capitulo 7: la silueta en sus ojos.
No podía describir la sensación de estar acostado todo el tiempo, no tenía mucho que hacer de todos modos, pero sentía como su espalda le gritaba por el entumecimiento al igual que sus pies.
Únicamente viendo al techo blanco, como si fuera lo más interesante del mundo, perdido en recuerdos y pensamientos.
Había estado meses en coma, daba gracias a quien sea que estuviera ahí arriba por qué no haya Sido más tiempo, pero aún así era demasiado, mucho tiempo lejos de los estudios (aunque no le importaba pues iba un año adelantado).
Su verdadera preocupación había Sido el trabajo, mucho tiempo sin dar señales de vida, era evidente que ya había sido sustituido, su jefe no era una mala persona, muchas veces le obsequio bonos extras, días de descanso e incluso algún que otro préstamo, si decidía despedirlo no podía guardarle rencor, después de todo él también tenía que ver por su negocio.
El otro problema era que debía hacer con respecto al departamento, después de... Sabía que se había quedado completamente solo, ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que pagaron la renta del lugar, y aunque el pagaba la mitad desde antes, ahora que posiblemente este desempleado y con varios meses acumulados, no sabía que tanto sería el impacto económico.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta, volteando a ver se dió cuenta que eran agentes de policía, parándose hizo una reverencia respetuosa.
Policía 1: -¿Usted es el joven Midoriya Izuku?- pregunto revisando la carpeta manila en sus manos.
El chico asíntio mientras se volvía a sentar en la camilla, en espera del porque los agentes habían irrumpido en su habitación... Aunque se daba la idea del porque...
Izuku: -¿Hay algún problema?, ¿Cometí una falta?- pregunto fingiendo ignorancia.
Policía 1: -No haz hecho nada niño... A excepción de tu arresto de hace 8 meses, tienes un historia impecable- respondió cerrando la carpeta y ver al adolescente.
El mal sabor de boca se apoderó del paladar del chico, no estaba particularmente orgulloso de aquel momento, principalmente porque después se dió cuenta que no valió la pena.
Policía 2: -hijo, venimos para informar de arresto de tu madre, la señora Inko Midoriya- hablo con un tono más comprensivo que su compañero.
El chico no dijo nada, su rostro estaba completamente carente de emociones, no había tristeza, no había felicidad, no había absolutamente nada.
Izuku: -lo se...- respondió con un fino hilo en su voz, susurrante al punto que el viento podía llevarse sus palabras sin problemas.
-se porque la arrestaron... Yo... Me acuerdo de todo...- miro al policía con un rostro vacío y cansado.
Ambos policías asintieron con pesar, aparentemente el chico era de aquellos cuyo coma estuvo conciente todo este tiempo.
Policía 1: -niño, tienes mis más sincero pésame...- comento dejando de lado el tono profesional.
-ahora, continuando con el informe, la señora Inko fue sentenciada a 10 años de cárcel sin derecho a fianza por los crímenes de: intento de filicidio, posición ilegal de estupefacientes, prostitución ilegal y hostilidad ante la fuerza del orden; lo que deja a usted, Izuku Midoriya oficialmente como un joven adolescente huérfano ante la ley- siguió con su informe al peliverde.
El chico solo asíntio manteniendo una compostura que lejos de confortar a los adultos, daba a entender la pésima relación que tenía el chico con su progenitora.
Policía 2: -al ya no tener tutores legales, usted debería ir a una casa hogar para menores, hasta cumplir la mayoría de edad- dijo viendo como el adolescente se tenso, nadie quería ir a un albergue.
-pero... El juez a concedido una pequeña propuesta, debido a su edad, su buen historial e incluso su antecedente laboral, usted puede vivir solo y el gobierno le otorgará un subsidio mensual hasta que cumpla la mayoría de edad-.
Izuku: -tomare el segundo...- respondió sin dudar, ya había vivido prácticamente solo, esto no iba a ser muy diferente.
Los policías asintieron y con una disculpa por la interrupción y unas palmadas de animo se fueron no sin antes informar sobre la visita de los agentes de trabajo social.
