A cazar, parte dos.
En los últimos minutos estuve a su lado, dándole mi mano y jurándole que cuidaría a su hijo. Tenía en mente ponerle Nicolás, como se llamó su esposo que hace tres días había sido asesinado. Y la causa había sido por supuestamente robarle a su jefe, lo cual juraron acabar con toda su familia.
El bebé en mis brazos no paraba de llorar y yo por supuesto no sabía cómo y qué hacer que pare. La señora ya había muerto.
La lluvia de pronto se hizo presente.
Me puse de pie cubriendo al pequeño cuerpo contra el mío y sosteniendo el celular con la linterna encendida. No sabía dónde ir, miraba a mi alrededor y me sentía mareada al solo ver hojas verdes y tallos, sin un destino claro. Y la penumbra noche cada vez la veía oscura.
—Eh... por donde vamos pequeño cucarachin — hable como si el pequeño fuese a responder— Tranquilo, tranquilo. Todo va a ir bien cuando salgamos de... —di un brinco por el susto del sonido de fuegos artificiales, tuve que mecer en mis brazos al pequeño haciendo que apacigüe su llanto, pero era imposible.
Comencé andar recto, hasta que ya no hubo camino gire a la derecha, luego a la izquierda, luego recto, luego retrocedí para girar a la derecha, volver a la derecha. Justo cuando iba a girar a la izquierda, escuche susurros. Retrocedí despacio tratando de no topar nada con mis pies descalzos. Y apretando el cuerpo del pequeño con mi cuerpo, al igual que el celular por la luz que provenía en el.
—Perdón, perdón— le decía al bebé.
No sé cómo logre meterme por los arbustos de las paredes grandes de hojas, así traspasándola.
Y me quede congelada al ver de quien se trataba.
—Pero... ¿qué haces? Sabes perfectamente que tu no quieres hacer esto. Esta gente ha logrado envenenar tu cerebro. Por favor, baja el arma. — hablaba desesperaba al ver la escena que mis ojos presenciaban.
—Ellos han sido mi familia, los decepcionaría si no hago con lo que dicen. No quiero volver hacer la decepción cuando tuve quince. ¡No sabes lo horrible que pase al escuchar y ver comentarios absurdos...
La interrumpí— Tú lo has dicho, son absurdo. No tienes por qué hacer esto. Recuerda en tu hija...
—Ellos no pararan hasta tener con lo que quieran, siempre lo han logrado, por ende, siempre lo harán— sigue agarrando con fuerza el arma.
—No, yo estoy aquí. Estoy para ayudarte y que puedas encontrar a tu hija. Y sabes dónde está, solo tienes que ir por ella y poner las cosas en su sitio.
—No— niega con la cabeza sollozando— tienes al hijo de alguien en tus brazos. Sabes lo que eso significa, que yo no podré, ni por mucho que lo quiera no se hará posible. Lo sé. Y lo siento aquí— señala su corazón— en mi corazón, ella sabe lo mucho que la amo y la ame.
—No, no. No dejare que te mates, baja el arma por favor. No hagas un escándalo frente a mí. Tenemos un plan, va a salir perfecto, solo tienes que confi...
—No, yo ya no puedo hacer nada. La salida mía llego aquí, yo misma me doy la libertad
—Tu libertad no puede ser así, ya hemos dicho lo que íbamos a ser. Ibas, más bien vamos a ver a tu hija y a la hermana de Hugo. Quedamos en que así serían las cosas, no tienes por qué cambiar las cosas Kat. Ven conmigo— le doy mi mano— cambiaremos las cosas.
—Mi decisión ya la tomé. Solo te diré una última cosa, tienes que salir de aquí. El bebé puede enfermar y morir si sigue en ese estado— definitivamente me había olvidad del pequeño y volví acorralarlo contra mi cuerpo por la lluvia— la salida es simple. Caminas recto y al llegar al último giraras a la izquierda donde encontraras rosas rojas, pero eso no es todo. Guiándote por el camino de rosas, abre la puerta negra que dará a los pasadizos de los subterráneos. Bajaras las escaleras y te encontraras con una puerta blanca, eso significa que estarás cerca. Al terminar los escalones giras a la derecha donde habrá un cuarto con ropa...
Siendo sincera mi cabeza andaba en otro lado, solo lograba escuchar por partes lo que me decía.
—¡Corre, perra! ¡Aquí te tengo y no podrás salir con vida! — se escuchó el grito de un hombre y una risa malvada y siniestra de fondo. Lo único y lógico que hice fue esconderme entre las hojas verdes, por donde había salido.
—Kate— se escuchó la voz a su lado. —Tu madre ansiosa te espera en su trono. Sera que esta vez si podrás lograr con su objetivo para poner gobernar el puesto consecutivo o.... tendré que yo tomar tu lugar por idiota. — sus palabras eran con tanto odio.
Las ganas de saber de quien se trataba se estaban apoderando de mí, pero tenía que hacer lo posible para no ser descubierta.
