio desde que se montó en el coche de su antiguo amigo. El otro joven tampoco había querido iniciar una conversación, hasta que llegaron a un semáforo en rojo, y el ambiente se hizo insoportable para él.
—Has subido de puestos en este último tiempo.
—Sí... He conseguido hacerme un hueco, pero no soy tan bueno como tú. Me alegré mucho de que fueras el héroe número uno, era tu sueño—le observó de reojo, notando que el contrario se ponía tenso.
—Fue un jodido martirio... Pero sí, lo conseguí —miró por la ventanilla, quedándose en silencio.
Sí, había conseguido llegar a la cima, pero había dejado atrás a todos esos idiotas que le apoyaron cuando solo era un adolescente con problemas de ira. No pensó que los fuese a extrañar tanto, especialmente a Kirishima.
Al salir de la academia, había tratado de seguir su propio camino. Best Jeanist le había guiado hasta que decidió fundar su propia agencia con los ahorros que tenía, y gracias a la fama que se había ganado, no tardó en conseguir ayudantes y estudiantes de práctica. Se esforzó como nadie, pero al llegar el día que le declararon héroe número uno, se sintió vacío.
Había hablado en la ceremonia pero no se quedó para la fiesta, a pesar de la insistencia de Kaminari. Había sido el único con quien retomó el contacto, gracias a que consiguió llegar al top diez, y también estaba allí junto a él. Hablaron un poco, pero después el cenizo quiso retirarse, y el chico eléctrico no pudo detenerle.
Fue en ese momento que se dio cuenta de todo lo que había dejado atrás, y empezó a arrepentirse de cómo hizo las cosas. No se atrevía a escribir a ninguno de sus antiguos compañeros, a pesar de que Midoriya le dijo demasiadas veces que nadie le culpaba por lo que había hecho.
Sin embargo, vio como una oportunidad la boda de Ashido y Yaoyorozu una vez la invitación le llegó, y confirmó su asistencia. Sería una oportunidad para reencontrarse con todos de nuevo, a pesar de que jamás admitiría en voz alta que deseaba volver a verlos, especialmente a Kirishima.
Le preguntó a Denki por él, e Izuku solía contarle lo que el pelirrojo hacía, además de que él mismo seguía todo su trabajo gracias a las noticias y los medios de comunicación. Tal vez de lo que más arrepentimiento sentía era de haberle dejado de lado; el pelirrojo le apoyó durante sus tres años de preparatoria, sabía más cosas de él que ninguna otra persona, y era con el único con el que pudo abrirse por completo.
Y ahora lo tenía allí, a su lado, y las palabras no conseguían salir de su boca. Quería pedirle perdón; por abandonarle, por dejarle atrás después de que Eijirou le diese todo, sin esperar nada a cambio.
—Es genial que hayas venido, Blasty. —La voz de Kirishima le despertó de sus pensamientos—. Mina te aprecia mucho, como todos; ha sido genial verte tras tanto tiempo.
—Pensé... Que estarías cabreado —apretó un poco el volante, teniendo que conducir de nuevo.
—De hecho, me alegré mucho de que cumplieras tu sueño. —Katsuki seguía mirando al pelirrojo de vez en cuando, y la sonrisa que tenía en su rostro sólo le hizo ponerse más nervioso.
—¿Aunque te dejara atrás? —Kirishima flaqueó por un instante, pero asintió.
—Tal vez no lo habrías logrado si te hubieses quedado con nosotros. Pero he echado de menos el apodo que me diste. —Bakugo no pudo evitar reír, recordando cómo se había presentado en la boda.
—Eso es porque tu pelo es una mierda.
—¡Eh! Tu cabello no es tan diferente al mío —le recordó sus palabras de hace años, y a partir de ahí empezaron a rememorar conversaciones que habían tenido.
El camino se les hizo más corto, y mientras Kirishima le recordaba una anécdota, llegaron al lugar. El pelirrojo se dio cuenta e iba a dejar de hablar pero el rubio le dijo que continuase, y siguieron hablando hasta que llegaron con los demás invitados.
—Mina nos puso juntos, tendremos más tiempo para ponernos al día —señaló a las mesas distribuidas, concretamente una que estaba cerca de la de las novias—. También con Kami y Sero, se negaba a separar al squad.
Bakugo asintió y se sentaron, esperando a que las recién casadas aparecieran. Todos los invitados tomaron asiento, y unos minutos después Ashido y Yaoyorozu aparecieron, recibiendo nuevamente aplausos de sus familiares y amigos.
La comida fue mejor de lo que Kirishima esperaba; pudieron hablar sobre todo lo que había sido de Bakugo esos años con Kaminari y Sero, y el cenizo parecía otro. No era tan borde como antes, y poco a poco se fue relajando más, queriendo saber también qué había sido de todos ellos en el tiempo que no se habían visto.
