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Aʟᴀʙᴀᴍᴀ Bᴀʀʙʀᴏᴡ

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"Wᴇ ᴀʀᴇ ᴀʟʟ ɪɴ ᴛʜᴇ ɢᴜᴛᴛᴇʀ﹐ ʙᴜᴛ sᴏᴍᴇ ᴏғ ᴜs ᴀʀᴇ ʟᴏᴏᴋɪɴɢ ᴀᴛ ᴛʜᴇ sᴛᴀʀs."
𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑛𝑒𝑡𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑚𝑖𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝒉𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠.
Oscar Wilde🍃

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“ʷᵉ ᵃʳᵉ ˢᵘᶜʰ ˢᵗᵘᶠᶠ ᵃˢ ᵈʳᵉᵃᵐˢ ᵃʳᵉ ᵐᵃᵈᵉ ᵒᶰ”
𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑎 𝑚𝑎𝑡𝑒𝑟𝑖𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠

Alabama Barbrow nació en el seno de una familia humilde irlandesa a principios de los años treinta (no se sabe la fecha exacta). En aquella época la miseria y el hambre recorrían las calles de ese desolado país. No había trabajo para todos y la mayoría de magos y brujas emigraban a Estados Unidos, país de sueños y nuevas ilusiones para la comunidad mágica.

Fantino no fue una excepción; harto de una vida mediocre en la fábrica de escobas para el Quidditch donde trabajaba jornadas eternas a cambio de pocos galeones, se dejó seducir por el sueño americano. Le costó muchísimo convencer a su esposa sobre su viaje al nuevo continente, pues ella estaba embarazada ya de ocho meses y no veía claro que él se marchara y la dejara sola con la niña que esperaban. Después del nacimiento de la pequeña, a causa de la obsesión de su padre, la llamaron Alabama.

Casi un año más tarde, luego de muchas peleas, Fantino se marchó a los Estados Unidos. Al principio cada semana recibían una lechuza con noticias de él: sobre donde vivía, su trabajo, la nueva cultura... Posteriormente pasó a ser una vez al mes y poco a poco se iba dilatando el tiempo de una carta a la siguiente, hasta que dejaron de recibir noticias y dinero, provocando desnutrición en ambas y casi la muerte de la pequeña.

Niamh [ˈniːəv] empezó a buscar trabajo por primera vez en su vida. Se sabe que hizo varios empleos bastante mal remunerados hasta que conoció a la Sra. O'Connor, criadora de knezales, quién la contrató para ayudarla a cuidarlos.

Alabama creció en un ambiente bastante triste y solitario. Siempre andaban justas de dinero alcanzando límites de exclusión social. Aunque Niamh nunca fue una madre ejemplar (era una mujer débil y sumisa, cosa que su hija nunca le perdonaría), Alabama recordaría esa época con ternura. Si bien era una niña introvertida y no tenía amigos, le encantaban los knezales de su madre, jugar en la calle, inventarse compañeros imaginarios y crear historias. Era una infanta risueña. Dentro de su mundo, era feliz.

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"ˢʷᵉᵉᵗ ᴴᵒᵐᵉ ᴬˡᵃᵇᵃᵐᵃ"
𝐴𝑙𝑎𝑏𝑎𝑚𝑎, 𝑑𝑢𝑙𝑐𝑒 𝒉𝑜𝑔𝑎𝑟

Cuando cumplió los seis años, su padre regresó a casa. Alabama a penas se acordaba de él. Solo sabía de su existencia por las fotos que su madre tenía por todo el hogar y por los comentarios sarcásticos de la Sra. O'Connor hacia su madre: <<No me extraña que tu marido te abandonara>> le decía a menudo, <<eres una inútil>>.

Cuando ese hombre se presentó a su casa, Niamh lloró, gritó, lanzó maldiciones. No obstante, el enfado le duró tan solo un par de meses hasta que Fantino volvió a instalarse a la casa destartalada de las Barbrow.

