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Capítulo XI:¿Regresaste?


Han transcurrido exactamente un mes tras el noviazgo de Alan y Camilo, aquello no sorprendió mucho a Clarisa siempre supo que terminarían juntos. Aunque había una piedra en el zapato y era Cristina, no paraba de persuadir en ocasiones al castaño buscando una manera de poder hablar con él nuevamente como si nada hubiese pasado. Intentó ser su amiga, pero ella enseguida rechazó tal oferta y era evidente que querían saber qué intenciones tenía. Ella no era estúpida si lo aceptaba todo lo que estaba planeado podría ser arruinado.

Intentaba callar su mente porque ya se encontraba en el hospital y para ser su primer día necesitaba dejar buena impresión, casualmente llegó un niño notó que este tenía unos moretones en ambos brazos causando preocupación por lo que fuera decir el pequeño. Una enfermera le informa que será su primer paciente, sufrió maltrato por parte de su padrastro que se encontraba en estado de alcoholismo y salió lastimado por defender a su madre.

—Hola pequeño, ¿cómo te llamas? —hablo colocándose de cuclillas frente a él.

—David...quiero ver a mi mami—dijo en voz baja y con miedo.

—David, que bonito nombre, me llamo Alan. ¿Porque tienes esos moretones en tus brazos?

—Defendí a mamá de ese hombre malo, y estoy muy triste porque no puedo verla—respondió con ojos cristalizados por lágrimas.

—Todo estará bien pequeño David, hablemos de otra cosa, ¿que te gusta hacer?—preguntó Alan tocando su cabecita.

Poco a poco el pequeño fue hablando más aunque no paraba de decir que su madre era maltratada cada noche que llegaba su esposo, dijo que no soportaba los gritos de dolor de su madre y que por eso defendió su integridad. Su testimonio lo sorprendió porque ese el día a día de aquellas mujeres que son maltratadas por sus esposos que la mayoría ha tenido consecuencias muy graves incluyendo la muerte de ellas, le explicaba a su abuela que debían llevarlo con terapeuta especializado en psicología infantil ya que eso ayudaría a David.

—David, todo estará bien, lo importante ahora es que estes bien y tu madre igual, ven dame un abrazo—agregó Alan abriendo sus brazos para recibirlo.

—Gracias doctor Alan—respondió el abrazo.

Alan tomó nota de cómo estaba emocionalmente el niño y que se debería trabajar primero emocionalmente, le tomó unos minutos anotarlo en el la hoja de información para luego ser enviado al terapeuta seleccionado.

—¿Qué tal te fue con el chiquillo?—le pregunta Miranda la enfermera encargada.

—La verdad bien, solo está muy afectado por el violencia doméstica que hay en su casa,es una tragedia como terminó su madre toda golpeada por un hombre tan malvado, lo importante es que no tuvo heridas serias.

—Te prometo que no te aburrirás aquí, cada día habrá un caso diferente—comunica la mujer.

Miranda le hace entrega de unos documentos que debe ordenar alfabéticamente, le explicaba en donde estaba el área de archivos al parecer estaba algo alejado de los consultorios. Estaba también prohibido leer las historias médicas de los pacientes, ya que por políticas del hospital su objetivo principal es mantener en silencio los problemas emocionales que están presentando.

Mientras caminaba por aquel largo y silencioso pasillo una carpeta descendió al suelo, causando cierta molestia en él. Al momento de recogerla notó algo extraño en la carpeta, en esta estaba escrita la palabra "confidencial" la curiosidad lo carcomía su mente le decía que revisara aquel documento, lentamente fue abriendo y para su sorpresa pertenecía a Cristina. El expediente explicaba su enfermedad y ella sufría de esquizofrenia aparte de un trastorno obsesivo compulsivo hacia una persona, Alan supuso que esa persona era su novio, vió una nota en donde se explicaba que ella se volvía un peligro si no tomaba sus pastillas correspondientes, observó para todos lados y sacó su celular y le tomo foto a todo lo necesario.

—¿Alan?—Habló Miranda desde el otro pasillo.

—¿Sí?—respondió con cierto nerviosismo.

—Olvidaste esta carpeta muchacho, te llame y no me escuchaste—hablaba mientras caminaba hacia donde estaba parado.

—Lo siento, no te logré escuchar.

