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Capítulo XXXII: Una Gran Perdida.



Sabine ya estaba en la ciudad para su suerte el lugar en donde se estaba quedando aún estaba bien, nadie la reconoció y logró pasar sin ningún problema al departamento pequeño que rento por un año, tenía en mente su plan que era acabar con la vida de los abuelos de Camilo dejando como final el ataque a Clarisa. Desde que estaba en el vuelo no paraba de pensar cómo iba a matarlos, algunas risas silenciosas lograban formarse en sus labios por lo macabro de sus pensamientos.

Mientras dejaba su maleta en la sala se dirigió al cuarto específicamente a su closet al abrir, estaba un compartimiento especial donde había todo tipos de armas para hacer daño, la mayoría eran pistolas con silenciadores y navajas de gran filo. Buscaba un arma que fuera mortal que diera una muerte rápida y severa, terminó escogiendo dos armas porque su objetivo final era la mejor amiga de Alan ya que los abuelos de Camilo pensaba asesinarlos con una pistola con silenciador para no llamar la atención de los vecinos del lugar.

Se sabía perfectamente la dirección de la casa, en cuestión de minutos logró cambiarse para estar vestida completamente de negro, era su color favorito decía que le daba un toque de elegancia. Finalmente salió del recinto para dirigirse a la casa de los Harris, encendió la radio para escuchar algo de música para divertirse en el camino. Casualmente la estación de radio que ella colocó estaba reproduciendo "Sweet but psycho" cantaba algunos versos y movía la cabeza de un lado para otro, ya se encontraba cerca de la vecindad se detuvo solo a dos cuadras de la casa, se bajó del auto fue caminando por la acera y algunos vecinos se le quedaban observando por el atuendo que llevaba puesto.

Se fijó de que el carro de los abuelos de Camilo estuviese allí, poco a poco se fue acercando, toco el timbre dos veces para que notaran la insistencia, a lo lejos se lograba escuchar la voz de Rosa apresurada por llegar a abrir. La mujer pensaba que Camilo había olvidado algo importante, al abrir la puerta allí estaba Sabine apuntando con la pistola en dirección a ella. Se quedó paralizada por el miedo e intentaba emitir un grito pero su garganta no lo hacía era como si sus cuerdas vocales hubiesen sido cortadas con un cuchillo de buen filo, colocó la pistola en su frente indicando que llamara los señores.

—Llámalos ahora, sino te vuelo los sesos aquí mismo—comunicó desafiante.

Como pudo Rosa fue caminando hasta la habitación con Sabine de compañía, su rostro reflejaba miedo e incertidumbre por todo lo que estaba pasando al abrir la puerta ella balbuceaba pero sus palabras no eran entendida por Santino hasta que se acercó más y entendió lo que estaba sucediendo, no quería que su esposa estuviera allí pero ya era tarde ella estaba en la cocina tomando un vaso de agua cuando logro escuchar una discusión, aquello no le daba buena idea pero quería saber que estaba sucediendo por el pasillo.

—Sólo faltaba usted—rió Sabine.

—Llamaré a la policía de inmediato—manifestó Isabella corriendo.

—¡No avances más!—gritó disparando a la pared.

Isabella estaba muy asustado comenzó a tocarse en caso de que el disparo lo hubiera recibido ella, su cuerpo estaba bien hasta que Sabine la tomó del cabello para decirle:—Un solo paso más y mató a tu esposo, así que piensa bien lo que vas hacer estúpida—la empujó provocando que cayera al suelo, les ordenó que estuvieran en el mueble sin hacer nada solo que ella quería tener una pequeña platica con ellos, la pareja la observaba pero no le prestaron atención. Apuntó nuevamente a Rosa provocando que la mujer gritara un poco, caminaron y se sentaron en los muebles.

—Así me gusta, que me hagan caso porque sino los mato a todos y reduzca a llamas esta casa—manifestó.

—¿Hasta cuando? Es que tu mente retorcida no te permite pensar, es que no entiendes que mi nieto no te quiere cerca.

—Hasta que me dé la gana, su nieto va quererme como soy y lo tendrá que aceptar, pero primero debe deshacerme de ustedes porque son una piedra en el zapato.

