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Capítulo XVII: Cara A Cara.

"En medio de la noche, en mis sueños deberías ver las cosas que hacemos. Sé que estaré contigo así que me tomaré mi tiempo". 

Doce la noche marcaba el reloj que estaba pegado en la pared de aquella habitación rodeada de posters de algunas películas, el chico anónimo estaba un tanto estresado por no ver lo suficiente a Alan se preguntaba qué había sucedido y porque estaba pocas veces en el departamento lo que llegó a preocupar fue verlo llorar con las manos llenas de sangre. Pensó que Camilo le hizo daño incluso estuvo a punto de llamar a la policía por eso, justo antes de hacerlo vió por sus binoculares que el pelinegro estaba siendo curado y fue entonces que se calmó.

Se metió en su laptop para leer algunas noticias y para su mayor sorpresa una nota grande llamó su atención:—"El empresario Alexander Valenzuela se encuentra grave en el hospital, se presumen que fueron problemas cardíacos".

—Ahora todo tiene sentido—se dijo así mismo—como deseo abrazarte en este momento tan duro para ti.

Sin darse cuenta la luz del departamento fue encendida de repente, aún no se daba cuenta de que alguien estaba dentro. Seguía leyendo la noticia del padre Alan hasta que su mirada fue directo nuevamente al departamento, se sorprendió y salió al mirador para ver de quien se trataba. Era una persona que no conocía, nuevamente usó sus binoculares y detalló cómo era. Físicamente se parecía a Alan solo que su cabello era color castaño muy claro y usaba lentes, traía consigo una maleta al parecer venía de otro país.

—¿Será un hermano?—se preguntó.

Estuvo un rato observando hasta que se canso de hacerlo, y decidió entrar nuevamente a su habitación. Estar oculto por tanto tiempo le hizo pensar presentarse ante Alan pero el miedo lo dominaba, conocía cada punto débil de Alan incluyendo sus fortalezas pero de nada le servía porque no lo tenía ante sus brazos. Mientras tanto busco su celular y buscó en su lista de canciones "Colors de Halsey" empezó a ejercitarse por varios minutos hasta que su computadora emitió un sonido de notificación, al parecer era un correo electrónico se sentó en la silla al revisar bien de quien se trataba su ceño se frunció. Solo una persona lograba hacer que su humor cambie y era su padre en el correo le explicaba que su hermano Esteban pasaría una temporada en la ciudad y no tenía donde quedarse, rodeo sus ojos y no tuvo más remedio que aceptar aunque le molestaba que su propio hermano no pudiera llamarlo o mandarle un simple mensaje siempre dependía de sus padres y ellos lo apoyaban en todo lo que pedía.

Siempre tuvieron una rivalidad desde niños porque siempre hubo preferencias, causando celos de su parte siempre decían que era un niño problemático y no buscaban la razón del problema. Demostró tener habilidades para los números y también para la computadora, a los diecisiete decidió independizarse rentando un departamento justamente por la misma vía en donde estaba ubicado Alan.

Aquella noticia seguía sin agradarle por eso decidió irse a dormir, quiso ver nuevamente si aquel muchacho de lentes seguía despierto pero las luces ya estaban apagadas. Había algo que le atraía de él pero no sabía que era, no le dio importancia aquello para irse nuevamente a su cama en minutos logró dormirse para empezar a soñar. En el sueño estaba en un lugar oscuro sentía como sus manos estaban sudadas solo podía pasar cuando se presentaba una situación de estrés, una mujer aparece al parecer tenía una peluca en su cabeza de color amarillo. Las palabras que emitía no eran entendibles de repente sacó un arma de fuego, intentaba quitársela pero le fue imposible porque ella le disparó en el pecho causándole la muerte de manera instantánea.

Se despertó completamente exaltado y por instinto tocó su pecho, era la tercera vez que soñaba eso le buscaba un significado pero no le daba sentido porque no conocía a esa mujer. Vio el reloj de la pared y marcaba las seis de la mañana, se levantó y tomó una ducha fría solo se tardó unos veinte minutos para luego ir a la cocina para prepararse su desayuno.

El timbre sonó dos veces causándole un poco de impresión, se imaginaba quién estaría detrás de la puerta al abrirla su cara cambió enseguida. Estaban allí con una sonrisa fingida, para darle un abrazo no deseado.

—Pero si es mi hermanito...

—¡No!—interrumpe—No estoy de humor para tus estupideces Esteban.

—Que carácter, no has cambiado nada, físicamente si has cambiado, pero sigues siendo el mismo amargado de siempre. Que diría mi papá si te llega a ver con ese tatuaje en el cuello.

—Cállate, al menos hubieses avisado de tu inesperada llegada—suspira—al final del pasillo está la habitación.

—Espero que esté limpia, además tengo hambre supongo que me harás comida ¿no?—desafío.

Sin mediar palabra alguna tomó las llaves del departamento y al abrir la puerta Esteban le gritó a dónde se dirigía, hasta que le respondió en su idioma materno con mucha molestia.