Según él, se vio inmerso en la Guerra de Magos Global contra Grindelwald y para protegerlas cortó todo contacto. Esa versión es la que quiso creer Niamh, pero para nada era la que contaba la Sra. O'Connor gustosamente a la pequeña Alabama y a todo aquel que quisiera escuchar: <<Conoció a una fulana allí en América que le quitó el poco dinero que tenía y lo abandonó por un auror de la MACUSA cuando tuvo oportunidad>>.

Alabama no tenía ni idea del significado de “fulana", a ella le sonaba a artista de circo. MACUSA sí sabía que era el gobierno mágico de los Estados Unidos, pues su padre le explicó que trabajó allí, aunque nunca dijo de qué.

Su regreso a Irlanda solo causó más frustración y sentido de fracaso en Fantino, quién no tardó en volverse un alcohólico como la mayoría de varones magos de su época. Se negó a volver a la fábrica de la que había huido y empezó a robar los pocos galeones que ganaba su esposa, gastándoselos en firewhisky o cerveza.

Niamh se lo permitía casi todo por el miedo de volver a perderle. Así que para Alabama se convirtió en algo cotidiano ver a su padre borracho en casa. Ella siempre que podía intentaba evitarle y se encerraba en su habitación donde inventaba sus historias de dragones y escobas voladoras.

Cuando aprendió a escribir, era normal verla sentadita en la pequeña mesa de su dormitorio, inmersa detrás de un montón de pergaminos. Le encantaba huir de su vida escribiendo sobre otras.

Alguna vez había descubierto su padre mirándola desde la puerta. Esas veces eran las únicas en las que parecía estar sobrio; le sonreía de modo cariñoso y le dedicaba su "Mo Chuisle" /muhkwish – la/ (así era como la llamaba siempre), y se iba con lo que parecían lágrimas en sus ojos.

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"ᴺᵒ ᵖˡᵃᶜᵉ ˡᶤᵏᵉ ᴸᵒᶰᵈᵒᶰ"
𝑁𝑜 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝐿𝑜𝑛𝑑𝑟𝑒𝑠

Dos años más estuvieron en esas condiciones de pobreza y estado etílico, hasta que un día un búho atigrado llegó a la taberna del pueblo con una carta para el Sr. Barbrow.

Un conocido suyo había dado referencias sobre su trabajo en América y le ofrecían un puesto en el Departamento de Mantenimiento Mágico en el Ministerio de Magia.

Niamh se negó completamente a que su marido las volviera a abandonar, así que decidieron ir los tres a vivir a Inglaterra a casa de una prima segunda de Niamh, quién se ofreció con reticencias a recibirlos por el momento en su casa.

A Alabama le hizo muchísima ilusión pensar en que iría a vivir a la capital inglesa. En su cabecita se imaginó como una de sus heroínas favoritas a punto de ir a descubrir un mundo nuevo y desconocido, en donde viviría mil aventuras. De hecho, de mayor siempre reconocería guardar el recopilatorio de cuentos de ese viaje, titulados “Una leprechaun en Londres".

“Era una niña tonta y estúpida. A veces me gusta releerlos y recordar la criatura que tenía ilusiones.”

Cuando se despidieron de su pueblo y de esa casa que se desmoronaba, a Alabama solo le dio un poco de pena abandonar su rincón de los sueños (la mesita de debajo su ventana), en dónde empezó el arte de escribir.

Al llegar a Londres, la pequeña Barbrow estaba muy emocionada. Para ella era la ciudad de la magia; desde sus puentes, su arquitectura, Westminster, Picadilly, sus parques... La majestuosidad de esas calles era totalmente distinto al pueblo del que ella venía. Quedó prendada de la capital.

La prima de su madre vivía en las afueras de la ciudad, uno de los barrios más baratos en dónde tenía una casita de dos plantas. Sus padres ocuparon la habitación de invitados y Alabama se acomodó en el desván. Aunque era un lugar frío y sombrío, no tardó en decorarlo a su gusto.