Mantuvieron la charla hasta que la comida y la tarta se acabaron; la música empezó a sonar y las personas fueron animándose a bailar. Kaminari no dudó en ir de inmediato con su copa a la pista, y Sero le siguió poco después, quedándose en la barra con Mineta.
—Deberíamos salir también, todos están divirtiéndose.
—Sabes que odio bailar —Bakugo murmuró mientras tomaba algo de vino.
—Vamos Blasty, no podemos quedarnos aquí toda la noche.
No dudó dos segundos en tomarle de la muñeca, y le arrastró hacia donde estaban todos. Katsuki no estaba especialmente cómodo, pero cuando Eijirou empezó a bailar trató de seguirle la corriente. No se le daba mal, y tras unas copas se soltó por completo, sin rastro de incomodidad en su expresión.
La música retumbaba en sus oídos, y ninguno de los integrantes de la fiesta se dio cuenta del paso del tiempo. Bailaron y bebieron, haciéndose fotos divertidas que seguramente al día siguiente tan sólo les darían risa.
No supo en qué momento, después de que sirvieran algo de comer, Kirishima salió al exterior para tomar un poco de aire. Le dolía la cabeza y sentía que iba a desmayarse, así que agradeció la brisa nocturna que comenzó a soplar poco después de que saliese.
—Pensaba que teníamos que quedarnos dentro.
—Necesitaba descansar del gentío... He visto que algunos se han ido ya, pero la mayoría siguen divirtiéndose.
—¿Y si nos vamos también? —Kirishima se giró, mientras Bakugo se acercaba a él—. Podemos ir al monte al que fuimos en primer año. La primera vez que te llevé de senderismo, hay un mirador en el que podemos quedarnos un rato, y se puede subir con el coche.
—Eso sería genial —se levantó del sitio en el que estaba sentado, y siguió a Katsuki hacia el aparcamiento.
No avisaron a nadie, simplemente se montaron y pusieron algo de música mientras iban a la montaña. Era verano por lo que no hacía frío, y mantuvieron las ventanillas bajadas. El trayecto fue de una hora, pero mereció la pena una vez llegaron al mirador que Bakugo había dicho.
Aparcó y ambos bajaron, tumbándose en el capó del coche para poder mirar más cómodos el cielo. En ese lugar se veían mucho mejor las estrellas; no había ruido de la ciudad, y se podían escuchar de vez en cuando los sonidos de los grillos, que solo hacían que Kirishima se relajase todavía más.
—Todavía recuerdo lo emocionado que estaba cuando me invitaste a venir contigo. Estaba muy feliz...
—Eres con el único que no me habría desesperado.
Se mantuvieron quietos un rato, en un ambiente cómodo. Ambos querían decirse mil cosas, pero ninguno creyó que era el mejor momento para ello. Kirishima prefería creer que se iban a quedar así para siempre, y cerró los ojos cansado, hasta que sintió unos toques en el brazo.
—Kirishima... Quiero que me prometas algo. —Que le llamase por su apellido le quitó por un momento el cansancio, y se sentó en el capó, viendo que Bakugo hacía lo mismo—. Quiero que seas jodidamente pesado conmigo.
—¿Qué?
—Siempre has sido una maldita lapa... Vuelve a serlo. No deseo ser el estúpido héroe número uno si voy a estar solo. Así que, quédate a mi lado esta vez, aun si yo en algún momento intento alejarme de nuevo. No me dejes.
No era eso exactamente lo que iba a decirle, pero todavía era demasiado pronto para contarle lo que sentía. Primero debía recuperar todos los años que había perdido a su lado, y después, le diría lo que de verdad deseaba contarle en esos momentos a su lado.
—Está bien Blasty, no te dejaré —tomó su mano con una sonrisa, y eso quitó todos los nervios del cuerpo del rubio.
Se tumbaron de nuevo sin separar sus manos, y cambiando a un tema más ameno. Solían hacer eso algunas veces, cuando sabían que no tendrían clase al día siguiente. Eijirou se sentía especial cuando Katsuki se saltaba su hora de irse a dormir, solo por quedarse junto a él hablando de cualquier cosa que se les ocurriese.
Tanto hablaron, que en algún momento Kirishima se dio cuenta que empezaban a salir las primeras luces del alba. Eran suaves, como una caricia, y avisaban que pronto amanecería. Parpadeó un poco, relajándose con esa sensación que le provocaba ese momento del día; en su adolescencia era mágico y allí, con Bakugo a su lado, volvía a serlo.
Dejar que el comienzo del día les llenase por completo tras una noche sin dormir, y reír porque seguramente estarían cansados todo el día. A veces Eijirou le decía que durmiesen hasta tarde, para compensar la falta de sueño, pero nunca hasta que el sol salía por completo. Se quedaban quietos, contemplando como el alba daba paso al sol tras un rato, y entonces se miraban, y querían volver a hacerlo la noche siguiente.
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