Miranda decide acompañarlo y también para guiarlo en cómo guardar los expedientes, aprovechó en guardar su celular en el bolsillo trasero sin que ella se diera cuenta. Tenía información importante sobre Cristina, en caso de que ocurriese algo tenían a donde atenerse ya que su perfil psicológico daba que hablar por lo que presentaba. Tras una hora de conversación y arreglos finalmente lograron terminar, aunque su mente no dejaba de maquinar en seguir investigando sobre ella por un tiempo. La esquizofrenia tenía un tratamiento exigente y a ella se le veían malas intenciones de crear caos, por eso debía encontrarle su talón de aquiles.

La tarde arribó a la ciudad y la verdad él se encontraba algo cansado pero aún con energías, se sentía contento por todo lo que logró hacer y por lo que estaba por venir como profesional. Mientras se quitaba la bata y la guardaba en su bolso se despedía de Miranda ella le respondió con una sonrisa, mientras caminaba a la salida fue sorprendido por Camilo causando gran susto en él.

—¡Camilo por dios! No vuelvas hacer eso—hablo con molestia.

—Amor no te molestes, solo fue un pequeño susto—replicó mientras lo abrazaba.

—Que susto tan lindo de tu parte, la próxima traes un cuchillo y la máscara de scream.

—Oye no sería mala idea—comunicó riendo.

La mirada asesina lo intimida y nuevamente lo abraza para darle un beso en la mejilla para calmar su molestia, mientras caminaban por el estacionamiento el castaño le comenta que le preparó una comida especial causando que el estómago de Alan rugiera al escuchar esa palabra, delatando un poco su hambre.

—Espero que me sorprenda señor Harris—expresó mientras lo tomaba de la mano.

—Ya verás que sí.



Ya se encontraban en el departamento sentados en la mesa comiendo sushi, Alan estaba maravillado por aquella preparación tan exquisita que deleitaba en su boca. La satisfacción que Camilo sentía al ver como su novio disfrutaba la comida, le preguntaba cómo le fue en el hospital y que cosas hizo.

—Atendí a un pequeño que presentó violencia familiar y su madre estaba en el hospital—le comunica.

—Impresionante, como puede haber hombres tan malvados—le replica a Alan.

—Por cierto, encontré esto le tome fotos para tenerlo como evidencia. Clarisa estuvo internada en el mismo hospital donde estoy haciendo mis pasantías—le comentó mostrando su celular.

Leyó cada documento de lo que presentaba ella era evidente que era un peligro para ella misma, por eso era recomendable no seguir su juego porque sus planes eran destruir la felicidad de ellos dos incluyendo a su allegados. Tras varios minutos de debate, terminaron su comida para luego dirigirse a la sala para ver una película para entretenerse un rato y olvidarse de lo anterior comentado.

—Veamos son como niños—sugirió Camilo.

—No, insurgente me parece muy interesante, las películas futuristas me gustan—alegó Alan sentándose a su lado.

Decidieron finalmente ver insurgente una sonrisa de satisfacción se formó en los labios de Alan no le gustaba perder en cuanto a decisiones de películas su gusto era un tanto peculiar, la película avanzaba y ya Camilo estaba cabeceando por el sueño tras varios intentos fallidos logró quedarse dormido en el hombro del pelinegro, detuvo la película acomodo un poco el mueble y con una sábana que estaba debajo del cojín la abrió para cubrirse ambos. Alan se acomoda en el pecho de su novio, por primera vez sentía una gran tranquilidad fuera de la ansiedad que sentía cuando antes vivía solo ahora todo era diferente porque era amado y protegido.

—Buenas noches, espero no oír tus ronquidos de oso—expresó Alan.

—Descansa mi luna, yo no ronco—respondió dándole un beso en la frente.

—Igualmente mi sol.



Poco a poco el amanecer iba invadiendo cada rincón de la ciudad y los pájaros comenzaban a cantar sin cesar, el resplandor del sol estaba entrando en la sala. Ambos seguían dormidos abrazados, era una escena muy tierna si Clarisa estuviera allí sería capaz de tomarles una foto para luego publicarla en sus redes sociales más usadas, el ruido de su celular lo despertó provocando que se despertara. Se comenzó a mover, causando que un quejido saliera de la boca de Camilo, logró levantarse por completo y fue atender aquella llamada tan insistente al ver reflejado el nombre de su padre en la pantalla respiro hondo para finalmente atender la llamada.

—¿Diga?—hablo con voz soñolienta.

—Alan, soy yo tu padre—expresó Alexander con cierto nervio en su voz.

—¿Que necesitas papá?