Su padre empezó a trabajar en el Ministerio y su madre continuó con la cría de knezales. Con el ingreso regular de dinero parecía que las cosas iban mejor en la vida de Alabama. Su padre ya no bebía tanto y ella había empezado a ser educada con otros niños en las clases que impartía la prima Maggie en su hogar. Nunca antes había hecho amistad con otras criaturas. Aunque se lo pasaba bien, no tardó en darse cuenta que los niños podían llegar a ser crueles.

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“ᴱˡ ᵠᵘᵉ ᶰᵒ ᶜʳᵉᵉ ᵉᶰ ˡᵃ ᵐᵃᵍᶤᵃ ᶰᵘᶰᶜᵃ ˡᵃ ᵉᶰᶜᵒᶰᵗʳᵃʳᵃ́”

En ese estado de adaptación a la vida británica, por fin Alabama mostró su primer signo de magia. 

Todos se alegraron mucho de dicho acontecimiento aunque la pequeña no entendió el por qué de tal alboroto; ella siempre supo que era bruja, sin embargo, sospechó  que algo tenía que ver con lo que la Sra. O'Connor criticaba a menudo: <<Esta niña solo tiene pájaros en la cabeza. Siendo hija tuya, Niamh, seguro que es una squib>>.

Habían ido al centro de la ciudad para pasar uno de los pocos días en familia que Alabama podría mencionar. Estaban cruzando el Westminster Bridge en dirección al Parlamento muggle, cuando la pequeña se quedó absorta con un chico que tocaba la gaita en medio del puente.

Nunca recordaría exactamente que ocurrió, solo que oyó un grito, un coche que venía directo hacía ella y luego, el viento. Salió volando; literalmente.

Ese día los Desmemorizadores del Ministerio tuvieron mucho trabajo en borrar las memorias de todos los muggles que presenciaron esa extraña escena.

Fue en esas circunstancias que Fantino Barbrow conoció Amantius Prewett, director del Departamento de Seguridad Mágica.

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Alabama nunca podría olvidar la primera vez que vio al Sr. Prewett; sus largos cabellos castaños atados en su habitual coleta, esos ojos color avellana que infundían paz, su tierna sonrisa...

Cuando pensaba que ese hombre elegante la iba a reñir por haber hecho magia delante de muggles, solo la miró con la diversión del que acaba de pillar a alguien haciendo una travesura.

“Obviamente que estaba enamorada de él . Lo estuve durante muchísimo tiempo. Demasiado.”

A raíz de aquél día, Fantino y el Sr. Prewett empezarían a tener relación. Cuando coincidían en el Ministerio, el director de uno de los cargos más importantes del gobierno Mágico no tenía ningún apuro en saludar a un operario de mono azul, como le gustaba recordar a Fantino en la hora de las comidas a su familia.

Al padre de Alabama le continuaba sabiendo a poco el trabajo que realizaba y nunca dejó de quejarse atosigando a Niamh, quién debía aguantar los cambios repentinos de humor de su marido. Por ello receló cuando le dijo que la secretaria del Sr. Prewett se había jubilado y este le había propuesto que se postulara para la vacante. 

Alabama fue testigo de las discusiones de sus padres: de como Niamh exponía sus dudas y los gritos de Fantino acusándola de falta de confianza y de tratarle igual que a un inepto:

—La única inútil que no sirve para nada eres tú —le escupió.

A Alabama le hizo pensar en la Sra. O'Connor.

Asombrosamente Fantino consiguió el empleo. Eso no mejoró la relación entre él y Niamh; le gustaba recriminarle constantemente la falta de fe y apoyo en la que vivía. Su cambio laboral fue algo muy comentado en el Ministerio, lo cuál tampoco ayudó a suavizar el humor agrio de Fantino.

Maggie empezó hartarse de tener a los Barbrow en su casa, de aguantar los gritos de Fantino y los llantos de su prima Niamh y no tardó en pedirles que se marcharan.

Alabama acostumbrada a las actitudes de su familia cuando se desataba algún drama, escapaba a su habitación a escribir. Allí nadie la perturbaba.