Quedándose nuevamente solo, miro su almohada con ojos vacíos, la estática se apoderó de sus tímpanos al mismo tiempo que rememoraba todos los sucesos, la falta de oxígeno, los gritos, los insultos y maldiciones de su propia madre.
Y por fin pudo procesar todo... Lo que tanto estaba evitando pensar. Bajo la mirada al mismo tiempo que las lágrimas silentes bajaban lentamente por sus mejillas.
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Kyoka: -estupidas matemáticas, estúpidos profesores, estúpida escuela...- maldecia mientras llegaba a su casa.
Al abrir la puerta la cerró de inmediato mientras se quejaba por el asco, ¿La razón?, había atrapado a sus padres infraganti en la sala.
Kyoka: -¡por el amor al metal!, ¿No tiene cuarto para hacer sus cosas‽- pregunto alzando la voz para que la escucharan.
Kyotoku: -Lo mismo podría decir contigo, granjera, tienes suerte de que seas mi hija o sino estuvieras en la correccional por acoso!!- respondió con un tono burlón.
Había descubierto a su hija en más de una ocasión muy acaramelada con el peliverde durmiente.
La puerta se abrió de golpe, mostrando a una pelivioleta tan roja como el color mismo, apuntando con su dedo índice a su padre.
Kyoka: -¡¡Prometiste que nunca ibas mencionar eso!!- recriminó avergonzada y furiosa.
Mika: -entonces no lo niega- comento tapándose la boca con burla.
La chica comenzó a hablar a una velocidad de un tren bala, tratando de excusarse y reprochar.
Kyotoku: -maldicion, otra eminem child... Realmente están hechos el uno para el otro- susurro lo último aguantando la risa.
Mika: -ya ya, somos tus padres, ¿Recuerdas?, cuando quieras mentirnos recuerda que también fuimos adolescente alguna vez- interrumpió a su hija tomándola por los hombros
-nos tomaste por sorpresa, no creíamos que regresaras tan temprano, eso es todo. Ve a cambiarte y relajarte, puedo ver cómo estás a punto de un aneurisma y no me quiero quedar sin hija- ordenó con una pequeña risa.
La adolescente simplemente suspiro resignada y subió las escaleras, haciendo caso a su madre.
Kyotoku: -uggh... Los adolescentes son tan agotadores...- se quejo mientras se dejaba resbalar por el sofá.
Mika: -bueno, lo mismo que le dije a ella puede aplicar con nosotros, fuimos adolescentes hormonales alguna vez en nuestras vidas- respondió sentandose a su lado y abrazándolo.
Kyotoku: -y doy gracias que ya no lo soy, ugghh, sentir la angustia adolescente es una mierda... Entonces, ¿cómo le hacemos con el mocoso?- pregunto en un tono que su hija no podria escuchar.
Mika: -tenia planeado sacarlo del hospital en una caja grande de regalo y darle la sorpresa a kyoka- comento ganando una mirada inquisitiva.
-¿Tienes alguna mejor idea?- pregunto con una sonrisa desafiante, pero solo recibió un beso de su esposo
Kyotoku: -No pude tener a una mujer más perfecta, por una mierda que no... Estoy dentro...-.
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T.S: -eso sería todo, buena suerte chico y recuerda, si usas la ayuda para cosas ilicistas serás sentenciado al reformatorio hasta cumplir la mayoría de edad- sentenció la mujer madura con severidad.
El peliverde solo asíntio por séptima vez, ya le había hecho esa advertencia, y más cuando vio su pequeño antecedente penal.
Despidiéndose con una reverencia agradeció la ayuda, solo para volver a suspirar y sentarse, viendo la pila de documentos en la mesita al lado de la camilla.
Estaba agradecido con la ayuda, en verdad que lo estaba, pero eso también remarcaba el hecho de que se había quedado solo.
