Mortífero fue como un disparó hacia arriba y fuera del camino mientras la lava salpicaba a su alrededor. Nocturno no se movió lo suficientemente rápido, y una gota de color naranja brillante salpicó su pie. Un dolor ardiente lo atravesó y pensó que podría desmayarse.
Entonces una forma surgió de la lava: Venganza, gritando y tratando de escapar mientras lo hervían vivo.
Las garras de Mortífero tiraron de Nocturno en el aire justo a tiempo. La lava se esparció en todas direcciones mientras el dragón moribundo agitaba sus alas.
-¡NO HAGAIS ESTO! ¡SÁLVADME!- Venganza aulló.
Los guardias dieron un paso adelante con rostros inexpresivos. Llevaban una especie de armadura, que incluía cascos y placas gruesas sobre el vientre, y todos llevaban lanzas de puntas malvadas como la que Gloria había traído a la selva tropical.
Fueron estas lanzas las que usaron para empujar a Venganza de nuevo debajo de la lava, y para retenerlo allí hasta que la agitación se detuvo y la forma oscura del dragón lleno de cicatrices finalmente se hundió por debajo de la superficie de color rojo dorado brillante y desapareció.
Después de un largo momento, Nocturno recordó respirar de nuevo. Miró a Mortífero, flotando en el aire a su lado. Había una mirada inusualmente somnolienta en el rostro del asesino, como si acabara de ver un destello de su posible futuro, y no en una especie de visión mágica profética.
-Gracias, Majestad-, dijo finalmente Mortífero, inclinándose hacia la reina oculta.
-No lo hagas, Mortífero-, dijo Grandeza, con la voz quebrada. Se aclaró la garganta y apartó la mirada. -No hemos terminado contigo-. Se dirigió a los guardias. Llevadlo al calabozo. Investigaremos los cargos y luego Su Majestad decidirá qué hacer-.
Mortífero voló hacia los guardias y les permitió empujarlo hacia la puerta, solo miró hacia atrás una vez para encontrarse con los ojos de Nocturno con una mirada que Nocturno no pudo decodificar.
<<Quizás espera que tenga la habilidad de leer la mente. Quizás esté intentando enviarme un mensaje>>.
<<Si es así, lo siento, Mortífero>>. Escogiste el dragón equivocado.
Grandeza se frotó las crestas sobre los ojos, luciendo cansada. -Está bien, necesitamos un descanso. Si es vuestro turno de comer esta semana, hacedlo ahora y nos volveremos a reunir esta noche-. Miró alrededor de la habitación, se inclinó de nuevo hacia la pantalla de lava y agregó: -La reina dice que regresemos al anochecer con posibles estrategias defensivas y ofensivas. Oráculo, mira si puedes destripar algo más de información al dragonet antes de eso-.
Oráculo bajó la cabeza, flexionando las garras. Nocturno esperaba con inquietud que quisiera decir "destripar" de una manera metafórica.
Los Alas Nocturnas comenzaron a dispersarse, la mayoría a través de agujeros en el techo. Oráculo hizo un gesto con la cabeza y Nocturno lo siguió a regañadientes por los túneles.
La mención de comer le había recordado lo hambriento que estaba, aunque en realidad no podía preocuparse por la comida cuando ni siquiera estaba seguro de si era un prisionero o un espía o simplemente un fracasado. Y después de lo que le había sucedido a Venganza, Nocturno estaba bastante nervioso por lo que los Alas Nocturnas podrían hacer con un fracasado.
Las alas de Oráculo se agitaron como nubes de tormenta mientras se adelantaba a Nocturno. Pronto Nocturno se dio cuenta de que no iban a regresar al dormitorio: Oráculo había dado un giro en alguna parte y ahora Nocturno podía ver una tenue luz gris más adelante.
Salieron a una plataforma de roca que sobresalía del costado de la fortaleza.
Debajo de ellos había un extraño paisaje de rocas que parecían gigantescas escamas de dragón gris negruzco con grumos y un naranja ardiente brillando debajo, llenando las grietas. <<Un campo de lava>>, pensó Nocturno.
Recordó un poco sobre los volcanes de uno de los pergaminos que había estudiado debajo de la montaña, lo que se sintió hace una vida. Pero no había ningún volcán activo en el continente de Pirria, como había memorizado como no lo había hecho con los otros pergaminos. Nunca se le había ocurrido que los Alas Nocturnas, que habían escrito la mayoría de los pergaminos, pudieran tener conocimiento de primera mano de los volcanes; podrían, de hecho, estar viviendo en uno.
