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Capitulo 23

Entre todos, ayudaron a Evan a sentarse de una manera más cómoda en el suelo nevoso. La chica arremangó su camiseta larga y observó al enorme línea que tenía en su ante brazo.

El dolor no era punzante, más bien ni lo sentía, debido al frío que los abrazaba. Lexa estaba a su lado mientras intentaba mover su tobillo.

— Esto no puede ser más perfecto. — dijo Jepperd de una manera irónica. — No podemos seguir con ellas dos en ese estado.

— Bien, se puede recuperar rápido. — dijo Gus y Lexa le lanzó nieve negando con su cabeza.

— Nada está bien, Gus. — le interrumpió el moreno perdiendo la paciencia. — No sabemos ni dónde está el camino.

— Quedó enterrado por la avalancha. — murmuró Evan. Becky a su lado rompía telas de trapos que ni estaban usando y intentaba enrollarlo en el brazo de la castaña.

— Exacto, pero el dijo que teníamos que ir al noroeste. ¿No? — Gus se dio la vuelta y señaló una dirección. — Y es por ahí.

— ¿No lo entiendes? — interrumpió Jepperd al más pequeño.

— Aquí vamos...

— ¡Esto es exactamente lo que quise decirles! Estás montañas no son un parque de juegos. — informó Jepperd regañando a los dos menores. — debimos salir de aquel casino en cuanto les dije.

Evan suspiro agotada de la situación, Jepperd jamás acepta que tiene la culpa en algo, pero siempre tiene que inventarse algo. Jepperd se volteó molesto mientras tocaba su calva con su mano derecha.

— Pero estamos bien. — afirmó Gus mientras veía a todos, aún que si mira dudosa se detuvo en las dos chicas que estaba cómodamente adoloridas en el suelo. — Eso creo...

— ¿Por cuánto tiempo? — preguntó Jepperd más bien por que quiso ordenar algo. — Regresemos mientras aún podamos.

— Maldito gordo. El brazo se me va a caer, ¿y tú quieres volver? — Evan quiso burlarse de la debilidad de Jepperd. — Yo no me voy a ir para atrás. El daño ya está hecho, hay que seguir.

— Exacto. — apoyó Gus mientras le sonriera complacido a Evan. — Hay que seguir. Nosotros podemos.

Becky apretó los pedazos de ropa que había enrollado en el brazo de Evan, la mayor rasguñó la pierna de Becky mientras se quejaba a lo bajo.

— ¿¡Pues qué tal si yo no!? — exclamó Jepperd mientras se volteaba y miraba las montañas. El eco que removió a los demás resonó he hizo que las orejas de Gus se levantarán. Todos se quedaron callados esperando que el silencio incómodo sea cortado por alguien. El mayor tomó su mochila y la dejó en el suelo para mirar a Gus con algo de culpa. — No se si pueda sobrevivir este viaje, caramelo. Ya no soy el número 93. Ya no puedo recuperarme cuando algo me golpea. Me duele la rodilla. Tengo una bala en el hombro. Y mi cabeza... me comporto como un niño.

Evan apretó sus labios, aun que ella no fuera una persona cerca a ese hombre, le conmovía pensar y notar que algo le había pasado a ese hombre. Desde la primera vez que lo conoció, un fuerte hombre, valiente y que se enfrentaba a todos con tal de proteger a Gus.

— Nada mas intento protegerte, caramelo. — murmuró Jepperd con la voz quebrada. — Pero la vida nos cobra factura, perdóname. — al terminar su discurso, tomó su enorme mochila y se la colgó en el hombro.

— ¡Por eso debemos avanzar! — habló Gus interrumpiendo la nueva caminata de Jepperd. — Hay que encontrar a pajarita, si te quedas aquí, morirás.

— Calma Gus. — dijo Lexa mientras intentaba tomar la mano del híbrido, pero el se alejó con brusquedad.

— También ustedes. — dijo Gus al mirar a las chicas, Wendy arrodillada y dándole masajes a la pobre de Lexa en su pie herido.

— Pequeño, la negra y yo no estamos en... ¡Ugh, se más delicada! — exclamó Evan mientras se exhalaba y miraba a Osa con tristeza. — Lexa y yo no estamos en la mejor condición.

— Por favor...

— Aún que yo si puedo hacer un esfuerzo... — murmuró Evan a regañadientes cuando sintió un golpe en su brazo herido, que evidentemente fue provocado por Becky.

Todos se habían quedado en un silencio tenso, Gus miraba a sus amigos directamente a los ojos. Sabía que la debilidad de todos era el niño venado. El pequeño les miraba con cierta pena, y a él no le parecía importar el peligro que correría al ir hasta la esquina de los Estados Unidos.

— ¿Aún tienes ese mapa? — preguntó Jepperd luego de varios segundos de tensión, el niño asintió levantando sus orejas. — ¿Y qué diablos estamos esperando?

[...]

Cuando lograron llegar a una cabaña, Lexa, con ayuda de Gus y Wendy al sostenerla, intentaba forzar la cerradura, al final terminó pateándola con su pie lastimado.

Pasaron por un comedor y abrieron sus bocas como si fuera una maravilla del planeta.

Becky sostenía a Evan de la cintura, y con cuidado, al notar que habían un par de sillones cómodos en el suelo. Ella se sentó primero y dejó que Evan se desplomará sobre sus piernas.

— Dejen de ser tan pegajosas. — dijo Lexa mientras las miraba con una mueca. Y fue con la ayuda de Gus que logró sentarse en uno de los puffs.

— Aún que está payasa me caiga mal, deberías de revisarle el pie. — murmuró Evan mientras miraba a Becky de reojo.

Becky dejó a Evan sobre el sillón y sin cuidado alguno, quitó la bota de Lexa y cortó la tela del pantalón que estaba cubierta de sangre seca.

— ¿Es necesaria alguna transfusión de sangre? — preguntó Evan con burla mientras veía a Lexa morderse la mano.

— Cállate o te mato.

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