Isabella la mira horrorizada por lo que acababa de confesar se acercó a ella y nuevamente la golpeó en el rostro, con la mirada en el suelo le hizo una señal a su esposo de que llamara a la policía a como dé lugar, la mujer se levantó y le dio un puñetazo a Sabine para luego empujarla provocando que cayera sentada al suelo. La disputa se hizo más fuerte porque Isabella le dio varias cachetadas, sus piernas hacían presión en la cintura de Sabine provocando que esta no pudiera levantarse del suelo, Santino ya estaba con teléfono en mano y logró contactar a la operadora de la policía le explicó toda la situación que sucedía en la casa.

Cada vez los gritos eran más fuertes hasta que escuchó como un florero era quebrado en alguien, el miedo lo invadió pensando que algo le había pasado a su esposa, tomó un cuchillo de la cocina y con precaución fue caminando hasta la sala y la escena con la que se encontró era de alivio porque Sabine estaba en suelo con una herida en la cabeza, ella yacía en el suelo totalmente inconsciente su esposa le explica que tuvo ayuda de Rosa porque ella se encontraba en desventaja. Se alejaron de la zona y salieron al patio trasero para estar más seguros en caso de que ella apareciera nuevamente, mientras pasaban el susto Rosa no paraba de llorar por lo que había vivido anteriormente al ser sometida baja tanto estrés.  



La tranquilidad fue interrumpida porque Sabine se levantaba del suelo un poco mareada, se quejaba por el dolor que sentía en la cabeza todo le daba vueltas gritaba por la ira que estaba experimentando, los buscaba por cada rincón de la casa sin tener éxito alguno el único lugar que faltaba era el patio trasero específicamente el área del jardín donde se hallaban las flores de Isabella. Con pasos silenciosos se fue acercando a la zona lograba escuchar los murmullos de los tres, intentaban llamar a Camilo pero su celular estaba apagado aquello les parecía extraño porque su nieto casi siempre atendía sus llamadas. Sabine sonrió porque su plan estaba llegando a su final.

—Ya tuvieron tiempo de despedirse, así que fue un placer conocerlos—Habló Sabine saliendo de donde se escondía.

Apuntó justamente a la dirección de Isabella en cuestión de segundos la bala ya había impactado el estómago de la mujer, Rosa gritó por lo que fue testigo se arrodillo al suelo para poder ayudarla, Santino estaba lleno de ira apretaba sus puños hasta hacerse daño con sus uñas. Cada vez se acercaba a él para tenerlo de frente y poder darle el disparo final, pero lo que no contaba Sabine es que él daría pelea. La tomó del cuello y lo apretó con toda la fuerza que tenía, le gritaba ofensas muy fuertes y sacudía su cabeza muy fuerte ella intentaba usar su arma pero su cuerpo no reaccionaba buscaba algo con que defenderse, para su suerte estaba una piedra a tan solo unos centímetros de ella como pudo logró alcanzarla e impacto en la cabeza de Santino provocando que el hombre la soltara y se lamentara por el fuerte dolor que sentía.

La frente de Santino estaba cubierta de sangre incluyendo parte de su mejilla derecha, Rosa le gritaba que se detuviera que ya hizo el suficiente daño pero sus palabras fueron en vano porque sin mediar palabras tomó nuevamente su arma y le disparó en el brazo a la indefensa mujer, aun con piedra en mano le dio el golpe final a Santino esta vez el golpe fue letal provocando la muerte instantánea al hombre veía con placer cómo cayó al suelo poco a poco aquel brillo de vida que desprendía su mirada se fue opacando hasta que la muerte lo arrebató por completo.

Se dirigió a donde estaba Isabella envuelta por un charco de sangre quería rematarla hasta que la niña de su mente aparece a su lado, le hablaba que la dejara quieta que era suficiente todo y que se enfocara en el otro plan porque ya era tiempo de hacerlo realidad, se agacho y tomo del cabello a Rosa para decirle:—Cuando veas a Camilo dile que esto es un recordatorio que estoy viva, y que si no regresa a mi lado matare a todo aquel que se relacione con él, no te maté a ti para dejarte de intermediario—la soltó para luego marcharse triunfante, Isabella todavía le quedaba pulso aunque se encontraba muy mal sus rosas habían sido cubiertas por su sangre sin duda una escena trágica

Las sirenas de la policía estaban lejos pero se podía escuchar a tan solo unas tres cuadras de la casa, eso le dio tiempo para escapar a Sabine limpió su mano de la sangre seca que tenía en su mano derecha, encendió el auto y avanzó muy rápido para que la policía no la detuviera en caso de hacerles preguntas, ahora soy otro objetivo era Clarisa gracias al equipo que Gabriel dejó pudo rastrear en donde se encontraba y casualmente estaba en el departamento de Alan. 




