Capítulo 34: No Usen Drogas, Niños
Ashton
Estaba buscando la forma de decirle a Gohan que Abby jamás me había gustado y que solo le había mentido para evitar decirle que me gustaba Alaska, pero ¿cómo?
El hecho de que Gohan hubiera intentado ayudarme con Abby solo me había hecho corroborar que decirle que alguien cercano me gustaba, era un error. Si me apoyaba o me mandaba al diablo... ambas sonaban mal, aunque una más que la otra.
Cuando comenzó la puesta de sol, terminé por decidir que ocultarle la verdad era la mejor opción, de todas maneras, ni siquiera pasaba algo con Alaska y tampoco lo veía sucediendo en un futuro.
Estaba seguro de que Alaska solo quería concentrarse en ella en este momento e involucrarse conmigo solo le proporcionaría más problemas de los que cualquiera querría.
Cuando ya estaba oscuro, cenamos algo liviano y entonces Gohan llevó la pipa y la hierba a la sala para fumar.
Yo había sacado unas cuantas cervezas y había puesto un partido en la televisión, solo porque estaba ahí cuando había encendido la televisión.
—¡Corre, imbécil! ¡Corre! —le decía Gohan al jugador que tenía la pelota en sus brazos—. ¡¿De qué te sirven esas tonificadas piernas si no corres?!
—No sabía que les gustaba el fútbol americano —dijo Alaska tomando la pipa.
—No nos gusta —contesté al botar el humo.
—Ni siquiera lo entiendo —agregó Gohan—, pero es divertido cuando se tiran sobre un jugador.
Alaska me entregó la pipa reteniendo el humo y yo se la pasé a Gohan, quien la tomó sin quitar la vista de la pantalla.
No sabía si la hierba era muy buena o yo estaba muy sensible a esta, pero comenzaba a hacerme efecto, aun cuando solo había inhalado unas diez veces.
Luego de acabar cinco latas de cerveza y que entre los tres fumáramos toda la hierba de la pipa, Gohan comenzó a meter más y yo fui por latas de mojitos que había comprado porque a Abby le gustaban.
Los mojitos en lata no estaban ni cerca de ser una de mis bebidas alcohólicas favoritas, pero no eran nada malos, ni fuertes como el vodka o el pisco.
Cuando llegué con las latas, las dejé sobre la mesa y Alaska me miró extrañada.
—No sabía que les gustaban los mojitos —comentó.
—Le gustaban a Abby, por eso los compré —expliqué, volviendo a sentarme entre mis dos amigos.
Alaska hizo una mueca asqueada. También estaba muy ebria y drogada, casi tanto como Gohan, quien apenas parecía reconocer sus manos, pues las miraba como algo novedoso.
—¿Cómo a alguien como tú le puede gustar alguien como Abby? —me preguntó Alaska con el ceño levemente fruncido.
Yo estaba fumando, por lo que después de unos segundos y de botar el humo, respondí:
—No sé.
Realmente no sabía responder la pregunta, pues a mi jamás me había gustado Abby y, por más drogado que estuviera, jamás lo revelaría.
Yo no solía ser de los ebrios que soltaba sus secretos, yo más bien hacía estupideces y tenía malas ideas que sabía que tendrían consecuencias con las que debería lidiar cuando estuviera consciente.
—¿No sé? —preguntó indignada—. ¿No sé? ¿Cómo no vas a saber?
Me encogí de hombros.
—A veces no sabes porque te gusta una persona.
Tal como yo no tenía claro porque me gustaba Alaska. Sí, siendo sincero, no sentía que ella tuviera algo a simple vista que la destacara excepcionalmente de las demás chicas con las que había tenido contacto. Había conocido actrices, chicas dulces, chicas rubias, chicas divertidas... ¿por qué ellas no me habían gustado y Alaska sí? ¿Qué la hacía tan especial y diferente para mí?
Por el contrario, yo sabía exactamente porque Gohan era mi amigo: era el espécimen más extraño que mi ser había contemplado y su personalidad encajaba con la mía más que a la perfección.
—Ya me aburrió el fútbol —dijo Gohan cuando el partido ya estaba casi terminado.
Yo no me quejé, pues la verdad no me importaba para nada un partido.
