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CAPÍTULO 64: El partido

Tiago

Estoy totalmente desconcertado.

Había llegado un poco tarde al partido que sostendrían Érika y Gloria, por esperar al supino de David en mi casa; pues él en WhatsApp me dijo que ni me atreviera a irme solo, pues quería ser espectador de los roces que posiblemente se darían mis dos hembras (comentarios machistas que suelen escapársele sin que se dé cuenta) y las reacciones que yo pondría.

Aún seguía muy extrañado por la actitud de Érika (quería hablar con ella al respecto), creía que esta fue porque intuía acertadamente que no le agrada Natalia, y que por causa suya —según creí debía deducir— me olvidé de ella y Sara. Es que no sabe que estoy enamorado de Natalia.

Y creo que ya llegó la hora de confesarle mis sentimientos, lo que no sé es cómo. ¿Si ella solo me ve como un amigo? ¿Si no corresponde mis sentimientos? Yo lo comprendería y respetaría de ser así, pero como Natalia es mi primera limerencia y la primera chica que se ganó mi corazón, mis ilusiones inexorablemente se vendrían abajo. De soportarlo podría, exceptuando la tristeza, y para nada extraño ese horrible sentimiento.

Natalia le dio color y luz a mi vida. Es cierto que su soledad me recordó la mía anterior (hasta poco después de ingresar al colegio de David), que me vi reflejado en ella; mas su manera de ser hizo que mi pasado solo fuera una experiencia más, no algo que me lastimara el corazón al recordarlo. Podría decir que superé en su mayoría las secuelas que sufrí a consecuencia de la disfemia que padecía de pequeño.

Me demostró que no toda la gente extraña si se la permite entrar a la vida hará daño —pues yo tenía esa reticencia a conocer gente nueva, por temor a sufrir más burlas y desprecios—. Que hay personas libres de superficialidades y saben deleitarse con lo sencillo (aunque la naturaleza también es majestuosa y hermosa).

Estoy seguro que Natalia tiene muchas heridas que sanar y un presente que la atormenta, no obstante, eso no quita la esencia que la convierte en una persona maravillosa e increíble, llena de virtudes. Siempre sincera, siempre honesta, siempre siendo ella misma. Y sé que un día abrirá su corazón.

En fin, antes estaba extrañado por el comportamiento de Érika, y ahora por el que tuvo Natalia para conmigo. Fue como si la hubieran suplantado por otra en un solo día. Cuando llegué junto a David él se dirigió a las graderías después de saludar a todas en uno solo, y Natalia me saludó, sí; pero me esquivó también diciéndome que debía permanecer con el equipo de Gloria. Comprendí y me alejé a las graderías.

Y empezó el partido en cuestión de media hora.

Fue uno muy reñido, pues tanto Érika como Gloria pusieron —como siempre— ímpetu al jugar; Érika destacaba como era habitual, sin embargo, Natalia opacó a Gloria. Sus movimientos eran ágiles, limpios y precisos, sus quites y pases… todo. Me sentí orgulloso de ella, pues cada día me confirmaba de distintas formas de qué madera está hecha. Yo no imaginaba que supiera de fútbol, y David se anonadó al verla desenvolverse con esa destreza.

El primer tiempo finalizó con empate. Aprovechando aquello me acerqué a Natalia, pero volvió a decirme que debía quedarse con su equipo, para planear nuevas estrategias. Entendí también y regresé con David, quien ya ingería una Coca-Cola a grandes sorbos, como si él fuera quien hubo jugado. Yo me burlé de él y negué con la cabeza. Es que a veces siento que ese muchacho no tiene remedio.

Comenzó el segundo tiempo y fue mucho más disputado aún. Todas las jugadoras querían lucirse una más que otra, hasta que Natalia se robó la atención de todos. Realizó un fantástico quite a Sara y se lo pasó a una chica de su equipo, e ipso facto corrió rápidamente hasta cerca del arco contrario, el pase se le retornó y metió un gol contundente al instante.

Mi reacción fue incorporarme y vitorearle inconscientemente, rebosante de orgullo y de amor por ella. Puedo jurar que me devolvió la sonrisa y se sonrojó, y yo con ella. Mas, sucedió algo totalmente inusitado. De un momento a otro recibió un balonazo en la cabeza que ocasionó que se desmayara al instante.

CAPÍTULOS FINALES

719 palabras

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