—No lo creo, pero un gusto fue conocer...
Tres disparos.
Apreté al bebé contra mi pequeño callando su llanto.
—No, no. Otra vez, no— susurre. —Shh shh shh.
—Maldita perra malagradecida, teniendo todo defraudas a tu propia familia. Me das lastima— escupe con odio el hombre. —Espero volverte encontrar en otra vida, para así asesinarte una y mil veces el sufrimiento que mucha gente lo hizo aquí y a tu alrededor. — otro disparo. Y luego tres más. Un quejido soltó el hombre. — Perra loca, me acabas de disparar en la rodilla, donde me dejes paralitico... pero que mierda hablo con un cuerpo sin vida. — y estallo con más disparos, suponiendo que al cuerpo de Kat. —Sencillo, muerta. Y yo con todo lo que le pertenece, no pensé que fuese tan simple. — se fue alejando riéndose.
Y al parecer sin más quejido del dolor en donde le habían disparado, supongo que disfrutan del dolor.
Salí del sitio respirando hondo.
El llanto del bebé paro, se me hizo raro que lo hiciera instantemente. Lo alumbre con la linterna, respiraba con dificultad. Las lágrimas se me empezaron a salir. Y la desesperación me hizo correr para encontrarme con el camino de rosas rojas. Las plantas de mis pies ardían, pero solo quería una cosa y no pararía hasta salir de aquí, con vida.
Hasta que llegue, creo que volví a poder respirar con un poco más de alivio.
—Lu, la puerta. —me dije a mi misma— Luego la puerta blanca. No así no era. Era... — tres puertas había frente a mi luego de pasar por el camino de las rosas. Roja, negra y blanca. — Ella dijo que habría escaleras con una puerta blanca. Abriré la roja...
—Puedes irte a la mierda, ya te dije que no tomaras mi puesto — me escondí entre las plantas— Que hayas matado a mi hija no significa que tenga que darte los méritos, ese acto ha sido una idiotez. Si quieres hacer algo, hazlo... — quise acomodarme, pero caí haciendo bulla.
—Me jodí— traté de gatear solo con las rodillas, y de no soltar al pequeño.
—Quieta rata— me detuve cerrando los ojos con fuerza — De pie, y acércate a mí.
Me levante, para luego salir corriendo intentando abrir la puerta de medio, de color negro.
Al querer abrirla una bala roso por mi cabeza llegando a la puerta negra. Abrí mis ojos del miedo, y me quedé quieta de espalda.
—Estas ratas se escabullen tan rápido, pero no saben que la rata reina lleva más años de experiencia. Y que lo fácil les queda lejos para escaparse de mi jaula. Pero... ¿A quién tenemos aquí? — oigo el crujir de las hojas acercarse a mí.
Me gire lentamente teniendo aun al bebe en mis brazos, con tan solo una tela fina cubriendo su cuerpo.
Se comienza a reír cuando me ve.
—No me lo creo, me has dejado sin palabras. Te subestime demasiado, pensé que cuando amaneciera estarías muerta como los demás que fueron aceptados al sistema. ¿Qué tienes cubriendo en tus brazos y con ese trapo? — se cruza de brazos alzando su mirada.
Sin duda, esto no estaba en mi plan. Y sin Kate en el medio, ya no creía en la posibilidad de salir de aquí. O al menos muerta.
—Tu más que nadie deberías saber que, lo que acabas de hacer estuvo mal. También siempre estuve a un paso delante de ti, pero tú piensas que tu ego nadie te lo baja. Si— asiento a lo que digo— viviste largos años conmigo, pero no te pones a pensar que algunas veces no jugué contigo. Mi amor, tu mundo escuro te taparon los ojos por completo. Y eso sí que nadie te lo quita. No al menos la muerte, y eso es lo que voy hacer. Te quitare la vida, dejándote sin nada y peor a toda esa gente que se encuentra allá dentro, porque gente como tú— la señalo y luego al hombre a su lado que esta con una sonrisa— deberían arder en el infierno. Y si para estas personas ahora la están pasando como el infierno, sin duda la tuya va a ser peor de los que ellos sufrieron aquí en la tierra, por tu culpa.
Tenía que sacar fuerzas y voluntad, no mostrar miedo.
—Sin duda siempre fuiste mi preferida, ya estaba ansiosa de que mostraras tu verdadero yo. Ya te estabas tardando. Pero, quien dice que me vas a matar. No te has dado cuenta que tengo gente a todo mi alrededor y que...— muestra una sonrisa alzando sus cejas— tus amiguitos ya lo tenemos en nuestra palma. Solo una llamada, una sola — levanta su dedo índice— y todos estarán muerto. ¿Porque sabes qué? — comienza acercarse a mí, pero no retrocedo— la que manda es sus vidas soy yo— se señala y me da un beso en la frente.
Para luego poner su pistola en mi frente, no le baje la mirada.
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