Gohan comenzó a cambiar de canales a toda velocidad, ni siquiera podía asegurar que estaba viendo lo que había en cada uno, hasta que se detuvo en uno de videos musicales.
—¡Shawn Mendes! —exclamó, poniéndose de pie—. ¡I kwon I can treat you better than he can!
—¡And any girl like you deserves a gentleman! —lo siguió Alaska, poniéndose también de pie.
Se veían ridículos, pero si yo no podía detenerlos, pues tenía que unírmeles.
—¡Tell me why are we wasting time, on all your wasted crying!
—¡When you should be with me instead?! —cantamos al unísono los tres.
Luego de Shawn Mendes vino Taylor Swift y seguida de ella, Lady Gaga.
Cualquiera que nos veía a Gohan y a mí no imaginaba que fuéramos fans de la música pop, menos del femenino, pero se tenía que decir que las mujeres de la industria sabían cómo cargar con ella y lo hacían fantástico.
Culminamos con una canción de Dua Lipa y los tres volvimos a tirarnos sobre el sofá con las respiraciones aceleradas. Estábamos muy drogados, fingiendo que dábamos un concierto masivo o éramos los invitados del espectáculo de medio tiempo del súper tazón, por lo que necesitábamos una pausa.
El mundo me daba muchas vueltas y ya no estaba pensando con claridad, pero suponía que no era el único.
Gohan comenzó a quitarse la ropa, probablemente porque tenía calor y olvidaba que no estaba solo en su cuarto.
Yo no pude decirle nada, estaba demasiado cansado y mareado como para preocuparme de la existencia de alguien a parte de la mía.
—¿Sabes que deberíamos hacer? —preguntó Alaska, con una sonrisa que me indicaba que no sería una buena idea.
—¿Qué? —pregunté resignado.
—Lo que hicimos en Las Vegas...
Si hubiera estado en mis cinco sentidos me hubiera negado rotundamente, si hubiera sido necesario, les habría puesto un candado a mis pantalones, pero como la situación era todo lo contrario, solo me lancé a besarla.
Alaska respondió el beso, gustosa, y enredó sus brazos en mi cuello.
—¿Qué mierda...?
Gohan estaba de pie frente a nosotros casi completamente desnudo, solo tenía puesto su bóxer y calcetines, mientras nos miraba algo confundido.
Alaska soltó una risa, se separó de mí y se paró del sofá para ir a besarlo a él, a lo que Gohan ni siquiera se intentó negar.
Alaska dio un salto para poder enrollar sus piernas alrededor de la cintura de mi amigo, quien para sostenerla la agarró con fuerza por el trasero.
Cuando pensé que eso me podría molestar un poco, no lo hizo... incluso debía decir que me había excitado un poco.
Luego de unos segundos, Gohan dejó a Alie sobre el sofá con algo de torpeza y se sentó arriba de mí para comenzar a besarme, mientras podía oír a Alie reír divertida.
—Me encanta esto —comentó.
Gohan y yo reímos entre el beso por lo complacida que sonaba Alie por ver algo como eso. No recordaba que a otra chica le hubiera gustado tanto vernos besarnos.
Jalé a Alaska de un brazo para acercarla a nosotros y comenzamos a besarnos entre los tres.
Volveríamos a tener un trío los tres y esa vez no podíamos poner de excusa que la ciudad del pecado lo había provocado, pues sólo estábamos en Malibú, la playa de... ¿Barbie?
Todo paso muy rápido después de los besos, de alguna forma los tres logramos subir a mi habitación en el segundo piso sin caer por las escaleras y segundos después ya no había nadie con ropa.
Apenas podía recordar los detalles de lo que había sucedido, solo tenía imágenes borrosas de yo haciéndole sexo oral a Alie, mientras ella se lo hacía a Gohan; de Alaska haciéndome sexo oral mientras Gohan se la cogía y de otras situaciones de la misma índole que no parecían nada convenientes para alguien que pensaba correctamente.
De todas las cosas estúpidas que había hecho durante mi vida cuando una cantidad excesiva de alcohol corría por mi sangre, esa era una de las peores y la había hecho dos veces. No era que tener un trio fuera espantoso, el problema era con quienes decidía hacerlo.
Por eso, niños, no usen drogas al mismo tiempo que su mejor amigo e interés amoroso.
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