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°•°Capitulo 22°•°


Luego de aquella discusión con Ailena, la vi en la ventana y también vi cómo cerró todo. Sé que está muy cabreada; la entiendo.

Cuando salí de mi casa tampoco vi rastro de ella; supuse que se fue con su amiga, ni modo de que vaya a esperarme. No fui a ningún lado fijamente; sólo me limité a caminar y caminar, así poder resolver algo en mi mente, cosa que claramente no funcionó.

Ahora me encuentro en la entrada de mi casa. Ya que la caminata no sirvió de nada, decidí volver.

Al ingresar veo todo un revuelo; Lucifer tiene cara de preocupación y a la misma vez de enfado, vaya combinación.
Samael también parece preocupado, pero a diferencia de Lucifer en él veo culpa.
Increíblemente, hasta Belia parece preocupada.

-¿Qué ha pasado?-los tres dirigen su mirada a mí.

-Hasta qué al fin te dignas a aparecer -habla Samael.

-Una cosa, sólo una cosa te pedí, Adriel, y fallaste -habla Lucifer.

-¿De qué hablan?-digo confundido.

-Te pedí que cuidarás a mi hija con tu vida, que, si hacía falta, arriesgarás tu vida por ella, y no lo hiciste.

-¿Qué pasó con Ailena?-digo dándome cuenta.

-Se la han llevado, y tuvieron el descaro de avisarnos.

Doy la vuelta y salgo de la casa. Siento unos pasos atrás mío.

-¿Qué haces?-pregunta Samael.

-Ir por ella, esto es mi maldita culpa.

-Bien, vamos -freno y niego. - No estoy pidiéndote permiso, vinimos juntos a cumplir esto; si tú fallas, yo fallo.
Suspiro y sigo mi camino con él detrás. Él es quién abre las puertas para que lleguemos al inframundo.

-Yelis -esta se da vuelta al oírme.

-Pero mira que honor, los Dagger -dice con una sonrisa.

-No estoy para bromas. ¿Dónde están?

-¿De quién hablas?-doy un golpe en la pared.

-Sabes de quién hablo. ¿Dónde están?

-No están aquí. Sabes que no vendrían aquí; este sería el primer lugar en el que buscarías, y ellos lo saben, no son tontos. -Paso mi mano por el pelo frustrado.

-¿Entonces?-habla Samael.

-Están en la tierra, ellos la tienen allí.

-¿Tú lo crees?-asiento.

-Ellos creen ser más inteligentes; está bien, no la trajeron aquí porque claramente íbamos a venir, pero la dejaron allí creyendo que no íbamos a darnos cuenta.

-¿Y no crees que intenten llevarla por la daga? -Niego.

-No aún, ellos no tienen acceso al paraíso, eso solamente puede hacerlo ella, pero siempre y cuando ella quiera, ella debe obtener el permiso de un ángel para subir, y aún no sabe nada de su madre, por lo tanto no están allí, están en la tierra -digo seguro, para comenzar a caminar.

-Gracias, Yelis.-oigo a Samael.

-Pero sí es mi pequeño demonio -ruedo los ojos.

Giro para encontrarme con mi madre, genial.

-Mamá ahora no.

-¿Qué puede ser más importante que tú madre?

-Ailena.-digo para dejarla sola nuevamente.

Al llegar a la tierra nos dirigimos hacia la casa; allí están esperándonos Lucifer y Belia.

-¿Qué te han dicho?-pregunta el primer nombrado.

-Ella no está allí, así que claramente la tienen aquí -asiente.

-¿Y en dónde?-suspiro y me dejo caer en el sofá.

-Esto es mi maldita culpa, yo no debí tratarla así, seguramente todo hubiese sido distinto.

-¿Sinceramente?-habla Belia y todos la miramos. -Sí, en parte es tu culpa. Tú miedo a querer aleja a todo el mundo, ella claramente al estar en peligro no iba a recurrir a vos. Aunque esté bien o no con vos, ellos no iban a parar hasta tenerla. Hay culpas compartidas.

-Vaya, gracias.-digo con sarcasmo.

-Debemos usar todos nuestros métodos,
pero debemos encontrarla -habla el líder.

-Belia. Tú usas tu habilidad para buscar algún rastro -ella asiente y sale. -Samael.

Sé que no puedes leer la mente de ella, pero si la de los demás, usa también tus alas, las vas a necesitar. Este asiente y sale también.

- A ti te necesito conmigo; tú tienes una conexión con ella, y además de eso tienes la habilidad de percibir los sentimientos ajenos; usemos eso en nuestro favor; intenta saber qué siente ella, sé que puedes.

-¿Qué vas a hacer tú?-preguntó un tanto intrigado.

-Nadie se mete con la hija de Satanás y sale vivo. Ellos aún no son conscientes del poder que tengo yo sobre las almas y los demonios; esto no va a quedar así, eso te lo aseguro.-asiento.

-¿No piensas hablar con Angélica?

-¿Crees que es necesario meterla en esto?-alzó los hombros.

-No lo sé, pero sé que ellos van a intentar usar a Ailena para llegar hasta esa daga, y por lo que sé la daga está allí, creo que lo mejor sería que estuvieran avisados. Este asiente.

-Intenta contactarte con Ailena; yo debo hacer un viaje hasta lo del amor de mi vida -dice con una breve sonrisa.

Asiento y él sale, ¿por qué yo tengo tanto miedo de querer si el mismísimo Lucifer se enamoró? Y de un ángel.

Suspiro e intento concentrarme en Ailena; siempre con ella es más difícil todo, nunca sé lo que piensa o lo que siente del todo, pero voy a hacer mi mayor esfuerzo.
Intento por primera vez y nada pasa, suspiro frustrado, pero vuelvo a intentarlo.

Maldito, gilipollas.

Sonrío; esa sin duda alguna es mi chica.

Vale, no quiero oír como odia a sus secuestradores; necesito más información.
Preciosa.

¿Estoy loca?

No, cariño, no lo estás, soy yo. Adriel.
Necesito que me digas dónde estás.

Adriel, Estoy secuestrada, se supone que no sé dónde estoy; no vi cuando me trajeron. ¿Tú nunca secuestraste a nadie?

Con el seño fruncido, ¿por qué para ella eso es normal?

No, Ailena, y me parece extraño que para ti sea normal, sólo dame alguna pista.

Es un basurero, sin duda alguna. Parece ser un galpón o algo así.

¿Un galpón? Eso no es mucha información.
¿Algo más? Dime que ves.

A los gilipollas amigos tuyos. Él de la otra noche y dos más.

Además de ellos, ayúdame.

Estoy secuestrada. No puedo ayudarte.

Por el mismísimo Satán, esta chica es imposible.

Vale, debo de confesar que cuando estábamos llegando oí algo como "dónde el mal comienza y la bondad termina". No sé realmente si eso significa algo.

Dónde la maldad comienza y la bondad termina. Es un acertijo.

Dime, Ailena, ¿dónde comienza el mal?

En ti.

Sonrío.

¿Y la bondad?

En mí, claro.

La realidad es que según mis clases de acertijo, él hace referencia al infierno, pero estoy muy segura de que no estoy allí, sino moriría de calor. Tiene que ser algo de aquí que se asimile a eso. Sería como el infierno en la tierra.

La prisión, claro.

Además de capullo y ardiente, también eres inteligente, genial.

Voy por ti, espérame.

Cómo si pudiera moverme.

Río: antes de cortar la comunicación con ella, debo de avisar a Lucifer.

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