Nocturno no pudo ver ninguna cueva o un río de lava como el que Gloria había descrito, así que supuso que estaban al otro lado del volcán. Pero el aire estaba tan lleno de humo y gris como ella había dicho, y tan difícil de respirar. Todavía sentía esa sensación de raspado en carne viva hasta la garganta.
En lo alto, en el cielo ceniciento, un par de dragones negros giraban, dando vueltas y vueltas, como buitres. Nocturno se preguntó si podrían ver el continente desde allí. ¿Qué tan lejos estaba la isla del resto de Pirria? ¿Los Alas Nocturnas tenían alguna forma de llegar allí que no fueran los túneles secretos hechos por el animus hacia la selva tropical?
Muchas preguntas. Toda su vida había estado llena de preguntas sobre los Alas Nocturnas y su hogar secreto, y ahora tal vez todas pudieran ser respondidas. Se tomó un momento para pensar, <<estoy aquí. Esta es mi casa. Esta es mi tribu. Esto es lo que estaba buscando>>.
Pero no parecía cierto. Este horrible lugar no se parecía en nada a la utopía Ala Nocturna que siempre había imaginado. Se había imaginado un hermoso lugar escondido lleno de arte y música y dragones a los que les encantaba leer, con agujas que llegaban hasta las nubes, cascadas, luz del sol y una biblioteca en cada esquina. No esto: el humo, el hedor, la hostilidad y el entorno lúgubre.
E incluso un millón de respuestas, incluso todas las respuestas a todas las preguntas que se le ocurran, no podrían ocupar el lugar de Sol y los otros dragonets.
Oráculo miró a través del campo de lava e inhaló varias veces, sus fosas nasales se dilataron y su lengua se deslizó hacia adentro y hacia afuera. Hizo esto durante tanto tiempo que Nocturno comenzó a preguntarse si le pasaba algo en la nariz.
-Um-, chilló Nocturno al fin.
Oráculo lo fulminó con la mirada en medio de una inhalación gigante.
-S-sólo, um-, dijo Nocturno. -Solo quiero que sepas que no sé nada más. En realidad. Sobre el ataque de los Alas Lluviosas...-. Casi de inmediato, su cerebro traidor comenzó a vociferar: ¡Excepto que Gloria podría ser la reina ahora! ¡Y que los Alas Lluviosas son normalmente pacifistas! Y...-
Fijó sus ojos en la montaña detrás de ellos y trató de pensar en nada más que lava.
Oráculo resopló. -Eso no me sorprende-, dijo. -Eres el espía más inútil que he conocido-. Extendió las alas e inhaló una vez más. -Vamos.-
Su cola casi tiró a Nocturno de la cornisa mientras saltaba hacia el cielo.
-¿Ahí abajo?- Nocturno llamó, mirando las grietas fundidas en las rocas debajo de ellos. -¿Es seguro?- Aleteó para alcanzar a Oráculo.
-Por supuesto que no-, espetó Oráculo. -Varios dragones han cometido el error de intentar aterrizar allí, solo para romper la corteza y caer directamente-. Asintió con la cabeza a una forma blanca que sobresalía de las rocas. Nocturno la miró hasta que se dio cuenta de lo que era, y luego deseó no haberlo hecho. Su estómago se retorció cuando vio a algunos otros: cráneos de dragón, con la boca abierta en un grito eterno.
-No sugeriría una mirada más cercana-, dijo Oráculo secamente. -Vamos hacia allá-. Señaló con la cabeza hacia el lado más alejado de las rocas de lava, donde Nocturno ahora veía una maraña de árboles grises cubiertos de cenizas.
-Entonces.- Nocturno se aclaró la garganta. -Cuando Grandeza dijo "si es tu turno de comer esta semana", ¿Qué significaba eso?-
Oráculo siseó. -Hay un horario rotativo. Todos los Alas Nocturnas pueden cazar o recolectar comida durante aproximadamente cinco días de cada mes. Naturalmente, soy una excepción.-
-¿Naturalmente?- Nocturno hizo eco, aunque no había querido que sonara tanto como una pregunta. <<¿Solo cinco días al mes? No es de extrañar que estén todos tan delgados... deben estar quedándose sin comida en esta isla>>.
El dragón mayor lo miró con el ceño fruncido. -Mi papel en el futuro de la tribu me hace indispensable-.
