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🌷06🌷



Al salir de la biblioteca llorando —no porque me hayan quitado el celular, sino por no poder superarla—, sé que necesito pasar por el duelo, pero no puedo dejarla ir. Tampoco puedo tirar todo por la borda, después de llevar cinco años con esta mentira.

Después de abrazarlo, le doy una sonrisa con los labios cerrados.

—Hoy le dije que venga a mi casa para lo del proyecto del Sr. Warren. Además, mi padre ya está enterado. Tengo todo planeado: mi madre viene a las nueve y los empleados se van a las seis —digo mientras caminamos por el pasillo, con él a mi lado.

Volteo la cabeza para mirarlo. Tiene una expresión pensativa, así que dejo que procese lo que le acabo de decir.

—Solo ten cuidado. Toma en cuenta todo lo que dicen de él —comenta mientras abre la puerta del salón al llegar.

—Si intenta algo, te tengo como llamada de emergencia, en primer lugar —me burlo.

Caminamos hasta una de las sillas y nos sentamos juntos, esperando al profesor que nos toca.

—Marcus —llamo su atención.

—¿Sí? —responde sin apartar la vista del cuaderno que está garabateando.

—¿No crees que es raro que tenga que hacer un proyecto con él? Ni siquiera está en la misma carrera que yo —le explico mi confusión.

—Tengo el presentimiento de que hay algo más detrás de todo esto. Una intuición.

No pude decirle más porque llegó la Sra. Baker.

Las horas pasaron y no pude concentrarme en la clase. Mi mente daba vueltas a todo lo que me está sucediendo y a cómo mantener esta mentira. Y como dicen, las mentiras tienen patas cortas, ¿no?

Al terminar, nos dirigimos a la cafetería para comer algo, ya que ni siquiera he desayunado. Nos sentamos en la parte de arriba.

—Hoy fui a visitarla y, la verdad, todavía la extraño mucho. No quiero dejarla ir —digo antes de llevarme un pedazo de tortilla a la boca.

—Aún llevas su reloj y ni siquiera tiene valor —comenta señalando mi muñeca, intentando hacerme reír, y lo logra.

—Es lo único que pude sacar antes de que mi madre pusiera su habitación bajo llave. Incluso la de ella está cerrada con llave —digo con la boca llena.

Creo que hasta ella guarda algo.

—Termina lo que tienes en la boca, Ana. ¡Qué maleducada eres! —se ríe.

Ruedo los ojos y me río con él.

[...]

Las clases terminaron y me dirijo a la salida con Marcus. Él es el primero en irse, así que espero a que venga Reggie.

—¿Quieres que te lleve? —pregunta alguien detrás de mí.

Me volteo, aunque ya sé quién es.

—No, pero gracias.

—¡Virgen María! ¿Dónde te has metido? —pregunta Enzo, mirándome de arriba abajo.

—Querida, tengo una invitación para ti —habla esta vez Rafael.

—¿Qué? —arrugo las cejas, confundida.

—Te lo explico: la invitación es para un trío. Tú —me señala—, Enzo y yo —señala a su amigo y luego a sí mismo.

—Dejen de joder. Me voy ya. Rafa, hoy no voy en tu auto, tengo algo que hacer. Nos vemos mañana —dice Hugo antes de llevarse a sus amigos.

El sonido de una bocina me saca de mis pensamientos.

—Srta. Louisiana, la he estado llamando y no me quedó otra que tocar la bocina —dice riendo al llegar en el auto.

—Lo siento, los deberes me tienen atareada —miento y entro al auto, como siempre, en la parte de atrás.

Al llegar a la entrada de la mansión, veo a Hugo parado junto a la puerta.

"Qué rápido ha venido", pienso.

Bajo la ventana del auto y, al llegar a su lado, le hago una señal para que entre. Ahora seré yo quien tenga que esperarlo.

Bajo del auto y me despido de Reggie. Me quedo en la puerta de la mansión hasta que llega. Cuando está a mi lado, lo hago pasar. Hugo mira a su alrededor, no se pierde ningún detalle. Su cabeza gira de un lado a otro, como loco.

—¿Quieres algo de beber antes de que suba? —pregunto dándole la espalda.

Susurra algo que no alcanzo a entender.

Me giro, cruzándome de brazos para mirarlo con seriedad y que se deje de bromas. Al verlo, tiene las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Levanto las cejas para que responda.


La primera vez que la vi fue en el colegio. Yo tenía trece años. Años después, desapareció, como si la tierra se la hubiese tragado.

