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🌼 CAPITULO 19🌼

El guardaespaldas me sujeta del brazo con fuerza, mi cuerpo se siente débil. Pero tengo que hacerlo, se lo prometí a mi hermana. Haría que pagara por todos los daños que nos había hecho.

A mi lado aparece otra persona con Bianca, quiero abrazarla y decirle que todo está bien, pero dudo que esas palabras vayan a salir de mi boca.

Nos llevaron fuera de la casa, exactamente por el jardín trasero. Pusieron a Bianca a mi lado, sacaron dos vendas de color oscuro y cada uno se acerca para taparnos los ojos, como les habían ordenado. Incluso nos ataron las muñecas por detrás de la espalda.

Solo espero que este lugar sea destruido, desde raíz. Empezando por la loca de Caroline.

­—¡¡¡Todos fuera, todos fuera!!! — grita una voz de hombre.

El guardaespaldas me agarra con fuerza del brazo llevándome adentro, con torpeza le sigo ya que sus pasos son rápidos.

—¿Qué ha pasado? — pregunta el que me tiene agarrada.

—Es Simón nos ha llamado que vienen para acá. Le he dicho a Caroline que mejor queme el lugar, no vamos alcanzar a sacar todo. Esto es inmenso. Acepto, por eso estoy diciendo que vayan todos para afuera. Nos esperan los dos helicópteros. La chica y la niña van con Caroline, Fernando y Alexander. Llévala ya está listo Sebastián para partir. Nos vemos allá colega.

—Listo colega.

Ya no sé qué pensar, todo esto. Estoy cansada de tanta mentira, tanto sufrimiento, tanta maldad. Y solo lo que hago es acatar las órdenes que me dicen.

Camino con rapidez sin saber dónde realmente estoy, al llegar escucho el sonido de los helicópteros.

—Sube— me empuja el guardaespaldas. —Ponte esto, cierto tienes las manos atadas— me los coloca con tosquedad los auriculares.

Sentada, sin ver siento que esto será el final para mí. Pero tengo esperanza de que volveré a ver la luz. Luego de unos minutos siento como el helicóptero empieza a ascender.

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—Levántate niñata— me mueven del hombro. Me levanto con un sobresalto.

Me agarra del brazo para bajar, muevo mi cabeza por todas partes con la intención de ver algo, pero es imposible.

—La niña, donde esta— pregunto con preocupación.

No recibo respuesta.

Camino en silencio, más adelante descendemos por una escalera donde por casi me caigo como dos veces.

Abren una puerta con fuerza y pego un brinco. Me ingresan dentro de un empujón. No se escucha absolutamente nada, intento sacarme la venda, pero es imposible, me la han atado con fuerza. Me siento en piso, arrastrándome por el con la finalidad de encontrar algo con que puedo desatarme.

Por el recorrido que he dado es un cuarto ni tan grande ni tan pequeño, tiene cerámica, hay un colchón en el piso por lo que pude notar con mis manos al arrastrarme. Hay humedad, creo que estoy en un sótano o algún lugar botado dejado de la tierra.

De tanto tratar de encontrar algo me quede sentada con la espalda apoyada en la pared. Respiré hondo y después comencé a darme pequeños golpes con la pared.

Entonces se me ocurrió la idea de sacarme los zapatos que traía puesto. Puse la punta del pie derecho con fuerza del talón del izquierdo del zapato, mientras este lo impulsaba hacia arriba, después de varias intento lo logré. Así mismo procedí hacer con el otro. Me saque las medias con desesperación, hasta que lo logre.

Inhale y exhale tres veces.

Luego mi pierna derecha la deje inclinada, puse el pie izquierdo encima de la derecha, por la rodilla. Incline mi cabeza y con la ayuda de mis dedos intente sacarme la venda. Ya de varios intento y respiros hondos lo logre.

La habitación estaba a oscuras, no había iluminación alguna.

Ahora tenía que pensar como quitarme el amarrado de las muñecas.

Y todas las que se me venían a la mente no resultaba, me rendí tirándome de costado en el frio suelo. Cerré los ojos, con el propósito de que viniera algún recuerdo con mi hermana.

Las dos nos encontrábamos riendo con nuestras amistades, cumplíamos 14 años.

—Te reto a que vayas a la piscina y finjas que te ahogas— me reto, camine hacia la piscina. Atravesé la puerta de cristal, fingí que miraba a otra parte y seguí con mi caminada. Hasta que sin medir muy bien la distancia, caí a la piscina haciendo que mi cuerpo impactara con el agua.