-Oh-, dijo Nocturno, sin atreverse a hacer más preguntas.
A medida que se acercaban a los árboles, resultó ser un bosque más grande de lo que Nocturno había esperado, cubriendo aproximadamente una cuarta parte de la isla, desde el borde de la lava hasta el océano.
-Ya veo-, dijo con alivio. -Me preguntaba dónde cazabais-. Seguramente no podría haber muchas presas en un volcán activo.
-Aquí, cuando sea necesario-, escupió Oráculo. -Por ejemplo, cuando no podemos llegar a la selva tropical o al Reino de Arena-. Su lengua negra bífida siseaba entrando y saliendo.
<<Oh. Esa debe ser otra razón por la que están tan enojados en este momento: han estado usando la selva tropical para encontrar presas adicionales>>, pensó. <<Como ese perezoso que Gloria, Cieno y yo encontramos junto al río>>. Había tenido problemas para quitarse de la nariz el hedor de ese perezoso moribundo. Por un momento, Nocturno pensó que el recuerdo le había devuelto el olor, hasta que se dio cuenta de que un olor similar a descomposición venía del bosque debajo de él.
-Toda la isla estaba así cuando llegamos aquí-, dijo Oráculo.
-¿Quieres decir, cubierta de árboles?- Preguntó Nocturno. -¿Qué pasó? ¿El volcán?- Pregunta estúpida. Por supuesto que fue el volcán. Miró hacia atrás a la montaña, que debió haber enviado un río de lava de esta manera que cubrió casi todos los árboles, convirtiendo la isla en un paisaje rocoso casi árido.
Oráculo no le respondió. Una vez volaron en círculos sobre sus cabezas y Nocturno divisó algunos otros Alas Nocturnas merodeando entre los árboles. Oráculo los fulminó con la mirada y luego agitó la cola hacia Nocturno.
-Rápido-, espetó. -Antes de que uno de ellos encuentre a mi presa-.
-Tu...-comenzó Nocturno con curiosidad, pero Oráculo ya había doblado las alas y se dirigía hacia una zona de árboles atrofiados no muy lejos de la playa.
El dragón más viejo aterrizó con un ruido sordo que envió polvo gris ondeando alrededor de sus garras e inmediatamente dejó caer su nariz al suelo. Con un horrible resoplido, cargó a través del claro, respirando profundamente y moviendo la lengua rápidamente hacia adentro y hacia afuera.
Nocturno nunca había visto una caza como esa. Desierto les había enseñado lo que podía en las cuevas debajo de la montaña, y a veces había involucrado rastros de olor, Nocturno siempre fue bueno en esos, pero por lo general también implicaba estar callado, esperar para detectar a tu objetivo y luego atacar rápidamente, incluso antes de que supiera que estabas allí.
Pero por el ruido que hacía Oráculo, Nocturno pensó que todos los animales de la isla debían saber que venía.
Siguió al gran dragón negro, pensando en Desierto y sus lecciones de caza. Su guardián Ala Arenosa no había sido particularmente amable con los dragonets, aunque nunca había sido tan cruel como Rapaz. Pero siempre se había dado cuenta de lo mucho que estudiaba Nocturno y, a veces, le daba tutoriales especiales sobre pergaminos que Nocturno encontraba confusos.
Su otro guardián, Membranas, a menudo se había esforzado por traer más pergaminos para Nocturno en sus viajes al exterior. Ambos habían sido más cautelosos con él que con los otros dragonets, tal vez preocupados de que sus habilidades de lectura mental o profecía de Ala Nocturna pudieran manifestarse repentinamente.
<<Algo que todavía estoy esperando>>, pensó, encorvando sus alas.
Oráculo hizo un sonido gutural y triunfante y apartó un arbusto sin hojas de su camino.
Debajo había algo medio muerto.
Más que medio muerto, pensó Nocturno. Casi muerto. Parecía un montón de plumas blancas y grises del tamaño de la cabeza de un dragón. Cuando el Ala Nocturna gigante enganchó una garra para sacarlo, dejó escapar un terrible graznido patético.
-¿Qué es eso?- Preguntó Nocturno, tratando de recordar un pájaro como ese en sus pergaminos. Su curiosidad le hizo olvidar que tenía demasiado miedo para hablar. -Es más grande que cualquier gaviota que haya visto-.
-Un albatros gigante-, dijo Oráculo, dándole la vuelta. -Estaba seguro de que ya estaría muerto-. Con un encogimiento de hombros, cortó con una garra la garganta del pájaro.