Recuerdo cómo se sonrojaba, ese tono rojo en sus mejillas. Tan linda. Ahora la vuelvo a ver en la universidad. No ha cambiado mucho, salvo su cabello, que ahora está teñido de un color de vieja, aunque no le queda mal. Cada detalle en ella me llama la atención, desde cómo se acomoda las gafas con el dedo índice hasta su postura.

Sin embargo, no sé qué le sucede. No me reconoce. Quiero acercarme a ella, pero siento que ya no es la misma. La chica tímida y agradable que conocí parece haber desaparecido.

Sé que en la universidad corren rumores sobre mí. Algunos son ciertos, otros no. Se dice que me acuesto con cualquier chica que agite su cabello a mi lado, pero es mentira. No me interesa hacer eso. Pero el rumor ya se ha extendido, y Louisiana parece creerlo, como muchos otros. Ese pasatiempo es más bien cosa de mis amigos. Los únicos que conocen la verdad son Enzo y Rafael, mis dos mejores amigos. Enzo y yo nos conocemos desde el colegio, ambos ingresamos con beca. Rafael, en cambio, no es becado. Lo conocimos al inicio de este ciclo, y gracias a él no tenemos que tomar el autobús.

Los tres pertenecemos al equipo de voleibol, y yo soy el capitán.

Hace unas horas, me encontré con Louisiana en la biblioteca. Ella había dejado su celular por ahí. Al tenerlo en mis manos, vi que estaba abierta la galería de fotos. Deslicé el dedo, curioso, y una foto me llamó la atención: un hombre de unos cuarenta años, al lado de una mujer de la misma edad, con dos niñas idénticas frente a ellos, de cabello negro y alrededor de diez años.

Ella me susurró con molestia que solo quería follarla y que estaba harta de mi juego. Pero, ¿qué juego? No sé de qué habla.

Luego comenzó a llorar. Le pregunté preocupado, pero no quiso decirme nada. Solo mencionó que hoy comenzaríamos el proyecto y se soltó de mi agarre. Seguí revisando las fotos por un momento, hasta que llegó su mejor amigo y me arrebató el celular. Antes de irse, me dijo: "¿No te enseñaron que no se revisan las cosas de las chicas sin su permiso?" Y se fue.

Después del entrenamiento de voleibol, me dirigí a la salida con mis amigos.

Vi a Louisiana de espaldas y me acerqué lentamente. Todavía no puedo creer que me haya enfrentado por llamarla así. Esta chica me tiene intrigado. Hay algo en ella que la hace diferente a las demás chicas que conozco. Sé que no todas son iguales, pero tampoco es la misma que conocí hace años.

Le ofrecí llevarla, pero se negó. Ahora que lo pienso, como no tengo auto, tendría que soportar a mis dos amigos molestándola durante todo el camino.

Así que terminé tomando el autobús. Al llegar, no podía creer dónde vivía. Era un lugar inmenso, y simplemente me quedé sin palabras para describirlo. Me gustaba eso de ella: lo tenía todo, pero no se creía perfecta, como las demás chicas ricas de la universidad.

La semana pasada ha sido agotadora. Entre clases, los entrenamientos, el trabajo y mi madre, apenas he tenido tiempo.

—¿Quieres algo de beber antes de que suba? —preguntó, dándome la espalda.

—A ti —susurré, pero lo suficientemente bajo para que no me escuchara.

Vi que se giró, cruzando los brazos, algo molesta. Al parecer, no escuchó.

—No, gracias. Estoy bien.

—Ok. Entonces espera aquí. Regreso en un momento, voy a cambiarme y a buscar las cosas necesarias —dijo, subiendo las escaleras. Había dos en cada extremo, y ella tomó las de la izquierda.

Asentí.

No pude contenerme y comencé a caminar, observando todo a mi alrededor. Volví al lugar donde estaba, no quería perderme. Me senté en un sofá gris claro frente a las escaleras. Delante había otro mueble y, en medio, dos mesas.

Y volví a ver esa imagen en un portarretrato. Lo tomé y observé cada rostro.

La intriga creció.

"¿Quién eres de verdad, Louisiana?", pensé.






¿Qué les está pareciendo la historia?

Teorias de que posiblemente suceda en el siguiente capítulo...

Acerca de:

Louisiana

Hugo

Marcus

Enzo

Rafael

Sra. Caroline

Sr. Wilson

Sr. Reggie

Sr. Warren

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