Caminaron hacia el bufete y al fin ella pudo comer su muy ansiada cena y él un café con los varios postres que había olvidado. Le haló la silla para que se sentara y agradecida Tiare le regaló una media sonrisa.

-Gracias.

Permanecieron callados por un tiempo, luego ambos recordaron a la anciana y hablaron a la vez.

-Que locura...

-La señora...

Rieron bajando las miradas.

-Ve tú - Le dijo él sonrojado.

-Nada... sólo decía que la señora desapareció y ni le pregunté su nombre o número de recámara. - Meneó la cabeza de lado a lado. -Espero se encuentre bien.

Él hizo una mueca, -me parece que sí. Se veía muy bien cuando te pidió que le trajeras frutas.

-Sí verdad. - Continuaron riendo.

Por un buen rato comieron y compartieron datos personales de sus vidas.

-¿Naciste aquí?

-Sí.

-Que suerte. Esta isla es preciosa. Me encantaría vivir aquí.

Su comentario le dio un cosquilleo en la barriga.  -¿Sí? - Lo miró con esperanza, -y, ¿de dónde eres?

-De Escocia pero, amo el surfing so ahora vivo en Australia.

En su mente cálculo que él no estaba tan lejos como para no poder volverlo a ver algún día. -¿Hace cuanto?

-¿En Australia o amando el surfing? - Bromeó. Los ojos le brillaban.

-¡Ja! En Australia, claro.

-Siete años. Vivo cerca de la playa con dos amigos. Ambos están aquí.

-¿Y amando el surfing?

Soltó una gustosa carcajada. -Desde que tengo memoria.

-Aah, ¿y, los tres vinieron para la competencia?

-Sí. Somos surfistas profesionales.

-¡Qué excitante! Me fascina ir a ver a los competidores. Yo hago surfing también pero porque simplemente me gusta, no compito.

Lo derritió un poco, ¿una chica que no sólo ama el surfing, pero que también lo practica? ¡Fenomenal!

-¿Oh sí? Me gustaría llevarte conmigo una de estas madrugadas para surfiar. Los amaneceres en el mar son espectaculares.

-¿De veras? ¿Una inexperimentada como yo? ¿Estás seguro? - Bromeó.

Su voz se tornó ronca y baja, -me encantaría ver el amanecer contigo... - aclaró la garganta, -y enseñarte cómo surfear, especialmente a ti que ya sabes usar la tabla...

A Tiare se le pusieron los pelos de punta, tragó y asintió.

-Entonces, ¿estarás ahí el sábado?

-¡Seguro! Me encanta. Siempre tomo el día libre para pasar el día en la playa viendo a los competidores.

Volvió a darle esa sonrisa que lo traía loco y el concluyó que no podía dejar de mirarle los labios... el cuello, los tersos hombros y ese pecho que ya había imaginado en las palmas de su mano y en su boca. Sintió una firmeza familiar empujando la cremallera de sus jeans y separó las piernas acomodándose el pantalón para que ella no pudiese notar su excitación.

-¿Trabajas mañana?

-No. - Todavía su plan era dormir hasta medio día pero si él la invitaba a algún lugar, de seguro iría. -¿Por qué?

Camdyn miró el celular, ya era la una de la mañana. -Me gustaría pasar más tiempo contigo, pero sé que es tarde y me imagino estás cansada de todo un día de trabajo. - Susurró mirándole a los ojos. Se percató que las pestañas de ella casi le tocaban las mejillas cuando cerraba los ojos.

El corazón de Tiare se le quería salir por la boca y puso una mano en el pecho intentando calmar su pulso. -A mí también. - Confesó bajando la mirada. -No estoy tan cansada. - Ninguno de los dos quería que la noche terminara.

Él capturó su delicada mano entre la del. El contraste de sus pieles lo excitó más de lo que ya estaba.

-Ven. - La haló gentilmente fuera de la silla mientras se ponía de pie.

Ella sabía que no debería ir con el. Que era importante mantenerse firme y no dejarse llevar por el deseo pero, su cuerpo no la respetaba y al sentir el calor y el contacto de su piel, quiso más.