Nocturno cubrió su hocico con una de sus alas. El olor tóxico del pájaro muerto era casi abrumador; quería correr hacia el océano y enterrar su cabeza en el agua salada para que desapareciera.
Mientras Oráculo lo pinchaba unas cuantas veces más, Nocturno vio una mordedura en el cuello del pájaro como la del perezoso muerto en la selva tropical. Parecía infectado y repugnante, plagado de insectos.
-¿Estás seguro de que es comestible?- preguntó.
-Yo fui quien lo mató-, gruñó Oráculo. -Definitivamente me lo voy a comer-.
-¿Pero no te enfermará?-
Oráculo le dirigió una mirada sombría. -Los Alas Nocturnas no se enferman. No me digas que tienes un estómago débil además de todo lo demás que te pasa-.
-N-no, no lo creo-, dijo Nocturno, esperando que no estuviera a punto de vomitar y demostrar que estaba equivocado. -Pero mira, probablemente hay bacterias horribles a lo largo de esa herida-.
-Por supuesto que hay-, dijo Oráculo. -¿Cómo crees que murió? Mi mordida lo infectó. Eso es... Hizo una pausa y miró a Nocturno con el ceño fruncido. -¿No es así como cazas tú también?-
Nocturno miró al pájaro de olor horrible. Tenía la sensación de que no debería admitir que, hasta el momento, Cieno había hecho la mayor parte de la caza desde que dejaron la montaña. Pero tampoco quería admitir que no entendía esto en absoluto.
<<Usa tu cerebro>>, se dijo a sí mismo. <<Puedes resolver esto>>.
-Muerdes a tu presa-, dijo lentamente. -Y luego esperas a que muera. Y luego lo encuentras y te lo comes, una vez que ya está muerto y podrido. Pero no te enferma-. Miró los dientes de Oráculo con los ojos entrecerrados. -Hay algo en tu boca que los mata, incluso si la mordedura en sí no fuera fatal. ¿Es veneno?-
Oráculo negó con la cabeza. -Algunos Alas Nocturnas piensan que sí, pero ninguno de nuestros científicos ha podido encontrar ninguno cuando examinan los cadáveres de nuestra tribu. Tampoco hemos tenido éxito en replicar los disparos con veneno de los Alas Lluviosas-. Miró al pájaro con el ceño fruncido y de repente le arrancó las alas. -Puedes tener esto-, dijo sin generosidad, arrojándolo a Nocturno.
Nocturno saltó hacia atrás para evitar atraparlo, y el ala se estrelló contra el suelo frente a él. Varias cosas retorcidas salieron del ala y cerró los ojos rápidamente.
-Um-, dijo. -No gracias.-
Oráculo ya tenía los dientes enterrados en el vientre del albatros. Cortó un bocado y masticó por un momento, mirando fijamente a Nocturno.
-¿Qué crees que vas a comer?- rugió. -Esta es la forma de los Alas Nocturnas-.
-Estoy empezando a ver por qué eres tan inútil-, siseó Oráculo. -Nadie te ha enseñado nunca a ser un Ala Nocturna. Asumimos que nacerías superior como el resto de nosotros, pero tal vez tengas defectos. Bueno, no tenemos tiempo para sensibilidades delicadas y una larga cacería de tortugas. Come el ala o muere de hambre-.
Nocturno estaba demasiado intrigado por este extraño fenómeno biológico como para entender que acababa de ser llamado defectuoso e inútil.
-Escucha, puede que a ti no te enferme, pero creo que me enfermaría a mí-, dijo Nocturno. Deseó poder escribir todo eso. ¿Hubo algún pergamino sobre las mordeduras de los Alas Nocturnas y lo que le hicieran a su presa? Quizás podría estudiar la tribu y escribir el primero. -No estoy acostumbrado a comer carroña infectada. Científicamente, supongo que es algo a lo que tienes que adaptarte con el tiempo, como habrán hecho tus dragonets, al crecer con una dieta como esta, pero no tendré los anticuerpos correctos para mantenerme a salvo. No vale la pena correr el riesgo-.
El enorme dragón negro se había detenido a mitad de la mordida y estaba mirando Nocturno con la boca abierta.
-Bueno-, dijo después de un largo momento, -eso responde a esa pregunta-.
-¿Que pregunta?- Preguntó Nocturno.
Oráculo se quito los rastros de comida de los dientes con una garra y se azotó la cola.
-Ahora sé quién es tu padre.-
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