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"ᴸᵃ ˡᶤᵇᵉʳᵗᵃᵈ ᵉˢ ᵘᶰᵃ ˡᶤᵇʳᵉʳᶤ́ᵃ"

Aunque el nombre de Amantius Prewett siempre flotaba en el ambiente del hogar de los Barbrow, Alabama apenas le había vuelto a ver en persona. No obstante, aquella tarde se suponía que su padre tenía descanso y mientras Niamh estaba buscando un nuevo hogar cerca de Watford, ellos dos fueron al Callejón Diagón.

Era el sitio favorito de la pequeña. Le encantaba admirar las tiendas y la gente estrafalaria que frecuentaba la calle. Con su padre tenían un juego: mientras tomaban un helado, escogían al azar uno de los transeúntes y Alabama debía inventarse su historia.

Fantino la dejó cotillear por doquier. Fueron al Emporio de la Lechuza, la tienda de Quidditch, la bromas de Gambol & Japes, Ollivanders... aunque el lugar en el que se pasaron más rato fue en la librería Flourish & Blotts. Allí, mientras Alabama hojeaba un libro sobre la quema de brujas, Amantius Prewett la saludó. Aunque el Sr. Prewett fue muy educado, Alabama quedó muda todo el tiempo. Sus ojos parecían hipnotizarla y su vergüenza le sellaba los labios. Cuando su padre la llamó desde fuera de la tienda (Fantino no se había percatado de la presencia de su jefe), el Sr. Prewett le preguntó acerca de su mote:

—Mo Chuisle —susurró.

—Mi padre siempre me llama así.

—¿Qué significa?

—Mi sangre. Mi amor.

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La relación entre Prewett y la familia Barbrow se fue estrechando con el paso de los meses. No tardaron en invitarle a comer a casa, a quedar en eventos públicos... Amantius, como ya lo llamaban, les ayudó a encontrar un nuevo hogar para los tres, promocionó a Fantino en un mejor puesto en su departamento... Se convirtió en un influyente y buen amigo de la familia.

A todos les gustaba la presencia del apuesto Director del Departamento de Seguridad Mágica. Era un hombre respetuoso y sensible. Siempre tenía un detalle para Niamh o un juguete para Alabama. Toda la familia estaba encantada con él, sobretodo la pequeña Barbrow.

Nunca nadie había mostrado interés en <<esa niña fea y esmirriada>>, como la llamaba la ya olvidada Sra. O'Connor. Amantius era distinto. Él era cariñoso con ella, se interesaba por las cosas que escribía. La hacía sentir bonita e importante.

Aún siendo una niña de apenas nueve años, le encantaba escribir sus primeros poemas y no tardó en dedicárselos a él.

Sus padres le dejaban que a veces se la llevara de excursión por Londres. Era la excusa perfecta para tener un poco de intimidad sin su hija en casa.

En esos paseos por la ciudad, Alabama quedaría admirada con la elocuencia de Amantius. Y su mirada... esa forma intensa de mirarla.

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ᴹᶤ ˢᵃᶰᵍʳᵉˑ ᴹᶤ ᵃᵐᵒʳˑ

Desde que ocurrió, no conseguía volver a tocar pluma y tinta. Ya las palabras se difuminaban antes de llegar al pergamino. Empezaron los ataques de ansiedad, las noches sin poder dormir... Dentro de su ser, sabía que algo iba mal, que aquello no era normal por mucho que él le dijera que sí.
Ella no entendía lo que pasaba. No comprendía por qué él la tocaba en esos sitios. Pero no quería hacerle daño ni defraudarle, así que callaba.

Casi dos años estuvo viviendo en silencio. Dos años en donde aparentemente no había cambios en la vida de los Barbrow.

En público se veía una familia ahora ya bien posicionada, no obstante, de puertas hacía adentro, Niamh estaba del todo ausente y Fantino había vuelto a beber. A veces su hija lo pillaba llorando cuando creía que nadie le veía.

Alabama pasaba los días esperando que él regresara; tenía ganas de verle. Pero cuando Amantius llegaba a su casa, una parte de ella tenía ganas de chillarle a sus padres que no la dejaran sola con él. Que le echaran. Que tenía miedo.