Parqueo el auto justo en la entrada se percató de que el personal de seguridad no la viera y pudiera entrar con éxito, subió por las escaleras tan solo dos pisos y allí estaba frente a la puerta del departamento, con una ganzúa abrió la puerta sin crear algún sonido. Entró al lugar y comenzó a visualizarlo para luego encontrarse con un retrato de Camilo y Alan donde se les podía ver muy felices, la rabia la invadió y lanzó el portarretrato al suelo provocando que este se destruyera por completo. El ruido llamó la atención de Clarisa, antes de salir le mandó un mensaje a Lancelot diciendo que al parecer alguien se había metido al departamento. No recibió respuesta y comenzó acercarse a la sala, y allí estaba una mujer pisoteando la foto de la pareja enseguida Clarisa entendió de quien se trataba.

—Clarisa Woods, pensé que nunca saldrías de allí—alegó Sabine dándose la vuelta para verla.

—¿Cristina o Sabine? Supongo que vivir con doble identidad se te debe hacer muy fácil, sabes que no eres bienvenida aquí, así que es mejor que te vayas—respondió Clarisa señalando la puerta.

—¿Irme? Si apenas acabo de llegar, además vine a verte a tí.

—¿Yo? Es que tu cabeza retorcida no entiende que debes largarte—desafió Clarisa.

Sabine se abalanzó hacía Clarisa pero ella fácilmente la evadió sin problemas, se le quedo viendo estaba pensando que no sería fácil herirla por eso tomo saco navaja y la empuño en posición de ataque, la castaña se rió para luego comenzar a sonarse los dedos de ambas manos. El enfrentamiento de ambas comenzó, lo que la francesa no sabía era que Clarisa sabía defensa personal y también estuvo siendo entrenada por un profesor de taekwondo, Sabine intentaba dañarla con la navaja pero sus intentos eran inútiles hasta que intentó con una bofetada. Lo que más odiaba eran las bofetadas por eso no contuvo en darle un buen puñetazo en la quijada, con tal fuerza que provocó que cayera al suelo intentando pararse cuando había recibido una patada en el estómago.

—¿Te dieron ganas de irte? Por mi podemos seguir todo el día peleando—rió Clarisa.

—Para nada, mi objetivo es matarte y sería un honor hacerlo—respondió levantándose del suelo.

Tomó la navaja de Sabine y con una fuerza sorprendente la lanzó hacia ella, quedando clavada en la pared de manera rápida, ella estaba entrenada para ese tipo de encuentros era como si fuera una asesina profesional, no logró hacerle daño solo fue una distracción para atacar cuando estuviese distraída. Logró detener el golpe que casi recibe aquello sorprendió a Clarisa un poco, fue entonces donde aprovechó para rodearla con su brazo derecho apretando su cuello para quitarle la respiración, apretaba muy fuerte. La castaña recordó que su entrenador le dio una clase en donde estuviese en ese tipo de situación solo debía hacer tres simple pasos, pisar su pie al atacante, golpear con el codo su estómago y para golpe final tomarlo del brazo para darle una vuelta dejando a su oponente muy herido, Clarisa aplico aquello que le enseñaron sabía que estaba una mesa de vidrio detrás de ambas y la derribó encima de esta.

Sin duda aquel golpe final la dejó muy mal herida sentía que su espalda estaba por explotar, Clarisa la tomó del cabello y le gritaba todo tipo de ofensas hasta que Sabine hizo lo mismo la agarro del cabello igual, ambas se jalaban y maltrataban enterrando alguna que otra uña. Nuevamente Clarisa le da otro golpe en la cara, la cogió del brazo y la saco del departamento, los gritos de Sabine se podían escuchar por todo el pasillo diciendo que nada la detendría la castaña ignoraba todo lo que decía, hasta que sacó su arma final de su bolsillo sorprendiéndola. La castaña estaba en desventaja porque si intentaba escapar podría dispararle por la espalda es lo que pensaba, la única opción era empujarla por las escaleras así que lo hizo provocando que las dos rodaran por los escalones, aún poseía dicha arma en su mano aunque estaba en el suelo boca Claris se subió a su espalda e intentaba quitársela se resistía mucho hasta su hueso sonó partiéndose, los alaridos de dolor eran fuertes con total facilidad la castaña le rompió la mano.

