Natalia

¿Están hablando de lo que me pasó?

—¡¿Cómo te atreves?! —ahora oigo un chillido, asimismo distante, solo que más fuerte.

Agh. Creo que en cualquier momento la cabeza me explotará, pues concentrarme en lo que está sucediendo con este dolor me es confuso, difícil y estresante.

Ahora creo que otra chica tomó la palabra, pues alcanzo a escuchar un parloteo con palabras que me está costando identificar; así que, para aunque sea captar un poco, agudizo más mis oídos.

—… cuando algo no me sale bien me frustro, hice una rabieta y tal parece que no es mi día de suerte hoy ni el de tu nueva jugadora —enuncia.

Y aunque apenas recepcioné lo dicho, sé perfectamente que quien habló es Érika, además ese tono jocoso parece que es característico de ella.

Entonces, a pesar de la terrible migraña que se dio lugar en mi cabeza, comprendo que fue esa petulante quien me golpeó; y lo más seguro y obvio es que fue con el balón. Intuyo de inmediato que lo hizo para advertirme que me aleje de Tiago ya, que no piensa tolerar mi indecisión o duda alguna.

Y lo restante me cae como un balde de agua fría. Tiago vio el golpe y oyó todo. Y está enfrente mío. No, por más que así lo deseara para dar su merecido a la engreída de Érika, no puedo permitir que Tiago la enfrente. Si lo hace, quizá Érika se vea sin salida y confiese todo. Y Tiago caería en cuenta que en sí yo soy su reflejo de lo que era él en el pasado. Mi presente es su pasado.

Mientras cavilo en esto, lo siento incorporarse; entonces entro en pánico y a lo único que atino es a asirlo de su muñeca para detenerlo.

Ante mi reacción me observa con escrutinio y sorpresa, como buscando algún indicio de mi comportamiento en mi mirada. Mas, lo único que inevitablemente puedo reflejar es miedo.

Tiago dura así unos segundos, hasta que lo último que hace es sonreírme brevemente y susurrarme que todo estará bien. Con su tono de voz dulce y la calidez de su mirada me transmite cierta paz y protección ante cualquier cosa o persona que pueda amedrentarme. Quiero sonreírle también, pero entonces él se levanta y caigo en cuenta de lo que acabo de hacer.

Con mi temor solo corroboré su intuición de lo que pasa entre Érika y yo, y lo confirmo pues lo siguiente que escucho es una sarta de reclamos y explicaciones de él hacia la futbolista. Mi cabeza me punza cada vez más y más ante la acalorada disputa que se está suscitando.

No, no soportaré presenciar que el corazón del chico del cual estoy enamorada se haga pedazos por mi causa.

Así que, sin que la mayoría se percate, me incorporo y a duras cuestas echo a caminar para salir de aquí.

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CAPÍTULOS FINALES