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Capitulo 25

El doctor se tomó su tiempo para explicar lo que había visto, viendo y escuchando que Gus y el habían tenido la misma visión de aquella cueva que los demás desconocían.

Evan se sumió en sus pensamientos, pero se sobresaltó al escuchar un sonido, que al parecer solo Lexa, Gus y ella habían escuchado.

A los segundos, unos fuetes aullidos los sobresaltó a todos, Becky se acercó a las personas del lugar y con sus dedos las abrió para poder asomar sus ojos hacia las afueras.

— Son perros. — concluyó Becky al escuchar los ladridos, pero sabía bien que solo era para no preocupar a los menores.

— Obviamente no. — murmuró Lexa, a lo que escuchó más aullidos. — Son lobos.

— Mierda, vienen corriendo para acá. — mascullo Jepperd mientras se posicionaba junto a Becky. — Habrán olfateado comida.

— Si, ellos se van. — murmuró Becky, mordiendo sus labios con claro nerviosismo.

— Claro, olieron su cena. — dijo Evan mientras ladeaba su cabeza de manera juguetona. — Pidieron Oso femenino a la parrilla, junto a unas albóndigas casi quemadas, y el complemento sorpresa... sopa de venado con carne de serpiente...y hígado de cerdo.

— Si no te callas te voy a poner una soga en la boca hasta que te ahogues con tu lengua. — soltó Becky, evidentemente a lo último que dijo Evan. Aun que Wendy se había reído.

Evan asintió y se acercó a un lado de Becky mientras asomaba sus ojos para poder ver los exteriores. Las patas del frente eran del tamaño de unos brazos humanos y las piernas no parecían patas, al igual que tenían unas linternas en la frente.

— Oh hades... — murmuró Evan y se apartó de la ventana.  — Dato curioso, los lobos olfatean a kilómetros. Así que, vámonos.

Aún que cuando giro noto que ninguno de los presentes estaban prestándole atención. Una discusión se había formado gracias al doctor Sing. O eso pensé o Evan.

— ¿Chicos? — les llamo Wendy con la voz temblorosa, estaba más cerca de la entrada. — ¡Oigan!

Evan y Becky se acercaron a la pequeña híbrida, Becky alejándola de la puerta al escuchar los sonidos extraños que emanaban de aquellos lobos. Evan rascó su cuello con incomodidad y miró a todos lados.

Se acercó a Lexa y le rompió un pedazo de su pantalón, luego tomó a Becky y le quitó un paño que tenía acomodado en el cuello. Después rebuscó en las mochilas de cada uno buscando un pedazo de prenda que emanen su olor.

— ¡Ya cállense! — exclamó Lexa, Jepperd que peleaba con Singh y Gus junto a Wendy quienes murmuraban entre ellos. — ¿Qué demonios estás haciendo, Evan?

— Cállate. — bramó casi sin ánimos, luego procedió a quitarse su abrigo y caminar en dirección a la cocina de la cabaña.

— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Becky cuando llegó a su lado.

— Alejar la atención de nosotros. — contestó, entonces abrió la puerta trasera de la cocina, revelando un espacio enorme junto a un caballo atado a un poste.

Evan se acercó al caballo y con ayuda de Becky, amarraron las prendas en el pobre y desafortunado animal. Desataron el caballo y luego le dieron una palmada para que saliera corriendo.

— Estarás en mis plegarias, señor caballo. — murmuró Evan. Al instante, los lobos aullaron de una manera algo diferente a la que estaban haciendo.

Ambas chicas volvieron a los interiores de la cabaña con el resto, empacaron sus cosas y salieron con prisa. Lexa siendo cargada por Jepperd, cual solo se quejaba de lo mucho que pesaba la morena.

[...]

Narra Evan.

Ya estaba amaneciendo, entre todos tomamos un descanso de cinco minutos y decidimos caminar toda la noche. Esperaba al menos encontrar otro hogar desolado y al menos comer, la falta de comida me está haciendo mal, no he comido desde lo que pasó en el casino.

Lexa estaba cómodamente acomodada en mi espalda y dormía como una princesa. Suertuda. Quería dejarla en un estaque y que se ahogara.

— Entonces... — comenzó Wendy a hablar, evidentemente con cansancio en su tono. — ¿Los últimos hombres enviaron a esos perros?

— ¿No eran lobos? — preguntó Jepperd, cojeando debido a su malestar en la rodilla.

— Los últimos hombres ya no existen. — comentó Singh, y la verdad, jamás había sentido tanta felicidad de escuchar a ese tonto doctor decir una oración.

Nuestro amigo el Doctor Singh comenzó explicando cómo pasó todo. Yo solo me fijé en mi andar, mis piernas estaban temblando al igual que mis pies.

Sin querer me tropecé con una rama y caí, Lexa se despertó al instante y soltó un grito.

— No puedo más... ya no aguanto mis pies. — murmure mientras sobaba mis tobillos.

Aún que Gus estaba más ocupado en mover sus orejas, y yo fruncí el ceño al escuchar algo a lo lejos. Un enorme avioneta nos rebasó desde arriba.

— Debe de haber un aeródromo por aquí cerca. — hablo Becky, sin querer despegar la mirada del avioneta. — Tal vez así podamos llegar a la costa.

— Pienso que es la única forma. — dijo Singh apoyando la idea de Rebecca.

— Perfecto. — murmuró Lexa resoplando.

— No te quejes, llevo toda la noche cargándote. — solté mientras le tiraba una pequeña roca.

Retomamos el camino, a pesar de las quejas de Lexa y su pie lastimado. Becky dio la idea de seguir la dirección en donde el avioneta se había ido.

Poco después habíamos dejado de ver tantos árboles, salimos del bosque y vimos una enorme casa. Totalmente intacta. Como si el virus jamás habría llegado allí. En línea diagonal, estaba el avioneta que algunos supusieron que nos había volado por las cabezas, parecía entre metida en unos arbustos.

— Es un Bulkow Junior. — murmuró Rebecca a mi lado, mientras veía el avioneta como lo más sagrado. — Que belleza.

— Cierra la boca, se te meterán moscas. — le dije, y tome su quijada para cerrar su boca.

Jepperd llegó cojeando desde atrás y se acercó a mi novia.

— Soy capitana junior en un simulador de vuelo, más de 200 horas. — nos informó, y entonces Lexa gruñó molesta.

— Pero siempre te estrellabas cuando aterrizabas.

Jepperd ignoró a Lexa, parecía sorprendido cuando escuchó ese dato. — ¿Dices que si logró encenderlo, podrías volarlo?

— Así es. — contestó Becky. — De aterrizarlo no estoy muy segura.

...

No podré actualizar hasta el sábado próximo, estaré en un campamento fuera de la ciudad y sin tecnología.

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