Pero luego él le decía todas esas palabras de amor y ella se sentía mal por haberle querido rechazar. ¡Cuántas veces había tenido esa paradoja de sentimientos! Y cada vez que intentaba hablar con alguno de sus padres, la vergüenza o la indiferencia de ellos, la desmoralizaban.

“Se aprovechó de mi inocencia y eso nunca se lo perdonaré"

Cumplió los once años y la carta de Hogwarts llegó a su hogar. Ese motivo pareció volver a dar alegría a los Barbrow.

Alabama solo pensaba que por fin podría ir a la escuela de sus sueños en dónde no vería a sus padres ni a Amantius y que lejos dejaría todo ese agobio que la carcomía por dentro.

Pero se equivocaba. Los demonios la perseguirían allí donde fuera.

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El sombrero seleccionador la colocó a la casa de Hufflepuf, con los justos y leales.

“Hogwarts me regresó a la vida y me infundió coraje"

Sus primeros años no fueron nada fáciles. Era una niña antisocial y el resto muchas veces le hacía bullying por “rarita”. A menudo se sentía sola y escribía a sus padres para contarles lo que le pasaba, pero ellos solo le decían que “eran cosas de niños”, que debía adaptarse y hacer amigos.

En sus momentos de desesperación empezó a escribir a Amantius, volvía a utilizar la escritura para intentar encontrar algo de paz. Pero Amantius, a partir de tercero, ya no le contestaba ninguna de sus cartas, no se presentaba a sus encuentros... Desapareció de su vida.

Un día en el Gran Comedor, unos alumnos de cursos superiores se metieron con ella. Nunca recordaría ni que le dijeron, solo que esa fue la gota que colmó el vaso. Todo el dolor y el desamparo que la inundaba, estalló en una furia inusual en ella.

Tuvieron que reducirla y fue el profesor de Transformaciones de aquél entonces, quién la llevó a su despacho y por primera vez en su vida, alguien la escuchó.

Alabama no lo contó todo, había aprendido en que nunca nadie iba ayudarla cuando realmente lo necesitaba, pero si que lloró. Más que nunca en su vida.

Desde ese momento decidió que ella se protegería a sí misma.

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"ᵞ ˢᶤ ᵉᶰᶜᵘᵉᶰᵗʳᵃˢ ᵉˢᵉ ᵐᵒᵐᵉᶰᵗᵒ˒ ᵈᵘʳᵃʳᵃ́ ᵖᵃʳᵃ ˢᶤᵉᵐᵖʳᵉ"

Cuando cumplió los diecisiete años ya había aprendido a evitar cualquier contacto con el trabajo de su padre. A veces, todavía se despertaba en medio de la noche llorando: echaba de menos sus besos y se odiaba por ello.

Decidió tomarse un año sabático recorriendo el mundo (costumbre muy común en aquella época), para poner distancia y ordenar sus pensamientos.

Se refugió en los libros, siempre prefirió vivir otro dolor al suyo. Devoró montones de historias distintas viviendo mil vidas y muriendo mil más.

“Sin los libros me hubiera vuelto loca. Aunque a veces creo que ya lo estoy"

En su viaje por los pueblos mágicos del mundo, conoció varios chicos a los que rehusaría. Estaría tiempo sin confiar en otro hombre y en dejarse volver a tocar. Hasta que conoció a Floki, un alocado okupa que buscaba su tierra prometida en medio de Tailandia.

Su franqueza y la libertad que exudaba, la sedujeron por completo. Estuvieron semanas bebiendo y filosofando a la luz de las estrellas.

“La mañana era para dormir. Nosotros éramos criaturas nocturnas"

A él fue la única persona que se atrevió a hablarle sobre Amantius, y fueron las palabras de Floki las que la impulsaron a tomar una decisión:

—Abusó de ti. Se aprovechó de tu inocencia para hacerte creer que te amaba y jugar contigo. ¿Quién sabe si ahora se lo estará haciendo a otra niña...?