—Ce n'est pos ton problème, baise toi—grito enojado.

—Je vais dire á papa à ce sujet.

—Je n' ai pas peur de lui.

Cerró la puerta con fuerza y era verdad que ninguno de los dos se soportaban, porque siempre terminaban discutiendo en francés. Eran como agua y aceite, su estómago estaba rugiendo mucho por el hambre que tenía por suerte traía consigo dinero suficiente para al menos comer un desayuno decente. Da la casualidad que estaba un restaurante abierto y estaban sirviendo desayunos con descuento, entró rápidamente porque sentía que su estómago se estaba consumiendo. Ordenó su comida y se dispuso a esperar mientras observaba su celular logró escuchar la chillona voz de Cristina, no sabía como llamarla si por ese nombre o por el verdadero.

Notó que estaba hablando sola aunque al principio pensó que lo hacía desde el celular, pero no fue así ella se encontraba a tres mesas de él.

—Supongo que tu esquizofrenia debe estar muy controlada—exclamó detrás de ella.

Aquello le cayó de sorpresa, se dio vuelta para ver de quien se trataba recogió su cartera y dejó entera la comida que ordenó. Salió corriendo del lugar, pretendió perseguirla para seguir diciendo cosas referente a su enfermedad sin darse cuenta no visualizo que venía otra persona a su dirección. Los dos chocaron provocando una caída directo al suelo, no se percató de quién era esa persona hasta que le vio el rostro finalmente.

—Ehm...disculpa mi torpeza no logré verte—alegó el chico.

—Solo fue un incidente, soy nuevo en esta ciudad.

—Entiendo, bueno te puedo pagar lo que se derramó—se ofreció.

—Tranquilo, aparte de eso, ordene algo más. ¿Puedo sentarme en tu mesa?

Ya Cristina había escapado con éxito no le quedaba de otra que aceptar, aunque no quería aceptar que estuviera con él en la misma mesa solo quería estar solo sin que nadie le dirigiera la palabra.

—Por cierto, me llamo Rodrigo Valenzuela—extendió su mano hacía él—Estoy quedándome en el departamento de mi primo mientras tanto.

Al escuchar el apellido Valenzuela se quedó paralizado como una estatua, las palabras para presentarse ante Rodrigo no le salían de la boca pareciera que la tuviera sellada. Solo lo estaba observando causando cierta incomodidad entre ambos, hasta que finalmente le dijo un nombre falso que pensó en ese momento:—Yo soy Fernando.

—Su pedido aquí está—irrumpió el mesonero.

—¿Fernando?

—¿Eh? Perdona me distraje un poco.

—Ya veo, te pregunte que si estudiabas o solo trabajabas—demandó Rodrigo.

—Estudió Ingeniería en sistemas, lo que pasa es que anoche no dormí bien. Supongo que tú debes estudiar economía así como el empresario Alexander Valenzuela.

—Para nada, mi padre es el encargado de eso, aunque mi tío está mal de salud. Mi padre se ha encargado de todo sobre la empresa, yo estudio actuación y teatro. Por problemas personales me fui de la ciudad y regresé tras varios años de ausencia.

Se termino su desayuno rápido y ya quería irse sentía cierta ansiedad al estar a su lado, no quería tener mucha conversación con Rodrigo solamente quería huir porque quizás podría comentarle a Alan sobre su existencia y la verdad no se sentía preparado para conocerlo a pesar de verlo desde lejos su temor era tenerlo cerca y no saber cómo reaccionar.

—Creo que es hora de irme, tengo unos pendientes de la universidad.

—¿Tan rápido? Te iba a invitar al departamento de mi hermano para tener una conversación más relajada.

—La verdad no quiero molestar, puede ser en otra ocasión—respondió nervioso.

Tras varios minutos de discusión lo tomó del brazo y lo llevó arrastrándose por toda la calle, no era una buena idea estar en el mismo sitio que su amado pensaba. El sudor estaba en su frente, sus latidos del corazón eran cada vez más fuertes porque no hablaba desde el momento que entraron al vestíbulo principal. 


—¿Estás bien? No has dicho nada desde que entramos, ¿es por el ascensor? No niego que es algo aterrador.

—Sí es eso, soy claustrofóbico.

Pensó que dio la respuesta más estúpida de la historia mentalmente él se golpeaba con el suelo por haber respondido de aquella manera, salieron del ascensor estaba rogando que no estuviera el pelinegro porque no sabía como reaccionar al verlo y tampoco quería quedar en evidencia. Llegaron a la puerta y esta fue abierta poco a poco cuando se disponían entrar allí estaba Alan viendo con quien venía su primo, cierta luz solar apuntaba a su rostro dándole un brillo a sus potente ojos azules. El anónimo estaba que explotaba por dentro, sus emociones se elevaron tanto que apretó la mano de Rodrigo un poco fuerte. Cinco largos años y ese momento que tanto deseaba finalmente se le había hecho realidad.

—Rodrigo Andrés, ¿Quién es él?

"Arte no es lo que yo creo, lo que creo es caos"

Halsey.

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