Preguntándose cuando le iban a dar de alta, la puerta de la habitación fue pateada con fuerza, sacándole un grito supervaronil del susto. Era Kyotoku y Mika que traían una bolsa de compra y detrás suyo una caja jumbo envuelta en papel de regalo de colores verde y violeta.
Kyotoku: -Mocoso, el doctor nos dió permiso para sacarte de acta, dijo que estás perfectamente bien... Ahora a la caja- señalo al objeto.
El chico pecoso solo vio catatonico a la pareja, su rostro reflejaba que no entendía absolutamente nada.
Izuku: -¿Qué?- fue lo único que pudo decir.
Kyotoku: -lo que escuchaste mocoso, métete a la caja, ¿Creíste que era broma lo del moño?- dijo recordando lo que habían hablado ase una semana atrás.
Izuku: -yo, este... ¿Si?-.
Mika: -Kyotoku puso la idea del moño sobre la mesa, yo solo la complete con la caja- comento con una sonrisa divertida.
-Es un regalo sorpresa para Kyoka, acaba de aprobar el examen, nos lo dijo por llamada en su hora de receso, ¿Podrías meterte a la caja?- quitó la tapa del objeto.
Izuku: -¿Ok?... Pepepero nenecesito vevestirme primero...- comento con algo de pena, no creía que se podría llevar la bata de hospital y no quería irse desnudo.
Kyotoku: -tenemos eso cubierto- respondió entregándole la bolsa de compras.
El peliverde agradeció y fue a cambiarse en el baño, quitándose la bata y dándose una ducha rápida se dió cuenta lo desnutrido que estaba, estar siendo alimentado por un tuvo no era algo muy saludable, te mantenían vivo, si, pero solo con lo justo.
Tomo la ropa una vez que habia terminado su corta ducha, definitivamente no era mucho su estilo: cargos negros, una camisa violeta de mangas largas, un boxer del mismo color y unas botas de casquillo... Definitivamente no era su estilo, pero era esto o irse desnudo.
Una vez que se dió un último vistazo al espejo, salió y tomo todos los papeles para acto seguido meterse en la caja sin ningún comentario.
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Nunca, nunca, NUNCA, había estado tan deseosa que las clases terminen, cada minuto parecía una tortura, una especie de burla a sus ansias de querer largarse.
Su mirada intercalaba entre el profesor y el reloj colgado maliciosamente frente a todos los pupitres; incluso gotas de sudor se deslizaban por su rostro, al mismo tiempo que baqueteaba su lapiz con el ritmo del deatmetal.
Riiiiing riiiiing
La chicharra del timbre sonó estrepitosamente anunciando el fin de clases, absolutamente todos los presentes no tuvieron tiempo a reaccionar cuando una silueta de cabello púrpura salió disparada de su asiento y salir del aula.
Avanzando entre la fina línea de caminar y trotar, la chica punk esquivaba con maestría los demás alumnos, evitando chocar y no desacelerar su ritmo.
Justo antes de que diera un paso fuera del plantel su teléfono sonó con el tono único que tenia en caso de que su mamá la llamase, suspirando respondió la llamada.
Kyoka: -¿Que paso?... ¿Que?, oh vamos, prometieron que no iban a necesitar nada hoy... Pero... Ese no es el punto... Está bien, voy para allá... Yo... Yo igual los quiero...- colgó la llamada para ahogar un grito de frustración en un suspiro largo y áspero.
Era como si todo el maldito mundo conspirara para que no viera a su pecoso, estaba a punto de un ataque de ira si algo más jodia su ya de por si pésimo día.
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Izuku: -¿Están seguros que es una buena idea?... Se oía muy molesta...- comento asomando sus ojos por una rendija que habían hecho a la caja.
Mika: -absolutamente, está molesta por qué no la deje ir al hospital a "verte", verás como se alegrara una vez que te vea despierto y todo- respondió con alegría y diversión.
Sin que su esposo se diera cuenta deslizó un objeto cuadrado en la rendija, haciendo una seña de silencio al peliverde mientras guiñaba un ojo.
Mika: -tal vez demaciado... El punto es, que esto es su mejor regalo por pasar los exámenes y su recuperación- aplaudió contenta.