—Quiero verte hijo, necesitamos hablar sobre muchas cosas. Desde que te fuiste las cosas no han sido iguales.

—Sabes que aún nuestra relación está en un hilo, no creo que sea recomendable vernos papa. Todavía no me siento preparado para verte.

—Ya es tarde, me tomé el atrevimiento de que Patricio el chofer te fuera a buscar, debe estar por llegar.

—Veo que no has cambiado, entonces si es así, hoy es un día en el que debes enterarte de algo importante—le hablo mientras colgaba la llamada.

Tras varios segundos de que la llamada finalizó pensó que era tiempo que todas aquellas diferencias fueran finalmente resueltas, camina y llega al mueble observando a Camilo le parecía muy tierno verlo dormir tan plácidamente. Se acerca y le da un beso en la mejilla provocando que el castaño despertara, le da los buenos días y le informa que hoy tienen que ir a un lugar importante en donde él también debía estar presente.

—¿A dónde iremos?—pregunta con interés.

—A casa de mi padre.

—Alan, la verdad, no me siento preparado aún, creo que es mejor que vayas tú solo—respondió.

—No acepto un "no" como respuesta, tú vas conmigo, porque eres mi novio y es tiempo de que mi padre sepa nuestro noviazgo—comunicó Alan tomándolo de la mano.

—Pero debo darle buena impresión a tu padre, no tengo ropa—alegó rascándose un poco la cabeza.

—Yo te presto, así que a levantarse que dentro de poco vendrán por nosotros.



Alexander Valenzuela era el empresario más importante de la ciudad, era un empresario especulador mayormente de bienes y raíces algunas veces poseían antigüedades pero era más conocido por vender las mejores y lujosas casas en donde residía gente adinerada. No quiso ir a la oficina y prefirió trabajar desde casa, así le era mejor para no hacer esperar tanto a su primogénito.

—Presidente Valenzuela, necesito que me firme estos papeles—comunica su asistente Micaela.

Firmó dichos papeles para luego retirarse la mujer, se levantó de su escritorio y comenzó a recordar todo lo que sucedió un año atrás, cada vez que lo hacía se odiaba a sí mismo por todas las estupideces que cometió. Recuerda cuando Alan cayó por las escaleras, ya que fue él quien provocó su caída no fue grave pero sí logró lastimarlo un poco. Su mal comportamiento, incluso fue blanco de muchas críticas por varios medios de comunicación por todo el desastre que provocaba en lugares públicos.

Lo que nadie entendía es que esa era su manera de lidiar con el dolor, la muerte de Alicia le afectó tanto que buscó refugió en el alcohol para poder olvidar el sufrimiento que albergaba en su corazón. Las peleas con Alan se fueron haciendo más intensas, lo que provocó que su hijo abandonara la casa para siempre, tras el abandono de Alan fue peor porque no apareció por días a la empresa preocupando a su hermano mayor Rodrigo. En el estado que fue encontrado fue realmente vergonzoso, tirado en el suelo rodeado de bebidas alcohólicas y vómito, por eso decidió irse a un centro de rehabilitación ya no podía estar en aquella situación y para eso debió dar aquel gran paso.

El tono del celular hace provoca que regrese a la realidad, atendió la llamada y era Patricio su chofer le informaba que su hijo ya se encontraba con él y que en algunos minutos estarían por llegar, lo curioso de todo es que él no sabía en donde estaba ubicado Alan por eso visitó a Clarisa y preguntarle su dirección exacta.

Decidió salir de su despacho para recibirlo en la entrada estaba algo ansioso por verlo, quería poder abrazarlo y recuperar aquel vínculo que fue fracturado. El auto entró en la casa, avanzó un poco hasta que finalmente quedó frente a él viendo su propio reflejo del vidrio. La puerta fue abierta repentinamente, Alan salió quedando frente a frente ninguno emitía palabra alguna solo se observaban. Alexander sabía que había algo diferente en su hijo, su contextura cambió un poco y se le reflejaba una barba un tanto poblada aunque estaba recién afeitada.

—Hijo...cuánto tiempo—comunicó con lágrimas en sus ojos.

—Papa.

Camilo salió del auto quedando detrás de Alan llamando mucha la atención de su padre, se preguntaba quién podía ser aunque su cara le era conocida como si ya la hubiera visto en algún lado, trataba de recordar pero no daba con alguien que le fuera conocido sólo quedó pensativo al verlo junto a su hijo, quizás era un amigo y quiso traerlo consigo como invitado. 

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