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Eso fue lo que terminó de convencer a Alabama para regresar a casa y hablar seriamente con sus padres. Decidió ser franca y les dijo que iba a denunciar a Amantius Prewett .

La reacción que encontró fue muy distinta a la que esperaba. Nadie le preguntó el por qué; Niamh y Fantino restaron callados.

En ese momento Alabama entendió demasiadas cosas (los silencios, las desatenciones, los llantos de su padre):

—¡Lo sabíais! ¡Y no hicisteis nada!

—No sé de que hablas, Bam —dijo su madre con un hilo de voz.

—Claro que lo sabes. Siempre has sido una cobarde.

—No le hables así a tu madre... —empezó Fantino.

—Nunca has tenido bastante ¿verdad? —prosiguió Alabama sin piedad, ahora dirigiéndose a su padre—. Amantius supo tu flaqueza y con ella compró tu silencio.

Los ojos de su padre se inundaron de lágrimas.

—No sé de qué me hablas, Mo Chuisle...

—No me llames más así; era como él me nombraba.

Y “Mo Chuisle” se tituló su antología de poemas, el primer libro que publicó.

Le costó horrores encontrar una editorial  que quisiera ponerla a la venta, puesto que denunciaba abusos por parte de un alto cargo del Ministerio. No fue hasta que dicho profesor de su infancia (ya como director de Hogwarts), la apoyó en su denuncia y consiguió que Amantius Prewett terminara en Azkaban:

—Amantius Prewett, el Tribunal del Wizengamot le declara culpable y lo sentencia a 20 años en Azkaban. Que los dementores se apiaden de su alma.

El mazo resonó en la basta sala circular de techo elevado, antes que todos los asistentes, prensa y los mismos miembros de la Junta de la Ley Mágica empezaran a hablar por los codos. Algunos hasta se atrevieron a abuchear al Jefe Supremo del juzgado sin terminarse de creer que el más alto rango del Ministerio de Magia después del mismo Ministro, acabara de ser mandado a Azkaban, seguramente, para no regresar jamás.

Alabama, quién después de tener que declarar había querido quedarse a seguir el juicio, permaneció con la vista clavada en el hombre bien vestido que continuaba en la silla de los acusados sin siquiera pestañear. No hizo ni caso a los reporteros del Profeta que la avasallaban a preguntas buscando más titulares con que llenar periódicos durante semanas. Ella solo se levantó con la pulsación acelerada hasta que, entre la marabunta de magos y brujas, se hizo el silencio y un frío devastador se materializó a la vez que el par de dementores que entraron a la sala para llevarse al detenido.

En ese momento, cuando las esposas aparecieron a raíz de un hechizo en las muñecas de Prewett y este por fin se levantó abatido a causa de los efectos de los carceleros de Azkaban, sus miradas se cruzaron después de años.

Fue un segundo. Un solo instante. Pero para Alabama duró una eternidad.

Antes de abandonar el Ministerio de Magia, dio su titular:

—Se ha hecho justicia.

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El escándalo que provocó su libro y el consiguiente encarcelamiento de Prewett, colocó a Alabama en el ojo del huracán durante casi toda su existencia.

Continuó escribiendo poemas y ganó varios premios. En tan solo una década se convirtió en un nombre de referencia en el arte de la literatura.

Alabama nunca siguió los canons de belleza establecidos, sin embargo, llegó a ser una de las mujeres más seductoras de su generación. Todo aquél que la conocía admitía el poder hipnótico de su palabra.

“Nadie me volverá a callar.”

Alabama Barbrow murió a la edad de setenta y ocho años.

Nunca quiso recuperar el contacto con sus padres y se convirtió en una de las primeras feministas de los años cincuenta.

