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La chica de pelo violeta
Luca
Me gustó su forma de caminar hacia mí, su manera sutil de sonreír, sus ojos de color café claro.
Sus pecas esparcidas por su rostro delicado como una constelación de estrellas en el cielo oscuro, su estilo de ropa, su nariz chata. Su boca.
Podría escribir miles de canciones sobre todas las cosas que quería hacer con esa boca, pero todavía era muy pronto para eso. Dejemos las perversiones para después.
Aunque esta chica me lo ponía difícil, consciencia. Cómo movía las caderas, Dios.
¿Realmente nació aquí? Porque esa destreza que tenía para embelesarte con sus movimientos desde luego no abundaba ni en Londres ni en París. Ni siquiera la había visto antes.
Y no me importaba. Necesitaba conocerla.
Después de dejarlo con Chloe, no había salido con nadie y algo en mi sexto sentido me decía que quizás esta fiesta podría dar comienzo a una etapa distinta.
— Hola, ¿cómo te llamas?
Su voz relajada y despreocupada me atrapó de inmediato. Normalmente siempre debía yo iniciar la conversación, hacer las preguntas e interesarme por la vida de las personas; sin embargo, con ella no. Sus cejas castañas se alzaron, esperando mi respuesta.
— Luca King, ¿y tú?
Sus labios se abrieron en sorpresa, dejando escapar un "joder" muy bajo, que apenas logré distinguir por encima del alto volumen de las canciones de Shakira que acababa de poner Niall. Siempre tan oportuno.
— Oh, em...yo Violet.— sonrió débilmente. ¿Estaba intimidada por mí? No la culpaba, mi apellido tenía un peso muy conocido.
— ¿Violet qué más? — susurré en su oído, acortando la distancia.
No pasé por alto el segundo que tardó de más en contestar y cómo su cuerpo reaccionó a mi cercanía, su pecho se levantaba y bajaba más rápido que hace unos pocos segundos.
— Violet Black.
— Bonito nombre.
Lo último que esperaba oír en ese momento fue su risa, destornillante y alegre.
— ¿Qué te hace tanta gracia?— fruncí el ceño, perdido completamente en intentar comprender su reacción.
— Tú y tu manera anticuada de ligar.— dijo con una sonrisa descarada, como si no hiciera falta explicarlo, dada la obviedad.
— Ah, pensaba que gustaría.— Mierda, Luca. ¿Para qué te expones tanto frente a alguien que desconoce hasta tu color favorito?
— Bueno, pretty boy, como verás, no funciona el mismo truco con todo el mundo.— se mofó, su mirada marrón llena de picardía. ¿Acababa de llamarme "chico guapo"?
— Eso está por ver.— Entrelacé su mano con la suya, sin pensar demasiado en las consecuencias.
Noté la calidez y suavidad de su piel. Debía admitir que se sentía natural que Violet me siguiera hasta el jardín trasero de la casa sin rechistar o avasallarme a preguntas. Aquí la música no me perforaba los oídos, lo que agradecí al universo.
Me senté en el pasto verde; a unos metros nos rodeaban otros estudiantes universitarios de nuestra edad. De golpe, la inseguridad se retorció en mi estómago. ¿Y si me había imaginado la atracción de parte de ella?
— Qué frío.— cortó el silencio ella, abrazándose con los brazos. El escote de su top apenas le cubría el pecho, y sus medias negras no debían de ayudar mucho contra la brisa nocturna que acababa de levantarse.
Me maldije a mí mismo por no llevar una chaqueta y no poder ofrecérsela. Permanecía de pie, su metro setenta y cinco me resultó precioso. Todo en ella me resultaba precioso.
— Siéntate conmigo.— señalé el sitio que había a mi lado en el césped artificial, recortado por los jardineros de los James. Sus piernas avanzaron con decisión hacia mí, aunque no se dobló para recostarse junto a las mías.
— ¿Y si me siento encima de ti?— Agachó su rostro angelical, mirándome con una mezcla de seducción y diversión.
Tuve que tragar saliva, Dios.
— Espero que no te importe rozar mi erección entonces.— Enredé mi dedo índice en un mechón púrpura de su cabello, disfrutando de la forma en la que sus mejillas se encendían y sus pupilas se dilataban.
— ¿Debería hacerlo?— Su modo de observarme debería haberme servido de advertencia de su próximo movimiento.
La chica de pelo violeta se acomodó en mi regazo, y me olvidé de que estábamos todavía en público, a ojos de gente conocida y bajo la luna llena de un veintinueve de noviembre.
Me permití cerrar los ojos un segundo con tal de no perder el control. Ella se removió durante unos instantes, torturándome con parsimonia, hasta que encontró una posición lo suficientemente cómoda para su gusto.
Coloqué ambas manos en sus caderas, y al mantener contacto visual con Violet de nuevo, me encontré con un brillo de placer en sus ojos de ciervo.
— ¿Te diviertes, darling?— Gruñí, luchando con mi mente sobre si ceder o no a mis impulsos.
— Un poco. —Se encogió de hombros, con una sonrisa inocente que no engañaba a nadie. Pero luego se inclinó hacia adelante, apoyándose en mis hombros, y su tono se volvió juguetón. —Tranquilo, pretty boy, no soy tan mala como parezco.
Lo dudaba. Hablé, al final:
— ¿En serio? Porque no lo parece.
Sus suaves carcajadas consiguieron aligerar el ambiente, pero su proximidad ya había causado suficientes estragos.
— Quizá solo estaba enseñándote algo de mí. — murmuró, su vista fija en mis labios.
— ¿Y qué estás enseñándome exactamente? — cuestioné, curioso por ver lo que haría a continuación.
Ella sonrió, misteriosa, subiendo su mirada a mi altura. Me había hechizado con su perfume de lavanda.
— Que me gusta jugar, pero también sé cuándo detenerme.— Se echó hacia adelante, eliminando los quince centímetros que apenas nos separaban, y provocando una deliciosa —pero tortuosa— fricción entre mis pantalones y su falda.
Ahí fue cuando supe que Violet Black no era alguien corriente ni con quien pudiera mantenerme indiferente.
Había llamado mi atención.
— Hasta pronto, Luca. — me besó la mejilla con dulzura, dejándome desarmado. Su pelo acarició mi piel en el acto.
Luego se puso de pie, y caminó hacia la fiesta, de la que procedía el zumbido del techno.
Así me dejó pensando en que hacía tiempo desde la última vez que una chica me daba un beso, más allá del sexo y las formalidades de los negocios. Llevaba un año soltero desde que rompí con mi ex-novia, estaba cómodo con mi soltería, por lo que no entendía por qué de repente, el deseo de que se despidiera de mí de ese modo todos los días, invadió mi cabeza, mi corazón y mi alma.
No debía desearla, ¿cierto? Pero el ser humano tenía debilidades, y yo no podía ignorar la tensión entre nosotros ni un minuto más.
☆☆☆☆
N/A: Votad, comentad y decidme si os ha gustado el capítulo, jeje. :)
Prometo que el siguiente será más largo, estos dos primeros han sido el calentamiento. Recordad seguidme en TikTok e Instagram wattpader_novena.
Feliz Nochevieja/Año Nuevo.
31/12/2024
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