—Eres una salvaje—le gritó.

—No, solo que te conseguiste con la persona que le diera una patada a tu trasero, en este momento llamaré a Lancelot para que te entregue a la policía.

—¿Llamarás a mi ex novio? Tanto que me odias y comes de mi sobras—río Sabine.

Aquella confesión no la aceptó muy bien Clarisa no entendía porque no le había hablado de algo tan importante, al darse de vuelta para ver a la psicópata ya no se encontraba en el lugar, logró marcharse rápidamente del lugar, con el orgullo destruido por la golpiza que recibió por parte de la mejor de Alan.  



Le parecía muy extraño a Camilo que sus abuelos no hubieran presentado al acto de grado de su novio, una sensación de angustia lo invadía teniendo pensamientos un tanto extraños como si algo estuviera mal, llamó tres veces a la casa pero nadie atendió ya todo había terminado solo faltaba decidir en dónde ir a comer para celebrar el logro de Alan. La única opción era ir a la casa, quizás se les había presentado algún inconveniente era lo que su mente le decía, a su lado estaba Lancelot preguntándose a sí mismo en dónde podría estar Clarisa porque tampoco había asistido, su celular sonó y era ella le contaba todo lo que sucedió no se podía creer lo que contaba nuevamente la persecución contra Sabine empezaba.

Colgó su llamada y con mirada seria tuvo que contarle lo que sucedía a Camilo:—Sabine está regreso, intentó matar a Clarisa—La preocupación aumentó más, sin duda sus abuelos estaban en peligro pensó, se retiró de la universidad antes de hacerlo le dijo que fueran a la casa la dirección Alan la conocía le indicó, manejaba a toda velocidad necesitaba saber si ellos estaban bien. Sus manos sudaban y sus pupilas comenzaban a cristalizarse, en diez minutos había llegado a la casa lo que le parecía extraño que la policía estuviese dentro de la vecindad siempre se caracterizó por ser una comunidad muy tranquila, la casa de sus abuelos estaba llena de agentes policiales incluyendo al comodante que ayudó a Alan con su búsqueda.

—Señor Harris es mejor que no pase, permanezca afuera.

—¿Qué sucede? Aun sigo sin entender porque están dos ambulancias en la casa de mis abuelos.

—Se rumora que hubo un asalto, aún no hemos tenido la declaración de la ama de llaves.

Sin mediar palabras entró a la casa y al ver aquella escena de destrucción se quedo sin palabras, hasta que se dio cuenta que la puerta que daba al jardín estaba abierta corrió para allá, al salir vió como su abuela era metida en una bolsa negra para cuerpos giró su mirada para ver si encontraba a su abuelo Santino, a tan solo unos metros de donde estaba su abuela Isabella estaba él en suelo aun con los ojos abiertos. Todo le daba vueltas para luego comenzar a llorar sin parar, sus gritos estaban llenos de dolor, rabia, e impotencia sabía muy bien quien se encargó de acabar con la vida de las únicas personas que le quedaban. Se abalanzó al cuerpo de su abuelo y lo alzó para colocar su cabeza en su pecho, cerró sus ojos con mucho dolor sin duda era una escena que podía hacer llorar a cualquiera porque eran sus padres de crianza quienes se encargaron de darle el amor que necesitaba de sus padres ausentes.

—Abuelo no me dejes, no sabría que hacer sin ti—expresó con lágrimas en sus ojos.

—Lamento interrumpirlo joven, pero debemos llevarnos el cuerpo de su abuelo.

—!¡MALDITA SEA! Respeten mi momento, ellos no son un contenedor, eran lo único que me quedaban en esta vida—gritó el castaño.

Su camisa se llenó de sangre no quería separarse de Santino por ningún motivo, Rosa se fue acercando a Camilo ella también lloraba por la muerte de la pareja, lo abrazó y le dijo que los dejará ir. No lo aceptaba por ningún motivo entendía porque le hicieron aquel acto tan atroz, finalmente cedió para quedarse acostado en las piernas de Rosa, ella le comunicó que ella sabía quién fue la persona que asesinó a sus abuelos.

—Fue Sabine.

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