Varios minutos sentí como unos brazos fuertes me sacaban de la piscina, pase mis brazos por su cuello para sostenerme con más fuerza. De reojo vi como de le marcaban los sus bíceps, todas las chicas que se encontraban en la fiesta se quedaron con la boca abierta, por el cuerpo del chico.

Me dejo en una silla con cuidado y vi a mi hermana acercarse con una sonrisa. Yo seguía con la actuación de me estaba ahogando, tosiendo.

Como estuvo ese viaje astral, lo devoraste con tus ojos de reojo— se sentó en una silla de mi lado.

—Sin duda genial. Solo faltaba que me diera respiración boca boca. Mi actuación no fue el cien por ciento.

—Ve hay viene de nuevo— me dice mi hermana señalando con sus ojos al tipo. — Hasta una toalla te trae. Solo no te ilusiones, recuerda que te lleva por cuatro o cinco años.

El chico se acercó y me cubrió con la toalla, se acercó a mi oído.

—Cuando lo veas dales las gracias. Te desea un feliz cumpleaños, no viene porque es algo tímido el muchacho. Pero de seguro que cuando tenga las pelotas te lo dirá hasta con dibujos te lo explicara, se llama Hugo. No te olvides de él.

Me levanto de un santo, quedando sentada. Hugo, ya lo conocía, bueno él dijo que ya me conocía. Pero porque, no lo entiendo.

Inclino mis piernas y apoyo mi frente en mi rodilla respirando hondo.

—Que locura has hecho en mi cabeza, Caroline— grito con fuerzas.

Zapateo con fuerza, como si de un bebe se tratara cuando no le dan lo que él quiere. Me tiro hacia atrás con fuerzas, haciendo que mis brazos me den un pequeño dolor. Pero aun así sigo moviéndome, al parecer del coraje que llevaba dentro saco mi brazo izquierdo de la amarada. Me paro y sonrió al ver mis muñecas sueltas, pero un pequeño ardor.

Toqueteo con las manos en las paredes para encontrar la puerta, fue algo difícil pero no imposible.

Gire la manija, esto me asombro. Quien dejaría la puerta abierta, donde te tiene secuestrada. La abrí con cuidado de hacer ruido. Y la cerré. El camino se encontraba oscura, pero en ciertos lugares entraba la luz del sol. Había más puertas al caminar por el pasadizo.

Me acerqué a una y la abrí con cuidado, me encontré con un cuerpo descompuesto. Abrí otra, otro cuerpo. Y otra puerta, otro cuerpo en mal estado. Seguí investigando, esto era en forma de laberinto. Ni siquiera tenía alguna linterna u algún aparato para poner ver con claridad. Camine hasta llevar al otro lado, las puertas se encontraban abiertas, me asome con cuidado y vi a chicas atadas en la muñeca con las rejas de la cama.

Vi que no hubiera nadie y entre la habitación. Estaba muerta, en su brazo tenia moretones de inyecciones. Su cuerpo estaba desnudo, la sabana se encontraba a un lado. La cogí y se la puse encima de ella, para cubrirla.

Salí y caminé con cuidado a otra, que no estaba lejos de la que salí. Era lo mismo, chica atada, moretones en sus brazos, marcas en su cuerpo, su rostro estaba demacrado, su maquillaje regado. Salí de ahí con miedo intentando encontrar una salida o lo más importante encontrar a Bianca.

Corrí, corrí a toda velocidad, pero un sonido me hizo parar de golpe.

Me acerqué hacia la habitación, abrí la puerta con cuidado dejando solo un pequeño espacio para ver. Se encontraba una chica como las demás, pero en cambio esta estaba viva, en sus cinco sentidos. Un hombro cerca de ella y de costado hacia mí se encontraba vertiendo un líquido en la inyección. La desesperación de la chica al soltase, me hizo acordar a mi hace un rato tratando de soltarme.

Retrocedí con cuidado y con desesperación giré para encontrar algo. Pero no había nada, esto es un lugar desolado. Mire mi muñeca y traía al trapo que me habían amarado las muñecas. La única solución era que envolviera este trapo alrededor de su cuello, pero no estaba cien por ciento segura de que funcionara, ya que él era un hombre. Por lo visto sería más fuerte que yo.

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