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*Capítulo 2*



Madison en multimedia


Acaba de sonar el timbre. Entro en el aula de historia y me siento en la última fila. Es donde siempre me suelo sentar, ya que no me gusta estar delante.

A mi lado se sienta una chica llamada Lizi que es muy tímida y casi no habla, así que me suelo aburrir aún más en las clases porque no puedo hablar con nadie.

El señor Scott entra en la clase y va hacia su mesa que está justo delante de la pizarra, deja su maleta encima de la mesa y empieza a sacar una libreta donde tiene la lista de la clase. Sobre la mesa del profesor hay un globo terráqueo, el libro de historia, una carpeta bien llena de papeles y exámenes y un café expreso (como siempre, es bien fanático de los cafés).

Todos están hablando, unas amigas están corriendo por la clase, otros tirándose bolas de papel, hasta que el profesor se nos queda mirando en silencio, aclara su garganta y eso hace que todos se callen de golpe y se sienten en su sitio. El señor Scott es muy estricto y eso todos lo sabemos, por eso le hacen tanto caso. Empieza a pasar lista y después de que diga mi nombre , yo me quedo embobada pensando en que su apellido, Scott, me recuerda al protagonista de Teen Wolf, Scott Mcall. Esa serie me encanta, va sobre Scott, un chico de 16 años que un día un hombre lobo lo muerde y él se convierte en uno de ellos también.

-Buenos días chico -la voz del profesor hace que salga de mis pensamientos y me ponga a escuchar-, abrid el libro por la página 23. Hoy daremos el arte de la época romana.

- Genial... romanos -digo no muy alto como para que se entere toda la clase y el profesor, pero si lo suficiente fuerte como para que se entere Lizi, que siemplemente me mira y sigue a lo suyo.

Scott es un profesor que normalmente suele ser muy serio, enseña bien y eso, pero como yo no suelo prestar mucha atención a las clases...

Sus exámenes son muy difíciles y suele suspender más de la mitad de la clase.

- He traído una pequeña estatua para que la podáis observar mejor, las fotografías de las que dispongo son de mala calidad -dice mientras revisa su maleta-. Vaya... Me dejado las gafas en el departamento... Vayan leyendo el texto, cuando terminen, vayan pasando la estatua a sus compañeros.

El señor Scott sale de clase y cierra la puerta. Todos empiezan ha hablar bajito y poco a poco van aumentando el volumen.

Esto de la historia no es lo mío, así que decido levantarme de la silla para coger la dichosa estatua.

Mejor aburrirse mirando una estatua que leyendo.

Voy de camino a la mesa del señor Scott. Cuando me faltaban a penas tres pasos para llegar, Madison, la niña más odiosa y repelente, se levanta y me lanza una de sus miraditas. No la soporto.

Cogemos la estatua las dos a la vez y con solo mirarla sé que esto no va a acabar bien...

-Suéltala, Katy. Yo llegué antes -dice con voz de niña mimada y como si le cayera bien.

-Primero: No me llames así, niñata malcriada. Segundo: Suéltala tú. Yo la cogí antes. Ve y siéntate.

-Ja ja ja. Que te crees tu eso -que rabia me da esta chica...-. Yo la cogí primero.

Empezamos a forcejear. Esto acabará mal... Muy mal.

-Madison, por tu bien, suelta la maldita estatua. No querrás montar una escenita de las buenas a primera hora de la mañana, ¿no?

Seguimos forcejeando para ver quien de las dos se quedaba con la pequeña estatua. De tan fuerte que tirábamos, me acabé golpeando la cadera contra la mesa de mi compañero, y las dos soltamos la estatua de golpe.

La estatua cae al suelo y se rompe en miles de pedacitos.

Genial, la puta estatua rota. El señor Scott nos va a meter una bronca....

-La has liado, Katy -dice Madison.

- Gilipollas, pero si la has tirado tú.

De repente, entra el señor Scott por la puerta, ajustándose bien las gafas, al ver el desastre formado en el suelo, dice:

-¿¡Pero qué demonios ha pasado aquí!? -grita, histérico-. ¡¡Al despacho del director, ahora!!

-¡Pero, señor Scott, yo no he hecho nada! ¡No es justo! -digo súper histérica.

Joder, no me puede volver a mandar al director. El director ya estÁ harto de que siempre este allí y me dijo que la próxima vez que la liara haría algo. Aunque bueno, espero que no me ponga a limpiar el patio o alguna cosa así, porque yo no pienso poner ahí como una basurera a limpiar cosas que yo no he tirado y encima que todos me vean.

-¡No mientas, Katia! ¡La tiraste tu! -dice, la puta esta. Ya me tiene harta, siempre está igual.

-¡Y una mierda, Madison! ¡Que te jodan! ¡Yo no la tiré! -grito

-¡¡AL DESPACHO!! ¡¡YA!!

Madison y yo salimos del aula, mientras escucho a todos mis compañeros susurrar cosas, seguramente sobre nosotras.

Todo por culpa de esta maldita perra, la odio tanto.

Salimos de clase y escuchamos como Scott hace que todos se callen.

Las dos nos miramos con odio.

-Ves Madison, todo esto por no soltar la puta estatua -digo no muy alto, para que no nos escuchen.

-Callate que por tu culpa se a roto.

Andamos por los pasillos por los que no pasa casi nadie porque todos están en clase, y los únicos que pasan son chicos para ir a la taquilla y cosas así.

Legamos al despacho del director y llamo a la puerta.

-Pasad.- se escucha al otro lado de la puerta.

Las dos entramos y nos quedamos de pie. El director está sentado delante de su mesa llena de papeles, con un café en la mano.

Su despacho no es muy grande, detrás suyo hay una estantería llena de carpetas en un lado, y en otro llena de trofeos que han ganado alumnos de este instituto con trabajos.

-Como no Katia, otra vez por aquí. ¿Se puede saber que has hecho ahora? -dice levantando la cabeza y mirándonos atentamente.

-Madison, que no me daba la estatua y la ha roto -ya he venido tantas veces ha hablar con él, que ya no me pongo ni nerviosa.

-Que mentirosa, si la has tirado tu.

-Da igual quien fuese, el caso es que se a roto -dice, bebe un poco de su café y vuelve ha hablarnos-. Katia, como ya estoy harto de que te portes mal en clase de historia, te voy a cambiar a la de física a ver si te portas mejor. Ves ya a esa clase y le dices a la señorita Margaret que a partir de ahora estarás en su clase -dice mirándome serio-. Y usted, Madison -dice ahora centrándose en ella-, quiero que se quede cuando suene el timbre un rato a reflexionar. Ya podéis iros.

Salimos del despacho, le lanzo una mirada asesina a la zorra de Madison y antes de dirigirme hacia la clase de física, voy hacia los baños que hay en el patio para beber agua.

La verdad es que me esperaba algo peor, no solo lo del cambio de clase. Pero bueno, mejor así.

Por el pasillo me encuentro unos chicos haciendo campana, y me empiezan a decir cosas. Yo como siempre, me limito a sonreír, a guiñarles un ojo y seguir andando. Siempre se ponen como locos estos gilipollas.

Llego a la clase después de unos cinco minutos, miro por la ventanita que hay en la puerta, están todos atentos a la clase y la profesora escribiendo en la pizarra. Llamo a la puerta, la abro y solo puedo fijarme en...

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Hola , esperamos que os guste este capítulo. Como veis lo hemos hecho un poco más largo que el otro.

Si os a gustado no olvidéis comentar y votar.

Muchos beshiitos, os queremoos.

Alba&Paula

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