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││ Sᴜ ʙɪʙʟɪᴏɢʀᴀғɪ́ᴀ ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴛᴀ ᴄᴏɴsᴛᴀ ᴅᴇ
││ ᴠᴀʀɪᴀs Aɴᴛᴏʟᴏɢɪ́ᴀs ᴅᴇ Pᴏᴇᴍᴀs﹕
│✦                                                   
✦                                                            

               ⋆ “Mo Chuisle" (1958)
               ⋆ “Canciones desde el
                   infierno" (1965)
               ⋆ “Flor de invierno" (1973)
               ⋆ “Hipogrifos y
                   Dragones" (1975)
               ⋆ “Sonrisa despeinada”
                   (1977)
               ⋆ “The Keeper" (1982)
               ⋆ “Te dejo la mar y las
                   estrellas” (1995)

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││ Aʟᴀʙᴀᴍᴀ ᴛᴀᴍʙɪᴇ́ɴ ʀᴇᴀʟɪᴢᴏ́ ᴅᴏs ʟɪʙʀᴏs
││ ʀᴇᴄᴏᴘɪʟᴀɴᴅᴏ ᴄᴜᴇɴᴛᴏs ᴅᴇ sᴜ ᴀᴜᴛᴏʀɪ́ᴀ﹕
│✦                                                    
✦                                                            

       ⋆ “Perdone si me equivoco" (1962)
       ⋆ “Políticamente incorrecta” (2003)

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ᴼᵇʳᵃˢ ᵈᵉˢᵗᵃᶜᵃᵈᵃˢ:

___Mᴏ Cʜᴜɪsʟᴇ___

A Amantius Prewett,
Quién me amó demasiado pronto.

Esa era la dedicatoria con la que empezaba su obra más sincera y desgarradora.

Compuesto por 16 poemas, Alabama utilizó sus versos para denunciar el robo de su inocencia y acusar a sus padres por permitirlo.

Aunque los sectores que quisieron desprestigiarla alegaron su poca técnica y falta de retórica, “Mo Chuisle” pasaría a ser la obra más conocida de la escritora.

“Narrar lo inenarrable. Eso consigue Alabama Barbrow”
Daily Prophet

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___Fʟᴏʀ ᴅᴇ Iɴᴠɪᴇʀɴᴏ___

Poco después de haber cumplido los 30, Alabama conocería al hombre que se convertiría en el amor de su vida y con el que mantendría una relación tóxicamente tormentosa y apasionada.

Paul Gable y ella se casaron 4 veces y se divorciaron 3. Pese a que Alabama declaró en más de una ocasión que con Paul se amaban profundamente, su historia nunca fue estable debido a los traumas que ella arrastró durante toda su existencia y también a causa del carácter de Gable.

“Flor de invierno" es un recopilatorio sobre los poemas que escribió Alabama poco después de conocerle. El más popular es “La multitud", en dónde Barbrow nos relata el encuentro de dos desconocidos en medio de una aglomeración. La magia del azar.

Fue mundialmente popularizado por una cantante Francesa, quién tradujo el poema a su idioma con el nombre “La foule".

Años después de la muerte de ambos, el libro sería reeditado, adjuntando un seguido de cartas de Alabama a Paul.

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"Eʟs ᴘʟᴀᴇʀs ᴠɪᴏʟᴇɴᴛs ᴘʀᴏᴠᴏϙᴜᴇɴ ᴠɪᴏʟᴇɴᴛs ғɪɴᴀʟs ɪ ᴍᴏʀᴇɴ ᴇɴ ᴇʟ sᴇᴜ ᴛʀɪᴏᴍғ﹐ ᴄᴏᴍ ᴇʟ ғᴏᴄ ɪ ʟᴀ ᴘᴏ́ʟᴠᴏʀᴀ ϙᴜᴇ﹐ ᴇɴ ʙᴇsᴀʀ﹣sᴇ﹐ ᴇs ᴄᴏɴsᴜᴍᴇɪxᴇɴ."
𝐿𝑜𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑐𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑣𝑜𝑐𝑎𝑛 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒𝑛 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑡𝑟𝑖𝑢𝑛𝑓𝑜, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑦 𝑙𝑎 𝑝𝑜́𝑙𝑣𝑜𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒, 𝑒𝑛 𝑏𝑒𝑠𝑎𝑟𝑠𝑒, 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑒𝑛.
William Shakespare🍃

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