El chico vio el objeto con gran vergüenza y lo guardo para que no hubiera mal entendidos.
Izuku: -me siento como un cachorro de regalo...- comento con un tono entre confundido y ofendido.
Kyotoku: -tarde chico, ya firmaste el contrato y no hay vuelta atrás... Ahora, quédate ahí hasta que granjera regrese, Mika y yo iremos a dar una vuelta en la ciudad- dijo mientras tomaba el pomo de la puerta.
Izuku: -¡Espepepeperen!, ¿No creen que es mejor que se queden‽- pregunto a punto de un colapso.
Kyotoku: -No creo, lo más seguro es que si Kyoka no viera aquí, saldría huyendo a su cuarto por la vergüenza... Estoy confiando mi hija, más te vale no pasarte de la raya...- salió de la casa a espera de su mujer.
Mika: -diviertanse~- se despidió del chico con la mano para cerrar la puerta.
El corazón del pobre pecoso está a punto de paró cardíaco, no podía evitar sentirse como una especie de ofrenda a un dios malévolo.
Daba gracias a que habían dejado una pequeña rendija, sino se hubiera acabado el oxígeno dentro de la caja, los minutos pasaban tortuosamente, no tenía teléfono ni reloj para saber la hora y eso hacia que también perdiera la noción del tiempo.
Trataba de distraerse al imaginar cualquier letra de alguna canción, pero su mente traicionera simplemente le impedía cualquier otro pensamiento que no se tratase de la llegada de Jiro.
Izuku: -por favor... Se que no he Sido el mejor católico... Per- sus plegarias fueron calladas cuando escucho el crujir del pomo de la puerta principal.
Asomando la vista se dió cuenta que era Kyoka, su rostro amargado y de pocos amigos demostró que no estaba en el mejor de los humores, pero ese rostro cambio cuando fijo su mirada en la caja.
Rápido aparto la vista y respiro hondo a espera que la chica abriera el objeto, pudo escuchar perfectamente bien como ella está justo enfrente, leyendo lo que aparentemente era una nota.
Escucho un suspiro amargado y pudo sentir como tomaba la tapa, de inmediato la luz cegadora golpeó con fuerza su vista.
Kyoka: -¿Que demo...- su pregunta se trabo cuando vio al chico sentado con una sonrisa nerviosa, saludando tímidamente con su mano mientras abrazaba sus rodillas con la otra.
Izuku: -sosorpresa...- fue lo único que dijo con el hilo de voz digno del chillido de un rato.
La joven simplemente se quedó estática como una estatua, sin creer lo que sus ojos veían, las lágrimas comenzaban a asomarse amenazando con salir.
Con algo de esfuerzo se levantó, estar tanto tiempo dentro de un lugar tan estrecho y claustrofobico era realmente engarrotador. Viéndola fijamente a los ojos, pudo ver lo hermosos que eran, un extraño violeta, un color único que simplemente la hacía ver más angelical.
Todo sentimiento de inseguridad y nerviosismo se fue cuando ella lo tomo de su mejilla, como si aún no terminase de creer que realmente era él, con suavidad tomo su mano y sonrió con calidez.
Izuku: -hey...- llamo su atención sacándola de su shock.
Y pudo sentir como ella lo abrazaba con fuerza, con el temor de que si lo soltará desapareciese, el respondió el abrazo para mostrarle que no era así, sintiendo como su hombro humedecer por las lágrimas de la chica más hermosa que jamás haya conocido.
Izuku: -Ya... Estoy aquí...- susurro mientras se mecía de lado a lado, arullando y calmando a la chica que sin miedo a decir o pensar, amaba...
Quedándose así por un largo rato, estaba agradecido por la ocurrencia de los dos adultos, este era un regalo para su hija... Pero... También había Sido un gran regalo para él.
¿Por qué?... Porque pudo ver qué la única silueta en sus ojos, el único que ella podía ver con tanto amor era él... Ese era el mejor regalo pues sabía que aún no estaba solo.
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Fin del capítulo.
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